Violencia de género: Un tema común en nuestra sociedad.

El tema sobre la “Violencia en la pareja: psicoanálisis y perspectiva de género” es puesto sobre la mesa de dialogo llevada a cabo en la Facultad de Psicología de la UNAM, en conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer que se conmemora el 25 de noviembre, con la ponencia de la Mtra. Mariana Itzel Figueroa Pérez, la Dra. Rosa María Ramírez de Garay y la Mtra. Nuria Aranza Fernández.

Para abordar el tema comenzaremos por definir y dar un panorama breve sobre la violencia contra la mujer; de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud se define como todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada (OMS, 2019).

En palabras de la Mtra. Mariana Itzel Figueroa Pérez:

La violencia implica negar a la otra persona como sujeto, implica negar su subjetividad en términos de deseos y poder de toma de decisiones”

La violencia contra la mujer se ejerce con mayor frecuencia en las relaciones de pareja, las agresiones más comunes son de carácter emocional (insultos, amenazas, humillaciones, etc.), de tipo económico, como el control o el chantaje, y agresiones corporales y sexuales, aunque la violencia emocional y económica son más comunes en las relaciones de pareja en comparación con la física y la sexual, estas no ocurren de forma única o aislada, sino que las mujeres suelen enfrentar agresiones múltiples de todo tipo por parte de su pareja (INEGI, 2018).

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) de 2016, en México el 43. 9% de las mujeres de 15 años o más a lo largo de su relación ha enfrentado violencia por parte de su pareja, esposo, novio actual o último, es decir, el 19.1 millones de mujeres ha sufrido algún tipo de violencia; situación que se ha mantenido en niveles similares durante los últimos 10 años (INEGI, 2018).

Síntomas asociados a la violencia

La Mtra. Figueroa en la mesa de dialogo nos hace pesar que de acuerdo con la estadística de entre dos o tres mujeres de cada ocho que llegan en nuestro consultorio habrá sufrido violencia de pareja en el último año.

Por tanto, es importante saber identificar a una mujer que ha sido o es víctima de violencia, ya que pueden presentar diversos síntomas como:

· Problemas de socialización, aislamiento, inseguridad y agresividad (la cual se debe por una violencia reactiva, es decir, se repite lo que se esta viviendo con la otra persona con quien pueda ejercer algún tipo de control).

· Problemas de integración en la escuela o en el trabajo, como falta de concentración y disminución en el rendimiento.

· Síntomas de estrés postraumático, insomnio, pesadillas, fobias y ansiedad.

· Síntomas depresivos: como llanto, tristeza y aislamiento.

· Alteraciones del desarrollo afectivo.

· Dificultad para manejar las emociones.

· Internalización intensa de los roles de género.

A lo cual, pregunto al público ¿solo las personas víctimas de violencia pueden presentar estos síntomas? llegando a la conclusión que no, ya que, hay muchas causas por las que una mujer puede estar deprimida o presentar problemas de socialización, es así, que el detectar y atender la violencia es algo complejo, se puede confundir con otra sintomatología, por ejemplo, al trabajar con una persona con síntomas depresivos con intensión de disminuirlos, estos pueden estar asociados con el motivo latente de consulta que puede ser una situación de violencia que puede ser invisibilizada por la propia psicología al enfocarnos solo en los síntomas, así como, por la cuestión social, es decir, por la normalización de la violencia.

Tratamiento Psicoanalítico

En la mesa de diálogo, la Mtra. Figueroa nos comento que existen diversos mitos que normalizan e invisibilizan la violencia a nivel social, unos de los ejemplos son:

“Las mujeres no escuchan a quien las quiere ayudar, la realidad es que las mujeres escuchan cuando se usa una comunicación no violenta sin paternalismo y se muestra un interés genuino, es decir, el acercamiento no es desde el regaño o desde que yo sé más que tú”. (sic.)

Es así, que el tratamiento psicoanalítico de las mujeres víctimas de violencia toma en cuenta tanto las cuestiones intrapsíquicas (factores individuales que hacen que una mujer en este caso se enganche a una relación de violencia) y también los factores sociales como la ley, los roles, estereotipo de género y la intimidad.

Es importante que la superación de las conductas de sumisión no sean consecuencia de una incitación a la paciente para que abandone la relación de pareja, sino que es necesario trabajar:

· Las angustias, las fantasías.

