Análisis: Caso M.

Alvarez Maya, Lorena. & Lee Villamar L. Sayuri.

Ficha de identificación

Edad:5 años 3 meses

Sexo: Masculino

Escolaridad: 3° de kinder

Vive con su padre su madre y un hermanito de un año y seis meses. Su madre es comerciante y su padre es extranjero, ruso, médico oftalmólogo.

Motivo de consulta

Asiste 3 veces de manera discontinua.

  • La primera cuando tiene 5 años 3 meses

La madre refiere que “Es desobediente, grosero, muy agresivo, muy inquieto, se sube a todo”. A partir de los 7 meses M. empezó a pellizcar y a ser bien berrinchudo, cuando le empezaron a salir los dientes mordía mucho. “M. no sabe convivir, también se agarra su pene desde pequeñito y a su hermanito, cada que se acerca a su hermanito es para pegarle, le saca sangre de la nariz y le abrió el labio”. La escuela y la iglesia reportan muchas quejas porque pega, no obedece, que grita, que agarra lo que no es de él.

  • La segunda cuando tiene 7 años y un mes (1° primaria)

La madre reporta que termino bien el prescolar, pero los síntomas se han agravado; reporta mucho miedo a los incendios y mucha ansiedad cuando escucha la sirena de las ambulancias, creyendo que es un incendio. A partir de uno en su casa. Por otro lado, trató de ahogar a su hermano en una alberca e intenta ahorcarlo.

Unos días antes de la consulta, la madre lo sorprendió lamiendo los testículos del hermano cuando estaba dormido. Dos meses atrás M. le dijo a su madre, que olió el ano del hermano, pero su madre dice que lo lamió. La madre comenta que se masturba frecuentemente, se saca el pene, se lo enseña ya sea a la señora que le ayuda, a su papá, a la madre y a su hermano. Mira pornografía por internet. En una ocasión filmó a su mamá mientras se bañaba, M. dice al respecto que se veía linda y que por eso lo hizo. Los problemas de conducta continúan en la escuela y en natación.

  • La tercera cuando tiene 8 años 8 meses (3° primaria, promedio 8.3).

A decir de la madre, la agresión ha incrementado hacia ella, su padre, maestros y su hermano, al igual que la desobediencia, ofender, gritar, berrinches e insultar. según la madre, hace unos meses comenzaron crisis de ansiedad (sudor, taquicardia) al pensar que se muera su mamá, papá o hermanito. El principal motivo de consulta que reporta la madre, es sobre un viaje a acapulco donde se fugó 2 veces, se perdió durante 20 min aproximadamente. E intentó ahogarse en el mar, yéndose a una zona rocosa donde una ola lo golpeó y comenzó a tragar agua, el guardacosta y su padre lo rescataron. Le dice a su hermano que tome un cuchillo y se lo entierre en todo el cuerpo o que M. lo hará con su madre. Continúa tocándose el pene y mostrándolo, diciendo que su pene está feliz.

Marco teórico

Para Winnicott (1955) el entorno también representa un componente estructurante, gracias a un ambiente facilitador donde la madre tiene la función de yo auxiliar sostenedor al adaptarse adecuadamente a las necesidades del infante, así como a los gratificantes intercambios entre el adentro y el afuera, se consigue paulatinamente una mayor integración y fortaleza del yo. Antes de la integración el niño no se diferencia de la madre, tampoco hay una distinción entre el adentro y el afuera porque todo esto lo realiza el yo auxiliar materno. En el camino hacia la integración, el yo adquiere la solidez suficiente para organizar defensas y modos de ser propios, el niño comienza a transformarse en persona, una unidad cuerpo-psique; de este modo, el bebé pasa de no estar organizado a ser una unidad, emerge un self, un “Yo soy” con un adentro y un afuera. El ambiente facilitador también contribuye a generar en el niño el sentimiento de confianza y seguridad en sí mismo y en el ambiente, lo que permite que del control externo, el niño evolucione hacia el autocontrol.

