Los bebés y la interacción

Entendemos como interacción la acción que ocurre entre dos o más personas u objetos, en este caso vamos a referirnos a la acción que ocurre entre el bebé y la madre. A partir de ello surge la necesidad de estudiar el complejo desarrollo que se da a partir de estos intercambios entre la madre y el bebé, que muchas veces no son perceptibles, en la siguiente publicación podemos encontrar los primeros estudios de la interacción.

La interacción entre el bebé y la madre se trata de la capacidad de intercambiar pensamiento y afectividad, este intercambio se va a dar a partir de la relación entre el bebé imaginario y fantasmático; el bebé imaginario se genera a partir del deseo de la madre por embarazarse, de esta manera le permite imaginar un niño o niña desarrollándose dentro de ella; por otro lado el bebé fantasmático es el resultado de sus deseos de ser madre, y de los deseos de darle un hijo a su padre, como lo hizo su madre. Por lo tanto las interacciones entre la madre y el bebé dependerán de la manera en que la madre integre al niño fantasmático e imaginario con el niño de la realidad, ya que estos distintos bebés comparten con ella afectos armonizados y sincronizados que se van a expresar a través de mímica, diálogo tónico (relación a través del contacto mutuo) y vocalizaciones entonativas y recíprocas.

En cuanto a la interacción del bebé con el padre, es muy parecida a la que se lleva a cabo con la madre, sin embargo se presenta una interacción más estimulante y violenta; con el padre los intercambios de afectividad son más táctiles y menos visuales. El intercambio motor entre padres y bebés del sexo masculino muestra mejor sincronización. Al término del segundo año el padre es el objeto de sólidas representaciones mentales, además su presencia puede implicar más perturbación que homeostasis debido a que pareciera que el padre está encargado de organizar los comportamientos y la agresividad en los niños, situación que en los bebés que son educados sin un padre no se presenta, lo que genera en los bebés una incapacidad de modular sus interacciones violentas con sus pares.

Psicopatología del bebé en interacciones

Las interacciones patológicas están compuestas de influencias organizantes y desorganizantes en donde el bebé no tiene menos influencia en su madre que su madre de él. La interacción puede ser vista desde el plano del comportamiento, de la vida imaginaria y fantasmática de ambos participantes de la interacción (madre e hijo), esto puede expresarse a través de la afectividad de sus intercambios. Además será quien defina cómo se llevarán a cabo las relaciones entre el bebé y sus compañeros de crianza.

Las cualidades necesarias para un buen funcionamiento interactivo eficiente y equilibrado son: plenitud de afectividad, flexibilidad adaptativa mutua y la continuidad de dichos comportamientos. Por otro lado dentro de las principales categorías patológicas se encuentran la insuficiencia, la sobrecarga y rigidez, la discontinuidad y la incoherencia.

“La patología del bebé es la expresión del estado de aquellos que lo crían, pero también -algo que tiende a olvidarse- , que él mismo puede ayudar a estos últimos” (Lebovici, 1995).

Las dificultades maternas pueden llegar a generar en el bebé perturbaciones funcionales, por ejemplo: cuando la madre sufre de ansiedad o depresión se reflejan en el niño o la niña como problemas de sueño o de apetito, esto debido a que las repercusiones que sufre la madre debido al estado en el que se encuentra afectarán directamente en su comportamiento materno; otro ejemplo es en el que la madre presenta signos psicóticos o delirantes, y esto puede generar que el bebé sea gravemente descuidado, o incluso maltratado a causa de que la madre no da al bebé el lugar que debería tener.

Los bebés incluso pueden llegar a evocar los miedos de la madre a través de comportamientos lúdicos, por ejemplo, un niño que presenta problemas de sueño, debido a que la madre mantiene un miedo por perder a su bebé de muerte súbita; en él se observa como si comprendiera el lenguaje de la madre, esto es un ejemplo del registro de una interacción precoz debido a que el niño pareciera que comprende las amenazas que angustian a la madre y el peligro que él corre.

El bebé al desarrollarse de manera inarmónica o al presentar ciertos impedimentos congénitos puede producir en la madre reacciones depresivas debido a que se altera el programa de las conductas maternales, por ejemplo: cuando el bebé presenta alguna enfermedad o irregularidad en su desarrollo motriz o sensorial ocasiona en la madre una reacción depresiva.

Este tipo de revelaciones que conseguimos a partir de la observación con quienes se efectúa la interacción, nos permitirá comprender mejor a los dos protagonistas, y nos llevará a estudiar el complejo desarrollo de estos intercambios de comunicación y complicidad que no siempre son perceptibles entre los dos participantes.

Referencias

  • Lebovici, S et al. (1995). La psicopatología del bebé. D.F, México: Siglo veintiuno editores.
  • Marcelli, D. & De Ajuriaguerra, J. (2004) Psicopatología del niño 3ª. ed. Masson: Barcelona

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