Corina: Un caso de inhibición.

Integrantes: Jimenez Barrios Yoscelyn & Lee Villamar Sayuri

Ficha de identificación:

Nombre: Corina Edad: 7 años Escolaridad:2do de primaria.

Hermano de 5 años, cursa 2do de kinder.

Padre tiene un pequeño negocio.

Madre dedicada al hogar.

Motivo de consulta (padre):

En la clase abierta en la escuela la niña no pudo participar, se encontraba ansiosa.

Ella tiene mucha dificultad para establecer relaciones sociales, siempre está muy ansiosa, se muerde las uñas, no mide el tiempo (noción), le preocupa que ella vaya a ser como él, él es muy tímido. Él no tiene amigos (padre), es muy inseguro, y le sudaban las manos al ir a la terapia de la niña.

DATOS:

Fue una niña deseada, durante el embarazo operaron a la madre del apéndice, desarrolló preeclampsia, razón por la que nació por cesárea.

Desde chiquita padece estreñimiento, no tuvo dificultades para comer, físicamente es grande y llenita, no tuvo problemas para ingresar al kínder y primaria, según los padres no recibió con desagrado la llegada de su hermano.

La mamá se desespera mucho con ella porque se tarda en todo, especialmente por las mañanas y le ha llegado a pegar.

Marco teórico

En la base de cualquier sintomatología infantil, se halla el problema de la angustia. Las conductas patológicas, al fin y al cabo, no son más que las diversas estrategias utilizadas por el niño para negociar ésta. Por este motivo, antes de abordar las conductas neuróticas, se evoca el vasto problema de la angustia. De acuerdo con Marcelli & Ajuriaguerra (1996), la angustia es una respuesta en señal de que algún peligro, malestar o amenaza proveniente del exterior puede romper el equilibrio interior. La angustia es un dato constitutivo de la emergencia del individuo que no puede asumir su autonomía progresiva sino mediante una oposición conflictiva angustiosa, pero también madurativa. Freud explica en “Inhibición, síntoma y angustia” (1926), que la angustia alerta al Yo sobre un potencial peligro y la que provoca la represión.

Por lo tanto, la angustia consiste en una señal de alarma y empuja al Yo infantil a la utilización de los diversos mecanismos de defensa que tiene a su disposición, a fin de luchar contra el peligro presentido. La angustia sería la precursora de la elaboración fantasiosa secundaria.

En inhibición, síntoma y angustia, S. Freud demuestra que la inhibición es la expresión de la limitación funcional del Yo, cuya finalidad es evitar el conflicto con el Ello. El síntoma, por el contrario, representa un compromiso que permite la satisfacción pulsional, al menos parcial. Cuando la inhibición se atenúa, deja entrever otras conductas sintomáticas fóbicas, obsesivas o agresivas. Las pulsiones libidinales, agresivas, suelen ser vividas y experimentadas como angustiosas y como fuente de culpabilidad por el niño inhibido.

En el transcurso del crecimiento, las capacidades adaptativas del Yo del niño, las pulsiones a las cuales debe hacer frente la interiorización de la ley paterna, primero personalizada y luego cada vez más abstracta y socializada, se hallan en el origen de un equilibrio roto sin cesar y reencontrado sobre nuevas bases organizaciones neuróticas del niño.

Todos los grados de inhibición pueden manifestarse a través de la conducta, hay niños siempre se encuentran aislados, que no se aventuran a pesar de su deseo a veces evidente, no se acercarse a los demás, sean niños o adultos. Asimismo, puede estar presente en un familiar esta inhibición. En el caso del niño, cuando esta timidez es grave, puede interferir los procesos de socialización del niño. La inhibición puede afectar también al cuerpo: poco móvil, poco activo, mímica pobre.

Lo anterior puede estar presente en lo escolar, en concentro es uno de los motivos más frecuentes de consulta de niños entre los 8 y los 12 años.

La inhibición recae aquí sobre la propia organización fantasmática o sobre el funcionamiento intelectual. La inhibición para soñar, imaginar y fantasear es muy frecuente, aun cuando no sea motivo habitual de consulta. Va acompañada por lo común de pequeños rasgos obsesivos. Se trata de niños que juegan poco, o si lo hacen es con juegos muy conformistas; prefieren copiar dibujos que inventarlos, rayando y borrando mucho, con un grafismo inseguro, a veces incluso tembloroso, y les gustan las actividades manipulativas que implican siempre un aspecto repetitivo. Esta inhibición frente a la fantasía paradójicamente puede facilitar la inserción social, gracias a una actitud conformista (Marcelli & Ajuriaguerra,1996).

En esta inhibición de las conductas mentalizadas, influye uno de los principios rigen el funcionamiento mental: el principio de placer, que es un proceso psíquico primario que predomina en el lactante, el cual vive experiencias de placer debido al cuidado de su madre y cuando existe insatisfacción la expresa con descargas motrices (llanto, pataleo, etc.), estas descargas son inherentes al principio de placer, pero bajo el principio económico el aparato psíquico debe posponer la descarga y eso lo logra mediante la actividad de representar. Sin embargo, ese predominio del principio de placer se desvanece conforme se crece y entonces se establece el principio de realidad.

