Alexis Gon
Psicopatología y personalidad 2020–1
14 min readDec 16, 2017

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Psicopatología y Personalidad

Titular de la asignatura: Dra. Eva María Esparza

Alumno: González Sánchez Emmanuel Alexis

Terremoto 19 S: Un análisis cualitativo

Índice

Resumen 3

Introducción 3

Marco teórico 3–7

Método 7

Resultados y discusión 7–8

Conclusión y comentarios 8–9

Resumen

Los desastres naturales como el terremoto del pasado 19 de Septiembre, suelen traer consigo estragos a nivel psicológico en personas que los vivencian. El uso masivo e indiscriminado de la palabra trauma dentro de la cultura popular conduce a la ambigüedad del concepto y, en lo que refiere al terremoto antes mencionado, no ha sido la excepción. Entre las distintas vertientes de la psicología, el psicoanálisis tiene más de un siglo de producción literaria acerca del trauma. Ubicando y delimitando el concepto desde esta perspectiva se busca identificar rasgos propios de un efecto traumático a causa del terremoto en una muestra de 4 personas. Para ello se dispuso la aplicación de una entrevista semi-estructurada para indagar en las emociones, pensamientos y acciones relativas a la experiencia de este incidente con la intención de establecer un análisis intra e inter-sujeto. Los resultados arrojaron que 1 de las 4 personas exhibió de manera clara un efecto traumático resultado de su experiencia en una situación de terremoto.

Introducción

La recurrente e indiscriminada implementación de la palabra “trauma” dentro del lenguaje popular, induce a una tergiversación de las ideas expuestas en una amplia producción literaria relacionada con el tema desde la perspectiva de la psicología. Por si no fuera suficiente, a causa de la diversidad de enfoques en esta disciplina, resulta una tarea complicada el delimitar con claridad este concepto. Siendo así, la base teórica de este trabajo descansa específicamente en el abordaje que en materia de psicoanálisis se le ha dado a este concepto. A la luz de este saber, se retomarán diferentes constructos que determinarán la dirección de un análisis de los efectos de carácter psicógeno, ligados a la vivencia del terremoto del 19 de Septiembre de este año, reportada por una reducida muestra particular de individuos (4), sin ningún criterio de inclusión en particular.

Los desastres naturales habitualmente traen consigo una pesada carga que amenaza el equilibrio psicológico de las personas, en función de la resultante entre el nivel de adecuación de la respuesta de un individuo ante el evento y el potencial desestabilizador de la experiencia en sí misma. El terremoto del 19 S representó uno de los movimientos telúricos de mayor magnitud del cual se tenga registro en México y, como tal, ha sido objeto de una macro-exposición en los distintos medios de comunicación masiva. En algunos de estos se han encargado de difundir la idea de que este fenómeno ha dejado, o puede dejar, secuelas traumáticas en los individuos afectados por él. Los que han intentado fundamentar este argumento con base en el discurso de la ciencia, o que incluso han permitido que, profesionales con algún grado de conocimiento en la materia se pronuncien al respecto, se anclan sobre todo en las definiciones de los manuales psiquiátricos para sustentar esta idea. Ahora bien, ¿qué se puede decir al respecto desde la visión del psicoanálisis? La historia nos remonta un siglo atrás en lo que refiere a la conceptualización del trauma, a los primeros trabajos de Freud. Es justo hacer una revisión del trabajo psicoanalítico que involucra este concepto.

Marco teórico

El uso de la palabra trauma en la psicología guarda un sentido metafórico de un concepto inicialmente ocupado en el ámbito de la medicina para referirse de manera genérica a una lesión que comprometa algún tipo de tejido, ocasionada por un agente generalmente externo. De esta manera, en un sentido algo vago, al trauma al que se refiere la psicología es una lesión en el psiquismo de una persona y es, por tanto, de carácter inmaterial, pero cognoscible a través de una serie de manifestaciones que más tarde abordaremos.

Entrando en materia de literatura de corte psicoanalítica, tenemos que, de acuerdo a Laplanche y Pontalis, (1971, en Marucco, 2006), el trauma, es un acontecimiento de la vida que se caracteriza por su intensidad, la incapacidad del sujeto para responder a él adecuadamente, así como por los trastornos y efectos patógenos duraderos que provocan en la organización psíquica.

