19/09/17: Los daños siguen aquí. Trabajo final del curso de Psicopatología y Personalidad.

Diana Ruzanni
Psicopatología y personalidad 2020–1
26 min readDec 15, 2017

Índice

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Marco teórico
  4. Método
  5. Resultados
  6. Análisis de resultados
  7. Conclusión y comentario
  8. Bibliografía consultada

Resumen

El sismo del 19 de Septiembre de 2017 fue un hecho que sacudió a México por completo, causando así estragos en la toda población. Se realizó el presente trabajo con el objetivo de recabar y analizar información proporcionada por una muestra de 22 personas en total a quienes se les aplicó un cuestionario acerca de su experiencia en tal suceso, abarcando diferentes ámbitos. Se recuerda acerca de la estructura psíquica y la estructura de personalidad así como una breve explicación de conceptos como trauma y angustia para una mayor comprensión del lector . Se buscó relacionar y explicar lo obtenido en el instrumento con lo visto en el curso de Psicopatología y personalidad con la Dra. Esparza Meza. Se clasificaron distintas categorías de respuestas, donde el miedo, la angustia y, a vez, la tranquilidad fueron las que más se obtuvieron así como un sentimiento de solidaridad y apoyo. A pesar de que todos vivimos el mismo suceso, todos tenemos nuestra propia estructura y nuestra propia experiencia, por ende, repercute distinto en cada uno de nosotros.

Palabras clave: sismo, estructura de personalidad, aparato psíquico, angustia, trauma, Yo

Introducción

Cuando despertamos el 19 de Septiembre del 2017, ninguno de nosotros imaginó lo que ocurriría ese día. Parecía un martes ordinario, cada quien partió de su vivienda para cumplir con los deberes de ese día; algunos se dirigieron a su escuela, otros a su trabajo, padres fueron a llevar a sus hijos a sus colegios y esposos se despedían de su familia, todos pensaban que esa noche, al igual que todas, estarían reunidos una vez más. Pero no fue así.

Alrededor de la 1:14 de la tarde, un sismo de 7.1 grados Richter con epicentro en el sureste de Axochiapan, Morelos golpeó a dicho estado, Ciudad de México, Puebla, Hidalgo, Oaxaca, Guerrero, Estado de México, Veracruz, Tlaxacala y Michoacán. El sismo duró aproximadamente dos minutos, dos minutos que, para la mayoría de nosotros, parecieron eternos, se sentía como si nunca fuera a terminar. Miles de personas vieron frente a ellas como edificios enteros se desplomaban, calles se abrían, anuncios espectaculares se caían y a personas en pánico, heridas, y muertas.

La ciudad era un caos, las noticias solo informaban daños y desgracias, delincuencia por todas partes y el miedo latente en el aire. Sin embargo, con la destrucción y el miedo, también llegó la ayuda, el consuelo y un poco de alivio; miles de voluntarios llegaron sin convocarlos, desde aquellos que daban aviso y compartían noticias o información en sus redes sociales, los que donaron ropa, comida y medicinas e incluso sangre, los que otorgaron sus servicios sin recibir nada a cambio hasta los que intentaban levantar escombros, rescatar personas y estar en esos lugares donde el sismo había causado mayor daño. La preocupación y la ayuda no se quedó solo en los seres humanos, sino que se extendió a todo ser vivo, tampoco importó la edad, la ocupación o la raza, todos éramos México.

Sin embargo, días y semanas posteriores a este suceso, aún se percibía el temor, la angustia y el dolor; esto no solo ha causado estragos en nuestras viviendas, trabajos o calles, va mucho más allá: quedó en nosotros mismos, en nuestras familias y amigos y en nuestras estructuras psíquicas. Al ser un acontecimiento de tal magnitud que sacudió a ciudades y estados enteros, es perfectamente comprensible que nosotros, sus habitantes y residentes, nos haya ocasionado más que un impacto, más que un shock, más que un recuerdo de ese día fatídico.

Por lo anterior, se ha decidido llevar a cabo el siguiente trabajo con base a una serie de preguntas realizadas a personas afectadas de distintas formas por este suceso. Posteriormente, después de una breve explicación cuantitativa del método y clasificar a los participantes y respuestas en categorías, se realizó un análisis de datos que se relacionó y complementó con lo aprendido en el curso de Psicopatología y Personalidad dirigido por la Dra. Eva Esparza Meza así como en las lecturas vistas en él y, finalmente, culminar con los resultados y conclusiones finales.

Marco teórico

Comencemos por lo primero.

