Análisis de la película The innocents. Un caso de psicosis.

Autores: Ávalos Villalobos Elena — Diaz Ayala Abigail — Espinosa Dzib José María — Esquivel Daniela — Hernández Sambrano Adriana Yosselin — Meza Alberto — Ortega Ramírez Guadalupe Ximena — Velázquez Tolentino Rocío Itzel — Vega Barajas Dulce Alejandra.

Aproximación Histórica a la Psicosis.

Michel Foucault señala que la locura no guardaba con los actos proscritos más que un parentesco moral. El internamiento abarcaba, junto con la locura, “el libertinaje de pensamiento y de palabra, la obstinación en la iniquidad o la heterodoxia, la blasfemia, la brujería, la alquimia, en resumen, todo lo que caracteriza al mundo hablado y prohibido de la sinrazón. La locura del lenguaje excluido, el que, contra el código del idioma, pronuncia palabras sin significado (los “insensatos”, los “dementes”), o el que pronuncia palabras desacralizadas (los “violentos, los “furiosos”). Para la represión de la locura como palabra prohibida, la reforma de Pinel resulta más una realización visible de una modificación” (Gracia,2001). Philipe Pinel fue uno de los primeros en interesarse por los mecanismos que se encuentran presentes en la “locura”, realizando trabajos en el Salpêtrière, el cual era un centro para enfermos mentales, dichos internos se relacionaban con el imaginario social de lo extrahumano y demoniaco.

Concepto

El término de psicosis es acuñado por Feuchtersleben en 1845. Es definida como el desenlace análogo de una similar perturbación en los vínculos entre el Yo y el mundo exterior. Dentro del cuadro psicótico el mundo exterior no es percibido de ningún modo o bien su percepción carece de toda eficacia, por lo que se resta toda investidura al mundo interior. El Yo crea un “nuevo mundo” exterior en donde está vertido también el mundo interior. Este nuevo mundo es edificado a partir de las mociones de deseo del Ello, en donde se perfila un arranque al Yo de la realidad “carácter de reparación” y compensa la pérdida de ésta a través de la creación de una realidad nueva, por lo que se mantiene por medio de las alucinaciones con ello se procura mantener una correspondencia de las percepciones con la nueva realidad.

El motivo de esta ruptura con la realidad exterior es una grave denegación (frustración) de un deseo por parte de la realidad, una frustración en donde la angustia se torna insoportable.

La etiología de una psicosis puede tener diferentes vertientes entre las que se encuentra: La frustración o el incumplimiento de algún deseo en la infancia.

Otra definición, de corte también psicoanalítico, es:

…un trastorno primario de la relación libidinal con la realidad, por retracción de las cargas de objeto o incremento de la libido narcisista, con tentativas posteriores de reconexión objetal. (UBA, 2001: pág. 1)

Esta definición recupera lo dicho por Freud durante sus distintos trabajos acerca de la psicosis, explicando que el conflicto existente es una “contienda” entre el Yo y la realidad, mientras que la diferencia con la neurosis es que dicha contienda es entre el Yo y el Ello. Así mismo, explica que la libido en lugar de depositarse en un objeto externo, se vuelca al interior; de ahí que se diga que las personas psicóticas están en su propio mundo, esto porque la realidad interna comienza a invadir la realidad externa.

Debido a que la etiología puede ser multivariada, como se mencionó anteriormente, resulta difícil establecer, por lo tanto, una sola teoría o hipótesis que explique esta enfermedad. Acorde a la Universidad de Buenos Aires (UBA, 2001) existen cinco teorías acerca de la psicosis. Éstas son:

  • Regresión: Que consiste en decir que las personas psicóticas vuelven a estadios psicosexuales más primitivos. En específico al etapa oral, donde las relaciones objetales no están concretadas y el bebé se encuentra volcado a sí mismo.
  • Desintegración: El Yo, debido a fallas al momento de procesar las demandas de las otras estructuras psíquicas y de la realidad, comienza desintegrarse como respuesta ante grandes cargas de angustia.
  • Disociación: Que integra las dos posiciones anteriores, ya que se plantea una regresión específica, la esquizoparanoide, provocando una fragmentación del Yo.
  • Fragmentación: A diferencia de la disociación, se plantea que la regresión esquizoparanoide es más bien patológica.
  • Indiferenciación:Existe una regresión a un estadio tan primitivo que el proceso de discriminación no se encuentra, siendo la causa de que la realidad interna y externa son vistas como una misma.

