Publicación Final: Trastorno Dependiente de la Personalidad y la Violencia de pareja: La historia de un bebé adulto

Alberto Meza
Psicopatología y personalidad 2020–1
10 min readDec 11, 2018

Introducción

Acorde a los datos obtenidos por la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (INEGI, 2017), el 43.9% de las mujeres, que alguna vez han tenido una pareja, han sufrido de violencia, en cualquiera de sus niveles. Todavía más alarmante es el hecho de que, sólo el 20% de estas personas emprendieron alguna acción (sea legal o no).

Recuperado de Google Images, el 11 de diciembre del 2018

Esto nos hace preguntarnos el porqué, sin embargo, creo que aunque la pregunta está bien, lo verdaderamente importante es saber qué hacer con la respuesta. Conocer cuáles son los factores que conllevan a una persona a tolerar las agresiones de su pareja, así como aquellas posibles causas que provocan que un individuo agreda a alguien que se supone que quiere, debería de servir para prevenir o intervenir, según sea el caso, este tipo de situaciones.

Una explicación podría estar relacionada con el Trastorno de la Personalidad Dependiente (TPD), el cual es una serie de comportamiento de sumisión y adhesión relacionado con una necesidad excesiva de ser cuidado (APA, 2013, pág. 645). Esto debido al hecho que ciertos rasgos de personas maltratadas por su pareja (Agoff, Rajsbaum & Herrera, 2006) son similares a los que se proponen como síntomas del TPD.

El propósito de esta publicación es tratar de analizar las variables que se observan en una relación dependiente, que conllevan violencia para al menos uno de los miembros, y del TPD. Tales variables son propuestas psicoanalíticas, planteadas por dos autores, Green y Klein, que si bien es cierto ellos no tratan este tópico tal cual, aportan elementos que ayudan a explicar el por qué se establece el trastorno dependiente de la personalidad y una relación dependiente.

Trastorno de la Personalidad Dependiente

Pero antes, se hablará brevemente acerca del trastorno central de esta publicación, el TPD. Acorde a la APA (2013, pág. 675), las personas que sufren de esta afección presentan los siguientes síntomas:

a) Le cuesta tomar decisiones cotidianas sin el consejo y la reafirmación excesiva de otras personas.

b) Necesita a los demás para asumir responsabilidades en la mayoría de los ámbitos importantes de su vida.

c) Tiene dificultad para expresar el desacuerdo con los demás por miedo a perder su apoyo o aprobación. (Nota: No incluir los miedos realistas de castigo)

d) Tiene dificultad para iniciar proyectos o hacer cosas por sí mismo (debido a la falta de confianza en el propio juicio o capacidad y no por falta de motivación o energía.)

Recuperado de Google Images, el 11 de diciembre del 2018

e) Va demasiado lejos para obtener la aceptación y apoyo de los demás, hasta el punto de hacer voluntariamente cosas que le desagradan.

f) Se siente incómodo o indefenso cuando está solo por miedo exagerado a ser incapaz de cuidarse a sí mismo.

g) Cuando termina una relación estrecha, busca con urgencia otra relación para que le cuiden y apoyen.

h) Siente una preocupación no realista por miedo a que lo abandonen y tenga que cuidar de sí mismo.

Sin embargo, es importante aclarar dos cosas, que el mismo manual hace. Primero, el hecho de que las personas que tienen razones reales para tener miedo de contradecir a la persona de la cual depende, no debe de ser tomado como un síntoma del TPD. Situación que acorde a Agoff, Rajsbaum & Herrera (2006) sucede en víctimas de violencia de pareja, ya que temen sufrir de agresiones al contrariar a su victimario.

Segundo, el hecho de que la víctima tolere abusos físicos, psicológicos y sexuales aun cuando existe la posibilidad de no quedarse en esa situación, debe de ser considerado como un síntoma del TPD. Recordando lo dicho por Agoff, Rajsbaum & Herrera (2006), esta situación es sumamente común en personas que se encuentran en una relación de pareja abusiva.

Violencia de pareja

Asimismo, es importante hablar acerca de la violencia de pareja. Para ello, se retomará el ciclo de violencia propuesta por Walker (Mujeres sin violencia, 2016), el cual consiste en tres fases:

1) Fase de tensión: Esta etapa se caracteriza por el aumento gradual de conflictos y discusiones. Es común que se presenten agresiones verbales. Durante este tiempo, la mujer trata de calmar a su pareja, llegando en algún momento a pensar que es culpa de ella que tal situación suceda.

2) Fase de agresión: Existe un “estallido” de la violencia, siendo esta etapa donde los embates son más agudos. La agresión va desde la psicológica, física y sexual, pudiendo terminar con el fallecimiento de la víctima.

