La angustia (Resumen)

Cristian Olvera
Psicopatología y personalidad 2020–1
12 min readNov 3, 2017

Conferencia 25.
La angustia es uno de los padecimientos más horribles en las personas neuróticas. Es un estado afectivo que todos hemos experimentado. Resolver el problema de la angustia revelara muchas cosas sobre nuestra vida anímica. El abordaje de la angustia por el psicoanálisis es completamente diverso a la medicina académica; es indiferente para la comprensión psicológica de la angustia el conocimiento de la medulla oblongata y las vías nerviosas por las que transita sus excitaciones.
Se puede tratar la angustia sin considerar el estado neurótico; nombrándola angustia realista, por oposición a la angustia neurótica. La angustia realista es una reacción frente a la percepción de un peligro exterior, se puede ver en ella una manifestación de la pulsión de autoconservación. La oportunidad para que se presente la angustia ante ciertas situaciones u objetos dependerá de nuestro saber y de nuestro sentimiento de poder respecto al mundo exterior. Otras conductas como el ataque, la huida y la defensa que están acompañadas de la angustia serian igual o más útiles para hacer frente a la amenaza si no estuviera la angustia.
Se puede afirmar que el desarrollo de angustia nunca es adecuado. Para entenderla mejor es necesario analizar la situación de angustia. Lo primero que se encuentra en ella es una preparación para el peligro, que se exterioriza en un aumento de la atención sensorial y en una tensión motriz, este apronte es sumamente ventajoso. De este se originan las acciones de huida o defensa y, por otro lado, el estado de angustia. Limitar el desarrollo de la angustia a una señal, a un mero apronte angustiado sería lo más adecuado para a la situación, mientras que dejar que se desarrolle sería lo más inadecuado.
La angustia es, por tanto, el estado subjetivo en que se cae por la percepción del desarrollo de angustia y que designa a este afecto. Ahora bien ¿Qué es un afecto? Algo muy complejo, que incluye inervaciones motrices o descargas y ciertas sensaciones, que son de dos clases: las percepciones de las acciones motrices ocurrida y las sensaciones de placer/displacer. El afecto es en esencia la repetición de una determinada vivencia significativa que proviene de la prehistoria de la especie y se ha hecho hereditaria.
Respecto al afecto de angustia, se forma en un primer momento en el acto del nacimiento, donde todo el agrupamiento de sensaciones displacenteras, mociones de descarga y sensaciones corporales, se convierten en el modelo para el efecto de un peligro mortal y desde entonces repetido como angustia.
Pasando a la angustia neurótica; se encuentra en las personas neuróticas un estado general de angustia, por así decir una angustia libremente flotante, que se puede ligar fácilmente a cualquier representación pasajera, influye sobre el juicio, escoge expectativas y acecha la oportunidad para justificarse. A este estado se le conoce como angustia expectante o expectativa de angustia. Un tipo de neurosis, proveniente de la angustia expectante, es la neurosis de angustia.