Sobre el origen, constitución y manifestación de la psicosis

Ya anteriormente se mencionó que la etiología de la psicosis está sujeta a diversos factores, lo que hace difícil establecer una explicación única y definitiva sobre la formación de este tipo de trastornos. Sin embargo, sí es posible identificar una serie de elementos básicos y clave que permiten tener un panorama más claro sin perder de vista la complejidad de cada caso.

En principio, la formación y expresión de la psicosis está determinada por elementos que configuran una predisposición a tales patologías. Estos elementos son los que en cada caso pueden ser muy variables y pueden incluir aspectos genéticos/hereditarios, sociales, familiares, personales, etc.; sin embargo, resulta indispensable esta predisposición “única” en cada caso, ya que es imposible que la psicosis surja de manera espontánea sin depender de ningún antecedente.

Esta predisposición como elemento en común en toda persona con psicosis, representa la existencia latente de este tipo de perturbaciones, aunque no necesariamente implica la expresión de los síntomas de las mismas. El elemento detonante de la psicosis es la frustración (Freud, 1923); es decir, una angustia ante una realidad insoportablemente dolorosa o una demanda pulsional originaria del ello que avasalla al yo (Velázquez y Quiceno, 2011). Cabe destacar que la frustración no sólo es experimentada en el caso de la psicosis, sino también de la neurosis; lo que hace la diferencia en uno u otro caso radica en la capacidad de la instancia psíquica del yo para tramitar esta frustración y lidiar al mismo tiempo con sus tres vasallajes: el ello, el superyó y la realidad. En la neurosis, el yo reprime su vínculo con el ello por la imposición de la realidad, pero en el caso de la psicosis, el yo cancela su vínculo con la realidad por imposición -o hiperpotencia- de la instancia del ello (Ibid.).

Esta frustración que resulta en la cancelación del vínculo con la realidad, afecta directamente el proceso de significación, como explican Berdullas, Malamud y Ortíz-Zaballa (2010). En el estado neurótico convencional, el proceso de significación es posible gracias a la condensación y el desplazamiento, lo que permite las formaciones inconscientes; sin embargo, en el caso de la psicosis, este proceso queda subvertido. Como consecuencia, la diferencia entre las formaciones conscientes e inconscientes se torna indistinguible en la psicosis; de esta forma, lo que en la neurosis sólo es posible que se manifieste en el sueño, en la psicosis empieza a manifestarse también en la realidad externa.

Ya que la significación queda subvertida, el mecanismo de la represión pierde su función habitual. Cuando en la neurosis la represión está dirigida a aquello inconsciente que surge del ello -la realidad interna-, en la psicosis, al no haber diferencia entre lo consciente y lo inconsciente, la represión se transforma en desconfianza respecto de los otros, ideas delirantes y voces alucinadas (Ibid.); en otras palabras, lo que se reprime es la realidad exterior misma, en vez de la interna.

Hasta el punto de la puesta en marcha de la represión y el origen de las ideas delirantes, se encuentra resumido el primer paso de la formación de las psicosis y de las neurosis de acuerdo con Freud (1923). A saber 1) el yo es arrancado de la realidad por medio de la represión y 2) el yo intenta reparar el vínculo con la realidad sustituyendola por otra nueva, más soportable (en Velázquez y Quinceno, 2011). Por tanto, entrando en materia del segundo paso, el delirio se convierte en el “parche” colocado en aquella fractura del yo en donde la realidad se torna insoportablemente dolorosa, resaltando una función reconstructiva del delirio ante de la hiperpotencia del ello (Ibid.). En este segundo paso, destacan dos diferencias entre la neurosis y la psicosis que permiten una comprensión más clara: primero, una vez que en la neurosis se debilita el vínculo con algún fragmento de la realidad, el deseo de sustituir la realidad sólo se da en la fantasía debido a que no se intenta reprimir la realidad por completo; caso contrario en la psicosis, en donde se reprime toda la realidad externa, creando una nueva y fragmentando al yo. La segunda distinción, como consecuencia de la primera, es que en la neurosis no se manifiestan los fenómenos alucinatorios, lo que para la psicosis representan percepciones acordes con la nueva realidad.

