Integrantes:

  • Aguilar Martinez Beatriz
  • Álvarez Jiménez Mauricio A
  • Bernach López Karina E
  • Castro Turrubiartes Melani
  • Camacho Sánchez Omar
  • Hernández Cedeño Jennifer A
  • Gómez Chavarría Paulina
  • Monroy Rodríguez Paola
  • Rodriguez Cordero Alejandra

Ficha de identificación
Nombre:
Miguel (M)
Sexo:
Masculino
Edad:
8 años, 8 meses
Escolaridad:
3ro de Primaria

De acuerdo a la última vez que M asistió al consultorio, en donde tenía 8 años 8 meses debería ubicarse en la etapa de latencia, que va de los 6 a 12 años aproximadamente. Las tareas evolutivas de desarrollo se centran en la socialización y la relativa calma pulsional, permitiendo al niño ir construyendo la adquisición de un acervo cultural para la liberación de energías susceptibles (Smirnoff, 1975) así, como el dominio de los impulsos sexuales y agresivos (Hall, 1997), enseñándole a controlar el deseo inmediato, mediante la satisfacción de placer, para que pueda liberar sus angustias (Barros & Russo, 2006).

Con lo mencionado anteriormente, se puede decir que M. no cumple con ninguna de las dos tareas evolutivas; por un lado, presenta constantes conductas sexualizadas al explorarse a sí mismo, pero también explorar la sexualidad de otros, como la curiosidad que siente por ver a su madre desnuda, tocarse el pene o lamer el de su hermano.

Con respecto a la socialización, M. parece no relacionarse adecuadamente con las personas que se encuentran en su entorno, dadas las conductas agresivas que manifiesta, como molestar a sus compañeros de clase y a los de natación; limitándolo a establecer relaciones interpersonales que estabilicen su personalidad.

Ya que M no cumple con las tareas evolutivas de la etapa en la que se ubica, se proseguirá a analizar los conflictos relativos de cada una de las etapas anteriores:

Etapa Fálica:

Esta etapa va de los 3 a los 6 años aproximadamente, en donde se busca sepultar el complejo de Edipo, ya que el niño anhela la posesión sexual de la madre, creando un nuevo peligro para él, ya que teme que su padre lo castre (Hall, 1997). Para que el complejo de Edipo desaparezca, se necesita que el niño reprima su deseo incestuoso.

Hall (1997) menciona que cuando el niño renuncia a la madre, puede identificarse con el objeto perdido, su madre, o intensificar su identificación con el padre; esto dependerá de la fuerza relativa de los componentes masculinos y femeninos. Sin embargo, en M no se ha podido elaborar el complejo de Edipo, ya que ambos padres estuvieron relativamente presentes; por un lado, la madre cuidaba poco de él, ya que desde un inicio estuvo al cuidado de la abuela, por otro lado, percibe a su padre castrado y débil, dado que no se impone ante los actos que M realiza, a pesar de que los ve, toma una posición pasiva.

Con lo mencionado anteriormente, puede decirse que M se identifica con su madre, ya que ambos son el objeto de maltrato y rechazo de la abuela, sin embargo, se muestra en contra direccionalidad, es decir, por un lado, la madre que se somete ante las agresiones de la abuela, y por otro lado, donde M introyecta las conductas agresivas de su abuela. Esto indica que M no se ha podido separar de su madre, ni ha podido verla como objeto completo e independiente.

Ferenczi (1930), menciona que el niño experimenta sensaciones gratificantes hacia su órgano genital, sin embargo, los padres lo educan en la denegación, tanto consciente como inconsciente del placer sexual, aquél sintiéndose culpable de sus propias gratificaciones libidinales (Citado en Smirnoff, 1975). Para esto se necesita que los padres impongan las reglas necesarias, las cuales evidentemente no están presentes, como se mencionó antes, y al no tener estas reglas, M se muestra como un niño que es exhibicionista, ya que le gusta mostrar su pene, andar sin calzones y masturbarse delante de otras personas. Mostrando, que para él no hay razón para reprimir tanto sus deseos como sus gratificaciones libidinales, observándose así, que M. se encuentra fijado a esta etapa, la cual no ha podido elaborar en ninguna de las tareas evolutivas de forma adecuada.

Etapa Anal:

La etapa anal va desde el primer año y medio hasta los 3 años. En esta, la mucosa anorrectal representa la zona erógena, siendo sede de todas las sensaciones del erotismo anal (Smirnoff, 1975), así como el acto de la defecación y el placer bucal.

Durante esta etapa se aprende a controlar de manera voluntaria el proceso de evacuación de las materias fecales (Hall, 1997) y por lo tanto, el placer de expulsar o retener (Smirnoff, 1975).