Un segundo tipo de angustia; es la que esta psíquicamente ligada o aunada a cierto tipo de objetos o situaciones. Conocidas como fobias, existe una gran variedad y algunas son muy extrañas. Se pueden diferenciar tres grupos de fobias. En el primer grupo están las fobias que son comunes a todas las personas, debido a que algunos objetos o situaciones son percibidas de forma universal con una dimensión de peligro, debido a esto no nos parece extraño que surjan fobias de estos objetos o situaciones. En un segundo grupo se encuentran los casos en los que hay una situación de peligro que se minimiza provocando que no se anticipe ningún peligro, en este grupo se encuentran las fobias de situación. En estas fobias la angustia que sienten las personas neuróticas es totalmente abrumadora. El último grupo es imposible de comprender, es la angustia ante situaciones u objetos familiares e inofensivas, pero con un peligro evidentemente existente para el fóbico.
La angustia libremente flotante y la unida a fobias, son independientes entre sí. Es una casualidad cuando se presentan juntas.
En la tercera forma de angustia plantea un enigma: perder de vista el nexo entre la angustia y la amenaza de peligro. Un ejemplo es en los casos histéricos cuando aparece la angustia acompañando a los síntomas o un ataque de angustia que no tiene explicación tanto para nosotros como para el enfermo. Se puede hacer una división en estos ataques de angustia, y es que el ataque de angustia puede estar siendo sustituido por un único síntoma, intensamente desarrollado, sin que la persona sienta o perciba que esta angustiada; sin embargo, estos síntomas pueden equipararse enteramente con la angustia en aspectos clínicos y etiológicos.
Si hay una angustia tiene que existir algo frente a lo que uno se angustie. De la observación clínica se han obtenido varias indicaciones para la comprensión de la angustia neurótica.
a. La vida sexual mantiene estrecha dependencia con procesos de la vida sexual. Referentes con ciertas aplicaciones de la libido. Algunas prácticas sexuales en las que no se consuma el acto sexual, provocan que la excitación libidinosa desaparezca y en su lugar emerge la angustia; pero, solo cuando la libido a la que se niega la descarga de satisfacción posee la correspondiente fuerza y no ha sido tramitada en su mayor parte por sublimación. Este factor se ve incluso en la formación del carácter; las personas temerosas o propensas a la angustia tienen restricciones sexuales.
b. El análisis de las psiconeurosis, particularmente de la histeria, proporciona un segundo indicio. En la histeria la angustia aparece acompañando a los síntomas, y también puede salir como un ataque de angustia no ligada. Si se analiza la situación de la cual nacieron la angustia y los síntomas acompañados por ella, podemos indicar que el funcionamiento normal de la psique es interceptado y sustituido por el fenómeno de la angustia. Dicho de otra forma, se crea un proceso inconsciente que no es reprimido y llega sin inhibición hasta la consciencia el afecto que acompaña a este proceso es sometido a represión y sustituido por angustia.
c. Por último, de las personas que padecen de acciones compulsivas, en apariencia libres de angustia, se ha encontrado que si éstas abandonan sus compulsiones una angustia horrible los fuerza a obedecer la compulsión. La angustia se encontraba encubierta por la acción compulsiva, que se ejecutaba para evitar la angustia. Si se analiza a las personas histéricas, se encuentra una situación parecida: el resultado del proceso represivo es, o bien un desarrollo de angustia pura, o bien una angustia con formación de síntoma. Por ende, se puede decir que los síntomas sólo se forman para sustraerse a un desarrollo de angustia que de lo contrario sería inevitable.