Recuperado de Google Images, el 11 de diciembre del 2018

3) Fase de conciliación (fase de la luna de miel): En caso de que el agresor no mate a su pareja, éste pasa por un momento de arrepentimiento, le jura a la víctima que el arrebato de ira nunca volverá a ocurrir y cometió un grave error. Conforme pasa el tiempo, el ciclo vuelve a la primera etapa una y otra vez, hasta que la mujer termina con la relación o el varón termina con la vida de la víctima.

Propuestas psicoanalíticas

Ahora bien, aunque no hay una gran cantidad de literatura psicoanalítica con respecto al TPD, en comparación con otros trastornos más estudiados como la psicosis o la histeria, ello no quiere decir que no pueda ser abordado. Para el estudio de este trastorno se retomarán dos concepciones, el narcisismo negativo de Green y la posición esquizo-paranoide de Klein.

Narcisismo negativo

Acorde a Green (1983, citado en Esparza, 2015) el narcisismo negativo se instaura cuando el narcisismo primario no es adecuado y, por ende, no hay una adecuada unificación del Yo. Cabe recordar que cuando el bebé nace, se “nutre” del narcisismo de sus padres para establecer el propio; esto es, el infante queda en el centro de las atenciones de su padre, lo que Freud llama Su majestad el Bebé (Esparza, 2015). Este proceso de narcisización ayuda a que el fragmentado Yo del niño comience a unirse.

Recuperado de Google Images, el 11 de diciembre del 2018

Por último, es importante aclarar que cuando el psicoanálisis habla del narcisismo positivo hace referencia a lo que en psicología es llamado como autoestima. En cambio, según Green (citado en Esparza, 2015), el negativo es la patología.

Este autor define el narcisismo negativo como el resultado de la interacción del narcisismo y la pulsión de muerte (Esparza, 2015, pág. 119). Esto provoca que las relaciones objetales se vean desligadas, ya que la investidura libidinal que usualmente se tiene a los objetos, es retirada de éstos, provocando una carencia, la cual será negada a lo largo del desarrollo de la vida del individuo. (Esparza, 2015)

Posición esquizo-paranoide

Tal posición es propuesta por Klein, la cual sucede en los primeros meses de vida del niño. Aunque recibe el nombre de dos trastornos mentales, es importante aclarar que esta autora no habla acerca de patologías, sino una parte del desarrollo normal de las personas (Segal, 1982).

Utiliza el prefijo esquizo para ilustrar el hecho de que el bebé percibe a los objetos de forma escindida (Segal, 1982), esto es, de forma segmentada; y cada fragmento es visto una totalidad por sí misma.

De aquí, se explica el por qué Klein menciona la existencia de un pecho bueno y uno malo. El mismo objeto es visto como dos distintos, debido al hecho de que se le atribuyen características polarmente diferentes a cada uno. El primero posee todas las cualidades positivas y buenas, calma al bebé y le da seguridad. El segundo resulta lo contrario, aquello que le atribuye, le genera angustia y está lleno de “cosas malas”, tanto del ambiente como propias del infante (Segal, 1982).

Resultado de imagen para esquizo-paranoide
Recuperado de Google Images, el 11 de diciembre del 2018

Con respecto al sufijo paranoide, hace referencia a la angustia vivida por el niño como persecutoria, ya que cree que el objeto, en este caso el pecho, lo aniquilará.

La posición esquizo-paranoide concluye, cuando las situaciones positivas rebasan a las negativas y se logra unificar al Yo, haciendo que el bebé comprendan que los objetos que percibe como distintos, realmente son uno mismo, por lo tanto, pueden tener tanto características positivas como negativas, sin necesidad de separarlas en objetos diferentes (Segal, 1982).

Discusión

Con base en lo anterior, se podría hacer referencia que las personas con TPD no lograron desaparecer la escisión de los objetos, realizada durante la posición esquizo-paranoide, debido a que las situaciones angustiantes fueron más numerosas que las satisfactorias. Por ende, no resulta quimérico pensar que la escisión se mantenga.

En cierto modo, se podría decir que al quedarse en una posición tan temprana, las personas con TPD muestran comportamientos tan primitivos como depender totalmente de otra persona, que en muchas ocasiones suele ser de los progenitores.

Recuperado de Google Images, el 11 de diciembre del 2018

Aún más, dado que es probable que los individuos con TPD no tuvieron un proceso de narcisización adecuado, ya que nunca fueron “Su majestad el bebé”, sea por la causa que sea, busquen satisfacer, cuando son adultos, esta necesidad. Precisando de la constante atención de su principal objeto libidinal.

