DEPRESIÓN EN EL NIÑO

Escamilla López Ana Laura

La depresión en los niños, sin duda es una de las afecciones más silenciosas. Es muy importante tener claro qué es la depresión como tal y cómo puede manifestarse para tomar medidas preventivas y/o remediales ante este trastorno psicopatológico.

Existen diversos autores que hablan sobre este tema cuyas diferencias se centran en la génesis del trastorno, sin embargo, para cada uno de los autores la depresión es un tópico de vital importancia y debería ser tratado como tal por cada una de las madres o cuidadores primarios de los niños. Entre tantos autores existentes, la postura de algunos de los más importantes será expuesta a continuación

La posición depresiva de M. Klein, sitúa en el estadio de percepción del objeto total. Existe una distorsión, ya que el niño no puede percibir la globalidad del objeto. El seno malo y el seno bueno, la madre mala y madre buena, son un solo y único objeto; y de ahí se deriva la depresión del niño, a causa de las tendencias agresivas frente a estos objetos buenos y el miedo a perderlos. Dentro de un desarrollo normal, el niño hace frente a su sufrimiento e intenta, gracias a los procesos como desplazamiento o sublimación, abstener al objeto bueno de sus ataques agresivos. Winnicott, prefiere los términos de inquietud o composición para definir el momento en que el niño se da cuenta de las agresiones que tiene frente a su madre.

Por su parte, Spitz y Bowlby, describen una reacción consecutiva del niño a un acontecimiento externo. Spitz relata el comportamiento de bebés de 6 a 18 meses, situados en un medio desfavorable, después de una separación maternal. Primero se observa un período de llanto, más tarde un estado de retraimiento e indiferencia (aparecen la regresión y síntomas somáticos). Bowlby hace hincapié en las reacciones del niño ante una separación materna. Cree que la edad más sensible oscila entre los 5 meses y los 3 años, en la que puede observarse la siguiente secuencia conductual:

1- Fase de protesta, en el momento de separación. El niño llora, se agita, intenta seguir a sus padres, les llama, se muestra inconsolable. Después de 2 o 3 días, las manifestaciones más vivas se atenúan.

2- Fase de desespero: el niño rehúsa a comer, no se deja vestir, se queda callado, inactivo, sin solicitar nada del entorno. Parece sumido en un estado de gran dolor.

3- Fase de desvinculación: deja de rehusar la presencia de las enfermeras, acepta sus cuidados, la comida y los juguetes. Si en este momento vuelve a ver a su madre, puede que no la reconozca o se aparte de ella. Lo más frecuente es que grite o llore.

Según este autor no deben confundirse separación y depresión: la angustia se desencadena por la separación, los procesos de lucha contra esta angustia y la depresión misma.

Cómo detectar si un niño tiene depresión es una de las interrogantes más frecuentes respecto a este tema. Dentro del gran bagaje de sintomatología que reporta la literatura, Winberg y Cols destacan 10 conductas como síntomas más importantes de la depresión infantil:

· Humor disfórico.

· Autodepreciación.

· Comportamiento agresivo (agitación).

· Trastornos del sueño.

· Modificaciones en el rendimiento escolar.

· Retraimiento social.

· Modificación de la actitud hacia la escuela.

· Quejas somáticas.

· Pérdida de la energía habitual.

· Modificación inhabitual del apetito y/o peso.

Es importante decir que existirá variabilidad en la presentación de los síntomas, dicha variabilidad y diferencias dependerán de cada niño.

Es necesario entender que la depresión adulta y la depresión infantil tienen diferentes manifestaciones, la depresión adulta, por lo general, entra dentro de un cuadro clínico mientras que la depresión infantil puede ser expresada de diversas maneras como: un estado de intensa postración, se retiran y se aíslan en un rincón, se puede observar inhibición motriz, poca valorización, es frecuente el sentimiento de ser poco querido. Pueden observarse dificultades de concentración y de memorización, cierta torpeza psíquica de la que el niño se queja y síntomas físicos como anorexia, trastornos del sueño, cefaleas y migrañas.