A propósito de esta nueva realidad, resulta poco eficiente, inadaptable, ya que “la neurosis no desmiente la realidad, se limita a no querer saber nada de ella; la psicosis la desmiente y procura sustituirla” (Freud, 1923). Esta realidad sustituta e inadaptable está “reconstruida a partir de los fragmentos del vínculo que el sujeto había tenido con la realidad hasta el momento (huellas mnémicas, representaciones, juicios obtenidos)” (Velázquez y Quinceno, 2011).

Signos

Algunos de los signos que se presentan en la psicosis son las alucinaciones, se tratan de una alteración en la percepción, no hay un estímulo externo que la produzca, esto pasa en cualquier canal sensorial como auditivo, visual, etc. además de esto, la persona es incapaz de reconocer de dónde vienen esos estímulos. En las ilusiones sensoriales si existe un estímulo externo, sin embargo este es deformado originando cambios en la percepción, esto no sólo pasa en las personas psicóticas, si no también se puede presentar cuando hay cansancio o cuando se ha consumido sustancias tóxicas lo que puede generar errores sensoriales.

El Trastorno Psicótico Breve es un síndrome psicótico agudo y transitorio que persiste de un día a un mes, con posterior recuperación completa del nivel de funcionamiento psíquico. Suele sobrevenir en respuesta a un factor o factores de estrés psicosocial relevantes en la vida del paciente. Si los síntomas psicóticos persisten más de un mes se puede tratar de un Trastorno crónico (Mingote et al., 2007)

Diagnóstico

Una vez que se presentan y se confirman estos síntomas es conveniente realizar una evaluación para indagar las posibles causas de la psicosis ya que como se ha mencionado, es multifactorial. Se debe de estudiar el nivel de conciencia que presenta la persona además de su capacidad de atención y concentración pues cuando estas función están alteradas se puede presentar un síndrome confusional agudo (delirium) (Mingote et.al., 2007). Si el nivel de conciencia y la atención están funcionando dentro de los parámetros de lo normal, se deben explorar las funciones intelectuales. Cundo lo anterior se ha descartado se continúa a estudiar los demás factores que también están involucrados como fármacos y sustancias tóxicas, esto mediante la historia clínica, la exploración física y pruebas complementarias. Posterior a esto se podrá dar el diagnóstico de un probable trastorno psicótico primario y debe ser un especialista quien determine el tipo. La Esquizofrenia y el Trastorno delirante son los dos trastornos más graves, caracterizados por el cuadro clínico psicótico, la evolución en el tiempo y el grado de discapacidad asociado (Mingote et. al, 2007) sin embargo no se pueden dejar de lado los Trastornos Esquizoafectivo, Trastornos Esquizofreniformes y Trastornos del Ánimo con síntomas psicóticos. Cabe señalar que la persona debe de estar en constante observación ya que esto orientará al diagnóstico y al tratamiento

Intervención

La intervención del psicótico tiene que partir de dos perspectivas: la primera seria apuntar a la incompleta formación del sujeto y por tanto el objetivo sería terminar de formarlo para adaptarlo a su medio social; y la otra es asumir que el psicótico tiene su estructura, tanto como el neurótico o el normal la tienen y que, ante eso, no queda más solución que tratarla como tal y entenderla como tal, en tanto sea posible, con la finalidad de crear y rescatar el lazo social (Báez,2007).
En el tratamiento de la psicosis, se estima que debe haber una forma de manifestación precisa del inconsciente psicótico y de la estructura psicótica, por lo que debe ser indispensable cerciorarse de qué manera habla el psicótico para poder intervenir adecuadamente. Aspecto importante ya que, como lo indica Lacan en su seminario 3 de 1992 (citado por Báez, 2007) “El registro de la palabra crea toda la riqueza de la fenomenología de la psicosis, allí vemos todos sus aspectos, descomposiciones, refracciones. La alucinación verbal, que es fundamental en ella, es precisamente uno de los fenómenos más problemáticos de la palabra”. A lo que se propone como medio de tratamiento utilizar la asociación libre detallando el discurso psicótico en el andamiaje simbólico, buscando en su discurso algo que permita la penetración y el posterior posicionamiento del lugar y la forma que facilite traer al psicótico al mundo de los “normales” o de tranzar con los normales (Báez, 2007).
Entre otras cosas, un elemento que aporta a la comprensión de una estructura psicótica es la presencia de trastornos del lenguaje; un delirio de persecución, una alucinación, pueden ser propios de cualquier estructura; solamente se podrían ubicar del lado de la psicosis siempre que se encuentren en relación con trastornos del lenguaje. Es, por ejemplo, esa exteriorización del lenguaje interior, en frases o monólogos, lo que podría poner al escucha en el rastro de la presencia de una psicosis (Báez, 2007).
La intervención en la psicosis supone una clínica del significante aislado y la posibilidad de apareamiento con el goce (Vascheto, 2007 citado por Báez, 2007), concepto propuesto por Lacan para señalar lo más puro de la pulsión de muerte. La intervención con el psicótico invita a una “clínica de la sorpresa: sorprender al psicótico, conducirlo a la perplejidad en el encuentro con el significante sólo a fin de que siga un efecto de sujeto” (Hanze De, 2007 citado por Báez, 2007). El dispositivo analítico para el psicótico debe ser el lugar donde se le escuche y, en la medida de lo posible, se le permita trazar un borde, dejar algo, sin ser rechazado o descalificado (Dragonetti, 2007 citado por Báez, 2007). Así como la instauración de reconocimiento como sujeto de deseo (Báez, 2007).