El contenido intestinal que desempeña un papel excitante en el niño, ofrece dos significaciones importantes, ya que evidentemente lo considera como parte de su propio cuerpo; puede ser tomado como un regalo que, dándolo, le sirve para demostrar su obediencia y hasta su amor, o por otro lado, puede negarlo, mostrando desde su testarudez hasta su hostilidad (Barros & Russo, 2006).

Siguiendo esta vía, M, presenta una fijación de tipo sádico-anal, ya que el placer de controlar, se muestra por el de dominar y el de ejercer un poder, ya no solo sobre su propio cuerpo, sino sobre quienes lo rodean; por ejemplo, mediante amenazas que dirige hacia la madre, sobre pegarle a su hermano si no realiza actividades que él quiere, por otro lado, se liga con el deseo de destrucción de él y el de los demás, que lo muestra con sus conductas, como ahorcar al hermano y pegarle, así, como aventar y patear objetos; sin embargo, para M estos actos los considera como regalo hacia su familia, como muestra de amor, que busca descargar para sentir el placer que le provoca la añadidura de lo que Freud (1905) llamaría simbólicamente como defecación.

Asimismo, se puede observar cierta ambivalencia por parte de M hacia su familia, ya que a su vez no desea que mueran, de hecho, le causa angustia el tener en cuenta que esto podría pasar, es decir, busca conservarlos y ejercer sobre ellos un control, pero al mismo tiempo busca destruirlos de forma inconsciente (Smirnoff, 1975), en especial a la madre.

Como se dijo con anterioridad, M presenta una fijación sádica en esta etapa, ya que no pudo controlar de forma adecuada sus esfínteres, para poder pasar a la etapa fálica.

Etapa Oral:

Esta etapa corresponde al primer año de la infancia, y habitualmente termina con el destete, en donde la fuente de pulsión es la boca, y el objeto de pulsión es el seno materno, el cual provoca la satisfacción libidinal, apoyada por su necesidad psicológica de ser alimentado.

M se encuentra en la fase activa de esta etapa, específicamente en la fase sádico-oral, es decir, donde la succión viene siendo complementada con el mordisqueo, pues los dientes constituyen el primer instrumento que se dispone el niño para enfrentarse activamente con el mundo exterior (Smirnoff, 1975). Esta fase sádica corresponde a la instauración de sentimientos contradictorios con respecto al objeto (Barros & Russo, 2006).

Desde que M era bebé no hubo una buena relación madre-hijo, en la cual se reflejo el afecto mutuo, ya que no se satisfació la necesidad de succión (no le dio leche materna), lo que generó que no se llevara una adecuada alimentación, debido a que mordía y esto ocasionó un rechazo por parte de la madre, llevando a la pérdida de las gratificaciones de la succión, por lo que surgieron emociones desagradables, principalmente de M hacia su madre, es decir, estuvo presente el pecho malo, lo que provocó las primeras experiencias de ansiedad en el bebé. Ansiedad que se presentó por la falta de provisiones vitales. Esto se puede observar en las conductas agresivas, donde incluso la madre relata que tiene miedo para llamarlo a comer, por que se pone agresivo o simplemente no come.

Al nacer el niño es privado de la simbiosis que mantenía con el cuerpo de su madre, esto hace que se ponga en funcionamiento la incapacidad y la inatención del pecho de la madre (Bátiz, s.f). En M, la simbiosis no se llevó a cabo de la forma esperada, ya que la madre lo dejó al cuidado de la abuela y está mostraba rechazo y maltrato hacia él, por lo que a M incorporó y fragmentó el cuerpo materno, este objeto incorporado es mutilado, destruido y atacado, ligándose a la necesidad alimenticia, y como se mencionó anteriormente, esto no se satisfació. Por lo que M se encuentra fijado en esta etapa, ya que muestra un reclamo hacia la madre por no haber complacido sus necesidades, y que ha ido arrastrando en etapas posteriores, mostrándolo como conductas agresivas.

La pulsión de muerte se encuentra dirigida al punto sádico, debido a que sus pulsiones internas destructivas llegan a proyectarse externamente, es decir, a su medio y a sus objetos que le rodean.

Tiene un exceso de fuerza destructiva y las agresiones que tiene hacia los demás se relacionan directamente con la pulsión de muerte.

Se relaciona con sus objetos de forma agresiva e impulsiva, posiblemente debido a que fue lo que pudo observar y aprendió en sus primeros años de vida.