Solemos decir que acontece algo cuando nos percatamos de alguna clase de cambio relevante o importante en una situación en particular, nosotros mismos podemos estar involucrados en ella o podemos notarlo externamente en un amigo, un colega del trabajo o, incluso, en una nación entera. Revisando las definiciones de acontecimiento, todas coinciden en que es un suceso o hecho que reviste o posee cierta importancia mientras que otra nos añade que es “algo” que ocurre en la vida del sujeto, que le acontece, y que cuenta con determinadas características, siendo una de ellas la intensidad (Marucco, 2006). Ejemplos de esto pueden ser la boda de nuestra mejor amiga, un viaje con nuestra familia, una salida a la Marquesa… o un accidente automovilístico, la muerte de un ser querido, un sismo de 7.1 grados.

Cuando se piensa en un sismo, un acontecimiento abrupto para todos o para la mayoría, muchos lo relacionan con un accidente, generalmente, un accidente es ‘’un suceso imprevisto que altera la marcha normal o prevista de las cosas’’. Yo, en lo personal, no catalogo este evento de tal forma, sin embargo, y sorpresivamente para mí, va muy acorde a lo que ocurre en un terremoto: nadie se lo espera, es algo, como se afirma, imprevisto y claro que manipula el orden y la vida de las personas que se ven afectados por ello. También se le suele adjuntar con una catástrofe, es decir, un suceso desdichado en el que se produce gran destrucción y muchas desgracias con grave alteración del desarrollo normal de las cosas cuyas consecuencias destructivas afectan a más de un millón de personas por lo que se supone un esfuerzo muy intenso y continuo de coordinación y organización internacional. Siniestro es otra expresión que se suele usar mucho en este tipo de situaciones y su significado es un suceso, como suele ser un incendio, naufragio o choque, que produce un daño o una pérdida importantes a una persona o a algo que ella posee, tal como ocurrió en el terremoto del 19 de Septiembre, donde no fueron solo daños o pérdidas materiales, sino que también, lamentablemente, conocidos y seres queridos.

Vayamos ahora con la palabra terremoto. ‘’Terremoto’’ posee distintas definiciones:

  1. Movimiento sísmico cuyo epicentro se localiza en tierra firme.
  2. Fenómeno de sacudida brusca y pasajera de la corteza terrestre producida por la liberación de energía acumulada en forma de ondas sísmicas.
  3. Movimiento brusco de la Tierra, causado por la brusca liberación de energía acumulada durante un largo tiempo.
  4. Sacudida violenta de la corteza y manto terrestres, ocasionada por fuerzas que actúan en el interior de la Tierra, entre otras.

Descripciones con diferentes palabras que pretenden explicar lo mismo, sin embargo, encontré una definición en particular que, en lo personal, considero que va muy de acuerdo con lo sucedido en Septiembre de este año y es la siguiente: Conmoción ocasionada por un suceso grave o inesperado. Que es exactamente lo que ocurrió en nuestro país.

Cuando ocurrió todo eso, había una palabra que salía de la boca de todos o, bien, casi todos: angustia. ¿Qué es la angustia? Como concepto es complicado de definir y se le suele asociar con miedo, ansiedad, nerviosismo; es ante todo un estado afectivo básico, un sentimiento que casi siempre tiene que ver con un exceso bien de presencia o ausencia, una reunión de determinadas sensaciones correspondientes al binomio placer-displacer con inervaciones de descarga y percepción y en ocasiones es comparable a la histeria porque tiene la misma construcción que un ataque histérico, ataques muy comunes que suelen ocurrir en sucesos como el evento en cuestión.

En el psicoanálisis que propone Freud, hay dos tipos de angustia: la angustia realista y la angustia neurótica. La angustia realista es un estado de atención sensorial incrementada donde hay tensión motriz, que lleva a un apronte angustiado, es una reacción frente a la percepción de un peligro externo o de un daño previsto, se caracteriza por ser racional y comprensible y es un reflejo de la huida (de la que se hablara más adelante): es una exteriorización de la pulsión de auto conservación del Yo, mientras que la angustia neurótica es un estado general de angustia, que carece de fin, se prende a cualquier contenido en cualquier forma de representación y está en constante búsqueda de justificación; en esta clase de angustia, el Yo emprende un intento de huida frente al reclamo de su libido y trata el peligro interno como un peligro externo, lo que conlleva a la formación del síntoma. Destaco que el desarrollo de la angustia ocurre desde que inicia la reacción del Yo frente al peligro y la señal que se da para que se inicie la respuesta a o la huida.

Ahora, días, incluso horas, después del sismo se oyeron expresiones como ‘’Que traumante fue esto’’, ‘’Ya me traumé’’, ‘’Es que esto sí nos va a generar un trauma’’, ‘’Todos estamos traumados’’, entre otras tantas. Con lo anterior, uno puede notar rápidamente que, por lo general, la gente sabe ‘’muy bien’’ lo qué es un trauma ya que hubo muchas personas (conocidos, amigos y de los mismos medios de comunicación) que afirmaron que este evento era ‘’trauma’’ para todos los mexicanos, ¿será esto realmente cierto? Veamos entonces a lo que sí se le denomina trauma.

