El Sepultamiento del Complejo de Edipo

Caro Amador
Psicopatología y personalidad 2020–1
5 min readNov 29, 2017

Con base en las ideas de Freud, El complejo de Edipo tiene un papel crucial dentro del período sexual de la primera infancia, debido a que cuando es sepultado da paso al periodo de latencia. Y, aunque no se sabe a ciencia cierta el origen de las causas de su entierro; se consideran dos principales:

- La primera dada mediante el análisis, refiere a las desilusiones vivenciadas por el niño, las cuales pueden surgir mediante reprimendas por parte del padre a la niña, y, en el caso del niño, cuando la madre le quita amor para darle cuidados a un recién nacido. Otros ejemplos son ser la falta de satisfacción esperada y la continua denegación del hijo deseado (en el caso de la niña).

- Como segunda posibilidad, se considera a este proceso como fenómeno determinado por la herencia, dispuesto por ella, el cual tiene que desvanecerse de acuerdo a lo establecido para permitir el inicio de la fase evolutiva siguiente y predeterminada.

En la fase fálica (simultánea al complejo de Edipo), se percibe una característica del varoncito en el que los genitales toman sobre sí el papel rector; aunque no por ello la vida del niño se agotará en la masturbación. Es decir el infante deja traslucir su interés en sus genitales, para posteriormente darse cuenta que los adultos no están de acuerdo con esta conducta, legitimada por él.

En este proceso la mujer toma un rol importante, ella será la principal amenaza de castración para el pequeño (mitigación simbólica de la amenaza): la mujer no anuncian la eliminación de los genitales, que son pasivos; sino de la mano activamente pecaminosa, y, será el padre o el doctor, quienes consuman el castigo.

Con base en lo anterior, la tesis que proporciona el texto es que la organización genital fálica del niño se va a fundamento a raíz de dicha amenaza de castración, en otras palabras, al principio el niño no toma importancia de estas amenazas. En este sentido el psicoanálisis ha atribuido valor a dos clases de experiencias de las que ningún niño estará exento, y por las cuales deberá estar preparado para la pérdida de partes muy parecidas a las de su cuerpo:

1. El primero es el retiro del pecho materno temporario y con el paso del tiempo definitivo.

2. Segundo la separación del contenido de los intestinos, diariamente exigido.

¿Entonces cuándo se rompe esta incredulidad? Lo que da pauta a su ruptura son los genitales femeninos; ellos representaran la castración ya culminada.

Algo importante a considerar es que no se debe ser tan miope y pasar por alto que la vida sexual del niño en esa época en modo alguno se agota únicamente en la masturbación; ésta sólo es la descarga genital de la excitación sexual perteneciente al complejo, y a esta referencia debería su significatividad para todas las épocas posteriores.

El complejo de Edipo va a ofrecer entonces al niño dos posibilidades de satisfacción, una activa y una pasiva.

1. La activa: Poder situarse de manera masculina en el lugar del padre y, como él, mantener comercio con la madre, a raíz de lo cual el padre es sentido pronto como un obstáculo

2. La pasiva: Querer sustituir a la madre y hacerse amar por el padre, con lo cual la madre queda sobrando.

Sin embargo, la intelección de que la mujer es castrada pone fin a las dos posibilidades de satisfacción del complejo.

En consecuencia, estallará entonces el conflicto de interés narcisista por su pene contra la investidura libidinosa de los objetos parentales; que obligará al niño a decidir entre alguna de ellas; ganando la primera para así mantener la parte de su cuerpo y extrañándose del complejo de Edipo. Las investiduras de objeto pasarán a ser entonces resignadas y sustituidas por identificación, que es la autoridad del padre o de ambos progenitores, introyectada en el yo, para dar forma al núcleo del superyó.

Como resumen el proceso en conjunto salva a los genitales, alejando el peligro de pérdida, paralizando y cancelando su función; y dando inicio al periodo de latencia. Un aspecto importante es que las represiones son llevadas mediante el superyó, para idealmente llegar a una destrucción y cancelación del complejo de Edipo. Si el yo no logra efectivamente la destrucción y cancelación, quedándose en una mera represión, el complejo subsistirá inconsciente del ello y más tarde exteriorizará su efecto patógeno.

¿Y qué hay de la niña? Para la pequeña su clítoris se comportará al inicio como un pene, y lo compara con el del niño, lo cual la llevará a percibirlo demasiado corto, sintiendo esto como un daño y una razón de inferioridad. En este punto se bifurca el complejo de masculinidad de la mujer.

Cabe mencionar que para ella la falta de un miembro no tiene carácter sexual, más bien toma un sentido de autoexplicación, en el que ella tuvo uno igual en tamaño al del niño, pero lo perdió por la castración: la pequeña acepta entonces la castración como un hecho consumado, mientras que el niño tiene miedo a la consumación del mismo.

Un punto importante sería entonces que excluida la angustia de castración, estaría ausente el motivo para instruir el superyó e interrumpir la organización genital infantil. Freud nos dice que al parecer estas alteraciones pudiesen ser resultado de la educación, que amenaza con la pérdida de ser-amado, teniendo como impresión que el complejo de Edipo es abandonado poco a poco al no verse cumplidos los deseos (dar un hijo al padre) nunca.

Referencia

Freud, S. (1975). El Sepultamiento del Complejo de Edipo. Obras completas Sigmund Freud Volumen XIX. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu. Pp. 179–187.

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