La depresión deriva en sufrimiento que podría verse en extrema pasividad, inhibición, apatía indiferencia y autoabandono. El fracaso escolar y el desinterés son muy frecuentes, esto sorprende dado un buen nivel de eficacia o el descenso brusco del rendimiento escolar. Las conductas fóbicas, especialmente la fobia escolar, puede expresar el temor al alejamiento del hogar familiar o al abandono, recubriendo un estado depresivo.

Algunos comportamientos aparecen como la evidencia directa del sentimiento de culpa o la necesidad de castigo. También puede darse la aparición o reaparición de conductas autoagresivas.

Ante la depresión o cualquier situación o trastorno que aqueje un niño, pueden desarrollarse ciertas defensas. M.Klein las llama “las defensas maníacas” que son conducentes a negar la depresión o a triunfar sobre ella. Estas defensas incluso pueden convertirse en inestabilidad, motriz o psíquica y la fuga de ideas de corte maniaco.

Otras conductas de protesta o reivindicación frente al estado de sufrimiento son:

1- Comportamientos de oposición de protesta, cólera o incluso de rabia.

2- Manifestaciones agresivas y autoagresivas.

3- Trastornos del comportamiento, robos, fugas, conductas delictivas, conductas toxicómanas.

Hay algunos síntomas de corte psicosomático que pueden ser análogos a la psicopatología del adulto como la enuresis, asma, obesidad o anorexia.

Dada ya la perspectiva general de lo que es la depresión infantil, procederé a separar la depresión en el bebé y el niño pequeño, el niño mayor y el adolescente a continuación:

Depresión del bebe y del niño pequeño (hasta 24–30 meses): se sitúa cuando se dan condiciones paupérrimas en cuanto al afecto familiar. Se refleja en bebés o niños indiferentes e inhibidos. Se observa ausencia de las manifestaciones de alerta o de los juegos propios de cada edad. Las autoestimulaciones son frecuentes y éstas pueden llevar a ser conductas autoagresivas. Hay conductas propias del desarrollo como el lenguaje o algunas conductas motoras que se retrasan. Existe perturbación en el psiquismo posterior a la infancia, perturbación encausada por la carencia familiar.

Depresión del niño pequeño (3 años a 5–6 años): Se presenta la lucha contra los sentimientos depresivos. El niño presenta aislamiento, a veces calma excesiva, agitación y conductas heteroagresivas. Se presentan también comportamientos masturbatorios crónicos y compulsivos. Dentro del estado afectivo existe una búsqueda excesiva del adulto, sin embargo, hay presencia de arrogancia, negativas, enojos y violencia. Los cambios de humos también son muy característicos.

Habitualmente se presentan síntomas de índole psicosomático como trastornos del sueño, trastornos del apetito, enuresis y en ocasiones también encopresis intermitente.

Depresión del niño mayor (5–6 años a 12–13 años): Dado que ya existe una mayor elaboración por parte del niño para expresar los sentimientos depresivos, la sintomatología se expresa con manifestaciones vinculadas directamente al sufrimiento depresivo, a veces con conducta de auto depreciación, auto desvalorización y sufrimiento moral expresado directamente. Así como en una frecuente emisión de comportamientos vinculados a la protesta y lucha contra los sentimientos depresivos.

Los trastornos de comportamiento y el fracaso escolar son característicos de las conductas depresivas. Ambos fracasos derivan en culpa.

Ya que conocemos las posibles conductas que reflejarían depresión en los niños, es de vital importancia saber la génesis del trastorno en el niño. Hay factores medioambientales que pueden derivan en depresión como la existencia de pérdida o una separación, así como un medio familiar en el cual existan antecedentes de depresión o alguna carencia afectiva. Conocer el porqué de la depresión será de vital ayuda para poder tratarla de la mejor manera para el niño.
Como se puede ver, prestar atención a los cambios de humor de los niños y no normalizar conductas como enuresis ayudaría a prevenir y detectar la depresión.

BIBLIOGRAFÍA

Marcelli, D.; Braconnier, A. y De Ajuriaguerra, J. (2004, 1ª.Ed.). Psicopatología del adolescente. Masson: Barcelona

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