La realidad exterior se vuelve importante a través de la atención que el niño entrega hacia la exploración del mundo externo cuyo registro formará la memoria, por lo tanto, la atención es una función necesaria para el devenir consciente y el examen de realidad, que son solo posibles a través de los enlaces con representaciones donde medie el lenguaje, además también se encarga de dirigir hacia el exterior las investiduras de la atención sin la cual no se podría instituir el principio de realidad; por medio de la educación, el yo se vuelve “razonable”, se somete al principio de realidad y es capaz de renunciar entonces a la satisfacción inmediata, posponer el placer y enfrentar el displacer, y ese paso del principio de placer al principio de realidad es uno de los progresos más importantes del desarrollo del yo (Freud 1917, p.325).

El proceso secundario significa que la capacidad de pensar sustituye a la descarga motriz por lo tanto el lenguaje como función simbólica adquiere mucha importancia pues permite que el pensamiento se haga perceptible y pueda exteriorizarse. El lenguaje se enlaza con la representación tanto visual como sonora, y según Castoriadis-Aulagnier (1975) el placer de oír es la primera investidura del lenguaje y de ahí nace el deseo de aprehender el significado de lo que se escucha, actividad representativa del paso de lo primario a lo secundario, se advierte que la finalidad del proceso secundario es ejercer el dominio del mundo externo y el mundo psíquico.

Bajo este proceso el yo adquiere la capacidad de diferir el placer y dominar el exceso pulsional lo que implica que el niño ha logrado una mayor autonomía que le permite aceptar la separación de sus objetos infantiles y ampliar el círculo de las relaciones sociales. El fracaso en el proceso de transición del proceso primario al secundario sugiere fallas en la integración del self, fragilidad del yo que impide al individuo el control de sí mismo, posponer la satisfacción y controlar la excitación pulsional por lo que no puede inhibir tampoco la manifestación de sus deseos agresivos provocando que el niño se sienta abrumado por impulsos carentes de significación relacionados con la destructividad y la actividad sin sentido.

Análisis del caso

Con base en la la historia clínica de la C. se puede observar que la niña, no está cumpliendo con las tareas evolutivas de la etapa de la latencia. En esta etapa la represión del interés sexual erótico permitirán a la personalidad, desplegar toda su actividad consciente y preconsciente en la conquista del mundo exterior. Al entrar a la fase de la latencia Cornina debería de encontrarse en un estadio edípico bien elaborado, sin embargo no es así, la libido moviliza su inconsciente, sin permitir que esté al servicio de un yo objetivo; también el inconsciente participa en la adquisición cultural, en la conquista del mundo exterior (Dolto, 1974). Asimismo, la importancia de las sublimaciones se vuelven sumamente importantes, ya que en esta época es cuando se esbozan las características sociales del individuo, sin embargo Corina tiene dificultades para establecer relaciones sociales con sus compañeros, es tímida, e insegura, se muestra cierta inhibición en su desarrollo, lo que inhibe su aprendizaje, su fantasía, teniendo dificultades para saber a qué jugar y expandir su capacidad creativa.

En cuanto a la etapa fálica, se observa que no hubo una elaboración de complejo de Edipo y es probable que exista una fijación en esta etapa, pues mientras la madre se hacía cargo del cuidado de su hermano Daniel, el padre es quien se encargaba del cuidado de Corina, por lo que consideramos que existe una fijación en esta fase, debido a una posible gratificación excesiva de los cuidados del padre para con la niña, lo que explicaría su dependencia edípica, ya que el padre le ayuda a vestirse, la baña, le da de comer; es probable que éste síntoma de inhibición permita que se logre el deseo de que su padre se encargue y se acerque a ella. Debido a esto la resolución del complejo de Edipo se ha demorado, señala Anna Freud (1985) al respecto que esto puede ocasionar neurosis infantil, lo que explicaría la dificultad que tiene para establecer relaciones interpersonales y la pérdida de interés. Asimismo, se observa una fuerte rivalidad con la madre, que explicaría el simbolismo de su juego de jugar a poseer a una señora muy mala, sin embargo, se observan sentimientos de culpa por el deseo de estar en el lugar de la madre con el padre, de ahí que en su juego se considere una bruja y trate de agradar y obedecer a las figuras femeninas, aunque la traten mal, como sucede con una de sus amigas. Es probable que el complejo de Edipo se haya instaurado demasiado pronto, lo que provocó angustia en la menor, y una represión excesiva de la libido, por miedo a perder el objeto de amor de la madre.