Como muchos conceptos, trauma es definido de múltiples formas:

  1. -Una experiencia que causa daño o sufrimiento físico, emocional o psicológico y es un hecho que se percibe y se experimenta como una amenaza para la seguridad de uno o la estabilidad de su mundo.
  2. El resultado de un doloroso exceso de intensidad emocional que quiebra el funcionamiento mental de un sujeto o que distorsiona gravemente el desarrollo del funcionamiento mental de un niño.
  3. Un evento que amenaza profundamente el bienestar o la vida de un individuo, cuya consecuencia de ese evento repercute en el aparato o estructura mental o vida emocional del mismo.

En el escrito de Marucco, Actualización del concepto de trauma en la clínica analítica en 2006, afirma que el trauma se beneficia de un intercambio y una confrontación en una realidad externa, es una una interacción del “afuera” con lo interno de cada uno, de cada sujeto, lo que se explicará más adelante. En el mismo trabajo, se da la definición de Laplanche y Pontails de 1971, donde se afirma que trauma es aquel acontecimiento de la vida que se caracteriza por su intensidad, por la incapacidad del sujeto para responder a él adecuadamente, así como por los trastornos y efectos patógenos duraderos que provocan en su organización psíquica. Hablamos ahora de un ‘’acontecimiento traumático’’, el cual depende principalmente en las características del recpetor, es decir, de la persona que se ve enfrente de una situación o evento trumático, sobre todo de su capacidad de responder a ello, la cual, a su vez, corresponde a la estructura y preparación del Yo. Entonces, en otras palabras, el trauma surge de un hecho o acontecimiento que es excesivo para el individuo, que rebasa su estructura psíquica y no cuenta con los recursos para afrontarlo, es una renuncia al placer. De alguna un otra forma, todos somos víctimas del trauma y esto se ve a continuación.

Ahora, ¿por qué a algunas personas les afecta más eventos graves o fuertes que a otras como lo fue este sismo? ¿Por qué algunos regresan a su vida cotidiana con mayor rapidez que otros? ¿Por qué mientras uno viven con el miedo a flor de piel otros siguen con su tranquilidad habitual? Porque todo lo anterior depende de la estructura de personalidad del individuo, del sujeto (del que se hablará más adelante) ya que de aquí es donde se desprende la angustia y, en su caso, cuando esta rebasa los límites de dicha estructura, cuando no es capaz de seguir soportándolo, surge el trauma, el cual ya está explicado.

Aquí viene una ‘’contraparte’’. Como se notó en las expresiones y definiciones de arriba, cuando hablamos o escuchamos de un ‘’trauma’’ lo asociamos con algo negativo, sin embargo, esto no necesariamente es así; existen diversas clasificaciones en el tema del trauma, ejemplo de ello es el trauma formativo, también llamado trauma del nacimiento; por este evento pasamos absolutamente todos y es cuando se nos separa del cuerpo de la madre, es decir, cuando nacemos y ya no somos ‘’uno solo’’ con ella, sino que comenzamos a ser solo nosotros, seres independientes si se puede decir de alguna forma, con nuestros propio cuerpo y nuestra ‘’autonomía’’ a pesar de nuestra cortísima edad. Aunque es un momento doloroso y, obviamente, ‘’traumante’’, es necesario pasar por ello para lograr una formación adecuada y para nuestro bienestar, por ello su nombre (trauma formativo). Por otro lado, están los traumas que se consideran como patógenos, que son aquellos que suceden cuando se rebaja la capacidad del Yo para elaborar una situación en particular, cuando no cuenta con los recursos ni la fortaleza para lidiar con el evento y se ve amenazado ante una posible fisura o, en su caso, quiebre. Es por lo anterior que se afirma que la formación o el origen de un trauma está muy ligado a la fortaleza del yo, ya que de ahí viene la capacidad para adaptarnos a los hechos que se nos presentan.

Se acaba de mencionar al Yo. Recordemos que es una de las instancias psíquicas que postula Freud junto con el Ello y el Superyó; el Ello, presente desde que nacemos, se rige por el principio del placer y las pulsiones primarias o de vida, que son alimentadas por el libido, el Superyó, haciendo su primera aparición alrededor de los 3 años y originado a partir de la interiorización de normas consensuadas socialmente y el Yo, la instancia ejecutiva de la personalidad, que se puede considerar como un clase de organizador que, por medio de la percepción, conoce las necesidades externas e internas, entre sus carácteres están la auto conservación, el almacenamiento, la evitación y la adaptación, como se ya mencionó arriba. Es el mediador pulsional y el encargado de la motricidad del aparato psíquico. Hablemos ahora un poco del aparato psíquico antes de pasar al siguiente punto; este aparato es el pilar que estructura la personalidad con el fin de que el individuo responda y se defienda de las exigencias del mundo interno y externo, creando así sus mecanismos de defensa, se califica como un aparato psíquico adecuado a aquel que posee una variedad de defensas estratégicas, es decir, de un adecuado punto de vista económico.

