Sadismo sexual: lo real es lo imaginado

“La característica esencial del sadismo implica actos (reales no simulados) en los que el sufrimiento físico o psicológico (incluyendo la humillación) de la víctima es sexualmente excitante. […] En todos los casos es el sufrimiento de la víctima lo que produce la excitación sexual” (DSM, 1995, citado por Rangel, 2010).

Introducción

Este ensayo tiene por finalidad reconstruir las principales características que envuelven a las parafilias así como del trastorno de sadismo sexual desde un enfoque psicoanalítico contribuyendo a un juicio clínico respecto al tema a tratar.

Socialmente existen normas aceptadas acerca del comportamiento y actitud sexual definiendo lo que es “normal” o “anormal” dependiendo de cada cultura. Sin embargo, existen conductas sexuales que involucran un malestar significativo hacia otra persona provocándole daño ya sea físico o psicológico; a causa de esto, puede ser justificado un tratamiento (Brown, 2017).

Estas normas se ven directamente influidas por parte de los padres, puesto que tienen un papel relevante en la educación y desarrollo de sus hijos por lo que si estos otorgan un rechazo o prohibición involucrando los tocamientos como una forma de exploración del cuerpo, generarán culpa y vergüenza en el niño que más adelante se verá reflejado en la adultez, ya que se inhibe la capacidad de satisfacción sexual así como el desarrollo de relaciones íntimas sanas. Esto nos lleva a mencionar un punto importante del rol que juegan las relaciones tempranas en el desempeño y funcionamiento de una relación de pareja.

Según Brown (2017), las relaciones filiales pueden ser dañadas por:

  • Distancia emocional excesiva.
  • Conductas punitivas.
  • Seducción manifiesta y explotación sexual.

Como bien menciona Winnicott (1996), centrándonos en el yo del niño, su debilidad o fortaleza dependerá de los cuidados que la madre suficientemente buena o mala le brinde, así como su capacidad de satisfacer la dependencia absoluta. Generar un ambiente facilitador en el que el niño pueda desarrollarse de manera adecuada propiciará que el yo pueda crear una estructura psíquica sana. Es por ello, que “las vivencias satisfactorias, frustrantes, amenazantes o dolorosas que resultaron de la interacción con los primeros objetos significativos (principalmente los padres) en las etapas cruciales de la infancia determinarán, en lo sucesivo, las modalidades de actuación frente a todas las relaciones posteriores de la vida, especialmente con el objeto de elección amorosa” (Pagaza, et al., 2006). De este modo, los niños que son expuestos a un nivel físico y verbal de hostilidad, rechazo y crueldad, tienen mayor probabilidad de desarrollar problemas con su intimidad sexual y emocional.

Una mirada hacia las perversiones

Imagen representativa sobre las parafilias.

El psicoanálisis es la escuela que más ha descrito ampliamente el estudio de la psicopatología en las parafilias o perversiones. Freud, en 1905 (p. 51, citado por Pagaza, et al, 2016) había sido el primero en demostrar que algunas partes del erotismo infantil ingresan en la organización final de la vida sexual madura y es quien clasificaba las llamadas “aberraciones sexuales”. Mas tarde, la sexualidad infantil quedó identificada con una gran cantidad de pulsiones parciales tales como: ver, ser visto, mostrar, oler, golpear, morder, etcétera, surgidas de diversas zonas erógenas (la boca, el ano, la musculatura o los genitales). Pero Pagaza (2016) añaden que, después de un largo proceso, las pulsiones parciales se subordinan a la primacía genital y de ser un proceso fallido, las pulsiones parciales ocupan el lugar de las pulsiones genitales. En las perversiones, la pulsión parcial dominante se exterioriza con toda libertad.

Así mismo, comenta que las experiencias traumáticas repetidas como por ejemplo: ser vestido con ropas de otro sexo por los padres debido al deseo de tener un hijo de sexo contrario, contacto con los genitales de los adultos o actividades sexuales o de excreción, así como la ridiculización ya sea de pequeños o feos, serán revividas en la adultez joven con formaciones parafílicas significativas. La parafilia permite conquistar y superar la ansiedad vivida en la infancia.

Brown (2017) nos dice que las perversiones o parafilias implican la excitación sexual ante objetos, situaciones y/o destinatarios atípicos (niños, animales, cadáveres) o el sufrimiento y humillación de uno mismo o de la pareja con la probabilidad de causar daño. Sin embargo, algunas prácticas sexuales no implican un trastorno solo por ser algo inusual puesto que puede haber intereses parafílicos pero no cumplir con ambos de los siguientes criterios:

  • Ser intensos y persistentes.
  • Provocar angustia o deterioro significativo en el área social, laboral u otras áreas importantes de funcionalidad con daño o potencial a dañar a otros.