A la inversa, cuando el ambiente no es suficientemente bueno y la madre no representa un yo auxiliar, se obstaculiza tanto el proceso madurativo como el desarrollo del self, el yo no se integra suficientemente bien, ni adquiere la fortaleza necesaria para lidiar con los embates pulsionales y las exigencias del ello y del exterior, aparece la posibilidad de que surjan síntomas como la inquietud, la apatía, la inhibición.

La presentación de objetos corresponde a las relaciones objetales, facilita la vinculación del niño con los objetos, implica salir del estado de fusión con la madre, lo que permite la percepción de los objetos como externos al yo; esta función solamente puede darse en un ambiente suficientemente bueno, que proporcione al bebé la confianza suficiente para que él sienta que crea al objeto y al mundo externo; es decir le ofrece la experiencia de la omnipotencia que facilita el uso simbólico de los objetos. Las fallas en este campo interfieren con la capacidad para relacionarse con el mundo exterior y establecer relaciones objetales, cuando no existe una presentación cuidadosa de la realidad externa, el niño no puede establecer una relación satisfactoria con el mundo. La madre que presenta los objetos antes de que el bebé lo solicite impone, o bien una permanente regresión hacia la fusión o un rechazo total del bebé hacia su cuidador, se realiza una intrusión (Winnicott, 1960).

La adaptación total se vuelve en una falla adaptativa gradual, lo que permite introducir al niño en el principio de realidad; sin embargo, existen otras situaciones traumáticas en el orden de lo impredecible que infligen una herida narcisista, un derrumbe de la confianza que obstaculiza la integración y produce una angustia relacionada con la amenaza de aniquilación. Complementando estas observaciones, Green (1993) considera que la respuesta anticipada e inmediata produce una omnipotencia simbiótica que impide al niño la apropiación del deseo; en contraste, una demora excesiva lo inunda de desesperación e inscribe una experiencia de dolor, lo que entraña el riesgo de la desobjetalización y el surgimiento de la intolerancia a la frustración.

Punto de vista genético.

Se esperaría que M se encuentre en la etapa de latencia, cumpliendo las tareas evolutivas que comprenden el aprendizaje y la socialización, además de cumplir con el declive del Edipo. Sin embargo podemos observar que existe la presencia de un Edipo tardío, ya que las pulsiones incestuosas aparecen, se observan dichas conductas cuando graba a su madre mientras se está bañando, y comienza a tener conflictos de rivalidad con su padre.

Etapa oral: En cuanto a esta etapa se puede identificar que se encuentra en una fase sádico-oral, por el deseo de morder que se presenta de los cinco años de edad. En dicho estadio se desarrolla la ambivalencia frente al objeto: deseo de succionar, pero también de morder y destruir. En cuanto a la relación objetal, no reconoció a su madre como un objeto de satisfacción, debido a que

La etapa anal conduce a que el niño atraviese por una serie de emparejamientos dialécticos estructurantes, los cuales son: expulsión-retención, actividad-pasividad, sumisión-oposición (Ajuriaguerra & Marcelli, 1996). Se puede observar una fijación en la etapa sádico-anal, la cual es aquella en la que se obtiene placer autoerógeno en la expulsión y destrucción de las materias anales. En el caso de M obtiene placer a través de ejercer control sobre todo lo que le rodea, busca oponerse ante los límites que le son establecidos y además el placer también está presente al destruir y romper cosas, por ello podemos decir que se presenta una fijación en dicha etapa, debido a que esto se presenta en niños de dos a tres años de edad.

La etapa fálica está presente de los tres a los seis años, dicha etapa tiene la finalidad de renunciar progresivamente a poseer el objeto libidinal, identificando la energía libidinal en otros objetos de satisfacción, especialmente en la socialización progresiva y en la catexis de los procesos intelectuales. La fuente de pulsión ahora se dirige hacia los órganos genitales por lo que el objeto de la pulsión es el pene, concebido como un órgano de poder y complacencia narcisista. En M existe una masturbación secundaria pues es presentada como una fuente de satisfacción. La curiosidad sexual infantil conduce al descubrimiento del fantasma de la escena primitiva, la cuál es vivida frecuentemente como una forma sádica o destructora.

