Amor — odio

Freud le fue dando cada vez mayor importancia al amor. En la versión de 1905 de los Tres ensayos hacía una separación neta entre las pulsiones parciales y el amor. Ponía de un lado a las pulsiones sexuales, parciales y parcializantes, cuyo objeto no es más que un subrogado en sí indiferente e intercambiable, y del otro lado a la corriente del amor, caracterizada por la sobrestimación de un objeto determinado.

Observa que amor y odio pueden presentarse coexistiendo dirigidos simultáneamente al mismo objeto, y aplica aquí la idea de ambivalencia de sentimientos.

Amar no es una pulsión, y el odio no es su único opuesto, también se le opone el ser amado (polaridad activo-pasivo) y en conjunción con el odio, el amor se opone a la indiferencia. Todo parecería indicar que amor y odio se nos presentan como opuestos sólo en un caso señalado por Freud en términos de apariencias: “Cuando el vínculo de amor con un objeto determinado se interrumpe, no es raro que lo reemplace el odio, por lo cual recibimos la impresión de que el amor se muda en odio.

Amor y Odio en “Pulsiones y sus Destinos” de Freud (1915)

Se trataría de una regresión a la etapa sádico-anal, cuyo tinte erótico mezclado con los caracteres del odio aseguran, por otra parte, la continuidad del vínculo con el objeto.

En este caso en que parece ponerse de manifiesto la ambivalencia de sentimientos, nos resulta familiar la mudanza de amor en odio, pero sin embargo resulta muy difícil encontrar casos en que el odio se mude en amor. En todo caso, nos resulta más fácil aceptar su coexistencia, en la medida en que no hay contradicción en lo inconsciente para las tendencias que colaboran en una y otra dirección.

El amor comienza por ser narcisista, pues toma como objeto al propio Yo antes de dirigirse a los objetos. Freud encontró que hay dos tipos de elección de objeto; una es narcisista, orientada según el modelo de la propia persona, es decir, hacia lo que uno es, lo que ha sido o lo que hubiera deseado ser, en cuyo caso el amor queda capturado en el plano imaginario especular y es amor a lo mismo, pues se busca a sí mismo como objeto de amor. La otra forma de elección se hace por apuntalamiento, según el modelo del objeto que cuida y alimenta o que protege. Es un amor a lo otro (S.Freud, 1914) El amor se despliega en ese espacio entre el objeto especular, narcisista, y el objeto reconocido en su alteridad, que por ser ajeno desencadena el impulso hacia lo que apetece tener.

El acto de amor se diferencia del amor-afección, que se refiere a los sentimientos y emociones que nos produce el ser amado, en cuyo caso somos afectados, es decir, pasivos.

“El amor autentico comporta una renuncia al narcisismo”.

Referencias

Esparza, E.(2015) Los síntoma del TDH, sólo la punta del iceberg. Clínica de lo negativo. (Tesis de doctorado). Colegio Internacional de Educación Superior. México.

Freud, S. (1905) Tres ensayos para una teoría sexual. O.C, VII.

Freud, S. (1915ª) “Pulsiones y destino de pulsión”. O.C. XIV.

Freud, S. (1914) Introducción del narcisismo. O.C. XIV.

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