A su vez, las crisis de ansiedad que llega a tener, pueden desencadenarse, debido a afrontar su realidad, el hecho de que su familia llegue a morir, y el temor que le provocan los incendios, pueden estar más relacionados, con la poca adaptación que tiene en cuanto a la realidad, es decir, que aún no puede sobrellevar la diferenciación entre la fantasía y la realidad, a pesar que este tipo de ansiedad, los proteja y haga huir de peligros reales.

Respecto a los principales mecanismos de defensa identificados en el caso, se encuentran la fijación, en donde ocurre un estancamiento de la evolución psicológica de las personas, en M. se observa en la etapa anal, por las demandas del ello que son las que predominan en ese estadio, su impulsividad y agresividad, busca la gratificación momentánea de esa pulsión de muerte, es incapaz de equilibrar las demandas del Yo en las relaciones ante el Ello principalmente y también al Superyó.

Vuelta contra sí mismo en la forma de expresar su agresividad hacia las figuras paternas, a su hermano o con las personas que están a su alrededor ya que les hace daño sin embargo no quiere que se mueran y se siente mal al respecto, llega al grado de lastimarse o tener conductas autolesivas como golpearse la cabeza.

La negación es cuando un individuo ignora o rechaza aquella realidad que le resulta dolorosa o indigerible, se puede notar en la manera en que miente y no acepta sus conductas agresivas o los comportamientos contra los miembros de su familia ya que son dañinos.

Finalmente la introyección como la función psíquica mediante la que una persona incorpora a su estructura mental y emocional los elementos del ambiente familiar y social en el que le tocó vivir, la forma en que observó la conducta de la abuela hacia su madre principalmente, de maltrato, regaños, golpes, groserías, él lo interiorizo en su infancia y ahora realiza las mismas conductas y comportamientos agresivos hacia su madre, y los demás miembros de su familia.

“El ello en su forma más primitiva es un aparato reflejo que descarga por vías motrices cualquier excitación sensorial que le llegue” (Hall, 1978), en el caso de M podemos observar que su estructura psíquica es regida mayoritariamente por el ello, pareciera que todas sus acciones están dirigidas a satisfacer el principio de placer sin ninguna restricción/inhibición a pesar de las consecuencias de sus actos como el rechazo del otro.

Tomando en cuenta que el ambiente en el que se desarrolla M no es suficientemente bueno y la madre, la cuidadora (abuela) no representan un yo auxiliar, se obstaculizo tanto el proceso madurativo como el desarrollo del self, el yo no se integró adecuadamente, ni adquirió la fortaleza necesaria para lidiar con los embates pulsionales, las exigencias del ello y del exterior, produciendo en M todos sus síntomas.

Los dos procesos mediante los cuales el ELLO descarga la tensión: la actividad motriz impulsiva y la formación de imágenes, no son suficientes para alcanzar los grandes fines evolutivos, por lo tanto es necesario la relación con el mundo exterior; corresponde al YO realizar las transacciones entre la persona y la realidad, por medio del proceso secundario (Hall, 1978)

Por lo general como ya se mencionó el ello controla rige sus impulsos, ya que el proceso primario se hace presente en gran parte de su comportamiento y la forma de reaccionar ante diferentes situaciones, donde no busca la resolución del problema, sino reducir la cantidad de tensión que le provocan ciertas situaciones externalizando su agresividad.

El proceso secundario consiste en descubrir o producir la realidad mediante un plan de acción que se ha desarrollado por el pensamiento y la razón que puede ser físico o psicológico; en M el proceso secundario se ve obstaculizado por la falta de estructuración y fortaleza del YO, lo que produce que sus pulsiones sadistas sean expresadas sin regulación alguna.

El entorno, M lo encuentra como amenazante debido a que no se realizan las acciones que él desea, en especial de su madre y padre, por esta razón externaliza su frustración, se “defiende” de forma física y verbal (ofendiendolos con palabras y apodos, golpeando y pellizcando). Esto a generado que sin importar el lugar donde se encuentre se defienda de la misma forma, generando el descontento de otras personas como profesores y compañeros. Sus acciones buscan la sumisión de su medio social y familiar.

Su pulsión es regida por el ello, donde se nota el principio del placer, como principal descarga libidinal. Tiene fijaciones en la etapa oral, anal y fálica, donde muestra una descarga de impulsos por zonas erogenas como el pene, la boca y el ano.

Freud (1923) menciona que la vida misma es producto de la lucha entre las pulsiones de vida y de muerte; en la gran mayoría de los casos triunfa Eros, pero la pulsión de muerte produce una falla que interfiere con la investidura narcisista y amenaza el proceso de estructuración psíquica, lo que consideramos ocurrió en el caso de M, las dificultades en su proceso de estructuración provocaron que en este caso la pulsión de muerte se externalice.