Punto de vista dinámico.

En la lucha entre las pulsiones de vida y de muerte, la pulsión de muerte produce una falla que interfiere con la investidura narcisista y amenaza el proceso de estructuración psíquica en el caso de M, pues las dificultades en su proceso de estructuración provocaron que en este caso la pulsión de muerte se externalice, dirigida a que los padres y su hermano, y se retorne contra sí mismo de forma consciente con las tentativas de suicidio aún cuando la noción del riesgo es más o menos consciente.

La pulsión agresiva estimula y provoca fantasías de ataque y destrucción, en función de las cuales disminuyen en el “mundo interno” las representaciones de objeto “bueno” y se incrementan las de objeto “malo”, así como sus consecuentes ansiedades persecutorias y de fragmentación, relacionado con el miedo por la muerte de sus padres, ya que los ataques se dirigen contra las representaciones de “objetos malos”, pero éstos se multiplican como si de cada “pedazo” de objeto agredido “brotara” uno nuevo completo y furioso, a tal grado de fantasear con apuñalar a su madre y su hermano.

La pulsión libidinal se puede observar en la obtención del placer a través de la satisfacción de sus deseos e impulsos sexuales, siendo estos mismos contra los que se debería dirigir la represión, por lo cual, encontramos una falla en la represión y por ende, en la resistencia interna para soportar la demora, razones por las que satisface sus deseos sexuales sin más ni menos.

M se encuentra dominado por el proceso primario, no puede soportar el displacer, pues las tendencias del inconsciente buscan su satisfacción, sin preocuparse por las consecuencias que éstas pueda deparar. Tal imperativo constituye lo que se denomina predominio de principio del placer. El proceso secundario, por otro lado, consiste en descubrir o producir la realidad mediante un plan de acción que se ha desarrollado por el pensamiento y la razón; en M el proceso secundario se ve obstaculizado por la falta de estructuración y fortaleza del Yo, lo que produce que sus pulsiones sadistas sean expresadas sin regulación.

Punto de vista económico.

En resumen podemos decir que M presenta una fijación en la etapa anal, debido a su agresividad e impulsividad; se expresan al querer obtener el control sobre lo que le rodea, haciendo que cualquier pulsión libidinal le proporcione satisfacción inmediata.

Dentro de los mecanismos de defensa que podemos observar en M, se encuentra el de negación, de esta forma se niega la existencia de los aspectos que son desagradables para él, por ejemplo, al negar su conducta agresiva, por lo cual siente el poder de hacer lo que desee. Otro de los mecanismos de defensa que podemos observar, es el evasión, como una manera de alejar un contenido de la consciencia por ser perturbador o no gratificante, como la violencia física que vivía de parte de su abuela materna, por lo cual ocurre una introyección ante este tipo de conductas, resultando una identificación con su agresora, ante esta situación, M, intentará sobreponerse a su dolor siendo como su abuela.

Dentro de la pulsión agresiva existen fantasmas de agresión o destrucción en los que el objeto y el sujeto a menudo son confundidos.

Punto de vista tópico y estructural.

En las estructuras psíquicas de M, se manifiesta el domino del Ello, éste se caracteriza por el imperiar de las pulsiones pulsiones agresivas y las libidinales, obstaculizando la actividad de vinculación del Yo y tendiendo a desenlaces pulsionales manifiestos en los deseos e impulsos que M presenta. La tensión de las pulsiones van en aumento debido a la satisfacción y la descarga retardada (para M). A pesar de que se descargan y satisfacen sus deseos aparentemente al masturbarse y descargar su agresividad, las deficiencias del Yo, y la no diferenciación con el mundo externo, hacen que dicha tensión incremente. En un grado suplementario, se encuentra la intolerancia a la frustración favoreciendo dicha relación.