Situación traumática y trauma propiamente dicho

Cabe hacer una distinción entre situación traumática y el trauma propiamente dicho, así como identificar los destinos de lo traumático que, según sea el caso, pueden tener un carácter estructurante para el sujeto, de lo que en su momento resultó desestabilizador e intolerable, pero que si logra procesarse, posteriormente podrá tener un efecto estructurante para el psiquismo. Por otro lado, la vertiente que corresponde al trauma propiamente dicho constituye el destino patógeno de lo que no pudo llegar a procesarse tampoco en el a posteriori, con manifestaciones clínicas que denuncian las fallas en la simbolización.

Dimensión económica

Retomando la definición de Laplanche y Pontalis (1971), la primera parte nos remite a una dimensión económica del trauma. La intensidad con la que pueda ser experimentado un acontecimiento potencialmente traumático, está en algún grado condicionada por las características individuales del receptor. Es decir, cada sujeto tiene una capacidad diferente de adecuación en su respuesta frente a la intensidad de un mismo acontecimiento. La capacidad de respuesta corresponde al nivel de estructuración y preparación del Yo. De acuerdo a lo anterior, un niño tendrá menos posibilidades de producir respuestas adecuadas que un adulto (Marucco, 2006).

Dimensión representacional

El trauma en el sentido representacional, nace de una imposibilidad del yo para representar una intensa carga pulsional de un determinado acontecimiento. De esta manera, el inconsciente es contaminado por los elementos de una experiencia que no ha podido ser lo suficientemente elaborada. Como nos dice Schkolnik (2005):“En estos casos, falta ese necesario trabajo de elaboración psíquica que requiere posponer la satisfacción, o tolerar el dolor sin pretender expulsarlo con actuaciones violentas, ni quedar invadido por angustias de aniquilación, desconectándose del mundo externo o interno y tendiendo a borrar la diferencia entre ambos”

La idea de resignificación a posteriori del trauma propone la concepción de dos tiempos (Marucco, 2006):

- Un primer tiempo, que es el del acontecimiento, propiamente. Éste no es reconocido por el Yo debido a su incapacidad para dar cuenta del mismo.

- Un segundo tiempo, en el que un acontecimiento aparentemente intrascendente, resignifica y da sentido al trauma primero que retorna como síntoma.

De acuerdo a lo dicho por Freud (1937, en Marucco, 2006), la principal manera que tiene el Yo para poder abarcar y responder adecuadamente a un determinada demanda pulsional. Pero cuando la pulsión no es, por así decirlo, dominada por el yo a través de su capacidad representacional, puede tener dos destinos, dentro de la dimensión de lo no representable: el camino a la descarga motriz o el de la enfermedad somática.

Por su parte, C. y S. Botella (1997 en Sckolnik, 2005) se refieren a lo traumático como proveniente de la incapacidad de transformar una vivencia en algo psíquico. Habría una fractura, un hueco en la trama de las representaciones, que provocaría la violencia de los afectos y la desorganización del psiquismo. Y al no alcanzarse plenamente el registro de la representación, el sujeto quedaría expuesto al efecto desorganizador de las presentaciones, que lleva a intensas vivencias de desamparo.

De acuerdo a Marucco (2006), tenemos que bajo las condiciones de las crisis sociales, se producen situaciones de fuerte intensidad traumática, ocasionando una suerte de aplastamiento del mundo representacional por acción del peso la realidad. Este aplastamiento puede llegar al punto en que es posible confundir o sustituir al mundo representacional, dejando al sujeto en una posición donde ya no quedan enigmas ni preguntas acerca del deseo, ni espacio para la fantasía. Es necesario pasar de esta situación a aquella donde lo accidental traumático cobra el valor de un enigma. Entonces, será posible elaborar una teorización subjetiva sobre la causa del trauma. En un ámbito analítico se puede conducir al paciente a una problematización que permita ayudar a discernir entre lo que pertenece a la realidad y aquello que entra en el campo de su pulsión y, por lo tanto, de su participación (responsabilidad) subjetiva.

Schkolnik (2005) precisa que dichas fallas en la capacidad representacional no suponen un vacío de representaciones, sino que más bien se sustentan en la dificultad de establecer redes representacionales que permitan la tarea de resignificación para una posterior elaboración a través de la ligazón con la palabra. Lo irrepresentable en este sentido corresponde a la falta de esta ligazón.

Destinos de lo traumático

¿Qué determina que sea uno u otro, lo estructurante o lo patógeno, el destino de lo traumático? Como lo señala Schkolnik (2005), en este caso, son la estructuración psíquica previa y la característica de la situación.

