La Relación Inicial de una Madre con su Bebé

Lisset D
Psicopatología y personalidad 2020–1
5 min readNov 7, 2019

De acuerdo con la teoría de Winnicott, las bases de la salud mental se sientan en los primeros meses de vida, y son de principal importancia para el desarrollo de la psique del bebé. Por ello los lazos en la relación que se vaya formando en esta primera etapa entre el bebé y la madre, son el medio primordial para que todo marche con tranquilidad y acorde a lo esperado.

La pareja madre lactante

Winnicott en el segundo capítulo de su libro La familia y el desarrollo del individuo(1984) explica uno de los conceptos clave para entender esta relación inicial: la Preocupación materna primaria, estado psicológico que una madre experimenta durante el periodo que comprende el final del embarazo y las primeras semanas o meses de vida del bebé, donde la madre se preocupa por él, pasando de un estado de egoísmo a uno de interés y devoción. En las mujeres embarazadas comienza una creciente identificación con el bebé, comienza a imaginar que el bebé “se ha establecido dentro de su cuerpo y que pertenece allí a pesar de todos los elementos adversos que existen” (Winnicott, 1984, p. 29). Posterior al parto, es gracias a este estado que la madre es capaz de responder a las necesidades del bebé, a sabes qué es lo que tiene que hacer y cómo tiene que actuar. A medida que pasan los meses la mamá deberá recuperar el interés en sí misma gradualmente hasta que el bebé pueda tolerarlo.

Pero ¿qué sucede cuando este estado tiene alteraciones? Por un lado, uno de los trastornos maternos extremos, es cuando la madre no es capaz de abandonar estos intereses personales, impidiendo entrar en este estado de devoción. Cuando a una madre le dicen que su embarazo es riesgoso y que tiene que mantener reposo, y en lugar de escuchar las recomendaciones del médico, no abandona sus actividades diarias y sigue con su actividad física normal poniendo en peligro la vida del bebé, es un claro ejemplo de una mujer que le ha resultado difícil desarrollar esta preocupación interna primaria.

El otro trastorno materno extremo es cuando la madre está en un estado permanente de preocupación patológica. Cuando existe un problema en la madre para regresar al estado normal y seguir con su vida, puede provocar una enfermedad clínica “atribuible a la ausencia o falta de la envoltura protectora, de eso que le permite a la madre volcarse dentro y desentenderse de todo peligro externo, al tiempo que se encuentra concentrada en esa preocupación maternal” (Winnicott, 1984, p. 31).

Identificación del niño con la madre

Los primeros seis meses de vida, es cuando comienza el desarrollo del self del niño. Siempre y cuando el bebé tenga una madre suficientemente buena, el yo del niño (que es débil, pero a la vez fuerte) dependerá de la madre, sus yo están de cierta forma sintonizados, y así se refuerza poco a poco el yo del niño, organizando sus defensas y desarrollando patrones personales. Por lo contrario, cuando los cuidados de la madre no son suficientemente buenos y el yo de la madre es inestable, débil o no existe, el self del niño no llega a formarse, o se oculta a través de un falso self, el cual es el que se somete a los golpes del mundo real protegiendo al self real. Esto no es debido a procesos genéticos o por las exigencias internas, sino por todo este ambiente no favorecedor que rodee al bebé, lo que desencadenará en que el bebé introyecte estos patrones de conducta inestables, volviéndose en un bebé inquieto, apático, sometido etc. (Winnicott, 1984).

La función materna

Por último, Winnicott (1984) nos habla de tres funciones maternas fundamentales para que el niño desarrolle confianza en el ambiente:

I) Sostenimiento (Holding). Aquí se hace referencia a la función de sostenimiento, un factor básico del cuidado donde la madre toma en sus brazos al bebé, para de esta forma (y aunado a esto el papel de espejo de la madre) se relaciona su capacidad de identificación, y se construya en el bebé una seguridad en sí mismo. Y no solo sostener al bebé físicamente, sino emocionalmente también lo sostiene, y cualquier falla puede provocar gran angustia, la sensación de desintegrarse, de caer interminable mente y otro tipo de ansiedades de tipo psicóticas.

II) Manipulación (Handling). La manipulación “contribuye a que se desarrollé en el niño una asociación psicosomática (la unidad psique-soma) que le permite percibir lo real como contrario a lo irreal”. Cómo, por ejemplo, darle de comer, limpiarlo, cuidarlo y principalmente tocarlo, la manipulación y el movimiento permite que los niños sientan su ser en su cuerpo, para tener un esquema corporal, dándole la conciencia de que sí es real. Las fallas de esta función materna pueden provocar enfermedades de tipo psicosomático, como problemas con la distorsión de la imagen corporal.

III) Mostración de objetos. Esta función consiste en mostrar, gradualmente y en el momento oportuno, los objetos de la realidad al niño o niña para que pueda hacer real su impulso creativo. Esto ayuda a la capacidad del bebé para relacionarse con los objetos y a la autonomía de pensamiento.

Podemos resaltar entonces la importancia que juegan las primeras experiencias del bebé para el desarrollo del aparato psíquico, y también como el papel de la madre es fundamental. Es necesario que las preocupaciones primarias de la madre no sean en extremo, pero que tampoco haga las cosas a la ligera. Debe ser una madre suficientemente buena, pero a su vez, para que la madre pueda llevar a cabo con éxito esta labor, es necesario que pueda ser ella también sostenida por su pareja y/o el entorno, para que si en ella hay una consistencia, para el desarrollo del bebé también lo habrá.

Referencia

Winnicott, D. (1984). La familia y el desarrollo del individuo. Buenos Aires, Argentina: Horme

--

--