Bitácora: Exploración del Niño

Enrique Ponce
Psicopatología del desarrollo infantil
3 min readMay 8, 2017

En esta clase, se presentaron 3 casos (dos niños y un adolescente), se realizó un ejercicio de simulación en donde de acuerdo al texto nosotros actuaríamos ante tal situación, tomando en cuenta las características del paciente, sus familiares, el motivo de consulta, entre otras variables para planear la entrevista inicial y posteriores.

El primer encuentro resulta de suma importancia pues es en éste donde se va a adquirir mucha información tanto del paciente como de su familia y la manera en que interactúan, siendo la manera en que se contacta el punto de partida. Después surge la pregunta de ¿Quién debería asistir a la primer entrevista?

Lo ideal sería que asistiera todos los miembros de la familia con los que el niño convive con mayor frecuencia, esto en ocasiones incluye a personas ajenas a este núcleo tales como cuidadores o niñeras pero que al final son los responsables o tienen una gran influencia en la educación y crianza del niño, por lo que es muy importante que se les incluya. No obstante, en muchas ocasiones resulta complicado o imposible que acudan todos los integrantes.

Existió controversia con respecto a la duración de la sesión, en el libro se recomienda disponer de 90 a 120 minutos para la primer consulta, información que se le debe otorgar al paciente o quien se pone en contacto. De acuerdo a las particularidades de cada caso, este tiempo se puede extender y en muchas ocasiones esto sucederá debido a la gran cantidad de información que se recolecta durante este primer contacto, se han de considerar factores como la distancia que recorren los pacientes para llegar a consulta. Es importante observar la manera en que se comunican e interactúan los padres o cuidadores entre sí y con el niño. Otro punto a destacar es que se debe incluir al infante, desde que se le saluda hasta que se le invita a participar durante la sesión. Sobre esto, el libro menciona que no es raro que el niño intervenga en el transcurso de la conversación, a fin de corregir un comentario, llamar la atención sobre él o para decir que quiere marcharse.

Se realizó un ejercicio de role playing en el que la profesora tomaba el papel de la persona que se ponía en contacto con el terapeuta por teléfono y nosotros, alumnos, nos ubicamos del otro lado de la línea. De esta manera se planeó la primer consulta tomando en cuenta el motivo de consulta, por ejemplo si había sido referido por la escuela, el pediatra o no; por problemas de conducta, sueño, alimentación, etc. Se exploraron diversas preguntas y dudas que pudiese expresar quien se comunica y la manera en que se podrían aclarar.

Otro aspecto importante que se mencionó es el hecho de lo rico que puede ser en cuanto a información el que asistan todos los miembros de la familia pero al mismo tiempo, la dificultad que puede representar, especialmente cuando no se cuenta con tanta experiencia, esto se aclara con la pregunta “¿Qué pasaría si a la primer sesión de su primer paciente llega toda la familia, compuesta por 5 integrantes? ¿Cómo se sentirían?”.

Se analizaron situaciones en las que tanto miembros de la familia como los niños podrían actuar de una forma poco esperada durante las sesiones, por ejemplo que asistan miembros que no pertenezcan a la familia y que realmente no tendrían porque estar en el consultorio pues no tiene un contacto significativo con el niño, por lo que se les pide que permanezcan fuera del lugar. Otras situación de la que se habló fue en a que un niño empieza a llorar ante la separación de su madre o cuidador pues éste no puede permanecer durante la sesión. Se dio un ejemplo en el que se contuvo a un niño que no paraba de llorar y forcejeaba al ser separado de su madre. Recordar el cuento que se le narró y el uso del reloj para asegurar al niño que a tal hora su madre regresaría.

En conclusión, ningún caso se va a presentar tal como se describe en los libros y se ha de estar preparado para cualquier situación que se presente. Considerando esto, se refuerza el hecho de que la terapia se ha de adecuar al paciente y no el paciente a la terapia.

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