Todos nosotros contamos con una estructura de personalidad, ésta se origina desde nuestros primeros años y luego se sigue formando y reforzando a lo largo de nuestra vida; toda estructura posee su propia fortaleza y flexibilidad, por lo tanto, también el Yo tiene dichas cualidades.

Habiendo definido los conceptos que más destacan en este trabajo y ya que dimos contexto, comencemos.

Método

El instrumento empleado para recopilar la información requerida es el siguiente cuestionario, el cual está divido en preguntas previas, inmediatamente después y días posteriores al sismo. Se aplicó a personas, conocidas o no, que consideramos que estuvieron afectadas por el acontecimiento de manera directa o indirecta de distintas edades, ocupaciones y lugares de residencia, dichos datos se explican más adelante.

Nombre:

Edad:

Escuela:

Ocupación:

Zona de residencia:

Previo al sismo

¿Dónde estabas cuando ocurrió el sismo?

¿Qué estabas haciendo?

¿Qué hiciste durante el sismo?

¿Qué viste a tu alrededor?

¿Qué pensaste en ese momento?

¿Cómo te sentiste en esos momentos?

Después del sismo (inmediatamente)

¿Qué hiciste o cómo reaccionaste?

¿Qué sentiste?

¿Qué pensaste?

¿Qué observaste a tu alrededor?

Días después del sismo

¿Ha afectado tu vida el sismo? ¿Cómo?

¿Has sentido algún cambio? ¿Cuál?

¿Fuiste a algún centro de acopio o donaste de alguna forma?

¿Conoces a alguien que haya ido a ayudar a las personas afectadas?

Tu alimentación, tus sueños, tus juegos, ¿han cambiado por el terremoto?

¿Qué sentimiento has tenido?

Participaron un total de 22 personas, de las cuales se contabilizó lo siguiente:

  • 14 son mujeres, de las cuales 8 tienen un rango de edad de entre 10 a 14 años, 3 con 21 años, 2 de entre 43 a 49 años y una de 71 años de edad.
  • 8 hombres, de los cuales, 4 oscilan entre los 9 y 13 años, 2 que se encuentran en un rango de 21 a 25 años de edad y a dos se le desconoce ese dato.

Se debe aclarar que uno de los hombres a los que se les desconoce la edad, es un habitante de la comunidad de Chahuites, Oaxaca que dio un testimonio y no se le aplicó el cuestionario como tal. A dicha persona también se le desconoce nombre y edad.

Del total neto, sin tomar en cuenta el género, 16 son estudiantes; 7 de Primaria, 5 de Secundaria y 4 de Licenciatura, 1 se dedica a la Ingeniería Civil, 2 a la Docencia, 1 es ama de casa y 2 son trabajadores del Gobierno de Oaxaca.

En cuanto a las zonas de residencia, 12 son habitantes de la Ciudad de México, 4 del Estado de México y 6 de Oaxaca; de estas 6 personas, 2 de ellas residen en pequeñas comunidades de dicho Estado: una de San Sebastian Yutanino y la otra de Chahuites.

Nota: Se destaca que tres participantes de 9 a 14 años y una de 71 años contestaron las preguntas basándose en sus experiencias del sismo del 7 de Septiembre de este mismo año. Otros tres participantes anexaron su testimonio del sismo de esta misma fecha junto con el del día 19. Se considerarán solo los del día 19 de Septiembre de 2017.

Resultados

De las 22 personas en total que participaron en la aplicación del instrumento, solo se tomarán en consideración 18 de ellas debido a lo establecido en el Método. El testimonio del habitante de Chahuites no se analizará junto con las entrevistas, si no que de manera aparte.

Como es de esperarse, la mayoría de los participantes contestaron con más de una respuesta en particular en casi todas las preguntas, cada una de ellas fue tomada en cuenta y reportada a continuación en distintas categorías a pesar de que la haya respondido un solo participante.

En cuanto al lugar donde se encontraban cuando sobrevino el terremoto, 13 de ellas estaban en su institución educativa, 3 en su lugar de trabajo y 1 en su vivienda; 3 de ellas estaban socializando de alguna manera, 6 hacían trabajo escolar, 2 de ellos comían, 3 trabajaban, 1 se encontraba durmiendo y 3 de ellos actividades que ellos consideran como ‘’nada’’.