· Las experiencias infantiles.

· Las identificaciones y los deseos que sostienen esta sumisión.

Citando a la Psicoanalista Díaz Bejuma (2010), la Mtra. Figueroa nos habló de los cuatro factores causales que están altamente relacionados con el enganche a relaciones de violencia, los cuales se relacionan con:

1. Pertenecer al género femenino.

2. Historia de trauma en la infancia.

3. Un desarrollo que no haya forjado las bases necesarias para la constitución de un apego seguro.

4. La vivencia traumática de vivir violencia en la pareja.

Viñeta clínica de Alicia

Alicia es una mujer de 35 años, vive con su pareja de 33 años, con quien actualmente tienen tres hijos, dos niños de 15 y 17 años y una hija de 10 años.

Motivo de consulta

Cuando llega Alicia a la Institución que trabaja con mujeres víctimas de violencia, expresa que desea tratamiento psicológico porque su pareja la golpeo hace un mes y su padre falleció hace un año.

Cuando llega al tratamiento Alicia expresa que a partir de hace 15 años su vida ha sido dedicarse exclusivamente al cuidado de sus hijos, así como, que la relación con su pareja es la cruz que le toco, ella lo eligió y ahora ella se aguanta, considera que su valor es únicamente por ser buena madre, es lo único que ella reconoce como bueno de su persona, sin embargo, en el transcurso del tratamiento se exploró en que otras cosas ella también es buena, así mismo, se cuestionó la normalización e invisibilización de los roles y estereotipos de género, lo cual propicio después de varios meses, ella expresara:

“yo quiero mis hijos pero no a costa de mi misma, necesito estar bien también yo”.

Alicia cometa que su pareja se va por varios días y después regresa, las ocasiones que la golpea o que le dice que no sirve para nada lo expresa con neutralidad, ella dice que siente más como tristeza que otra cosa; durante varias ocasiones en el tratamiento comenta que una de las razones principales por las cuales no se separa de la pareja es porque es muy buen padre, por lo que, no quiere que sus hijos e hija se vean limitados con la convivencia con él, al abordar estos temas la terapeuta se da cuenta que su pareja ha estado en varios momentos difíciles en su vida como cuando estuvo en el reclusorio o en la enfermedad de su padre, es así, que él se presenta como un salvador ante ella, como la única persona que le ayuda en los momentos difíciles (lo cual hace que aumente su narcisismo) que es algo que ella valora mucho y que la hace estar ligada y quererlo.

Es así como Alicia se engancha en el ciclo de la violencia, en ese momento de reconciliación de luna de miel que le hace no poder soltar ese ciclo a pesar de los momentos de tensión y de violencia.

Ciclo de la violencia.

En el espacio terapéutico Alicia comparte sentimientos reprimidos desde hace 15 años cuando estuvo en el reclusorio, tales como, sentimientos de soledad, y vulnerabilidad, que han llegado a generar síntomas en ella como el enganche inconsciente con la pareja, constante sensación de soledad que la ha llevado a colocarse en una posición pasiva y de complacencia ante él.

En cuanto a su relación con su padre, durante su infancia no estuvo de manera constante pues el podría irse durante varias semanas y regresar, por lo que, generaba desestabilidad en su casa, es así, que Alicia expresa sentimientos de abandono, angustia y de soledad en la infancia, los cuales probablemente la llevaron a desarrollar un estilo de apego ansioso.

Por lo que, en el espacio terapéutico, la terapeuta ofreció contención y validación, así como, constancia de objeto para que ella poco a poco pudiera regular sus estados de ansiedad de manera autónoma.

La terapeuta en el tratamiento abordo cuestiones de violencia como el control de su ubicación, de sus amistades, el control de cómo se viste, del celular, el aislamiento, que no parecían ser violencia cuando ella iniciaba la relación, parecía ser algo normal, sin embargo, podemos ver que justo cuando se presentan estas forma muy sutiles de violencia, es cuando se construye el vínculo afectivo y cuando llegan las situaciones de violencia más intensas, más evidentes ese vínculo ya está establecido y fuerte, por lo que, también es una de las razones por las cuales no es sencillo para las mujeres en este caso dejar una relación de violencia aunque allá una violencia evidente como pueden ser las agresiones físicas.

