UN ENSAYO MÁS SOBRE NARCISISMO NEGATIVO

(Trabajo Final)

Por: Hernández Sambrano Adriana Yosselin

¡Narcisismo!, existen muchas interrogantes sobre este término, por ejemplo ¿Cuándo ya es “negativo”? ¿Por qué se desarrolla? ¿Todos los somos? ¿Cómo funciona? ¿Es algo innato o aprendido?, etc.

El presente trabajo tiene la finalidad de ampliar un poco más el conocimiento que se tiene sobre el Narciso, desde una perspectiva psicoanalítica.

Sin embargo es importante recalcar que no es un trabajo introductorio por lo que si no se conocen conceptos básicos del tema se recomienda referirse al siguiente LINK (https://medium.com/psicopatolog%C3%ADa-y-personalidad-2018-1/narcisismo-y-narcisismo-negativo-d54e6f334fb3)

Para comenzar el término narcisismo procede de la descripción clínica y fue elegido en 1899 por P. Näcke para designar aquellos casos en los que el individuo toma como objeto sexual su propio cuerpo, lo contempla con agrado, lo acaricia y lo besa, hasta llegar a una completa satisfacción (López-Ballesteros, 1979). Es decir, el sujeto presenta una incapacidad para poder investir otros objetos que sean ajenos a él.

El narcisismo fue, de alguna manera, un paréntesis en el pensamiento de Freud…Con el descubrimiento del narcisismo, creyó haber descubierto la causa de la inaccesibilidad que ciertos pacientes mostraban al psicoanálisis. Dado que en ellos la libido se había retirado de los objetos y se había desplegado sobre el yo (Green, 2012) ante lo que resulta imposible que el sujeto realice una transferencia con el analista o terapeuta.

Freud atribuye a ciertas formaciones de origen narcisista el papel de evaluar al yo, de mediarse con él, de rivalizar y esforzarse, frente a él, hacia una perfección siempre mayor. (Green, 2012)

Denis en 2016 afirma que las “personalidades narcisistas” son aquellas cuyo narcisismo es especialmente inestable o se apoya sobre conductas o unas implicaciones que limitan sus relaciones con los demás. Cuanto menos elaborado sea su narcisismo, más “narcisista” será considerado el sujeto.

La mayoría de las personas somos narcisistas y este proceso es el que nos permite tener una movilización, sin embargo, este aspecto “negativo” destaca en sobremanera y se “etiqueta” cuando la persona no cuenta con los recursos para elaborarlo.

La prevalencia del Narcisismo en ciertos cuadros clínicos abona la suposición de que en el seno del aparato psíquico existe una instancia cuya fortaleza es bastante para reunir entorno de sí investiduras de índole idéntica, todas las cuales poseen características diferenciadas en medida suficiente para justificar que se las distinga (Green, 2012).

Green en 2012 menciona que es preciso recordar que los narcisistas son sujetos lastimados: de hecho, carenciados desde el punto de vista del narcisismo. A menudo, la decepción cuyas heridas aún llevan en carne viva no se limitó a uno solo de sus padres, sino que incluyó a los dos. Lo que nos lleva a la siguiente interrogantes ¿Qué objeto queda para amar, sino a ellos mismos? Es verdad que la herida narcisista infligida a la omnipotencia infantil, directa y proyectada sobre los padres, nos es deparada a todos. Pero está claro que algunos no se recuperan nunca ni siquiera después del análisis. Siguen siendo sujetos vulnerables.

En ese sentido, se considera que cuando un progenitor no ofrece un apoyo óptimo a un hijo, no le devuelve, como un espejo, una imagen reconfortante de sí mismo, el Yo del niño se hace vulnerable.

Esto resulta muy evidente en el caso de las madres, pero la falta de empatía paterna puede tener efectos destructores (Denis, 2016).

Tener al niño ideal satisface el narcisismo paterno, pero en ocasiones el niño no corresponde al ideal de los padres, no es el bebé magnífico que esperaban, entonces el narcisismo se organiza en torno a lo que no es, ni será, un fracaso narcisista de los padres, que se transfiere al niño y a partir del cual será visto no con los atributos positivos, sino con los negativos. El narcisismo parental queda insatisfecho produciendo una herida narcisista, ante lo cual la reacción de los padres puede tomar dos caminos: compensar a través del exceso de amor, o privar de amor al hijo que no es lo que esperaban (Freud, 1933 [1932] citado en Esparza, 2015).