Película “The innocents”

Adaptada del cuento clásico de Henry James “The Turn of the Screw”, escrita por Truman Capote y dirigida por Jack Clayton en 1961, “The Innocents” se desarrolla en Reino Unido y narra la historia de la joven institutriz, que es atormentada por entes sobrenaturales que la acosan.

Miss Giddens es la protagonista de la película, y, a lo largo de la misma, va dando señales de que es una mujer psicótica. Es hija de un párroco, y consigue su primer empleo como institutriz por la insistencia y manipulación de su empleador para tomar el trabajo bajo unas condiciones un tanto inusuales: debe cuidar a sus dos sobrinos huérfanos, Miles y Flora, que sólo lo tienen a él como pariente, y, a pesar de que dice que son lo que más ama, no quiere saber nada de ellos. Éste le exige a Miss Giddens que se traslade a la enorme mansión en el campo donde viven ellos y no le moleste para nada, dejándole plena responsabilidad de todo cuanto ocurra allá.

Al provenir ella de una familia con un padre religioso, su sexualidad estaba sumamente castigada y reprimida, motivo por el cual acepta el trabajo cuando su empleador le insiste en que lo tome, ya que éste la seduce al mencionarle que ella es perfecta para el puesto y que la necesita mucho. Estas declaraciones pudieron hacer surgir en ella el deseo de que exista una relación amorosa con su empleador en un futuro cercano.

Una vez en la mansión, Miss Giddens entabla muy buenas relaciones con el ama de llaves Mrs. Grose y con los dos niños; sin embargo, poco a poco surge la sospecha inquietante de que algo extraño está sucediendo en aquel lugar, Miss Giddens comienza a ver un extraño hombre y mujer deambular por la mansión, y tiene el presentimiento de que los niños ocultan algo. Posteriormente, Mrs. Grose le confiesa a Miss Giddens, que la institutriz anterior Miss Jessel y un antiguo criado Quint, que era un hombre violento, sostuvieron una relación abusiva, y que desafortunadamente los niños fueron expuestos a su indecencia y sus maltratos, pues mantenían encuentros sexuales a puerta abierta y a la vista de todo el mundo. Además menciona que ambos fallecieron en el terreno de la mansión, lo cual afectó mucho a los niños porque eran muy apegados a ellos, así que que Miss Giddens acaba sospechando que los niños están poseídos por los fantasmas de los difuntos.

A partir de esto, se dan los primeros indicios de brotes psicóticos en Miss Giddens, debido a que se expuso a una situación nueva que le producía bastante estrés, pues debía hacerse cargo completamente de los niños, lo cual pudo haber provocado que tuviera estas visiones, derivadas de la historia contada por Miss Grose.

Las sospechas de Miss Giddens aumentan porque expulsan a Miles del colegio, pero ante los ojos de ella no hay explicación lógica, pues el niño es muy educado, sumamente encantador, refinado, maduro, inteligente, provocativo e incluso seductor, a tal grado que en una noche cuando Miss Giddens cobija a Miles para dormir, el pequeño la besa en los labios y ella simplemente se queda inmóvil. Aquí es muy notorio que existe en el niño cierto complejo de Edipo desplazado hacia Miss Giddens por la falta de una figura materna en su vida. Además, los niños constantemente susurran entre ellos como si fuesen cómplices de alguna fechoría.