Durante el sismo, 13 personas evacuaron el lugar en donde estaban y se dirigieron hacia el punto de reunión o, bien, hacia un lugar seguro, 2 llevaron a cabo actividad de repliegue, 1 evacuó a otras personas y 1 señaló no haber hecho ‘’nada’’. Todos los participantes aseguraron a ver visto personas corriendo y evacuando y objetos como árboles, cables y lonas moviéndose; 9 de ellos tuvieron pensamientos catastróficos (pensamientos cómo que se iban a caer los inmuebles y quedarían entre los escombros), 6 pensaron en su familia y seres queridos, dos señalan no haber pensado en ‘’nada’’, 1 de ellos afirmó que solo pensó en por qué no había sonado la alerta sísmica, dos pensaron en la responsabilidad que tenían sobre otras personas, en este caso alumnos e hijo, en ese momento y solo una meditó en la forma más rápida de evacuar.

Respecto a cómo se sintieron durante el sismo, 3 afirmaron que nerviosos, 2 angustiados, 4 con miedo, 1 calificó su sentir como ‘’normal’’, 1 señaló haber tenido escalofríos, 4 aseguran haber estado tranquilos y haber mantenido la calma así como la confianza en que todo iba a estar bien, 3 sintieron incertidumbre y 1 aseguró haber presentado síntomas psicosomáticos como falta de aire.

Después del sismo, 3 participantes evacuaron la zona, 2 actuaron de forma emocional, 1 regresó al lugar de donde evacuó, 1 afirma que actuó ‘’normal’’, solo dos aseguran haber mantenido la calma, dos mujeres reportaron haber reaccionado de forma ‘’histérica’’ y emocional y dos decidieron estar al tanto de lo que pasaba a través de los medios de comunicación. Respecto su sentir, 6 de ellos experimentaron miedo, 2 angustia, 2 reportaron que ‘’nada’’, 4 tristeza, 2 presentaron síntomas psicosomáticos, 1 inseguridad, 2 desesperación e impotencia al no poder hacer nada, 1 impactada y otra tranquila. En los pensamientos posteriores al siniestro, 5 fueron de pensamiento catastrófico, 7 sobre familiares y seres queridos, 3 de ‘’nada’’, 1 pensó que las consecuencias del sismo no serían de tanta gravedad, 1 de incertidumbre y otra pensaba en sus creencias religiosas.

Días posteriores a la catástrofe, 11 participantes afirmaron que el sismo, de alguna manera, afectó en su vida y 7 que no. Sin embargo, respecto a los cambios que ellos sintieron en algún área, 6 señalaron que su hábito de dormir se había visto afectado y que soñaban con otro suceso similar, 1 aseguró que su familia había cambiado debido a que estaban ‘’traumados’’, 3 no reportaron ningún cambio, 8 mencionaron alteraciones en sus rutinas habituales, 3 presentaron síntomas psicosomáticos y 1 de ellas también con inseguridad y estrés, 2 sintieron la necesidad de estar ahora más precavidos, 1 un sentir de cooperación y solidaridad y 2 respondieron con sus creencias religiosas (de nuevo). Respecto a muestras de apoyo, la mayoría afirmó que de alguna u otra forma habían ayudado con aportaciones en centros de acopio donando comida y ropa e incluso asistiendo a brigadas para levantar escombros.

Por último, los sentimiento reportados después del terremoto en un panorama más general: 6 sintieron tristeza, 2 preocupación y angustia, 3 temor, 2 inseguridad, 1 señaló haberse fatigada, 1 enojada por la falta de interés del Gobierno a su pueblo, 1 ‘’nervios’’, 1 agradecida, 2 se alegraron por la solidaridad emergente en el país, 1 en un sentido ‘’normal’’ y otras 2 ‘’nada’’.

Respecto a la testimonio del habitante de Chahuites, Oaxaca, se presentó una descripción de los sucesos catastróficos anudados a pensamientos del mismo tipo, así como tristeza, desesperación y una latente angustia al punto de romper en llanto al inicio de su discurso. En su voz, se percibe dolor y pesar.

Análisis de resultados

Como se observó en el reporte de los resultados, todos nos encontrábamos realizando nuestras actividades habituales en los lugares en donde solemos estar en algún día común cuando sobrevino el siniestro; durante él, todos observaron cómo se movían bruscamente inmuebles y objetos, lo que ocasionó en muchos de ellos pensamientos catastróficos, es decir, un pensamiento que muestra la anticipación negativa de la realidad que experimenta el individuo imaginando caos y situaciones de temor a partir de deducciones de eventos, es un estado desagradable y doloroso emocionalmente. Estas personas imaginaron que se abriría la tierra o que era el ‘’fin del mundo’’, en otras palabras un tanto exageradas pero ciertas, que ese era el momento de su muerte, aquí se presenta la pulsión de muerte, que representa la tendencia fundamental de todo ser vivo a regresar al estado inorgánico desde donde nació o emergió.

