7 errores que debes evitar en tu novela

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Punto y coma
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10 min readJun 22, 2016
Plasmar en papel la historia que llevas dentro no es tan fácil como parece. Fuente

Desde que elaboro críticas creativas para la web de ELDE me he dado cuenta de que la mayor parte de los autores noveles tienden a caer en ciertos errores muy característicos.

De entre todos ellos, he recapitulado en este artículo los más frecuentes y dañinos. Los ejemplos son reales, pero he modificado los títulos de las obras a las que pertenecen, las cuales están publicadas y a la venta, si bien no han pasado por el filtro de una buena corrección profesional.

¿Diferentes? No, todos son el mismo personaje. Fuente.

1- Todos los personajes, el personaje

Es habitual detectar estereotipos en una novela. Y casi inevitable, porque cualquier temperamento es susceptible de ser reducido a dos o tres adjetivos básicos. A pesar de ello, el personaje principal de tu novela debe destacar sobre los demás.

En La Creación, una novela juvenil de fantasía que leí hace poco, aparecían tres parejas de personajes que respondían a dos modelos claros: el de joven-elegido-con-un-destino-por-cumplir y el de anciano-sabio-tutor-maestro. La sensación de déjà vu al ir pasando los capítulos era constante.

En otra ocasión escribí la crítica de un libro cuyo protagonista era ciertamente peculiar. Su autor lo había dotado de una original manera de formular sus pensamientos, la cual casaba muy bien con la primera persona en que estaba narrada la historia. Era pedante y divertido a la vez. La catástrofe sobrevino cuando conocí al resto del reparto. Su novia, un compañero de trabajo, su vecina… todos hablaban con su misma voz. Aunque el trasfondo y motivaciones de cada uno eran diferentes, todos seguían un mismo patrón de comportamiento —el del protagonista—.

Lección 1: Asegúrate de que dotas a tus protagonistas de una personalidad única y diferenciada.

Autor novel tras descubrir un grave fallo de racord en su novela. Fuente.

2- Documentación, por favor

No es necesario que te saques un doctorado en física para escribir ciencia ficción ni que hayas padecido malaria para describir sus efectos en tus personajes. Lo único que debes hacer es documentarte bien. Ese personaje que has descrito como una eminencia en el campo de la ingeniería genética no puede sostener que la evolución del ser humano se remonta a «cientos de años», ni un neurólogo defender que un paciente con una enfermedad neurodegenerativa «es consciente de todo lo que sucede a su alrededor, solo que se le olvida que tiene recuerdos».

No reproduzcas textos de memoria. Queda muy bien iniciar cada capítulo con una frase de Einstein, de Napoleón o de Lenin, pero asegúrate de que escribes la cita correcta y se la adjudicas a su verdadero autor: en Sexo, sudor y cintas de vídeo me encontré a Aristóteles firmando una famosa cita de Sócrates. No vale de nada que enmarques la cita en una cajita de texto rosa si fallas en lo fundamental.

Lección 2: Documéntate sobre lo que vas a escribir. Siempre.

El cine utiliza recursos que no funcionan igual de bien en la literatura. Fuente.

3- Continuará… o no

Las sagas venden. No tiene nada de malo concebir una historia que ocupe varios tomos, solo has de estructurar bien lo que quieres contar y dividirlo en segmentos de trama coherentes y con sentido por sí mismos.

No es buena idea bautizar tu novela Las maravillosas aventuras de Jhym Reez y que ese personaje no aparezca hasta la segunda parte, de venta por separado.

El autor de El microscopio dejó la trama sin desenlace —y al lector con dos palmos de narices— al cortar su historia en medio de un diálogo dentro de una escena de acción. Tampoco es buena idea bautizar tu novela Las maravillosas aventuras de Jhym Reez y que ese personaje no aparezca hasta la segunda parte, de venta por separado.

No estires tu historia para que ocupe más espacio del natural o engendrarás una trama descompensada. Es una mala práctica que el primer volumen de tu trilogía englobe la introducción, el segundo el nudo y el tercero el desenlace.