Con el paso de los días, el estado psicótico de Miss Giddens aumenta, pues comienza a ver a los fantasmas de manera más frecuente y escucha susurros, gemidos y llantos por toda la mansión a todas horas. De manera que llega a la conclusión de que si los niños confiesan que ellos ven también a los fantasmas y los nombran, se librarán de los espíritus que los acosan, por lo tanto, hace esfuerzos frenéticos para tratar de convencer a los niños de que hay fantasmas en esa casa, lo cual es un rasgo común en los psicóticos, pues tratan de convencer a los demás de que la realidad interna que están exteriorizando es la realidad externa.

Un día mientras Flora bailaba frente al lago, Miss Giddens observa que del lado opuesto a donde se encontraba la niña, estaba de pie observando el baile Miss Jessel, así que de manera violenta y desesperada Miss Giddens le exige a Flora que admita que su antigua institutriz está presente y que diga su nombre. El acto es tan violento que la niña comienza a llorar descontroladamente y a gritar que Miss Giddens está loca y que la odia. Esa misma noche, Flora se la pasa llorando y gritando, pues el incidente la deja muy alterada.

Miss Giddens exige a Mrs. Grose irse con Flora a la casa de su tío en Londres para poder estar a solas con Miles y ayudarlo a él también a expulsar al mal que lo acosa. Y del mismo modo que hizo con Flora, empieza a presionar al niño para que confiese que Quint está presente, la situación se torna igual de violenta y el niño comienza a insultar a Miss Giddens a la par que ella observa detrás de él a Quint. Después de un rato Miles grita el nombre de Quint y se desvanece sobre el suelo. Miss Giddens toma al pequeño entre sus brazos y le dice que desde ese momento todo estará bien, pero pronto se percata de que el niño está muerto, y lo único que ella hace es besar al pequeño en los labios y comienza a llorar.

Durante toda la película el espectador no puede evitar cuestionarse constantemente si los niños también observan a los fantasmas o es sólo una alucinación de Miss Giddens. En este sentido podría decirse que ella genera toda una fantasía que vuelca sobre la realidad externa en torno a la vida sexualmente activa y escandalosa de los difuntos como una proyección de sus propios deseos y angustias internas, de tal manera que tiene dificultades para poder ver la realidad externa de una manera objetiva y por el contrario intenta convencer a toda costa a los que la rodean de que esa realidad interna que ella exterioriza es la realidad externa. Por lo que se observa una pérdida de contacto severa con la realidad externa.

También puede decirse que ella escinde su yo y proyecta en los niños mediante la figura de los fantasmas sus propios deseos que le resultan muy angustiantes, como una manera de mantener en ella el ideal del yo, en el cual ella es una mujer pudorosa, buena y bondadosa que se preocupa genuinamente por salvar a los niños, y cuya escisión a la vez le permite destruir las partes malas de ella misma.

Referencias bibliográficas

Berdullas, P., Malamud, M., & Ortiz Zavalla, G. (2010). Psicosis y significación en Freud. Anuario de investigaciones, 17, 41–46.

Gracia, A. (2001). Psicoanálisis y Psicosis. Madrid: Editorial Síntesis

UBA. (2001). Psicosis. Obtenido de Universidad de Buenos Aires: http://www.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/sitios_catedras/practicas_profesionales/820_clinica_tr_personalidad_psicosis/material/psicosis.pdf

Velásquez, J. I. T., & Quiceno, Y. V. (2011). El concepto de psicosis en Freud. Revista Electrónica Psyconex, 2(3).

Mingote Adán, José Carlos, Pino Cuadrado, Pablo del, Huidobro, Álvaro, Gutiérrez García, Dolores, Miguel Peciña, Isabel de, & Gálvez Herrer, Macarena. (2007). El paciente que padece un trastorno psicótico en el trabajo: diagnóstico y tratamiento. Medicina y Seguridad del Trabajo, 53(208), 29–51

Baéz, J. (2007). Intervención en la Psicosis desde el Psicoanálisis. Tesis Psicológica, (2), 101–107.

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