La angustia….

zianya martinez
Psicopatología y personalidad 2020–1
4 min readNov 27, 2017

Freud habla de Angustia en sus conferencias 25 y 32 acerca de ella, y ahonda en este padecimiento en los neuróticos mencionando que aun qué la mayoría de los neuróticos se queja de ella, la señalan como su padecimiento más horrible y, realmente, una intensidad enorme y hacerles adoptar las más locas medidas.

Los neuróticos sienten tener una angustia tanto más fuerte que los otros

Existen hombres angustiados que por lo demás nada tienen de neuróticos, y hay neuróticos que padecen de muchos síntomas sin que entre estos se encuentre la inclinación a la angustia.

El problema de la angustia es un punto nodal en el que confluyen las cuestiones más importantes y diversas; se trata, en verdad, de un enigma cuya solución arrojaría mucha luz sobre el conjunto de nuestra vida anímica.

Esta parece interesarse sobre todo por los caminos anatómicos a través de las cuales se produce el estado de angustia.

Pero hoy no podría indicar algo más indiferente para la comprensión psicológica de la angustia que el conocimiento de las vías nerviosas por las que transitan sus excitaciones.

Sin más si designo a esta angustia como angustia realista, por oposición a una angustia neurótica. Y bien la angustia realista a parecer como algo muy racional y comprensible. De ella diremos que es una reacción frente a la percepción de un peligro exterior, es decir, de un daño esperado, previsto; va unida al reflejo de la huida, y es lícito ver en ella una manifestación de la pulsión de la auto conservación. Es buena parte, como es natural, del estado de nuestro saber y de nuestro sentimiento de poder respecto del mundo exterior. Y se angustie frente a un eclipse de sol, mientras que el hombre blanco, que maneja aquel instrumento y puede predecir el eclipse, permanece exento de angustia en esas situaciones; el mayor saber que promueve la angustia, porque permite individualizar antes el peligro. Si se reflexiona un poco más, hay que decir que el juicio según el cual la angustia realista es racional y adecuada debe revisarse a fondo. En efecto, la única conducta adecuada frente a un peligro que se cierne sería la fría evaluación de las propias fuerzas comparadas con la magnitud de la amenaza, y el decidirse, sobre esa base, por lo que prometa un mejor desenlace: si la huida o la defensa, o aun el ataque, llegado el caso. Si no se llegase al desarrollo de la angustia. Si la angustia alcanza una fuerza desmedida, resulta inadecuada en extremo: paraliza toda acción, aun la de la huida. La reacción frente al peligro consiste en una mezcla de afecto y de angustia y acción de defensa. Apronte que se exterioriza en un aumento de la atención sensorial y en una tensión motriz.

La angustia se refiere al estado y prescinde del objeto, mientras que miedo dirige la atención justamente al objeto.

En cambio, terror parece tener un sentido particular, a saber, pone de resalto el efecto de un peligro que no es recibido con apronte angustiado

Concepciones

Son las tareas más difíciles que afrontamos, pero la dificultad no reside, pongamos por caso, en la insuficiencia de las observaciones, pues justamente los fenómenos más frecuentes y familiares los que nos plantean aquellos enigmas; tampoco en el carácter remoto.

Es que se trata real y efectivamente de concepciones, vale decir, de introducir las representaciones abstractas correctas, cuya aplicación a la materia bruta de la observación hace nacer en ella orden y trasparencia.

La angustia es un estado afectivo, o sea, una reunión de determinadas sensaciones de la serie placer- displacer con las correspondientes inervaciones de descarga y su percepción, pero probablemente, el precipitado de cierto evento significativo, incorporado por vía hereditaria, y entonces comparable al ataque histérico adquirido por el individuo. — Huella afectiva –

Por tanto la primera angustia habría sido una angustia tóxica.

Luego partimos del distingo entre angustia realista y angustia neurótica; la primera es una reacción que nos parece lógica frente al peligro, a un daño esperado de afuera, mientras que la segunda es enteramente enigmática, como carente de fin. En un análisis de la angustia realista, la redujimos a un estado de atención sensorial incrementada y tensión motriz, que llamamos apronte angustiado. A partir de ese estado se desarrolla la reacción de angustia.

Se pasa a considerar libremente la angustia neurótica y dentro de esta se observan tres constelaciones. En primer lugar un estado de angustia libremente flotante, general, pronto a enlazarse de manera pasajera con cada nueva posibilidad que emerja; es la llamada angustia expectante, como en la neurosis típica de angustia. En segundo lugar desmedido y en tercer lugar la angustia e la histeria y otras formas de neurosis graves, que acompaña a síntomas o bien emerge de la manera independiente como ataque o como estado de prolongada permanencia, pero siempre sin que se le descubra fundamento alguno en un peligro exterior……….

--

--