Respecto a la estructuración psíquica previa, se tiene en cuenta en qué medida el sujeto ha consolidado la diferenciación entre sí y el objeto, así como el establecimiento lo consciente y lo inconsciente conservando un puente de comunicación entre ambas instancias para que se pueda realizar el trabajo elaborativo que permita la inserción en la dimensión de lo representacional de lo no procesado previamente. La indiscriminación con el objeto lleva a una disminución de los recursos yoicos para enfrentar los embates de la pulsión de muerte y conduce a la amenaza de desestructuración psíquica con los efectos patógenos consiguientes (Schkolnik,2005).

Esta amenaza no solamente surge por fallas a nivel de los orígenes del sujeto. Existen situaciones límite tales como las muertes, accidentes, rupturas, crisis político-sociales, experiencias de tortura o períodos críticos en el desarrollo humano que tienden a tener un efecto desestructurante en el psiquismo, dando lugar a marcas traumáticas inelaborables, aún en sujetos cuya historia previa haría suponer que disponen de mayores recursos para impedir que esos traumas invadan al psiquismo masivamente (Sckolnik, 2005).

El trauma da lugar tanto a efectos de repetición del mismo como a efectos defensivos contra él. En ambos casos se ve implicada una fijación al trauma y tienen una naturaleza compulsiva. Los puntos de fijación se encuentran instaurados en las representaciones no ligadas a la palabra del primer tiempo del trauma y pueden devenir en la formación de síntomas si dichos puntos de fijación son eventualmente investidos (Tkach, 2009; Rebagliati, 2017).

La desconexión entre representaciones de la cual ya se ha hablado se da por un efecto desligante obra de la pulsión de muerte (Schkolnik, 2005). De esta manera, el excedente libidinal no dominado va a producir la compulsión a la repetición de lo traumático en un perpetuo retorno de lo idéntico, regido por la pulsión de muerte” (Rebagliati, 2017).

Una de las movilizaciones defensivas descritas por Schkolnik (2005) en el marco de las psicopatologías con un componente traumático es la desmentida. En ésta, existe un hecho de la realidad que resulta intolerable y el sujeto actúa en desconocimiento de este. Se trata de un mecanismo de defensa que compromete significantes no verbales. La desmentida implica una escisión yoica: un sector del yo es capaz de percibir esa realidad intolerable, y otro, la desconoce tan radicalmente que actúa en función de ese desconocimiento.

Cabe señalar que Freud le acuñó un carácter traumático a las experiencias sexuales infantiles en la medida en que están enlazadas con impresiones dolorosas de angustia, prohibición, desengaño y castigo. Posteriormente, el factor traumático de la vivencia infantil pasaría a tomar parte en las teorizaciones acerca de la etiología de las neurosis y otras patologías (Tkach, 2009).

Si bien lo traumático desestabiliza, hiere y produce sufrimiento, puede llegar a desempeñar un rol fundamental en el sentido de promover transformaciones y jugar, por tanto, un rol estructurante. A partir de esos momentos movilizadores que implican el desprendimiento y la separación de vínculos objetales muy fuertes a los cuales se encuentra atado, se pueden dar cambios que favorecen el crecimiento y la afirmación del sujeto (Shkolnik, 2005).

Dada la intrincada naturaleza de la confluencia entre los factores estructurales y las particularidades situacionales traumáticas, no se puede establecer el grado de incidencia en el destino potencialmente estructurante o patógeno de una vivencia, para uno u otro individuo (Sckolnik, 2005).

Un acercamiento a la clínica psicoanalítica

El qué hacer de la clínica psicoanalítica en lo que refiere al tratamiento de experiencias traumáticas muestra dos vertientes íntimamente vinculadas: el trabajo reelaborativo y el vínculo transferencial. El trabajo reelaborativo, se hace posible por la resignificación de las experiencias traumáticas, a través de interpretaciones y construcciones que provee el analista, permitiendo así la progresiva significación de los elementos no integrados de aquellas situaciones que se presentan descompuestas y desligadas a la actualidad. Es a partir de la derivación lijadora de la investidura que se podrá recordar en lugar de repetir. El vínculo transferencial es el que hace posible el proceso simbolizante antes mencionado. Es en la escena transferencial misma en donde se produce la derivación del trauma, en tanto el analista ocupe un lugar posibilitador y facilitador de ese proceso, a partir de rectificaciones posibles de vínculos primarios traumáticos que han dado lugar a un estereotipo que se repite a lo largo de toda la vida. El analista es incluido en la serie psíquica compuesta por las figuras significativas para el paciente y es desde esa inclusión que podrá maniobrar con sus respuestas, inaugurando en muchas ocasiones una modalidad inédita de vínculo a partir de la impronta que se construya en la relación transferencial misma (Rebagliati, 2017).