La siguiente tarea es establecer un vínculo entre la angustia neurótica y la angustia realista. Aunque parezcan dispares, no se pueden distinguir en la sensación que provocan. El vínculo se encuentra en el yo en contraposición con la libido. El yo emprende un intento de huida frente al reclamo de su libido y trata este peligro como si fuera externo. Cumpliéndose la expectativa de que donde aparece la angustia tiene que existir algo frente a lo cual uno se angustia.
El problema para comprenderla radica ahora en que, la angustia no puede haber nacido sino de la misma libido, de la cual el yo huye; no debemos olvidar que la libido de una persona le pertenece a ella y no puede contraponérsele como algo exterior. Igualmente se desconocen la clase de energías anímicas que son convocadas, y los sistemas anímicos desde los cuales lo son.
Se tienen dos pistas: la génesis de la angustia en el niño y el origen de la angustia neurótica que está ligada a fobias. En los niños, es muy común el estado de angustia, y es difícil discernir si se trata de angustia realista o angustia neurótica. Justificamos la angustia del niño y le atribuimos una inclinación hacia la angustia realista. Por otro lado, no todos los niños tienen la misma cantidad de angustia. Aquellos que exteriorizan mayor horror frente a todos los objetos y situaciones resultan más tarde neuróticos. Se podría caer en el error de pensar que se angustian frente al nivel de su libido precisamente porque todo los angustia.
¿Qué se obtiene de la observación de niños angustiados? El niño angustiado se angustia frente a personas extrañas porque espera ver en el a la persona familiar y amada: su madre; al no verla, tiene un desengaño acompañado con añoranza, la libido que no ha podido descargar se transforma y descarga en angustia.
En el niño pequeño, se observa que se comporta como angustia realista algo que comparte con la angustia neurótica, el rasgo esencial de tener su origen en una libido no aplicada. El niño no muestra angustia alguna en todas las situaciones que más tarde se pueden condicionar fobias; sobre estima sus fuerzas y actúa exento de angustia porque no conoce los peligros. Es por la educación que se crea en el niño la angustia realista.
Resumiendo, las observaciones acerca del estado de angustia de los niños: “La angustia infantil tiene muy poco que ver con la angustia realista y, en cambio, se emparenta de cerca con la angustia neurótica de los adultos. Como esta, se genera a partir de una libido no aplicada y sustituye al objeto de amor, que se echa de menos, por un objeto externo o una situación.”
El análisis de las fobias no nos enseña cosas nuevas. En ellas ocurre lo mismo que en la angustia infantil. Toda fobia histérica se remonta a una angustia infantil. La diferencia entre ambas afecciones reside en el mecanismo. El adulto desde hace tiempo ha aprendí a mantener en suspenso a la libido o a aplicarla de otro modo, por lo que no es suficiente para que la libido se mude en angustia. Pero cuando la libido pertenece a un movimiento psíquico que ha sido reprimido, se establece una situación parecida a la del niño. Y por la regresión a la fobia infantil se le abre el paso a través de la cual la libido puede mudar en angustia.
Se tiene la impresión de que el desarrollo de angustia está relacionado con el sistema inconsciente. La descarga en la forma de angustia es el destino más inmediato de la libido, pero no el único ni el definitivo.

Conferencia 32. (La parte de la angustia)