“De acuerdo con la teoría psicoanalítica de la libido, las perversiones se explican como procesos de fijación y regresión a los niveles pregenitales del desarrollo de tipo oral y anal” (Pagaza, et al., 2016). Así mismo, Fenichel (p. 52, citado en Pegaza, et al., 2016), planeta que “la perversión es una técnica defensiva para eludir la angustia de castración y el sentimiento de culpa incestuosa de la fase edípica con el fin de alcanzar el orgasmo genital”.

Para Bleger, Cvik y Grunfeld (1973, p. 53 citado en Pegaza, et al., 2006), lo perverso-parafílico surge de una parte inmadura de la personalidad desplegando sus identificaciones múltiples a través de distintas fantasías que entran en conflicto con la parte más madura de la personalidad quedando ésta sometida durante el episodio perverso a aquél núcleo psicótico para recuperarse después. Es por ello que, la parafilia no solo es una distorsión o aberración de la sexualidad, sino una ficción de la sexualidad que se emplea con el fin de controlar aspectos psicóticos para evitar o prevenir la desintegración psicótica.

Por ende, se puede decir, que la persona parafílica predomina el principio del placer frente al principio de realidad creando una sexualidad que se basa en la reglas del lenguaje del sexo exponiendo todo aquello que puede quedar en el mundo imaginario del sujeto. “El mundo externo del parafílico revela un ligamen narcisista, con lo que no hay diferencia entre objeto y sujeto y el objeto es afectivamente indiferente para el sujeto prafílico, que lo desvaloriza y usa para sus fines” (Pegaza, et al., 2006). De modo que, no existe una preocupación por el otro puesto que cada una de las personas “usadas” es un mero juguete para la satisfacción del placer sexual.

Trastorno de Sadismo Sexual

Ilustración acerca del trastorno de sadismo sexual.

Se han descrito diversos tipos de parafilias a lo largo de la historia aunque la mayoría no son muy frecuentes o son raras. No obstante, en esta ocasión haré mención acerca del Trastorno de Sadismo Sexual.

Se trata de una parafilia específica la cual “consiste en infligir un sufrimiento físico o psicológico (humillación o terror) en otra persona para estimular la excitación sexual y el orgasmo […] provoca malestar o deterioro funcional significativo que se lleva a cabo sin el consentimiento de otra persona” (Brown, 2017). No obstante, en algunas personas dichas conductas van aumentando hasta el punto de hacerse daño a ellas mismas.

Diagnóstico

El Trastorno de Sadismo Sexual se basa en los siguientes criterios clínicos específicos para ser diagnosticado según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V):

  • Los pacientes se excitan sexualmente de manera repetida e intensa con el sufrimiento físico o psicológico de otra persona expresada en fantasías, deseos irrefrenables o comportamientos.
  • Cumplimiento de estos deseos irrefrenables con una persona sin su consentimiento.
  • Estos deseos o fantasías sexuales han causado malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
  • Afectación presente durante un periodo mínimo de 6 meses.

Prevalencia

Según el DSM-V (2014), la prevalencia del trastorno se desconoce, pero se basa en la media de individuos evaluados en el contexto forense. La prevalencia varía entre un 2–30%. Entre los agresores sexuales considerados civilmente en Estados Unidos, menos del 10% presenta sadismo sexual. Entre los individuos que han cometido homicidios con motivación sexual, la tasa de sadismo sexual varía del 37 al 75%.

Comorbilidad

Esta se basa en gran medida en individuos (la mayoría varones) condenados por delitos en los que se realizaron actos sádicos contra personas sin su consentimiento (DSM-V, 2014). Por lo que no podría aplicarse a todos los individuos que no han realizado actividades de sadismo con personas sin su consentimiento pero que cumplieron los criterios diagnósticos. Entre los trastornos que suelen ser comórbidos con el sadismo sexual se encuentran otros trastornos parafílicos.

A continuación añado un video para complementar la información en el que explica brevemente y de manera clara este tipo de parafilia.

https://youtu.be/2ZdzQHJy5Us

Sadismo sexual y psicoanálisis

El sadismo es un componente agresivo de la pulsión sexual de dominación y control en donde la persona sádica se queda fijada en la posesión concibiendo de su propiedad a los sujetos. Esta raíz deriva de una infancia privada de afecto y personas ignoradas como sujetos dignos de amor produciendo en la adultez una destrucción a través de actos violentos (Vives, 2016).