Método

Se llevó a cabo una entrevista semi-estruturada a un total de 4 personas que conforman la muestra a analizar, con el objetivo de indagar acerca de su experiencia antes, durante y posterior al terremoto ocurrido el día 19 de Septiembre de 2017. Dicha muestra consiste en un par de infantes varones de 11 y de 7 años de edad, una joven de 21 y una madre de familia de 33. Las entrevistas fueron auxiliadas de un teléfono inteligente para capturar el audio y así no perder ningún detalle del discurso del entrevistado. Posteriormente, se procedió a la redacción en formato digital de las entrevistas. A partir de la información recabada, se ha dispuesto un análisis intra e intersujeto, centrándose primordialmente en las manifestaciones descritas por los participantes en las esferas idética, emocional y pragmática.

Resultados y discusión

Todos los entrevistados reportaron experimentar algún grado de miedo durante el sismo. En ninguno de los casos se presentó una sensación desbordante que se manifestara de manera desadaptativa en su respuesta; ninguno llegó al punto de paralizarse o disociarse. En ninguno de los sujetos se podía acusar la existencia de algún trastorno psicopatológico evidente que comprometiera el grado de estructuración psíquica de la persona y, por tanto, resultara una condicionante en el proceso de elaboración psíquica de la vivencia. De esta manera, el estado de la estructura psíquica en correspondencia con las características de la situación en sí misma, no pone de manifiesto en alguno de los participantes una inadecuación a la vivencia potencialmente traumática.

En lo que corresponde a los días posteriores al 19 de Septiembre, el común denominador en 3 de las 4 personas, emocionalmente hablando, fue la tristeza por mirar las condiciones de algunos de los afectados. El único que no reportó sentimientos de este tipo fue el niño de 7 años, el cual, de hecho, fue el que de todos expresó con menor detalle las emociones que experimentó antes, durante y después del terremoto, llegando a hablar acerca de las afectaciones no emocionales cuando se le preguntó concretamente qué había sentido. A juzgar de la observación clínica, esta pobreza para hablar de sus emociones parece atender a un aspecto inherente de su personalidad, más que tratarse de algo relacionado con alguna falla en el proceso de elaboración representacional ligado a la palabra de las demandas pulsionales en juego a causa del evento.

Ambas mujeres reportaron un sentimiento de culpa producto de comparar su status de afectación con los de algunos damnificados. En el caso particular de la menor de ellas dos, esa culpa se encuentra asociada con una afectación a nivel físico como lo es la falta apetito, pues al no comer recordaba que había afectados en cuyas posibilidades no estaba el poder satisfacer esta necesidad. Igualmente, ambas mujeres especificaron que sentían que cualquier carga emocional causada por el terremoto se iba aligerando.

Se puede apreciar como una tendencia consistente en las 4 personas de la muestra, los sentimientos y pensamientos ligados a la preocupación por las personas de mayor cercanía emocional. Así, todos reportaron estar preocupados por la integridad de sus familiares y amigos, sobre todo instantes después de haber pasado el terremoto. Estos pensamientos y emociones impulsaban conductas específicas tales como, enviar mensajes de texto o intentar hablar por teléfono, con el fin de establecer contacto con estas personas y reducir una tensión emocional alimentada por la incertidumbre con respecto al bienestar de sus allegados. Dichas conductas fueron reproducidas por las dos mujeres mayores de edad. Cabe mencionar que los dos niños varones entrevistados no cuentan con un dispositivo móvil propio. Estas conductas podemos traducirlas como un acto compulsivo que, como cualquiera en su tipo, pretende reducir la tensión interna en el psiquismo del individuo.

De los 4 relatos, es en el de la madre de familia donde se puede apreciar de manera reiterada la preocupación por el bienestar de sus seres queridos. A lo largo de su discurso, se puede identificar como alude de manera repetitiva a esta clase de preocupación, refiriendo a las mismas personas, aún cuando no pareciera venir tanto en al caso en la línea de su relato.