Aunado a estos pensamientos, también se presentó los de preocupación por la familia, cabe mencionar que solo uno de ellos pensó en su familia y en una amiga en particular, los demás participantes solo expresaron preocupación por sus familiares tanto cercanos como lejanos e intentaron hacer los posible por comunicarse con ellos, aunque cabe destacar que en esos momentos, las líneas telefónicas estaban caídas o saturadas, lo que, a su vez, fomentaban más la angustia y el pensamiento de catástrofe. Los que afirman no haber pensado ni sentido ‘’nada’’ o haberse sentido ‘’normal’’ durante el terremoto son niños que, tras saber un poco de su historia, esto se debe a que sus madres reaccionan tranquilas ante esta clase de situaciones y ellos, por decirlo de alguna forma, imitan este comportamiento que lo asocian con ‘’no sentir ni pensar nada’’. Sobre aquellas que pensaron acerca de la responsabilidad que tenían sobre otras personas en ese momento, se observa la prioridad que dieron por alguien externo a ellos y un sentido de supervivencia marcado tanto hacia ellos mismos como hacia los demás y de la participante cuyo primer pensamiento fue buscar la manera más rápida que evacuar, se califica como un pensamiento realista y estable con una adecuada respuesta de huida, lo que significa un buen funcionamiento de su Yo en su carácter de adaptación.

Respecto a los sentimientos que se presentaron, la mayoría reportó que se sintió con miedo, preocupación e incertidumbre, que son respuestas esperadas y normales en esta clase de sucesos, sin embargo, y puede que a sorpresa de muchos, también se reportó que hubo tranquilidad y confianza; aquí se presentan dos vertientes: 1.-gracias a que se mantuvo la calma, se pudo responder adecuadamente al sismo sin ocasionar algún ataque de histeria y 2.- lo contrario ya que una de las mujeres que participaron aseguró haberse de esta forma porque no había inmuebles ni objetos cercanos que pudieran caer y ocasionar algún daño, señalamiento que puede estar asociado con alimentar ese pensamiento catastrófico.

Me gustaría destacar que un cierto porcentaje de los entrevistados, respondieron la pregunta ¿qué pensaste? ‘’erróneamente’’ por decirlo de alguna manera, debido a que contestaron con sentimientos la cuestión sobre pensamientos. Lo anterior puede significar que con facilidad se puede cruzar esa delgada línea entre lo que es, en efecto, un pensamiento y lo que nosotros creemos qué es y lo solemos relacionar con sentimientos. Debemos tener claro que ambos son conceptos distintos pero estamos acostumbrados a responder con sentimientos a esa clase de interrogaciones.

Cuando pasó el sismo, hubo varias reacciones de distintos tipos, sin embargo, me gustaría destacar que se presentaron los dos tipos de angustia descritas por Freud: la realista y la neurótica, la primera se observó en las personas que evacuaron el área hacia una zona segura y pudieron guardar la calma aunque sea un poco y respondieron de tal manera que decidieran estar al corriente de la situación, la segunda angustia, la neurótica, se presentó en dos casos que, si bien fueron dirigidas a lugares seguros, rompieron en llanto ‘’histérico’’, tal como una mencionó en la entrevista, otra señaló que para poder calmarla tuvieron que acudir con una profesional de la salud. Respecto a los pensamientos presentados, hubo más acerca del estado de sus seres queridos y preocupación e interés por comunicarse con ellos que pensamientos catastróficos, uno ni siquiera pensó que los daños serían tan graves en la ciudad. Una de las participantes señaló que tuvo un sentir y un pensar religioso, que era una llamada de Dios hacia nosotros para que cambiáramos nuestro camino hacia Él, esto significa que tiene muy arraigadas sus creencias y que este evento lo asocia con un poder superior y, por lo tanto, le da una explicación de tipo religioso.

En la pregunta, ¿Ha afectado tu vida el sismo? ¿Cómo? en el apartado Días después del sismo del instrumento, muchos participantes negaron alguna clase de cambio o afectación en sus rutinas habituales, sin embargo, hubo bastantes contradicciones ya que respondían afirmativamente las siguientes preguntas ¿Has sentido algún cambio? ¿Cuál? y Tu alimentación, tus sueños, tus juegos, ¿han cambiado por el terremoto?, lo que no necesariamente indique un sesgo, si no más bien que ni ellos mismo sabían o no estaban conscientes de cómo algunas de las áreas de su vida se vieron modificadas por el mismo hasta el momento de contestar las preguntas. También se puede pensar que tal vez deseaban terminar con el cuestionario lo más rápido posible y por ello respondieron sin percatarse de sus contradicciones.