Cuando Alicia fue capaz de expresar su enojo sin culpa, le permitió hablar y vivir a su pareja de manera distinta y menos idealizada, expresando que a veces él es indiferente con sus hijos, que no siempre es buen padre, y que aveces está más preocupado por quedar bien en su trabajo, e incluso en ocasiones les ha llegado a dar nalgadas, así como, que les ha prometido cosas que no cumple. Por tanto, el enojo le permitió una entrada hacia el cuidado, la activación de los mecanismos de protección para la autoconservación y poner límites saludables en todos los ámbitos de su vida.

Es así como que para Alicia su pareja deja de ser un objeto idealizado a ser uno real, paso de ser un objeto parcial, solamente buen padre a ser un objeto total, con características tanto de buen padre como de mal padre. Durante el tratamiento ella comenzo a hacer insight de su conexión de su relación presente con las cuestiones inconscientes de su pasado, por lo que, ella decide dejar de manera definitiva a la pareja, el cual nunca fue objetivo del tratamiento, ella lo decidió cuando se sintió lista.

Alicia logró construir un proyecto de vida desde otro lugar, también las relaciones con otras mujeres cambiaron, así como, diversificar sus figuras identificatorias que estaban limitadas por el aislamiento, amplíar sus redes de apoyo, retomar amistades previas y también comenzar a construir nuevas.

Comentarios de Expertos

Ponentes en la mesa de dialogo “Violencia en la pareja: psicoanálisis y perspectiva de género”.

Es complicado resumir en estas líneas la participación de la Dra. Rosa María Ramírez de Garay pues toca muchos puntos importantes que hemos de contemplar, sin embargo, trataré de tocar los puntos que a mi parecer son de interés, comienza citando a Freud, quien ha hablado ampliamente en sus obras sobre el género sin llamarlo así, de que aquello que llamamos femineidad y masculinidad que no es algo innato, no es algo propio o inherente al hecho de nacer con ciertas características genéticas, hormonales y corporales, sino que lo femenino y lo masculino se construye, dándole un peso fundamental a lo social, pero no solamente a eso, sino por supuesto a lo psíquico.

Es así, que nos enfrentamos con un problema social y cultural, la cultura en este lugar del gran otro que bien sabemos moldea subjetividades, como señala en Freud en “Psicología de las masas y análisis del yo”, toda psicología individual es social, porque el sujeto solo existe como producto de lo social.

La violencia de género como podemos ver en Alicia usualmente tiende hacia la eliminación del otro, del otro colocado en el lugar de lo femenino, ese otro colocado en el lugar de lo femenino puede ser una mujer, un homosexual, una persona trans, ya que, lo que se violenta es lo femenino, la pareja de Alicia la anulaba, la controlaba, la aislaba de otros y la manipulaba, lo cual era reducirla a un objeto, al cual podía controlar.

A lo que remite a la pregunta:

¿Qué es lo que resulta tan angustiante e intolerable en el violentador que tiene que ser colocado en un objeto externo para poder controlarlo mediante su sometimiento? (sic.)

A lo cual nos dice que si nos damos cuenta hay algo sumamente frágil en las masculinidades, por lo que, resultan un factor de riesgo para quienes se sitúan alrededor, ya que su fragilidad suele encubrirse con la violencia, el psicoanalista Gil Martin en “masculino self”, señala que la masculinidad siempre está en cuestionamiento, nunca esta parada sobre suelo firme, ¿eres lo suficientemente hombre?, frente a este permanente cuestionamiento, y a este permanente miedo a no ser lo suficientemente hombre los varones recurren a soluciones compensatorias, para probar su masculinidad una y otra vez y parte de estas estrategias compensatorias, son múltiples conductas de riesgo, como el ir a toda velocidad en la carretera, pelear con otros, la violencia y por supuesto el control de la mujer como objeto.

La Dra. Rosa María señala que uno de los problemas de la masculinidad es que se constituye sobre la negación en oposición a lo femenino, a lo materno, los niños no aprenden a hacer lo que su padre es, tanto como no aprenden a no ser lo que su madre es, la identidad queda definida en un sentido negativo, en un sentido anti femenino y probablemente eso es lo que se repulsa con odio y se pone fuera en la mujer, aquello que también es constitutivo del yo del varón pero que no puede ser tolerado en tanto es juzgado por un Superyó particularmente punitivo como inaceptable para ser un hombre con mayúsculas.