Al mismo tiempo, el Super Yó aún no se encuentra instaurado. En M no se internalizaron reglas, normas ni prohibiciones debido a la no resolución del Edipo, la falla en la represión y los problemas de diferenciación del Yo y el mundo externo. Por ende a la no instauración del Super Yó.

Por otro lado, debido a la falla en la represión, algunos elementos que deberían instaurarse en el inconsciente, quedan expuestos al consciente y preconsciente, razón por la cual la satisfacción de los deseos correspondientes a las pulsiones, se sacian sin tomar en cuenta más que su propia complacencia siguiendo el principio del placer del inconsciente.

Impresión diagnóstica

M, presenta conductas agresivas consideradas como expresiones, actuantes de distintas pulsiones y por fantasmas de agresión o de destrucción, en los que el objeto y el sujeto son a menudo confundidos, el Yo y el no-Yo indistintos. Se observa frecuentemente una oposición entre fantasías agresivas y fantasmas agresivos y destructores. Cuando estos fantasmas invaden excesivamente el mundo de M, éste no puede expresar fantasías agresivas y suele presentar un aspecto inhibido y angustiado que alterna en ocasiones con conductas actuantes bruscas e imprevisibles. Ya que los fantasmas agresivos corresponden al dominio más arcaico, M no puede elaborarlos por el predominio del ello y la falla en la represión sobre el fantasma destructor primario. Además, podemos identificar que cumple con el cuadro del verdugo familiar, debido a que pareciera dominar a toda su familia, pues no tolera ningún retraso en la satisfacción de sus deseos.

Asimismo, M presenta un comportamiento no selectivo que, ante cualquier frustración, reacciona violentamente mostrando una gran intolerancia a la frustración, consecuente del mínimo acuerdo entre los padres, la autoridad de los padres burlada y sobre todo la materna (en particular por la abuela) y de las formas de interacción familiar organizadas en tomo al chantaje. Además de la falta de resistencia interna causada por la falla en la represión.

En el caso de M, el significado de la tentativa de suicidio puede deberse a un intento de atraer la atención o cariño hacia sí mismo, por parte de los familiares, definiéndolo como suicidio-chantaje, pues al no poder entrar a la etapa de latencia la culpabilidad edípica puede llegar a ser excesiva, otro aspecto importante de dicho síntoma, es que a partir de esta agresividad puede olvidar la problemática de la agresividad hacia el otro, y retornarla hacia él como una culpabilidad, incluso puede ser una agresión que al mismo tiempo ataca a la madre.

Finalmente, las conductas sexuales de M son atribuidas a las fallas dentro de la fijación en la etapa anal, específicamente en la etapa sádico-anal, esto debido a que sigue presentando pulsión libidinal que busca satisfacer las pulsiones agresivas, a través de la destrucción de objetos, y el control de todo lo que le rodea. Otra de las fijaciones que repercuten en dichas conductas sexuales, es la fijación en la etapa fálica, pues la satisfacción proviene de la masturbación secundaria. Por otro lado, se encuentra el predominio del principio del placer en torno a las pulsiones, sobre todo, libidinal y agresiva, procuran la obtención del placer a través de la satisfacción de sus deseos e impulsos sexuales, siendo estos mismos contra los que se debería dirigir la represión, sin embargo, por dicha falla, la resistencia interna casi nula para soportar la demora genera la satisfacción de sus deseos sexuales tomando en cuenta su realidad interna sobre la externa.

Referencias:

Esparza, E. (2015). Los síntomas del TDAH, sólo la punta del iceberg. Clínica de lo negativo. Tesis de doctorado. Colegio Internacional de Educación. Superior (CiES). Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/301767173_Los_sintomas_del_TDAH_solo_la_punta_del_iceberg_Clinica_de_lo_negativo

Marcelli, D. & De Ajuriaguerra. J. (1996). Manual de psicopatología del niño. 3°ed. Masson: Barcelona.

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