Cuando sobreviene la “primera” vivencia de falta, una solución la ofrece la realización alucinatoria del deseo, como alusión reparadora de la falta del objeto, si las necesidades vitales están aseguradas cuando sobreviene nuevas situaciones de falta del lado del lado del objeto, se dispondrá de otras soluciones.

La fundamental es identificación, que suprime la representación del objeto, confundiéndose con él. Al comienzo, la identificación primaria se llama narcisista; el yo se fusiona con un objeto que es mucho más una emanación de el mismo que un ser distinto reconocido de su alteridad. Si este modo de identificación persiste más allá de la fusión con el objeto, es decir en el período en que el yo se distingue del no-yo y admite la existencia del objeto en estado de separación, ese modo de funcionamiento expone al yo a innumerables desilusiones.

Así es como en el narcisismo negativo, la pulsión de muerte despliega una función de desligazón o desobjetalización, destinada a destruir tanto la investidura como la relación con el objeto, incluyendo todos sus sustitutos (Esparza, 2015).

La alteridad reconocida inflige al yo incesantes desmentidas sobre lo que se supone que el objeto es, y de manera inevitable trae consigo repetidas decepciones en lo que de él se espera. Tanto así, que nunca el yo podrá contar con el objeto para reencontrar la unidad-identidad que le asegura recuperar su centro a raíz de una vivencia, siempre insatisfecha (Green, 2012).

Cuando no se logra una adecuada narcisización y el espejismo de la unificación no tiene lugar; entonces, en vez de un narcisismo positivo, se presenta su reverso: el narcisismo negativo, resultado de la interacción entre el narcisismo y la pulsión de muerte (Green, 1983 citado en Esparza, 2015)

De este modo, Esparza en 2015 indica que el narcisismo negativo interfiere con la integración del niño y tiene el efecto de la desligazón. Dentro de las fallas más importantes, que ya se han mencionado con anterioridad, se ubican aquellas que tienen lugar en la relación madre-hijo, donde son relevantes tanto los excesos como las carencias, que afectan el desarrollo de la confianza y seguridad en sí mismo del niño. Es decir, aquel sujeto que en sus años de infancia nunca dejó de ser “su majestad bebé”, como aquel que creció con carencias significativas para la construcción de su psique tenderán a manifestar un narcisismo negativo.

Por su parte López-Ballesteros en 1979 no indica que el yo ideal se consagra del amor ególatra de que en la niñez era objeto el yo verdadero. El narcisismo aparece desplazado sobre este nuevo yo ideal, adornado, como el infantil, con todas las perfecciones… No quiere renunciar a la perfección de su niñez, y ya que no puede mantenerla ante las enseñanzas recibidas durante su desarrollo y ante el despertar de su propio juicio, intenta conquistarla de nuevo bajo la forma del yo idea. Aquello que proyecta ante sí mismo como su ideal es la sustitución del perdido narcisismo de su niñez, en el cual era el mismo su propio ideal.

En resumen, el narcisismo negativo es algo que se va consolidando desde los primeros años de vida, se ven implicados diversos elementos tanto externo como son los padres e internos como son la estructura psíquica del sujeto. Son sujetos que dependen totalmente de la imagen subjetiva que tienen de ellos mismos, también es importante aclarar que no todos las personas que son diagnosticadas con trastorno narcisista de la personalidad, presentan la misma historia, las mismas ideas o comportamientos, cada sujeto tiene una historia, un pasado y un desarrollo diferente.

Referencias:

Denis, P. (2016). El narcisismo. Madrid: Biblioteca nueva

Esparza, E. (2015). Los síntomas del TDAH, sólo la punta del iceberg. Clínica de lo negativo. (Tesis de Doctorado). Colegio Internacional de Educación Superior: México

Green, A. (2012). Narcisismo de vida, Narcisismo de muerte. 2ed. Buenos Aires: Amorrortu.

Lopez-Ballesteros, L. (1979). Introducción al Narcisismo y otros ensayos. Madrid: Alianza Editorial.

Serge, L. (1975). Matan a un niño: Ensayo sobre el narcisismo primario y la pulsión de muerte. Buenos Aires: Amorrortu.

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