Ah, y nunca, nunca, nunca termines con un «Continuará».

Lección 3: Si planeas escribir una historia que se extienda durante varios libros, recuerda que cada uno, por separado, debe ser plenamente satisfactorio para el lector.

Kvothe, perfecto ejemplo de protagonista mimado por su autor. Daenerys Targaryen (Juego de Tronos) podría ser otro. Fuente.

4- La hipotermia se lo llevó

La creación del personaje protagonista de tu novela es una tarea en la que invertirás tiempo y energía. Es normal que le dediques especial atención: ese personaje es tu avatar en la novela, el que lleva tu estandarte, tu ficha de personaje en la partida de rol que estás por jugar.

Algunos autores, como una madre que envía a su retoño a un campamento de verano, imbuyen a sus protagonistas de todas las capacidades y virtudes que se les ocurre con tal de asegurarles el éxito. Capacidades y virtudes que, como una parka en un día de calor infernal, no solo no tendrán oportunidad de utilizar, sino que acabarán perjudicándolos.

A nadie le gusta un protagonista que todo lo sabe y todo lo puede. Un buen personaje necesita puntos débiles. Pero me detendré en un determinado efecto colateral de esta tendencia sobreprotectora: la de conferirle a un personaje atributos que no debería poseer.

La autora de El vaticinio ensalzó tanto a uno de sus personajes que, sin haber realizado este ninguna proeza, alcanzó el estatus de «leyenda» entre sus congéneres y de protagonista entre los lectores. La narradora quiso dejar bien claro de cuántos y cuán nobles valores y sentimientos era depositario su amado personaje. El pobre chaval murió de hipotermia a mitad de libro, en una misión de reconocimiento, con un bagaje total de cero actos reseñables en su haber.

Nótese que mi crítica no apunta a que haber liquidado al personaje haya sido mala idea, sino a que la autora, en su afán por convertirlo en mártir, terminó ridiculizando su papel en la trama. Algo parecido le sucedió al protagonista de La carga de la prueba, descrito como un universitario de gran inteligencia y sagacidad. Este joven superdotado, que se aburría en clase porque se lo sabía todo, cerró la novela sin haber tomado ninguna decisión relevante ni mostrado una sombra de su supuesto genio.

Otro ejemplo de exceso de celo en la creación de un protagonista lo encontré en aquel inspector de policía, joven pero sobradamente preparado, ambicioso, astuto, meticuloso, chulo, respondón y adicto al trabajo, que entregó su placa y compró billete para el primer vuelo que salía de la ciudad cuando el despiadado asesino al que perseguía le envió una nota en la que se leía: «Por tu bien, mejor que me dejes en paz». Autor, si tu historia necesitaba un inspector sin vocación, ¿por qué no dibujaste un inspector sin vocación? Lo más curioso es que ni le dio tiempo a huir: el asesino se lo cargó esa misma noche mientras hacía las maletas.

Lección 4: Diseña tus personajes en función de lo que necesitas que aporten a la historia.

Elige sabiamente el tipo de narrador. Fuente.

5- El narrador narrado

Es crucial elegir correctamente el tipo de narrador que contará tu historia. No puedes escribir un relato en tercera persona y luego cambiarlo a primera «a ver cómo suena».

Peter era el protagonista de No hay elefantes en Dinamarca, una comedia romántica intimista narrada en primera persona. En el capítulo tercero, Peter se despidió de sus dos amigas —Diana y Sonya— y salió del apartamento camino a la pista de tenis. El autor decidió entonces que era necesario que yo conociese la subsiguiente conversación entre Diana y Sonya aunque Peter, el narrador, ya no estuviera presente.

La solución no pudo ser más inesperada: el diálogo lo narraría igualmente Peter, como si nunca se hubiese marchado. Llegó un momento en que el autor trastabilló y Peter empezó a referirse a sí mismo en tercera persona. Por si fuera poco, desarrolló de golpe poderes omniscientes: Peter, cuyo cuerpo corría sobre tierra batida devolviendo reveses y globos, se había transformado en Dios en el salón de su casa.

