Viviendo el sismo del 19/09/2017

Diana Ruzanni
Psicopatología y personalidad 2020–1
3 min readOct 12, 2017

El martes 19 de Septiembre, alrededor de la 1:14 de la tarde, me encontraba en la cafetería de la Facultad de Psicología, me acababa de despedir de una amiga cuando estaba subiendo las escaleras y escuché la alerta sísmica. Al principio, pensé que otro simulacro, por lo que decidí seguir subiendo las escaleras e ignorar, cosa de lo cual ahora sé que no estuvo bien, pero al llegar a una superficie plana, noté el movimiento en el suelo y me detuve: eran movimientos circulares pero que me hacían elevarme un poco. Inmediatamente, cuando comencé a sentir, intenté llamar a mi papá ya que el trabaja en una obra de construcción pero las líneas ya no estaban funcionando, a mi lado, solo oía el ruido de las rejas del estacionamiento y no me atreví bajar las escaleras que faltaban; en el circuito escolar, todos se había detenido. Lo primero que hice fue cerrar los ojos y empezar a orar, a pedir a Dios, esos fueron mis pensamientos durante el sismo. También pensé mucho en el amigo con que me regreso e intenté hablarle sin éxito.

Cuando pasó el sismo, caminé lo más rápido que pude hacia el estacionamiento, aún no imaginaba las dimensiones de las consecuencias, ya que incluso me quedé platicando con unos amigos, me di cuenta que estaba riendo por los nervios. Llego al estacionamiento y vi a mi amigo que me platicó que vio como los árboles y postes se movían, nos metimos al auto y yo pedí que esperáramos un momento en lo que se ‘’calmaba’’ todo, pude comunicarme con mi familia y amigos que Gracias a Dios todos estaban bien, aún no sabía de lo grande que había sido. Salimos y encendimos las noticias: la ciudad era un caos, malas noticias por todos lados, gente caminando en las avenidas donde solo van los autos normalmente, edificios quebrados, paredes cuarteadas, pedazos de vidrios enormes en las calles, autos en sentido contrario, no respetando carriles y en la radio solo desgracias. Analizando esto ahora, me percato que estaba respirando fuerte, angustiada, ansiosa… parecía como si no lo estuviera viviendo yo. No recuerdo con total claridad mis pensamientos pero estaba segura que mis seres queridos estaban bien, tenía esa certeza, también pensé en mi trabajo, en mis alumnos y decidí que era mejor no ir, por ellos y por mí.

El camino que es de hora y media, este día fue de 5 horas, fue desastroso y desesperante porque no podíamos hacer nada; escuchar que estaban asaltando me dio muchísimo coraje, ¿cómo es posible que haya gente así, que se aprovechó de esa situación? En un momento del camino, escuchar tantas malas noticias nos hizo explotar y mi amigo y yo lloramos. Llegando a casa, recuerdo que fui con mi abuela y le dije que tenía miedo, me abrazó y me sentí como una niña pequeña, ya no quería ver las noticias, solo había derrumbes y personas llorando, ya había escuchado mucho de eso. Ese día en sí, no recuerdo mucho, solo que quería que terminara, esa noche, lloré más: me sentía dañada en algún sentido, mal por todas esas personas ahora muertas, por esos padres que no encontraban a sus hijos, por esos hijos que no encontraban a sus padres, por esas personas que se despidieron de sus seres queridos sin saber que era la última vez, todo me abrumó.

Pensar mucho en mi familia y personas de Oaxaca hizo también que me sintiera mal; todavía no pueden recuperarse del sismo del 7 de Septiembre y vino esto, pensar en esa gente me hizo más chico el corazón.

Al día siguiente, fuimos a llevar medicamentos al centro de acopio más cercano y aún no podía creer lo que había pasado, no el mismo día que había ocurrido lo de 1985, ese día lo pasé con mi familia, me sentí tan bien y tan agradecida de que estaban conmigo. Días posteriores, pensaba en ayudar a personas, en ir a brigadas, a llevar más víveres pero hubo personas que me ‘’cortaban’’ mis ilusiones al decirme que ya había mucha gente o que no podía ayudar mucho. Me anoté en la lista de donadores de sangre también. Una vez soñé que temblaba y ahora tengo un tic en mi ojo izquierdo, vibra mucho varias veces al día, pero no tengo miedo de otro sismo, tampoco me angustia que pase algo, a pesar de lo que digan y piensen, mi confianza está en Dios.

A pesar de que ya casi pasa un mes, esto me rebasa un poco y recordar ese día me provoca demasiada tristeza, por eso es que no quería escribir esta publicación.

--

--