Actualización del concepto trauma en la clínica analítica (Dr. Norberto C. Marucco) “Resumen”.

Eduardo Rivas
Psicopatología y personalidad 2020–1
6 min readDec 8, 2017

Las ideas e interrogantes que aquí propongo provienen, fundamentalmente, de mi práctica clínica y de la convicción acerca de la necesidad de una revisión y actualización del concepto trauma y en especial de la clínica de lo traumático. Considero que el trauma es uno de los temas que más se beneficia del intercambio y confrontación quizás por el hecho de estar ligado a algo tan vasto y complejo para el psicoanálisis como el tema de la realidad -realidad exterior, realidad material, realidad psíquica del trauma.

Siguiendo ideas de Laplanche y Pontalis (1971) el trauma podría definirse como aquel acontecimiento de la vida que se caracteriza por su intensidad, por la incapacidad del sujeto para responder a el adecuadamente, así como los trastornos y efectos patógenos duraderos que provocan en su organización psíquica. Otra definición quizás más habitual, es la de lo traumático como un exceso en el flujo de excitación que “perfora”, por así decir, la barrera protectora del psiquismo, entre ambas aproximaciones al concepto de trauma hay más de una diferencia sustancial. Por ejemplo la palabra “acontecimiento” la cual alude, no tanto a la irrupción de cantidad si no algo que ocurre en la vida del sujeto, que le acontece, y que tiene determinadas características, siendo una de ellas la intensidad.

Ahora para poder hablar del grado de intensidad de un acontecimiento traumático habrá que tener en cuenta las características del receptor, interviene esto en la diferente capacidad de adecuación y respuesta de cada individuo frente a la intensidad de un mismo acontecimiento y si convenimos que esa capacidad de respuesta se corresponde con la estructura y preparación del yo, un niño tendrá menos posibilidades de producir respuestas adecuadas un adulto. De ahí el psicoanálisis define como el “trauma temprano” el cual tiene características más difíciles y complejas de resolver terapéuticamente.

Ni qué decir si hablamos del trauma del desamparo, en el inicio del psiquismo cuando son escasos los medios con los que cuenta el sujeto para poder dar sentido o significado al acontecimiento traumático, estas diferentes posibilidades de aproximación nos revelan el alto nivel de complejidad del tema.

Es por ello que, a los fines de organizar mejor mis reflexiones, considere conveniente delimitar algunas perspectivas de abordaje. En primer lugar “El trauma en el sentido representacional”, luego “ La relación entre el trauma y la problemática identificatoria, incluiré algunas consideraciones referidas a “El aspecto libidinal del trauma.El amor y el desamor” y por último mis reflexiones estarán referidas a lo que asigno “ La realidad exterior, la compulsión a la repetición y la creación”.

Trauma en el sentido representacional

Comenzaré diciendo que cuando la idea de trauma equipara a una realidad material (el abuso sexual de un niño por un adulto) y más allá de las repercusiones conscientes , este trauma queda “secretado en el inconsciente por la imposibilidad de representarlo”. Ahora bien, con el concepto de apres coup o resignificación a posteriori de ese trauma primero, aparece en la teoría la idea de un psiquismo que se construye en dos tiempos. El primer tiempo el de acontecimiento, no reconocido por el YO debido a su incapacidad para dar cuenta del mismo, un segundo tiempo, en el que un acontecimiento aparentemente intrascendente, re significa y da sentido al trauma primero que retorna como síntoma. Esta concepción del trauma que expreso aquí tan sucintamente, se ubica en la problemática de la relación entre lo traumático y la representación en psicoanálisis.

Ahora bien en términos de lo representable, parecería en principio aceptable el concepto freudiano del trauma como un problema de índole estrictamente pulsional. Osea, es la pulsión la que tiene que adquirir una posibilidad de representación pero¿Por qué la representación? Porque es la principal manera que tiene el YO para domeñarla nos dirá Freud (1937). Entonces el acento freudiano sobre la pulsión podría circunscribir lo traumático como producto de una intensidad pulsional que el YO no puede representar.

El trauma y la problemática identificadora

Un primer señalamiento es el tema del narcisismo resulta fundamental al considerar su relación con el trauma, ingresamos aquí a un terreno que tiene que ver, con el YO y por otro también con la acción del objeto, del otro, sobre el YO.

En este terreno la intensidad del deseo se torna relevante, cuando se trata de un YO precario, en plena conformación, el deseo del otro puede generar por su intensidad trastornos de consecuencias duraderas en la organización psíquica.

Ahora bien, la potencialidad traumática de la identificación no es exclusiva del narcisismo, las resultantes de las identificaciones de la serie edípica también podrían producir situaciones traumáticas. El exceso de seducción materna y la ausencia de la ley paterna, derivan en procesos identificatorios que ocupan en el YO el lugar de la pulsión sexual, no reprimida.

El trauma libidinal. Amor y desamor

Esto corresponde con los movimientos de la libido, movimientos que producen el pasaje de la libido del YO a la libido objetal, y que se manifiestan en el ínter-juego dialéctico entre el amor al otro y el amor así mismo. Freud dice que el individuo necesita un sano egoísmo para no enfermar, pero necesita también amar para no enfermar(Freud,1914). Ahora bien, convengamos que en la relación entre el YO y el objeto , el tema del amor y el desamor es potencialmente traumático, de hecho gran cantidad de consultas denotan la imposibilidad de amar, o por elcontrario, la desmesura de amor.

La realidad exterior, compulsión a la repetición.

Mi primera consideración esta referida a la clínica; más precisamente a la posición del analista cuando, bajo condiciones de las crisis sociales se producen situaciones de fuerte intensidad traumática, caída que habría producido un aplastamiento del mundo representacional, de la fantasía, por el peso brutal e ignominioso de la realidad.

Desde el abismo de este aplastamiento del mundo representacional puede elevarse, tal como metaforiza Rene Rousillon (1995) cuando alude al “trauma perdido”, una mano que se agita dando cuenta de un hálito de vida que todavía existe. Cuando la realidad aplasta al psiquismo hasta el punto en que es posible confundir, e incluso sustituir con ella, al mundo representacional; ya que no quedan enigmas ni preguntas acerca del deseo, ni espacio para la fantasía. En el encuentro, entre la realidad traumática y la pulsión, donde reside, la posibilidad de tejer un nuevo entramado psíquico que, frente a la opción paranoide de interpretación del mundo abra paso a la fantasía, pero si bien podríamos acordar que la realidad es siempre potencialmente traumática, hay algo que particulariza el trauma provocado por la realidad exterior; esto es, un cierto sentimiento de haber sido arrastrados pasivamente hacia un destino trágico. En este sentido considero que la clínica del trauma se caracteriza por un recorrido de la compulsión de repetición, desde un atrapamiento mortífero , hasta el muchas veces difícil acceso al deseo capturado que espera ser despertado, develado, en el campo analítico.

Por otra parte aquellas que llame “huellas mnémicas ingobernables” (Marucco,1980 y 1998) tendrán también que ver posibilitada su inclusión en el proceso analítico, este tipo de trauma , que no tiene traducción en palabras, también busca un forma de ligarse a través de la compulsión a la repetición.

Es en este contexto que el psicoanálisis debe seguir pensando y trabajando en la conceptualización y la clínica del trauma, su responsabilidad implica afrontar, no solo el esfuerzo y el compromiso que le impone las dificultades de la clínica, debe ademas asumir su necesaria implicación en la investigación de las “situaciones traumáticas” interviniendo activamente en defensa de la pulsión de vida en la clínica del trauma.

--

--