El papel de la crianza en el desarrollo del yo.

Angela Alvarez
5 min readNov 27, 2019

Al hablar acerca de psicoanálisis es común de pronto escuchar algunos términos con los que podemos o no estar familiarizadas, uno de estos es el concepto del yo, es por ello que a lo largo de estas líneas buscaremos dar un panorama breve sobre a qué nos referimos cuando hablamos del yo en términos psicoanalíticos, y específicamente, hablaremos un poco acerca de cómo es el proceso de integración de éste de acuerdo a Donald Winnicott (1896–1971).

¿Qué es el yo ?

El yo es una instancia psíquica que tiene la función de darle a las personas la capacidad de reconocerse a sí mismo, dándonos consciencia de nuestra propia identidad. En palabras de Winnicott (1962), podemos ver que el término se puede utilizar “para describir la parte de la personalidad humana en crecimiento que, dadas las condiciones favorables, queda integrada en la unidad”. Cuando hablamos de instancias psíquicas nos referimos a las partes componentes de la estructura psíquica y la personalidad que Freud (1856–1939)propuso y que nombró como ello, yo, y súper yo.

¿Cómo ocurre su desarrollo?

Para comprender cómo es que se va desarrollando el yo, es necesario tener en cuanta que la integración del aparato psíquico humano pasa por complejos procesos desde el nacimiento hasta la vida adulta, y que están íntimamente ligados a las condiciones de crianza bajo las cuales vamos creciendo y constituyéndonos como personas.

Como es bien sabido, gran parte del trabajo desarrollado por Winnicott pone en el foco a la importancia de la crianza y el maternaje como elementos para el desarrollo de una vida psíquica saludable, así como para el de ciertas patologías psicológicas. En este sentido, Winnicott (1962) señala que la integración del aparato psíquico y de sus correspondientes instancias no puede concevirse sin tomar en cuenta la relación del niño o niña con el ambiente y funcionamiento materno.

Así, el papel de la madre o del cuidador primario será primordial para la integración psíquica, la cual parte de elementos motores y sensoriales que van conformando un narcisismo primario en el bebé, y que no es más que la búsqueda contante del placer y la evitación del displacer procedentes de su propio cuerpo. El recién nacido en los primeros meses de vida no tienen un esquema corporal integrado, de algún modo se es ajeno a sí mismo aunque es capaz de identificar por separada qué sensaciones en qué parte de su cuerpo le son agradables y cuáles no. Poco a poco el bebé irá transitando hacia un narcisismo secundario donde comenzará a integrar la noción del otro a través de la relación subjetiva con el objeto, en este caso quien cumple el rol de objeto es la madre y su función será la de adaptarse a las necesidades que expresa el bebé y buscar satisfacerlas; es decir, la madre tendrá la función de sostén del aparato psíquico del bebé, prestándole temporalmente su propio aparato psíquico, a esto le llamaremos yo auxiliar de la madre.

Dentro del incipiente aparato psíquico del bebé, la madre es un objeto que él mismo crea para su satisfacción y que es a la vez una extensión de él mismo, esta es una ilusión que permite la madre, a esta sensación la conocemos como sentimiento de omnipotencia y es esencial para que el desarrollo psíquico del bebé siga un curso adecuado. A través del narcisismo secundario el niño desarrollará una necesidad pulsional del otro u otros, misma que buscará satisfacer constantemente (y que se conservará durante toda la vida, de ahí nuestra necesidad de relacionarnos con otras personas), y que al hacerlo le irá dando la certeza de su propia existencia.

Para que la integración del yo esté completa, es necesario que el bebé transite también por momentos de desilusión del objeto. La primera desilusión que vive es la desilusión de la madre, y dicha desilusión no es más que la ruptura con la ilusión que genera el sentimiento de omnipotencia. La desilusión es necesaria pues es mediante esta que el niño comienza a enfrentarse a la frustración y experimenta que ésta tiene un límite temporal, dándole la capacidad de integrarse a sí mismo y transitar entre momentos de ilusión y desilusión sin que la frustración suponga un serio atentado a su vida psíquica.

Así, pues, como mencionará Winnicott (1962) que el desarrollo del yo será primordial pues este “ocurre durante el comienzo del desarrollo emocional del bebé, el cual pasa constantemente de la dependencia absoluta a la dependencia relativa en su recorrido hacia la independencia”.

¿Qué ocurre cuando no hay una correcta integración del yo?

Winnicott (1962), además de describir la función del maternaje en el desarrollo e integración del yo, también describió los efectos que tendría en la personalidad una falla en la integración de esta instancia psíquica. Al respecto, debemos mencionar que de acuerdo con él, lo contrario a la integración no es la desintegración, sino la no integración.

La no integración ocurre cuando el niño no siente la necesidad de integrarse al dar por sentada la función materna del apoyo del yo. En este punto de no integración veremos que aún es posible lograr llegar a la integración, puesto que el aparato psíquico no está “roto” o “fragmentado”, sólo está no integrado. Caso contrario a la desintegración que supone una fractura en la estructura psíquica ligada a una desilusión que se torna en una angustia inconcebible de desamparo. Esta angustia inconcebible es consecuencia de un déficit en la función de sostén del yo, de la madre; y se traducirá en una potencialidad psicótica (paranoide o esquizofrénica, según sean las condiciones necesarias y suficientes que se presenten en la historia de vida del paciente) que no será más que un mecanismo de defensa ante la amenaza constante de una angustia sin resolución.

En conclusión, podemos resaltar que la importancia de conocer acerca del trabajo de Donald Winnicott reside en que éste describió detalladamente la injerencia que tiene la crianza y el maternaje en el desarrollo de la personalidad adulta. Aportaciones que serán de gran ayuda dentro de la práctica de psicoterapia de corte psicoanalítico, pues nos darán herramientas de análisis para comprender el surgimiento y desarrollo de ciertas psicopatologías, y así poder generar propuestas terapéuticas efectivas.

Referencias:

Winnicott, D.W. (1962). La integración del yo en el desarrollo del niño. En: Winnicott, D. W., & Beltrán, J. (1981). El proceso de maduración en el niño: estudios para una teoría del desarrollo emocional.

Escrito por: Álvarez Andrade José Roberto, Álvarez Muñoz Ángela Johana, Lozada Sandoval Sandra Deifel y Rocha Tangassi Brenda Abigaíl

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