PEQUEÑAS ACCIONES…. GRANDES CONSECUENCIAS

Autores: Espinosa Dzib José María y Quintanar G. Xochitl

En esta ocasión, trataremos el tema de lo que en el contexto del psicoanálisis se conoce como violencia secundaria y herida narcisista. A través del breve análisis de un caso clínico, pretenderemos resaltar la importancia y papel de estos conceptos en la vida real. Sin embargo, dada la relación que tienen estos fenómenos con otros conceptos psicoanalíticos, recomendamos leer las publicaciones sobre violencia primaria y narcisismo de nuestra clase de Psicopatología y Personalidad.

Entendiendo a la violencia primaria como el proceso por medio del cual los padres imponen al bebé la carga de la cultura; es decir, los padres se forman una imagen preconcebida del bebé antes de que nazca y, una vez nacido, se le impone esta imagen de forma que se crea una especie de “contrato” en la que los padres se comprometen a educar al nuevo miembro de la comunidad en un entorno protegido y seguro. Esto garantiza la aceptación y reconocimiento del nuevo integrante del grupo social y, por lo tanto, su supervivencia como ser humano.

Sin embargo, existe otro proceso llamado “violencia secundaria”; que se dan durante el periodo de la niñez y latencia, en él, existe un “ejercicio de absoluto poder de uno o más sujetos sobre otro, que queda ubicado en un lugar de desconocimiento, esto es, no reconocido como sujeto de deseo y reducido, en su forma extrema, a un puro objeto”Esparza (2015). Este concepto es referido al ámbito familiar y social, resulta nocivo para la estructuración del psiquismo del niño o niña que recibe este tipo de violencia, debido a que resultan afectados el autocontrol, la capacidad de preocuparse por otros y de reparar el daño que sus pulsiones destructivas produce (Winnicott, 1962b,1962c citado por Esparza 2015).

Sin embargo en ocasiones la familia no solamente no proporciona protección, sino genera condiciones potencialmente traumáticas que involucran un factor patógeno amenazante de la confianza y productor de fallas en la conformación del sí mismo. Esparza (2015)

Los padres generadores de violencia, infligen serias heridas narcisistas, que obstaculizan la integración psíquica del niño y generan angustias desgarradoras, de indefensión y desamparo(Braier,2001;Winnicott,1965 citado por Esparza 2015)

La violencia secundaria constituye una manifestación de la pulsión de muerte, un exceso pernicioso e innecesario para la constitución psíquica, cuya función desobjetalizante tiene la finalidad de atacar al YO o, mejor dicho, destruir toda expresión de autonomía; lo perjudicial de esta violencia radica en que el sujeto queda anulado, enajenado de su identidad y singularidad. Esparza (2015)

La excesiva violencia no solamente mutila el espacio psíquico, también puede abarcar el funcionamiento del cuerpo. Ante la imposibilidad de huir del efecto negativo de la extrema violencia, el YO tiene diversas alternativas como:

  • El delirio, con una posibilidad del surgimiento del deseo de autodestrucción, expresión máxima de la pulsión de muerte.
  • La escisión entre el mundo del externo y el ámbito de la fantasía, refugiándose en este último donde todo puede ser posible,
  • Otra salida es aceptar la imposición y someterse al deseo del objeto, con el costoso riesgo de borrar su historia,su identidad; así mismo tiene el recurso de la oposición a la violencia parental y sus juicios desvalorizados, acción que representa la oportunidad para experimentar el sentimiento de estar vivo y recuperar, al menos en parte, la autonomía de su pensamiento y de su cuerpo. Esta alternativa liga al niño con sus objetos, no obstante el componente principal de esa ligazón es el odio. Esparza (2015)

Como ya se había mencionado uno de los resultados de la violencia secundaria es la herida narcisista. Pero… ¿Qué es la herida narcisista?