Existieron conductas dirigidas a auxiliar a otras personas en el caso de las dos mujeres, una ayudando a un niño en medio de un episodio convulsivo y la otra ayudando a una mujer en peligro de sufrir un episodio de crisis. Esto a su vez pone de manifiesto el grado de éxito con el que ambas pudieron tramitar la experiencia, puesto que resultó suficiente como para poder ayudar a estas dos personas que, por su parte, representan un ejemplo de inadecuación en la respuesta a la carga pulsional del evento potencialmente traumático, pues una consiste en una reacción desorganizada del sistema nervioso y la otra una manifestación de una ansiedad desbordada. Esta situación cobra relevancia para poder determinar el impacto del evento en primera instancia para ambas, lo cual será de importancia crucial para la aparición o ausencia de efectos traumáticos.

Los pensamientos que reflejaban incredulidad acerca de la situación o la reacción de las personas ante ésta, estuvieron presentes en 2 de los 4 entrevistados, el niño màs pequeño y la mujer de menor edad. Podemos pensar en el papel defensivo de estos pensamientos, como intentos emprendidos por el yo con el objetivo de hacer de lado la intensidad pulsional que cobran ciertos eventos.

Otro rasgo en común que comparten los relatos de ambas mujeres consiste en hacer mención de alguna persona o personas que exageraron en sus reacciones y compartieran información poco fiable y alarmista. En una de ellas esto causó molestia de manera explícita, mientras que la otra describió sentirse desesperada.

Con respecto a las afectaciones, 3 de las 4 personas de la muestra reportaron afectaciones de tipo material. Las afectaciones sociales se vieron presentes en igual proporción. En ambos casos, fue la mujer de menor edad la que no reportó afectaciones de esos tipos. Las afectaciones a nivel psicosomático, tales como la dificultad para dormir, fueron reportadas por las 2 mujeres de la muestra. Sin embargo, en el caso de la mujer de mayor edad, se revela un dato importante y particular: durante el terremoto anterior al del día 19 pudo oír el sonido del tinaco de su casa moviéndose, sonido que generó una fijación en ella que la hizo volver a escucharlo en otras ocasiones posteriores al terremoto del día 19, sin haberse presentado cualquier fenómeno mecánico que reprodujera ese mismo sonido del tinaco; no se trataban más que de otros sonidos que ella de inmediato interpretaba como aquel ruido del tinaco durante el terremoto. Estos sonidos ambiguos que reavivaban la sensación antes experimentada durante el terremoto, representan el segundo tiempo del trauma. Ella es la única persona de la muestra de entrevistados que relata con tal precisión la existencia de un efecto traumático, cuyo primer tiempo, curiosamente, se dio no en el terremoto del día 19 sino en el terremoto anterior a éste.

Conclusión y comentarios

Conceptualizando el trauma desde el marco teórico del psicoanálisis, tenemos que 1 persona de las 4 que conformaron la muestra de participantes entrevistados, mostró efectos claros de carácter traumático asociados con una experiencia de terremoto. Aunque vale hacer la aclaración que este efecto traumático tuvo su punto de inscripción en el terremoto anterior al del día 19, cuando vivió dicha experiencia estando en el interior de su casa.

Me gustaría agregar que, hasta antes de realizar las entrevistas, en el caso particular de los 2 niños, ellos se encontraban en una posición menos favorecedora por el supuesto teórico que nos indica que, las personas a una edad temprana, se encuentran más susceptibles a experimentar efectos traumáticos de una experiencia dado su nivel de estructuración psíquica en comparación con la vida adulta. Ninguno de estos niños presentò dichos efectos traumáticos. Es más, a juzgar de la observación clínica, se mostraron como los más naturales y calmados a la hora de relatar su experiencia, aun en la parte en la que vieron a otro niño convulsionándose. Hay que tener en cuenta también el bajo grado de afectación directa al que se vieron expuestos por la situación como la otra variable que incidió en el resultado final.

Referencias

Marucco, N. (2006). Actualización del concepto de trauma en la clínica analítica. En Revista de Psicoanálisis 63, 9–19 .

Rebagliati, A. (2017). La importancia del trauma en la clínica actual. En Trauma y clínica psicoanalítica. Buenos Aires: Psicolibro Ediciones.

Schkolnik, F. (2005) Efectos de lo traumático en la subjetivación. En Revista Uruguaya de Psicoanálisis 100, 73–90

Tkach, C. E. (2009). El concepto de trauma de Freud a Winnicott: un recorrido hasta la actualidad. En Lo traumático: sus derivaciones psicopatológicas, sus especificidades clínicas.

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