Reconocimiento de la realidad: el papel de los fenómenos y objetos transicionales.

Brenda Zuñiga
Psicopatología y personalidad 2020–1
4 min readAug 30, 2019

Abordaje a la primera hipótesis de Donald W. Winnicott acerca de la capacidad de los bebés para reconocer y aceptar la realidad.

En el primer capítulo del libro “Realidad y juego” Winnicott ( 1971) expone su hipótesis, formulada dos décadas antes, en la que introduce los conceptos de “objetos transicionales” y “fenómenos transicionales” para designar la zona intermedia de experiencia, siendo esta una parte de la vida que mantiene separadas y a la vez interrelacionadas la realidad interior (lo subjetivo) y la vida exterior (lo que se percibe en forma objetiva).

El término fenómenos transicionales se refiere a las experiencias funcionales, acompañadas por la formación de pensamientos o fantasías, que se realizan en la manipulación de objetos “no-yo” lo cuales proporcionan calma o satisfacción de necesidades. Entre estos fenómenos puede que el bebé halle algún objeto específico, pudiendo ser cualquier cosa como una frazada, un puñado de lana, incluso tal vez una palabra o melodía, y lo use como defensa contra la ansiedad, convirtiéndose así en un objeto transicional, adquiere una importancia fundamental al momento de comenzar a dormir, los padres al notar la relevancia del objeto en cuestión para el bebé lo trasladan junto con él.

En esta imagen se ilustra el apego del bebé a un osito de peluche, producto de actividades de introducción del puño a la boca por el recién nacido.

En la interacción del bebé con su objeto transicional existen algunas elementos de importancia que Escribens (2012) explica de la siguiente manera:

Para el observador, este objeto tiene un origen externo, porque es un objeto concreto; sin embargo el bebé no lo ve así. Es importante, empero, tener en cuenta que tampoco proviene del interior, porque no es una alucinación; es decir, no es el objeto de la realización alucinatoria del deseo en el sentido de Freud. Los derechos del bebé sobre este objeto son absolutos: por un lado lo ama y por el otro lo puede mutilar, y debe sobrevivir al amor instintivo y también al odio y, de ser el caso, a la agresión pura, pero nunca debe cambiar, a menos que sea él mismo quien lo transforme. Sin embargo, debe parecerle al infante que puede proveer calor, o moverse, o tener textura, o hacer algo que parece mostrarle que tiene vitalidad o realidad propia. Solemos aceptar la asunción de derechos absolutos sobre este objeto por el infante. Sin embargo, cierta abrogación de la omnipotencia es un rasgo característico desde el comienzo. Tal objeto viene a ser una representación del pecho materno, que es el objeto primario, pero su génesis es siempre anterior al reconocimiento de la realidad externa, y de ahí su carácter paradójico de objeto que no está ni dentro ni fuera, no siendo un objeto ni del mundo interno ni del externo, sino una posesión (p. 33).

Winnicott sugiere que la pauta de los fenómenos transicionales empieza a aparecer desde los cuatro a seis meses hasta los ocho o doce. Cabe destacar que en ocasiones no existe un otro objeto transicional aparte de la misma madre. Las pautas establecidas en la infancia pueden persistir en la niñez, de modo que el primer objeto blando sigue siendo una necesidad absoluta. El objeto transicional del bebé se descarga poco a poco, pierde significación en especial a medida que se desarrollan los intereses culturales.

Si bien todas estos componentes de los fenómenos transicionales son importantes al analizar el desarrollo del bebé es imprescindible resaltar el papel simbólico del pecho materno , entendido no solamente como el pecho en su aspecto tangible, sino también como la técnica de crianza. En este punto, es preciso señalar el rol de la madre en el desarrollo del infante.

En el último trimestre del embarazo la madre tiene una preocupación maternal primaria, es decir, es una madre devota ya que se dedica de completamente a satisfacer las necesidades de su hijo, de esta manera el bebé tiene la ilusión de ser una misma unidad con la madre pero este comportamiento no debe persistir más de unas semanas posteriores al nacimiento del bebé, dando paso a ser una madre suficientemente buena ya que no se dedicara de lleno al bebé permitiendo de esta manera la adaptación del menor a la tolerancia a la frustración al interactuar con el mundo exterior, esto ocurre cuando la madre lo desilusiona gradualmente mediante el destete permitiéndole el paso al principio de realidad. Un proceso de destete adecuado juega un papel fundamental en el desarrollo del bebé, de lo contrario se puede generar una patología.

Se han revisado conceptos fundamentales para entender la idea planteada por Winnicott en su trabajo y pensamiento analítico, los cuales nos dan brindan fundamentos para tener presentes en la práctica clínica del día a día como terapeutas, lo cuales nos pueden ayudar a comprender de una mejor manera ciertas condiciones de la vida adulta en cuanto a aspectos variados que van desde la interacción de los adultos en sus ambientes culturales, religiosos y artísticos hasta el polo opuesto de un desarrollo saludable, como lo son algunos aspectos psicopatológicos. Entender los conceptos básicos acerca de lo procesos transicionales nos da las bases para poder entender la formación de la personalidad, resaltando la importancia que tiene analizar cada aspecto explícito e implícito del comportamiento de los bebés para poder comprender el presente de un adulto que llega a consulta en busca de ayuda psicológica.

Escrito por:

Álvarez Muñoz Ángela Johana, Lozada Sandoval Sandra y Zuñiga Castillo Brenda

Referencias:

Scribens, A. (2012). Los fenómenos y objetos transicionales en la reorganización perdurable del ámbito subjetivo. Revista psicoanálisis. (10), 33–34.

Winnicott, D. (1971). Realidad y juego.(1° ed.) Barcelona: Gedisa.

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