Me parece acertado destacar que, al contrario de lo que se esperaba, la diferencia entre el número de participantes que respondió afirmativamente que el sismo sí los había afectado y el número de personas que contestó una negativa en tal pregunta, no fue mucha, sin embargo, a pesar de haber negado alguna clase de modificación en su vida, casi todos reportaron algún cambio en su sueño, su interacción y en su vivir en general.

Ahora, respecto al sueño, Garma (1963) señala 5puntos que me gustaría mencionar:

  1. El sueño parte de una o de varias situaciones desagradables que el sujeto es incapaz de dominar o elaborar de un modo normal, y que, siguiendo a Freud, he llamado situaciones traumáticas.
  2. En el sueño el sujeto está psíquicamente fijado a estas situaciones traumáticas.
  3. El sueño es la tentativa, generalmente eficaz, de vencer el desagrado psíquico originado por las situaciones traumáticas.
  4. La tentativa de vencer el desagrado psíquico se suele efectuar mediante la satisfacción de deseos.
  5. El aspecto alucinatorio del sueño se debe al influjo de las situaciones traumáticas y no al influjo de los deseos que se satisfacen.

Gracias a lo anterior, es sencillo entender porque a algunas personas, y no solo a las que participaron en la investigación, se les alteró su rutina o ciclo habitual de sueño y porqué sueñan esta clase de eventos donde vuelve a temblar o edificios se derrumban, es porque, de cierto modo y de cierto grado, quedó un trauma en ellos y el sueño es el canal por el cual se proyecta.

Surgió una respuesta de una de las participantes que aseguró que su familia había cambiado porque ahora estaban ‘’traumados’’. Volvemos a uno de los puntos mencionados en el marco teórico, en donde se destaca que ‘’toda’’ la población ‘’sabe’’ lo qué es un trauma pero vemos que no es así, que el trauma posee una sintomatología compleja y no es simplemente tener angustia o miedo a un hecho como tal. Las personas que presentaron síntomas como mareos y dificultad para respirar también mencionaron que los padecían muy seguido y que tenían la sensación de que estaba temblando aún cuando no era así y que la mayoría del tiempo estaban asustados y temerosos, por lo tanto, concluyo que es por la razón anterior que estos síntomas son puramente psicosomáticos y buscaban sustituir alguna necesidad por medio de ellos.

Los pensamientos catastróficos siguieron presentes en la mayoría de los participantes aunque ya en un grado menor, pero, a pesar de los cambios e interrupciones en sus actividades cotidianas, también se hizo presente un sentimiento de cooperación y unión que pocos reportaron como tal e pero que casi todos lo expresaron: que México estaba unido y más fuerte que nunca para salir de esta catástrofe y el orgullo que ellos sintieron al ver como todos juntos nos apoyábamos y, en lugar de quedarnos hundidos, hacíamos todo por levantarnos.

De todas las respuestas y testimonios arrojados en este cuestionario, el discurso del habitante de la comunidad de Chahuites, Oaxaca es sin dudas el más doloroso de todos porque con su voz, cargada de angustia y pesar, describe lo que ocurre en una comunidad que es ‘’olvidada’’ por el gobierno y, hasta cierto punto, por los mismos habitantes de México ya que estaban tan enfocados en ayudar principalmente a la capital del país y a las regiones urbanas de los estados afectados, que se olvidaron de los pequeños pueblos afectados, por lo que él pide ayuda con desesperación pero, a su vez, con esperanza. Es un audio que con solo oírlo exprime el corazón de cualquiera, sobre todo si es mexicano.

Me gustaría resaltar que me pareció curioso el hecho de que nadie haya hecho alguna mención o se haya referido al sismo de 1985, que también sucedió un 19 de Septiembre.

Conclusión y comentario

Después de recopilar los datos y la información que arrojó el cuestionario como instrumento aplicado, he llegado a la conclusión de que, si bien, hubo un dolor y sentir general en nuestra Nación ocasionado por el sismo, cada uno de nosotros tuvo sus propias reacciones y sentires que van más allá de un ‘’dolor’’, de una ‘’angustia’’ o, posteriormente, de un ‘’consuelo’’.

Todas las respuestas de mis participantes fueron más que enriquecedoras; cada una mostró un panorama distinto al que se mostraba en la televisión y radio y se acercaba más a lo visto en las redes sociales, comunicaciones que fueron fundamentales en este acontecimiento tanto como para difundir información como para estar informados y, a su vez, expresar, más de lo que pensábamos, lo que sentíamos.