Regresando un poco a la teoría psicoanalítica de la libido donde las perversiones son explicadas con la fijación y regresión a los niveles progenitales del desarrollo de tipo oral y anal, Fernández (2008) menciona que Abraham, distinguió dos periodos al nivel oral que había descrito Freud:

1) Periodo de succionar: es un periodo de ambivalencia en el que el niño todavía no es capaz de distinguir entre el propio yo y el objeto externo así como odio y amor.

2) Periodo de mordedura: lo denominó sádico-oral por la coincidencia de la aparición con la dentadura y porque habría ambivalencia hacia el objeto, ante la dificultad de incorporar y destruir por primera vez.

Así mismo, el componente instintivo del sadismo para Abraham (citado en Fernández, 2008) manifestaba dos tendencias opuestas:

- “Destruir el objeto (o al mundo externo)”.

- “Controlarlo” (preservación del objeto) por medio de un proceso de represión a partir de la tendencia destructora más primitiva.

Debido a ello, le permitió inferir dos periodos en la fase anal freudiana del desarrollo:

1) Retentivo o posesivo: se ancla el obsesivo con la duda de destruir o no al objeto pero predomina la tendencia de retención o control del mismo.

2) Expulsivo: se propone destruir y perder el objeto.

Así, el contexto mental sádico-anal será accedido por regresión produciendo una expulsión del objeto en donde se da un desarrollo libidinal considerando al otro como un objeto que le pertenece y sobre el cual ejerce el derecho de propiedad y así mismo, trata a la persona como su propiedad privada, contenido de su cuerpo, sus heces (Fernández, 2008).

De igual manera, se puede concebir que las tendencias de destruir y controlar el objeto se ven presentes en el trastorno de sadismo sexual puesto que es un componente principal en el sujeto que busca la manipulación y la sumisión del otro a causa de satisfacer sus deseos o fantasías que le producen placer.

Continuamente nos encontramos en la literatura a Rangel (2010), quien hace alusión a Freud pues comenta que existe “el par sadismo-masoquismo” y lo enmarca en un proceso que se lleva a cabo en tres tiempos:

1) El sadismo consiste en una acción violenta, en una afirmación de poder dirigida a otra persona como objeto.

2) En un segundo momento, este objeto a quien estaba destinada la acción violenta es resignado y sustituido por la persona propia. Con la vuelta de la acción hacia la persona propia se ha consumado al mismo tiempo la mudanza de la meta pulsional activa en pasiva (martirizar — ser martirizado).

3) Se hace necesario la búsqueda de un nuevo objeto — ajeno a la persona propia — que tome sobre sí el papel de sujeto.

Este par completa la erotización del dolor en la parafilia del sadismo sexual existiendo diversos tipos de grados desde quien evoca fantasías sádicas durante el acto sexual pero no las lleva a cabo en la realidad, pasando por quien consigue víctimas que consienten ser agredidas, hasta quien somete a otras personas en contra de su voluntad para provocarles sufrimiento.

El dolor se convierte para el pervertido en un liberador de las resistencias internas, el placer es buscado a través de un castigo fantaseado para apaciguar la ansiedad interna que no cesa, una dolorosa tensión psíquica que no puede ser descargada (Vives, 2016).

Una situación que podría ejemplificar el trastorno de sadismo sexual es la que se observa en la película “Saló” o “120 días en Sodoma” siendo un largometraje controversial pero en ella se muestra claramente cómo los personajes principales, quienes tienen un alto mando, ejercen su poder contra los chicos y chicas a los que secuestran siendo estos los prisioneros obligados a cumplir sus más aberrantes fantasías y deseos sexuales. Durante la película, hay dos frases que quisiera resaltar que me llamaron la atención: “Nos conducimos por los deseos frustrados” y “Cuando ellos sufren es cuando yo me regocijo”. Siendo ellos los que llegan a tener conductas dañinas hacia sí mismos, podemos inferir que en el sadomasoquismo, el verdugo y la víctima pueden llegar a ser una misma persona en algunas ocasiones lo cual conlleva a una dominación de los impulsos agresivos sobre los libidinales dando como consecuencia una fragmentación del yo.

Conclusión

De acuerdo a cada cultura, el comportamiento sexual de las personas tiende a ser muy variada y compleja, por lo que es difícil poder determinar qué tipo de conducta es normal o anormal. No obstante, existen ciertos criterios que determinan la clasificación de dichas conductas.