Esto resulta interesante de denotar, ya que Green (citado en Esparza, 2015) menciona que el narcisismo negativo, que es la consecuencia de lo descrito en el párrafo anterior, provoca la negación de la carencia (no haber tenido un adecuado proceso de narcisización). Ello explicaría, en parte, la dificultad de los individuos con TPD para dejar a la persona de la que dependen. Recordando las palabras del mismo autor:

…el narcisismo negativo nos acerca “a la inexistencia, la anestesia, el vacío, lo blanco” (1983, p. 38), búsqueda regresiva a la nada. (Esparza, 2015, pág. 120)

Es decir, la sensación que la gente con TPD puede tener, cuando pierde a la persona de la cual depende, es la nada. Un vacío que estos individuos han tenido desde la más tierna infancia.

Con referencia a la violencia de pareja es necesario recordar que para que este fenómeno suceda se necesitan mínimo dos, la víctima y el victimario. Por lo tanto, analizaré a ambos protagonistas desde las concepciones psicoanalíticas ya descritas.

En ambos casos, pasaron por un proceso de narcisización inadecuado y no lograron superar la posición esquizo-paranoide. Lo que se diferencia es la forma en cómo se fueron desarrollando después de estas situaciones.

En el victimario, el narcisismo negativo generó que el infante no lograra instaurar las relaciones objetales necesarias para establecer un narcisismo positivo. Por el contrario, el infante en lugar de seguir la pulsión de vida, tendió por la de muerte, desligando al objeto de su libido, dirigiendo, más bien, pulsiones agresivas.

Por lo tanto, el objeto no es visto como un satisfactor, si no como angustiante, por ende, busca destruirlo antes de que lo destruya a él. Esto recuerda a la ansiedad persecutoria que el niño tiene durante la posición esquizo-paranoide, hacia el “pecho malo”.

Recuperado de Google Images, el 11 de diciembre del 2018

En cuanto a la víctima, el narcisismo negativo provocó lo mismo que en el victimario, sin embargo, en lugar de destruir el objeto que le provocó angustia, lo busca, ya que le provee de satisfacción aun cuando lo daña. Las relaciones objetales mantienen las mismas pulsiones que en el victimario, es decir, las de muerte.

El objeto, en este caso la pareja, no es vista como una totalidad, con características tanto positivas como negativas; más bien, se percibe parcial, donde sólo las cualidades buenas permanecen y las malas son negadas.

Lo anterior podría explicar el discurso de muchas víctimas de violencia de pareja cuando hacen mención de que su agresor las quiere, es bueno y amable; y minimizan o niegan que sea violento, las maltrate, etcétera (Agoff, Rajsbaum & Herrera, 2006).

Conclusiones

Resulta evidente, que decir que todas las víctimas de violencia de pareja sufren de TPD no sólo es reduccionista sino que resulta irreal. Es necesario entender que éste, es un fenómeno sumamente complejo, con muchas aristas a analizar.

Justamente, ese fue el propósito de la publicación, ampliar el panorama con el cual se estudia la violencia de pareja. No sólo eso, también se buscó denunciarlo, para que cada vez sea tomado con mayor seriedad, que se pueda hacer algo además de únicamente agredir, ridiculizar e insultar a la víctima, minimizando la situación al decir que como siempre ha ocurrido así, no podemos hacer nada para cambiarlo.

Referencias

Agoff, C., Rajsbaum, A., & Herrera, C. (2006). Perspectivas de las mujeres maltratadas sobre la violencia de pareja en México. Salud Pública de México, 307–314.

APA. (2013). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V) (Quinta ed.). España: Panamericana.

Esparza, E. (2015). Fallas en la estructuración Psíquica. En E. Esparza, Los síntomas del TDAH, sólo la punta del iceberg. Clínica de lo negativo (págs. 103–142). Ciudad de México: Universidad Nacional de México. doi:10.13140/RG.2.1.4827.7360

INEGI. (18 de agosto de 2017). RESULTADOS DE LA ENCUESTA NACIONAL SOBRE LA DINÁMICA DE LAS RELACIONES EN LOS HOGARES (ENDIREH) 20161. Obtenido de INEGI.

Segal, H. (1982). La posición esquizo-paranoide. En H. Segal, Introducción a Melanie Klein (págs. 29–42). Barcelona: Paidós.

Mujeres sin Violencia. (26 de abril de 2016). Comprender el círculo de la violencia es el primer paso para romperlo. Obtenido de Gob.mx: https://www.gob.mx/mujeressinviolencia/articulos/comprender-el-circulo-de-la-violencia-es-el-primer-paso-para-romperlo

--

--