Esta se refiere a todo aquello que sin importar la experiencia de vida va a dejar un hueco en la estructura psíquica, afectando a la construcción del “yo”, que se da a partir del choque entre los ideales y expectativas de los padres sobre el feto y lo que este resulta al nacer. Hernández y Vega(2018) los padres pueden tomar dos caminos: compensar a través del exceso de amor o privarlo de amor al hijo que no es lo que esperaban (Freaud, 1933,(193) citado por Esparza 2015) generando un conflicto inmediato que en ocasiones puede ser insalvable. Esta herida puede ser profunda o leve, y en casos extremos generar un brote psicótico, lo cual va a depender de la magnitud del estímulo al que se le haya sometido. Hernández y Vega(2018)

Esta herida se proyecta en un primer momento en el cuerpo y posteriormente pasa al nivel psíquico traducido en sufrimiento (Green, 1983 citado por Esparza, 2015).

Pero ¿cómo afecta a la construcción del yo?, dando vulnerabilidad al yo y ante los traumas repetitivos que van a exponer a la herida narcisista a un continuo peligro de abertura, de manera que al ensancharse el agujero psíquico habrá la posibilidad de que se presente en la vida actual del individuo como el sentimiento de pérdida sin aparente origen. Además de una desvalorización narcisista, disminución del sentimiento de sí y la presentación de defensas como la altanería, desatención, ofensa, inquietud (Braier, 2001 citado por Esparza,2015).

Caso 11

La paciente es una mujer de 32 años que trabaja como bibliotecaria. Es casada y recién ha dado a luz. Actualmente está con licencia por maternidad.

Motivo de consulta:

Fue internada en un hospital psiquiátrico contra su voluntad, debido a que presentaba un estado de excitación violento junto con comportamiento extraño e irresponsable que se desarrolló después del parto, y que llevaba ya diez días. La paciente se había casado hacía cinco años y finalmente pudo tener un muy deseado hijo. El embarazo y el parto habían sido sin complicaciones. El hijo, era un bebé hermoso y saludable y durante los primeros días después del alumbramiento todo era normal. Cuatro días después del parto, la paciente fue dada de alta de la maternidad. Al llegar a su casa, se la notó excitada e irascible. Acusó a su marido de mantener la casa a temperatura demasiado baja, aunque la casa estaba, en realidad, bastante templada. Tenía discusiones con su madre sobre cómo usar los pañales, y por último perdió el control y echó a su madre porque ella pretendió tomar al bebé en brazos. La paciente comenzó a hablar y a regañar a todos incesantemente y, como resultado se puso casi afónica. Continuó refiriendo detalles sin importancia sobre el parto, y habló de maltrato. Llamó a amigos y parientes, así como también a la clínica maternal, quejándose por el trato que había recibido. Estaba continuamente activa y no dejaba al bebé quieto, cambiándolo o lavándolo frecuentemente. Sin embargo, en medio de una actividad se distraía fácilmente y lo dejaba sin atención, aparentemente olvidando qué estaba haciendo, porque otra cosa había llamado su atención.

Por momentos trataba mal al bebé, regañándolo y aún pegándole cuando lloraba. Dormía irregularmente y sólo algunas horas por vez. Comía muy poco porque estaba muy ocupada para sentarse y terminar su comida. Eventualmente se mostró muy perturbada, trataba de leer la hora en en el termómetro, quemó el cubre-tetera sin razón alguna, y le gritó a un conductor de televisión. No quería ni oir de enfermedad mental y se negó a ver al médico general que había sido llamado por su esposo. El médico debió internarla en el hospital psiquiátrico contra su voluntad.

Antecedentes:

La paciente nació y creció en una ciudad pequeña, donde completó sus estudios secundarios. En la escuela le iba bastante bien y luego consiguió trabajo en una biblioteca donde ha estado empleada hasta el momento. Su esposo trabajaba como programador de sistemas y describieron su matrimonio como bueno y estable. Él describió a su esposa como una persona extrovertida, sociable y muy confiable, pero algo malhumorada y con un temperamento rápidamente cambiante.

Su salud física siempre había sido buena. No fumaba, bebía sólo raramente en compromisos sociales y no había evidencia de uso de drogas. El padre de la paciente murió de enfermedad cardíaca cuando la paciente tenía 27 años. Su madre estaba viva y bien, pero había sido tratada por recurrentes episodios de depresión. El paciente tenía un hermano mellizo que era discapacitado mental.