En la mayor parte de las personas existe una adecuada resolución de los conflictos en la etapa anal-sádica del desarrollo psicosexual, sin embargo, existe otra parte en la cual las situaciones traumáticas agresivas en las que el niño se vio expuesto no llegan a reprimirse y por ende, se origina un tipo de parafilia específico existiendo elementos particulares que se enfocan en la destrucción de la realidad.

Pese a que se puede considerar que el sadismo no puede llegar a desvincularse del masoquismo, pienso que no en todos los casos se da validez a este argumento ya que como se mencionó a lo largo del texto, existen personas que son torturadas sin su consentimiento y pasan por situaciones aberrantes solo por el simple hecho de que el sádico busca en el acto sentir placer sin tener preocupación por el otro. Debemos evitar la vinculación de este trastorno con un erotismo romántico como bien se puede llegar a interpretar en diversas películas más actuales.

El sadismo sexual es crónico y puede ir en aumento con el tiempo llegando a tener repercusiones legales pues es en esta población con la que se ha podido llegar a tener una aproximación de la prevalencia de este trastorno. Y si bien no se sabe específicamente a qué edad prevalece, sabemos que los orígenes provienen desde factores traumáticos en la infancia en donde más tarde, el sádico revela el goce de reducir a un otro como un objeto puro, un pedazo de cuerpo con el que puede gozar a su libre albedrío convirtiéndolo en un fetiche. Es preciso decir que cada caso será muy distinto y es posible tener un tipo de intervención tanto psicológica como médica para tratar esta patología.

Por último, me gustaría anexar un link en dónde se puede leer un caso clínico acerca de este trastorno psicosexual: https://www.redalyc.org/pdf/802/80280204.pdf?fbclid=IwAR09IvyPtY_QLVfrx0hFuaGfBPLwUZLegcpy71Ox6-woVuSEuFuZ5w19-Ik

Referencias

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Brown, G. (2017). Generalidades sobre el comportamiento sexual [Mensaje en blog]. Recuperado de: https://www.msdmanuals.com/es-mx/professional/trastornos-psiqui%C3%A1tricos/sexualidad,-disforia-de-g%C3%A9nero-y-parafilias/generalidades-sobre-el-comportamiento-sexual

Brown, G. (2017). Generalidades sobre los trastornos parafílicos. [Mensaje de blog]. Recuperado de: https://www.msdmanuals.com/es-mx/professional/trastornos-psiqui%C3%A1tricos/sexualidad,-disforia-de-g%C3%A9nero-y-parafilias/generalidades-sobre-los-trastornos-paraf%C3%ADlicos

Brown, G. (2017). Trastorno de sadismo sexual. [Mensaje de blog]. Recuperado de: https://www.msdmanuals.com/es-mx/professional/trastornos-psiqui%C3%A1tricos/sexualidad,-disforia-de-g%C3%A9nero-y-parafilias/trastorno-de-sadismo-sexual

Fernández. M. (2008). Abraham y la melancolía: la teoría biológica. Revista Internacional de Psicoanálisis, 028. Recuperado de: http://www.aperturas.org/articulo.php?articulo=0000391

Pagaza, A. & Sánchez J. (julio-diciembre, 2006). Una pareja perverso sádico-masoquista. Un caso clínico. Revista Intercontinental de Psicología y Educación, 8(2). Recuperado de: https://www.redalyc.org/pdf/802/80280204.pdf?fbclid=IwAR09IvyPtY_QLVfrx0hFuaGfBPLwUZLegcpy71Ox6-woVuSEuFuZ5w19-Ik

Rangel, L. (julio-diciembre, 2010). El sadomasoquismo: una estructura circular. EN-CLAVES de pensamiento 4(8). Recuperado de: http://www.scielo.org.mx/pdf/enclav/v4n8/v4n8a2.pdf

Rostagnotto, A. (2003). La categoría psicopatológica de perversión desde el psicoanálisis freudiano. V Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XX Jornadas de Investigación Noveno Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología — Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires. Recuperado de: https://www.aacademica.org/000-054/234.pdf?fbclid=IwAR1SqYw18CVwGerXytUEt4beMD4C9K7y9zS-opK5N14PoT6rlYL_ic6e_rw

Vives, A. (2016). Sadismo y masoquismo. [Mensaje de blog]. Recuperado de: http://www.psicoanalisis0.com/sadismo-y-masoquismo/?fbclid=IwAR1i3ugz5A3ivN752rvCM8use1xh3x0VtgZPGhhPC0QlkYoXKQ0z1TgZA_s

Winnicott, D. (1996). La integración de yo en el desarrollo del niño. En Los procesos de maduración y el ambiente facilitador: Paidós.

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