Escena 2. “Atado en una cama”

cafetero
Psiqueatrico
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2 min readNov 2, 2016

Estoy atado a una cama en un hospital. Hay una cinta que sujeta mi cintura, algo se me clava en el abdomen. También tengo atadas las manos y los pies. Tengo poco movimiento. Trato de pensar cómo huir, pero es imposible. Esto es una pesadilla.

Al llegar al hospital traté de escapar. Iba atado a una camilla que me llevaba a algún lugar en una ambulancia. Una chica fue amable allí, me decía que estuviera tranquilo, que me llevaban a un hospital para que pudieran atenderme. No entendía por qué. ¿Estaba herido? ¿Por qué necesitaba atención médica?

Cuando abrieron la puerta de la ambulancia conseguí soltarme una mano. Todos corrieron a cogerme. Traté de escapar con todas mis fuerzas. Quizás era la última oportunidad que tenía de hacerlo -pensé-.

La cosa se complicó. A los cuatro que iban en la ambulancia se sumaron un ejército de enfermeros vestidos de blanco. No tuve opción por más que lo intenté. Me trajeron aquí dónde estoy. Aquí donde llevo, al menos, unas 10 horas. Aunque he perdido la noción del tiempo.

Estoy solo en la habitación. Solo hay una ventana, que tiene rejas, y una puerta cerrada. Un enfermero va entrando para preguntarme si tengo sed o ganas de mear. Una de las veces le digo que sí, que necesito mear. Mi idea es ver si hay forma de escapar de aquel lugar, o al menos observar la zona. ¡Qué fustrante ver como me trae una botella, para mear en la cama sin soltarme las ataduras!

Lo mismo ocurre para comer. Me traen la comida y me sueltan una sola mano. La comida está cortada, por lo que me dicen que no me hace falta más. ¿Va a ser mi vida así para siempre? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué razón estoy atado a una cama? No puedo evitar romper a llorar al hacerme esas preguntas.

La comida no me pasa, se queda atravesada en mi seca garganta. No soy capaz de comer, por lo que me dan la medicación y se llevan la comida con unos pocos bocados de menos.

Le doy vueltas a las cosas, mientras varias voces acompañan mis pensamientos. Oigo un agobiante murmullo de voces que no salen de mi cabeza. He perdido esa voz clara que me había dado instrucciones en la cafetería. Ahora son voces que suenan todas a la vez, y de las que solo consigo entender alguna palabra aislada. Me siento drogado, atontado. Mi pensamiento es difuso. Mi cabeza va a estallar, pero no soy capaz de rebelarme. Estoy sin fuerzas. Impotente. Destrozado. Y sin posibilidad de ver otra cosa que no sea el foco de luz que permanece durante horas en el techo de mi habitación. No tengo otro sitio donde mirar.

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cafetero
Psiqueatrico

Inquieto y errante... Curioso tecnológico y kindleriano acérrimo ⏳