Es verdad que todos nosotros, como Nación, pasamos por una experiencia fuerte y devastadora, tanto a nuestros ojos como a los del mundo entero, sin embargo, cada uno de nosotros tenemos nuestra propia versión, nuestro propio recuerdo y nuestra propia pérdida. Nada de lo anterior, ninguna experiencia es igual a otra porque, a pesar de haber vivido lo mismo, cada uno tenemos una estructura psíquica diferente, una estructuración y fortaleza del Yo distinta a cualquier otra. No a todos nos afectó de la misma manera; puede que a una persona le pudo haber ocasionado una fisura en su estructura de personalidad o un trauma a pesar de no haber sufrido, afortunadamente, ningún daño o pérdida y puede que otra, quien perdió su vivienda y tal vez algún ser querido, su estructura casi no se modifique pero esto no quiere decir que alguno de los funciona ‘’mal’’ por así decirlo, o que no sentía amor o cariño por lo que ya no está, para nada.

Es precisamente por lo que se ha explicado desde un comienzo: porque cada estructura de personalidad, cada aparato psíquico, cada funcionamiento del Yo es totalmente distinto al otro y es debido a que cada vida, cada experiencia se a vivido diferente a los demás y eso por supuesto que no es malo, al contrario, es sano porque ¿cómo sería vivir en una casa, una ciudad, un país, un mundo en donde todos funcionemos psíquicamente de la misma manera? ¿en donde todos actuemos porque psicológicamente somos los mismos? Eso sería terriblemente monótono y, claro está, insano.

Como bien mencionó en dos sesiones la doctora Esparza, cuando sucedió la desgracia de 1985, otro 19 de Septiembre, no hubo alguna clase de proyecto de investigación dirigido hacia la población como tal, no hay una ‘’documentación’’ donde esté registrado las reacciones, los pensamientos y el sentir de la gente después del dicho sismo, por lo que realizar este trabajo me pareció acertado; las preguntas propuestas las considero adecuadas pero me hubiera gustado solo dejar las esenciales para que de ahí, tal vez con un poco de motivación hacia el entrevistado, pudiera ir expresando con sus propias lo vivido, quizá hubiera sido más enriquecedoras las respuestas y, por ende, un análisis más amplio y llenador. También me parece que el tiempo en el cual comenzamos a realizar las entrevistas fue el acertado, un periodo respetable entre el evento y el momento en el que nosotros nos pudimos acercar a las personas con el debido respeto y atención.

Con las palabras del participante de Chahuites, Oaxaca, mi alma y mi corazón se estremecieron y deseé tan desesperadamente el poder ayudar de alguna manera, no podía ni imaginar por lo que hombres, mujeres y niños estaban pasando, solo me podrá entender aquel que haya escuchado el audio. Es por esto que también me gustaría abrirme en mi campo profesional y realizar labores gratuitas en regiones apartadas y tal vez sin mucha atención de parte de los demás porque también necesitan de profesionales de la salud.

Como estudiante de séptimo semestre de la Licenciatura de Psicología, considero que en esta clase de situaciones podría intervenir, si bien no en una terapia como tal, orientando a aquellos que acuden a mi en la medida de lo posible, analizando un poco su situación y llegar a una conclusión temporal en el periodo en el que consultan a un psicólogo profesional. Lo anterior no debido a que no me considere capaz de atender a alguien, sino porque debemos estar conscientes de que, si bien ya somos casi egresados y nos falta poco para terminar la Licenciatura, aún no contamos con ese tacto y esa imparcialidad y puede que, en vez de ser de ayuda y apoyo para esa persona, y sobre todo en una clase de situación como esta, sea contraproducente y le causemos un daño mayor.

En esta ocasión, varios conocidos míos se acercaban a mi y pedían por ayuda y asesoría, la cual pude otorgarles sin mayor problema gracias al conocimiento básico de los primeros psicológicos, tales como formularles preguntas básicas y algunas como método de ‘’distracción’’, técnicas de respiración y tensión-relajación, el no acercarnos demasiado para no invadir su espacio personal y, en la mayoría de los casos, evitar el contacto físico. Con todo lo sucedido, me doy cuenta que México más que nunca necesita nuestra ayuda porque, aunque pase el tiempo, los daños siguen y seguirán aquí: las personas atrapadas en los escombros, los padres que perdieron a sus hijos, los hijos que perdieron a sus padres, aquellos que vieron frente a sus ojos como se caían edificios enteros y solo quedaron cuerpos sin vida, ellos son los que necesitarán de nosotros, de nuestra ayuda, y esto me motiva a seguir siendo una estudiante destacada y recabar toda la experiencia posible para brindar a todo aquel que acuda a mi un servicio dedicado, íntegro y, sobre todo, efectivo y estructurante para su bienestar.

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