4 de junio de 1989: La masacre de Tiananmén

Albert Grau Carbonell
Punto y coma
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5 min readJun 4, 2016

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En Abril de 1989 los estudiantes de la universidad de Beijing tomaron la plaza Tiananmén, en pleno centro de la capital China, para protestar contra el gobierno. ¿Sus demandas? Libertad de prensa, libertad de expresión, control obrero de la industria y rendición de cuentas de un gobierno que consideraban corrupto. Las protestas llegaron a congregar un millón de personas alrededor de este punto clave, se expandieron a más de 400 ciudades y derivaron en huelgas de hambre de los estudiantes. Esto resultó en un flujo de ciudadanos, ya no solo estudiantes sino de múltiples grupos sociales, uniéndose a las protestas. El gobierno chino vio cómo el colectivo con el que tenía que negociar la liberación de la plaza y el alto de las protestas era ahora un compendio de diferentes grupos con diferentes condiciones.

La respuesta de las autoridades fue casi inmediata. Tras un corto período pacífico y varios intentos de negociación, unas 300.000 unidades del ejército se movilizaron en Beijing y el 20 de mayo se decretó la ley marcial en la ciudad. De no aplacarse las manifestaciones, según el gobierno, el país podría enfrentarse a una guerra civil.

Entonces el tono empezó a subir. Las tropas no fueron capaces de penetrar la ciudad, siendo frenadas por protestantes pacíficos que en lugar de luchar se ofrecieron a explicar las bases del movimiento y les dieron de comer a los soldados, que se encontraban bajo un régimen alimentario muy limitado por parte de las autoridades. Cuatro días después de declararse la ley marcial, el 24 de mayo, las tropas del gobierno recibían órdenes de retirada. Mientras tanto, en Tiananmén el nerviosismo aumentaba. Diferentes facciones estudiantiles e intelectuales peleaban internamente por el dominio de los altavoces de la plaza y, consecuentemente, por el control de la protesta. Esta lucha se reflejó en pequeños «golpes de estado» en la plaza, incluyendo un intento de secuestro del líder de una de las facciones.

Li Peng, una de las caras del gobierno más involucradas en los incidentes.

El 1 de Junio, Li Peng, representando al gobierno Chino, hizo circular un comunicado en que se explicaba la necesidad de vaciar la plaza por el bien de la seguridad de la nación. El Ministerio de Seguridad del Estado Chino apoyó este texto e incluso recalcó la influencia de países liberales como EEUU sobre los estudiantes. Esto justificó una intervención militar.

El 2 de Junio se aprobó una acción militar en la plaza, dando permiso al ejército a usar la fuerza en caso de resistencia. El movimiento estudiantil empezó a ponerse nervioso. El 3 de Junio descubrieron a soldados de paisano introduciendo armas en la ciudad, e incluso algunas tropas —no armadas— intentaron iniciar maniobras de desalojo, pero encontraron resistencia. Esa noche se aprobó un plan de acción que resultaría fatal:

Se desalojaría la plaza el 4 de Junio. No se tolerarían retrasos, no se toleraría que nadie frenase el avance militar. Las tropas podrían utilizar cualquier medio para cumplir los puntos anteriores. Los medios emitirían en directo avisos para los ciudadanos y protestantes.

El 4 de Junio las tropas penetraron Beijing desde todas direcciones. Al encontrar resistencia abrieron fuego con munición real, balas expansivas que se abren al entrar en el cuerpo y causan heridas de mayor gravedad. Los protestantes se volcaron en la protesta y se formaron barricadas, 36 personas murieron en ellas al avanzar el ejército.

Los muertos empezaron a sembrar las calles de Beijing. A medida que el ejército avanzaba abría fuego contra gente en balcones, en el interior de las casas y contra estudiantes y otros manifestantes que formaban cadenas humanas. Incluso se abrió fuego contra representantes que intentaban negociar.

La metrópoli reaccionó ante las muertes y los ciudadanos empezaron a atacar las tropas con piedras, palos y cócteles molotov. Se calcula que murieron siete soldados. Enfrente, ya habían caído cientos de civiles.

Se informó que algunos estudiantes y residentes incluso protegieron a los soldados de la violencia popular cuando estos se negaron a seguir las órdenes de atacar a los civiles.

Las tropas rodearon Tiananmén y anunciaron por megafonía que se tomaría cualquier medida con tal de desalojar el espacio público. Miles de personas se concentraban en la plaza. El ejército apagó las luces de la plaza y, tras breves negociaciones, envió un escuadrón de paisano que mató a los que controlaban los altavoces de la protesta. Seguidamente se rodeó a los estudiantes y se cargó con porras, bayonetas y disparos. Tras los soldados se alineaban tanques y refuerzos. Los estudiantes entonaron L’Internationale antes de que cargaran contra ellos. Uno de los tanques arrolló a un grupo de estudiantes que se huían de la plaza en bicicleta, matando a 11 de ellos.

L’Internationale fue entonada por los estudiantes tanto en la plaza como en sus desplazamientos desde y hacia ella.

El ejército limpió finalmente la plaza y la cerró durante las dos semanas posteriores. Esa misma tarde del 4 de Junio, una multitud se congregó para entrar de nuevo en Tiananmén, muchos de ellos padres de los estudiantes. Fueron recibidos con disparos y se los masacró por la espalda cuando intentaron escapar.

El 5 de Junio los tanques abandonaron la plaza, dejando una imagen para la posteridad: la de un hombre bloqueando el avance de uno de los vehículos. Desde su anonimato, se le considera una de las 100 personas más influyentes del siglo XX.

Las protestas se extendieron a más ciudades, dejando centenares de muertos a manos de las tropas. Se calcula que murieron casi un millar de civiles.

Ciudadanos en su camino al trabajo el día 6 de Junio, tras los incidentes.

La protesta no fue en vano. El país recibió castigos económicos desde la mayoría de sus aliados internacionales y se forzaron cambios en el gobierno. Sin embargo, se suprimieron algunos derechos de la ciudadanía y se armó a la policía de las ciudades con mecanismos anti protesta. Las protestas prácticamente no aparecen en los libros de historia del país y la información sobre ellas se encuentra censurada, incluso a través de Internet.

La historia, como siempre, intentan reescribirla los vencedores.

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Albert Grau Carbonell recientemente se graduó en Física y ahora escribe desde los Países Bajos, donde estudia un Máster en Nanomateriales. Escribe en el Libro de a Bordo desde hace seis años.

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Albert Grau Carbonell
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Físico, divulgador, expatriado y escritor aficionado.