El ello es la instancia psíquica cuyo contenido son las pulsiones (Freud,1940), en M el ello está dentro de un conflicto en donde hay una lucha pulsional ya que la pulsión de muerte se encuentra presente en el miedo que tiene por la muerte de sus familiares, pero también en su forma agresiva de ser y en su deseo de morir.

El principio del placer se manifiesta en diversas conductas, como golpear, pellizcar y aventar, donde se muestra el deseo de satisfacción personal, sin importar el daño a otras personas. De la misma forma carece de un sentido de normas y límites, esto observado en la intromisión en pláticas de adultos, en la pérdida de respeto hacia los demás, en su descontento por hacer la tarea y actividades cotidianas, como limpiar su cuarto y claro en su exhibicionismo. La agresión de M resuelve gran parte de sus problemas, ocasionando miedo, enojo y frustración a sus padres y maestros, lo que provoca un déficit de atención a sus conductas, por lo que no se marcan límites de forma adecuada y esto agravia sus síntomas.

El principal afectado es el yo, el cual nos lleva a pensar en las consecuencias prácticas de lo que hacemos y los problemas que puede generar una conducta demasiado desinhibida, regido principalmente por el principio de realidad, donde se observa que no existe una distinción adecuada entre lo socialmente bueno y lo malo, y su forma de resolución de problemas no es la adecuada a su edad, esto da como resultado los mecanismos de defensa que presenta.

En M se encuentran fusionadas la libido y la agresión y están dirigidas mayormente al exterior, está dirigida hacia el mundo objetal mayormente en forma de descargas agresivas. Tomando en cuenta a Anna Freud (1971) se concluye que el conflicto de M es externo, se da entre las acciones del ello-yo y las figuras externas (familia, profesores, compañeros), por lo que es probable que esté presente una detención del desarrollo yoico, una evolución defectuosa del super yo y que tenga dificultades para completar su desarrollo estructural.

Como parte del significado del síntoma, nos enfocaremos a la frustración y el control de impulsos; en la historia clínica y el motivo de consulta encontramos conductas como ser agresivo, desobediente, mentiroso, berrinchudo, andar desnudo, tocarse los genitales enfrente de sus padres o hermanos, molestar a otros niños, etc. todas estas conductas son indicadores de una dificultad en el control de impulsos que ya explicamos con anterioridad relacionada con su estructura psíquica regida por el Ello y por ende este fallo en el control produce que su tolerancia sea baja y que ante cualquier situación que le produzca descontento reaccione de manera agresiva intentando someter a los demás, analizando en conjunto estos aspectos concluimos que mayormente su frustración se localiza en el mundo externo y debido al conflicto entre las pulsiones en el caso M, sus descargas y su satisfacción están ligadas a un principio de placer sádico.

De acuerdo a la sintomatología que presenta M, concluimos que la impresión diagnóstica de acuerdo al DSM-V va dirigida a un trastorno de la conducta.

En M encontramos un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que no se respetan los derechos básicos de otros, las normas o reglas sociales propias de la edad; damos esta impresión debido a que en M sí se manifiestan más de los tres criterios requeridos y en un tiempo mayor al que se establece (doce meses). El trastorno del comportamiento provoca como vemos en M un malestar clínicamente significativo en las áreas social y académica.

Debido a la edad de M tenemos un tipo de inicio infantil 312.81 (F91.1) pues muestra más de un síntoma característico del trastorno de conducta antes de cumplir los 10 años. En el caso de M tenemos especificaciones como que el trastorno se da con emociones prosociales limitadas, falta de remordimientos o culpabilidad, despreocupado por su rendimiento y una expresión de afecto deficiente.

El trastorno de la conducta de M puede ser producto de un trastorno de apego reactivo en su primera infancia; este trastorno está caracterizado por formas inapropiadas y trastornadas de relacionarse socialmente en la mayoría de los contextos. Puede manifestarse en la forma de una persistente incapacidad para iniciar o responder a la mayoría de las interacciones sociales de una manera apropiada para el desarrollo.

El término se utiliza tanto en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10), como en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V). En la CIE-10, la forma inhibida recibe el nombre de «Trastorno de vinculación de la infancia reactivo», mientras que en el DSM-V recibe el nombre de «Trastorno de apego reactivo». Hacemos referencia a este trastorno debido a la relación entre M y su abuela (quien fue su cuidadora en la primera infancia), el niño experimentó un patrón extremo de cuidado insuficiente por la negligencia o carencia social que se manifiesta por la falta persistente de tener cubiertas las necesidades emocionales básicas para disponer de bienestar, estímulo y afecto, por parte de la abuela y la madre quien tampoco se los proporcionó. Consideramos al trastorno persistente pues ha estado presente en M durante más de 12 meses.

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