Por tanto, este odio colocado en la mujer no puede sino de hablar de algo intolerable en el propio yo del varón que regresa de fuera como hostil, extraño y que hay que controlar desgraciadamente en la violencia. Es importante hacer en estos casos clínicos un plan de seguridad, pues la violencia no cesa sino se va agudizando y tenemos que tener en mente que esto puede llegar al asesinato, es decir, puede llegar a las peores consecuencias.

En la participación de la Mtra. Nuria Aranza, nos permite ver los lugares que podrían explorarse, habré su participación con una Cita de la Lacan del seminario 5 donde distingue a la agresividad y la violencia, ya que, si comprendemos lo que la Lacan señala lejos de pensar la violencia como algo significante o algo interpretable hemos de reconocer que la violencia es aquello que siempre está repitiéndose inscrito, a ser pensado y que desde su hostilidad obliga a pensar en la alteridad desde un lugar no de semejanza ni de borradura sino de una presencia que se impone en lo irreductible.

Solo retomo solo uno de los aportes de la Mtra. Nuria Aranza pues sería muy extenso si abarcamos todo lo dicho en su participación, nos comenta que es evidente una imposible correspondencia entre el discurso de género y el psicoanálisis, aunque claro pueden, en este sentido desde el trabajo teórico riguroso, pero también en lo clínico acompañado de la clarificación de los conceptos clave que no podemos equiparar en uno y otro discurso que es fundamental.

Poniendo en la mesa de dialogo el recién trabajado concepto de violencia, comenta la Mtra. Nuria Aranza que parece que el discurso de género no piensa necesariamente desde el mismo lugar ni con las mismas implicaciones la violencia que el psicoanálisis, y es importante que se tejan puentes y que claro que allá atención a la violencia desde ambos, pero parece que también es muy importante la distinción sobre todo en el espacio clínico, así mismo, otro concepto a problematizar desde la singularidad psicoanalítica es el concepto de género.

Por tanto, si tenemos prisa por prevenir la violencia que claro que hay que hacerlo, entonces analíticamente se hacen intervenciones que no están dando lugar a la temporalidad de la elaboración, citando a Freud la Mtra. Nuria Aranza nos comenta que en realidad no estamos desmontando nada, por ejemplo, ahí la temporalidad entra en juego, por tanto, hay que saber que es importante generar las condiciones para que se elabore y no sea una enunciación estéril lo que se haga en el consultorio.

Conclusión

En nuestra sociedad actual, la violencia de género es un tema del que se ha venido hablando desde ya hace mucho tiempo, por el hecho de que actualmente encontramos un sinfín de casos en donde las víctimas de violencia son principalmente mujeres, es un fenómeno que se ha venido gestando y requiere de atención inmediata.

En una sociedad donde estas conductas hacia las mujeres se han normalizado, la manera de percibir el fenómeno se ha distorsionado, ya que muchas de las personas que sufren violencia de género no saben realmente por lo que están pasando, por el hecho de muchas de ellas lo ven como algo normal, así como, que creen no poder hacer nada para poder salir de ello, lo cual se debe en parte por las creencias culturales, familiares, sociales, así como personales.

Por tanto, es importante visibilizar este tipo de temas, a través de la difusión y promoción de la salud mental, ya que no solo afecta su integridad física, sino también a su salud mental, impactando en su estabilidad emocional, autoestima, autopercepción de sí misma y su autoconcepto. Del mismo modo, este tipo de población puede ser más vulnerable a conductas de riesgo que atentan con su integridad física, por el hecho de que suelen refugiarse en otras conductas que permiten “sobrellevar” la situación, como el alcoholismo, la drogadicción y actos suicidas. Es así que una intervención integral requiere un trabajo interdisciplinario tanto de psicólogos, como otros profesionales de la salud.

Referencias:

Figueroa, M., Ramiréz R. & Fernández N. (Noviembre, 2019). “Violencia en la pareja: psicoanálisis y perspectiva de género”. Conferencia llevada a cabo en la Facultad de Psicología de la UNAM, México.

Organización Mundial de la Salud (2019). Violencia contra la mujer. Recuperado de https://www.who.int/topics/gender_based_violence/es/

INEGI (2018). “Estadística a propósito del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (25 de noviembre)” /datos nacionales. Recuperado de https://www.inegi.org.mx

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