Por otro lado, en la etapa anal, es cuando nace su hermano menor. Dado que a esta edad aún predomina un pensamiento egocentrista, el nacimiento de su hermano pudo haber sido interpretado por Corina como una retirada del amor de sus padres hacia su propia persona, lo que pudo haber afectado el proceso de apego, en particular con sus figuras femeninas, con quienes presenta una relación de tipo ambivalente. Por otro lado el estreñimiento constante, indica que no se emparejaron los estructurantes: expulsión-retención, actividad-pasividad, sumisión-oposición. Sin poderse formar un objeto total. De esta forma, busca el placer a través de la retención, hacia la imposibilidad de la renuncia e iniciándose el período de oposición a los deseos paternos.

En cuanto a la etapa oral de Corina, se encuentra una posible fijación dado el placer generado cuando su padre le proporciona la comida directamente a la boca, pues come extremadamente lento, como resultado de una regresión en el yo debido a las dificultades para tolerar la ansiedad que presentan las pulsiones del ello.

En cuanto a las fuerzas pulsionales, están dirigidas al objeto de amor que es el padre, Corina desea ocupar el lugar de la madre en relación con el padre, ya que se encuentra en pleno conflicto edípico, presentado rivalidad con la propia madre, a quien desea poseer y destruir debido a la retirada de su amor por el nacimiento de su hermanito y por la envidia por la relación que tiene con el padre; sin embargo, estos deseos le producen culpa, ya que se describe a sí misma como bruja, además de que obedece e intenta agradar a las figuras femeninas para que la quieran, de ahí que consideremos que Corina tiene una relación ambivalente con la propia madre. Razón por la cual, vive las pulsiones libidinales con culpa.

Puesto que la energía libidinal se encuentra aún fijada en la etapa fálico-edípica, Corina presenta un gasto energético excesivo al no poder pasar a la latencia. Esto también se manifiesta en una inhibición de su actividad, ya que la madre describe a Corina como “lenta” y que necesita de los demás para realizar actividades que ella puede hacer por sí misma.

En cuanto a los mecanismos de defensa encontramos que dentro de los principales está la regresión, en la cual C. regresa a etapas anteriores de su desarrollo particularmente de la etapa oral, que es probable que haya sido gratificante. También es probable que exista represión como una forma de expulsar de sus conciencia las pulsiones, que se traducen en una inhibición, con posible tendencias masoquistas, debido a sus sentimientos de culpa y del miedo a perder el amor de la madre, que se ejemplifica, con la necesidad de agradar, hasta realizar actividades que los demás le piden como lo hace una de sus amigas.

En relación con la psicopatología de la inhibición, Freud, señala que la inhibición es una expresión de la limitación funcional del yo, cuya finalidad es evitar el conflicto con el ello, para evitar de esta forma, la confrontación con las pulsiones libidinales y agresivas, por lo que el superyó de C. tiene a ser demasiado rígido en cuanto a la expresión de la libido que se traduce en dificultades para sublimar o desplazar esta pulsión libidinal en alguna otra actividad, esto explica las dificultades que está presentando en cuanto a las tareas evolutivas de la etapa de la latencia. De ahí que presente dificultades para establecer relaciones con sus compañeros.

Y la única manera que encuentra el síntoma de descargar esta energía pulsional es través de la inhibición, que ya se dejaba entrever desde que estaba en la etapa anal, con el estreñimiento, que implica al mecanismo de la represión.

En cuanto al significado del síntoma en general, es que a partir de éste, los padres vuelven a atenderla como cuando era bebé ayudándole a bañarla y dándole de comer, además de que solo de esta forma la niña permite que el padre se le acerque con lo que se satisface el deseo de ocupar el lugar de la madre en relación con el padre. Sin embargo, la onicofagia expresa una conducta autolesiva en la cual pareciera que superyó la castiga por los deseos que tiene en relación con su padre. Finalmente en cuanto al tipo de relaciones objetales que predomina en el mundo externo e interno son las imágenes masculinas idealizadas, en cuanto a las imágenes femeninas se observa una ambivalencia hacia estas figuras.

Se puede concluir que Corina se encuentra fijada en la etapa fálica, el pasar a la etapa de latencia es renuncia al placer que le es proporcionado por el padre, por lo que hay un gasto energético excesivo por no ingresar a este, sin embargo, lo vive con culpa que expresa a través de la inhibición social, puesto que lo desplazó al síntoma, y a su vez le está afectando en lo intelectual. Asimismo se observa que hay un constante conflicto del yo con el ello, puesto que es regido por el principio del placer. Con base en lo anterior, la impresión diagnóstica para Corina es que padece un trastorno neurótico con predominio en la inhibición.

Referencias:

-Esparza, E. (2015). Los síntomas del TDAH, sólo la punta del iceberg. Clínica de lo negativo. Tesis de doctorado. Colegio Internacional de Educación. Superior (CiES). Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/301767173_Los_sintomas_del_TDAH_solo_la_punta_del_iceberg_Clinica_de_lo_negativo

-Marcelli, D. & Ajuriaguerra. J. (1996). Psicopatología del niño. 3°ed. Masson:Barcelona.

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