Datos actuales:

Al ser admitida la paciente estaba enojada y se negó a dar datos al empleado del hospital. Hablaba sin cesar y con voz ronca. Su discurso era circunstancial y saltatorio; perdió el hilo de su pensamiento varias veces. Por momentos se distraía con ruidos y detalles sin importancia de su alrededor. No podía permanecer sentada y caminaba incesantemente por la habitación. Trató de salir y se volvió agresiva y grosera cuando se lo impidió. No había evidencia de percepciones anormales ni de ideas delirantes, y estaba absolutamente orientada en lo referente al tiempo, lugar y a su persona. El examen físico, incluido el neurológico fueron normales. No tenía fiebre y estaba en estado puerperal normal. Las pruebas de laboratorio y EEG fueron normales.

Evolución:

Después de un tiempo, se la convenció de aceptar un tratamiento con haloperidol (10 mg /día). Al cabo de una semana sus síntomas disminuyeron. Luego se la trató con carbonato de litio, y después de otras dos semanas estaba en su estado normal y era absolutamente capaz de cuidar del bebé. Se le dio el alta manteniéndose el tratamiento con litio.

Discusión: La paciente mostró una irritabilidad violenta, que es un síntoma no específico que puede ser parte de diferentes trastornos. Sin embargo, también presentaba hiperactividad, verborragia extrema, con fuga de ideas, distractibilidad, inquietud motora, disminución de la necesidad de dormir, y pérdida de inhibiciones sociales normales con comportamiento irresponsable, de tal manera que era incapaz de dar a su bebé los cuidados necesarios. Estos síntomas cumplen los criterios de un episodio maníaco (F30) con humor irritable predominante. Al ser internada, la enfermedad llevaba sólo seis días. Aunque no se cumplía el requisito de por lo menos una semana de duración de los síntomas, se trataba de un caso severo que requería internación, y así se lo consideró.

Se descarta un trastorno psicótico agudo y transitorio (F23) asociado posiblemente a un estrés agudo, porque no hay evidencia de síntomas psicóticos como ideas delirantes y alucinaciones. Más aún, un parto normal, con un bebé deseado y normal no pueden ser considerados estresantes psicosociales.

La posibilidad de un trastorno maníaco orgánico (F06.30) es descartada porque no hay evidencia de perturbación cerebral o de alguna otra patología física. El embarazo, el parto y el puerperio fueron normales.

El término “trastorno mental puerperal” (F53) debe utilizarse sólo para trastornos no clasificados en otro parte. No siendo una causa en sí mismo, el puerperio con sus rápidos cambios hormonales, puede jugar un rol precipitante, y la asociación debe mantenerse registrando un diagnóstico asociado de acuerdo con el capítulo de la CIE sobre embarazo, parto y puerperio.

F30.1 Manía sin síntomas psicóticos Con un diagnóstico asociado de:

099.3 Trastornos mentales y enfermedades del sistema nervioso que complican el embarazo, el parto y el puerperio.

Analizando este caso con base en los conceptos ya descritos anteriormente retomando el comportamiento de la madre hacia su hijo donde ejerce violencia de manera física y mediante regaños en lugar de darle holding lo ataca e ignora las necesidades de su hijo. Estamos hablando de un caso de violencia. Tomemos en cuenta que la madre esta pasando por un estado de crisis donde su estructura psíquica se encuentra en desequilibrio(que describiría otra circunstancia) y provoca estos ataques tanto al hijo como a la familia ejercidos de otro modo.

Al ejercer esta violencia en el bebé existe la amenaza de un daño a su YO frágil sumando lo posibles daños que con el trascurso del desarrollo se ejerzan sobre el bebe, esto presagia un posible daño irreversible en su estructura psíquica ya formada.

La violencia primaria y secundaria son conceptos ligados a la herida narcisista ya que son responsables de algunas de estas heridas en la estructura psíquica ya formada en un individuo, esto lleva a una reflexión sobre la crianza la manera en como se ejerce desde los primeros días de vida del bebe hasta la consolidación de su YO, ya que los defectos en la estructura psíquica dan como resulta una desadaptacion en su vida que en casos extremos incapaciten al individuo.

Referencias

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