Resumiendo, el contenido de la lección 25 sobre la angustia. Se dijo que era un estado afectivo. Siendo el proceso del nacimiento el evento que deja tras de sí esa huella afectiva. Luego se tiene una distinción entre la angustia realista, que es una reacción frente a un peligro externo, y la angustia neurótica, que es un enigmática y no tiene un propósito. Del análisis de la angustia realista se obtuvo el concepto de apronte de angustia, que es el incremento en la atención sensorial y la tensión motriz, de este apronte se desarrolla la reacción de angustia. De aquí el desarrollo de angustia puede minimizarse y sentir la angustia como una simple señal o bien el desarrollo de angustia se desborda paralizando al sujeto, lo que es inútil para enfrentar una amenaza exterior.
Después se habló de la angustia neurótica y se dijo que existían 3 tipos de esta. La angustia libremente flotante o expectante; la angustia ligada a objeto o situaciones, conocida como fobia; y en tercer lugar la angustia que puede expresarse como un ataque sin razón aparente o que acompaña a síntomas en diversas formas de neurosis.
Se ha encontrado un nexo entre la angustia libremente flotante y la economía de la libido en la vida sexual. Una afirmación que surge de es que la libido insatisfecha muda directamente en angustia; apoyado en las observaciones clínicas de las fobias regulares de los niños. Junto con la expectativa angustiada de la neurosis de angustia se obtiene uno de los modos en los que se genera la angustia neurótica: por transmutación directa de la libido.
El segundo mecanismo, que no difiere mucho del primero, implica la represión. Cuando se reprime una representación, que está acompañada por un monto afectivo, el monto afectivo es mudado en angustia, sin importar su naturaleza.
Algo curioso de estas indagaciones es el vínculo que existe entre la angustia y la formación del síntoma; ambos se subrogan y relevan entre sí. El síntoma funciona para encubrir o evitar la angustia.
En la angustia neurótica a lo que se le tiene miedo, o que es percibido como peligroso es a la propia libido. A diferencia de la angustia realista, el peligro es interno en vez de externo y no se discierne conscientemente.
La concepción de un superyó, yo y ello, obliga a adoptar otra orientación al problema de la angustia. Con la suposición de que el yo es el único que puede sentir y producir angustia, se ha podido observar el fenómeno desde una nueva posición, cobrando un aspecto diferente. Las tres modalidades de angustia pueden ser referidas a los tres vasallajes del yo: respecto del mundo exterior, el ello y el superyó. Con esto pasa a primer plano la función de la angustia para indicar una situación de peligro; que se desconocía antes y que aclara los vínculos entre angustia realista y neurótica. Analizando ciertos casos de fobias, donde se encontraba la represión de las emociones provenientes del complejo de Edipo, se encontró que la represión no es la que crea la angustia, sino que la angustia es la que crea represión. La angustia frente a la amenaza de castración es uno de los motores más fuertes e intensos de la represión, y con ello, de la formación de la neurosis. A cada edad del desarrollo le corresponde una determinada condición de angustia, con su respectiva situación de peligro. El peligro del desvalimiento psíquico está unido al estadio de la temprana inmadurez del yo; el peligro de la perdida de objeto, a la heteronomía de la primera infancia; el peligro de castración, a la fase fálica; y, por último, la angustia ante el superyó, a la etapa de latencia. Conforme pasa el tiempo, el yo se fortalece y las condiciones de angustia tienden a ser abandonadas porque se les desvaloriza. Pero esto ocurre de manera muy incompleta, haciendo que los adultos neuróticos continúen con su conducta infantil.
Se pueden concluir dos cosas en el vínculo de la angustia y la represión: primero que la angustia crea a la represión; y que una situación pulsional temida se remonta, en el fondo, a una situación de peligro exterior. El proceso de la represión, que bajo el influjo de la angustia, ocurre cuando el yo nota que la satisfacción de una exigencia pulsional emergente provocaría una situación de peligro; cuando el yo es lo suficientemente fuerte incluye en su organización a la moción pulsional. Cuando el yo es endeble utiliza la represión. El yo recurre a una técnica que es similar al pensar normal; este pensar es un obrar tentativo. El yo anticipa así la satisfacción de la moción pulsional dudosa y le permite reproducir las sensaciones de displacer que corresponden a la situación de peligro temido. Poniendo el juego el automatismo del principio de placer-displacer, que ahora lleva a cabo la represión de la moción pulsional peligrosa. Entonces son visibles una mezcla de reacciones. O bien el ataque de angustia se desarrolla plenamente y el yo se retira por completo de la excitación chocante, o bien el yo sale al encuentro no con una investidura tentativa, sino que lo hace con una contra investidura, y esta se conjuga con la energía de la moción reprimida para la formación del síntoma. Entra más pueda limitar el yo a la angustia, para hacerla una mera señal, más recurrirá el yo a estas acciones de defensa.
En la formación del carácter se puede añadir a las formaciones reactivas que el yo adquiere primero en sus represiones y, más tarde, con medios más normales, a raíz de los rechazos de las mociones pulsionales indeseadas.
Regresando al ello, y a lo que ocurre con la energía, con la carga libidinosa de esa excitación. Se espera que la represión conlleve muy diversos resultados. En algunos casos la moción pulsional reprimida retendrá su investidura libidinal, persistirá inmutada en el ello, suprimida por el yo. En otros, parece sobrevenirle una destrucción completa, tras la cual su libido es conducida de manera definitiva por otras vías. Otro resultado es que haya una degradación libidinal, una regresión de la organización libidinal a un estadio anterior.
El estudio de la angustia permite agregar otro rasgo a las funciones del yo. El yo es endeble frente al ello, se empeña en cumplir sus reclamos. Por otro lado, el yo es la parte del ello mejor organizada, no sorprende que el yo consiga influir en el ello, ya que no están muy separados. El yo ejerce ese influjo cuando, por medio de la señal de angustia, pone en actividad al principio del placer displacer.
¿Qué es lo peligroso a lo que se teme en la angustia neurótica? El daño en la vida anímica. Durante el nacimiento se provoca en el vivenciar anímico un estado de excitación de elevada tención que es sentido como displacer, que no se puede liberar por la descarga. Un factor traumático es un estado en el que fracasan los empeños del principio del placer. En la angustia, a lo que se teme, es a la emergencia de un factor traumático que no pueda ser tramitado según la norma del principio del placer.

--

--