Al poco rato la conversación decayó en un silencio incómodo. Diana se alisaba la falda. Sonya miraba el reloj. Diana, Sonya, autor y lector estábamos atrapados en un chaise longue sin posibilidad de cambiar de escena: era demasiado pronto como para que Peter volviese del partido y retomase la narración en primera persona.

La situación requería una nueva solución de urgencia, así que el autor escribió, en cursiva:

Unas horas más tarde…

Por fin, gracias a este narrador de apoyo salido de la nada más absoluta, Peter pudo regresar en el momento justo. La alegría del equipo editorial por haber salvado la crisis era tal que lo primero que pasó por la mente del protagonista al cruzar la puerta fue un radiante e ingenuo «Ya estoy de vuelta».

Lección 5: Mantén la uniformidad de perspectiva del narrador durante toda la novela y sé coherente con ella.

Las aventuras de Holmes funcionan porque seguimos el caso desde la perspectiva de Watson. Fuente.

6- Intriga, dolor de barriga

Elegir qué información desvelar u ocultar es una de las decisiones más importantes y delicadas con la que uno ha de enfrentarse a la hora de escribir una novela, especialmente al abordar ciertos géneros.

Una vez elegido un determinado enfoque o punto de vista narrativo, debes ser coherente con él y honesto con el lector, y no engañarlo dándole a entender cosas que no son ciertas.

En La tribu perdida el narrador omnisciente me hizo partícipe del intenso dolor emocional y frustración que sintió el doctor Springs cuando un incendio destruyó el fruto de años de investigación. Luego, hacia el final del libro, me enteré de que fue el propio doctor quien provocó el fuego que asoló su laboratorio como parte de su maquiavélico plan. El autor, creyendo que era vital mantener ocultos los planes de Springs, utilizó al narrador para engañarme. Y eso está muy feo.

Si hasta la última línea no sé que esos dos personajes tan humanos eran, en realidad, robots, ¿puedo afirmar que he leído una novela sobre robots?

A lo largo de los años he leído decenas de textos donde unos misteriosos personajes, aparentemente humanos, hacen, piensan o hablan de cosas harto extrañas. Al final del relato, descubro con gran horror que se trataba de tortugas, hormigas, perros, delfines, aliens o cualquier cosa que nunca hubiera imaginado. Autor, no hagas eso con tu novela. Dime todo lo que necesito saber para empatizar y disfrutar con tu historia mientras la leo. Si hasta la última línea no sé que esos dos personajes tan humanos eran, en realidad, robots, ¿puedo realmente afirmar que he leído una novela en la que los dos protagonistas eran robots?

Lección 6: El lector debe disponer de la misma información que posea el protagonista, que ha de ser la necesaria para que comprenda sus motivaciones y emociones. Sin trucos ni engaños.

No inyectes spam en tu historia. Fuente

7- Yo he venido aquí a hablar de mi flashback

¿Dónde meto todo este trasfondo que me he currado sobre la ambientación o sobre el pasado de mi protagonista? Ah, ya sé: ¡aquí en el medio de cualquier parte!

Eso debió pensar la autora de El encuentro, un relato de 12 páginas en el que las 8 centrales contenían un ininterrumpido flashback que robó toda importancia y espacio a la historia principal.

En Canción funesta, una novela autobiográfica narrada en primera persona, el protagonista retomó, cerca del final, la escritura de una novela en la que estaba trabajando, la cual resultó ser su propia biografía. Fui testigo durante varias páginas de cómo releyó —literalmente— unos hechos que tanto él como yo conocíamos de sobra. Al llegar hasta el punto donde la había dejado decidió ponerse a teclear un rato, sin alcanzar, por fortuna, la parte de su biografía en la que estaba escribiendo su biografía.

Lección 7: Muestra el trasfondo de tu historia a través de diálogos entre los personajes o del narrador, en pequeñas dosis, no como cortes abruptos en la trama.

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z666 colabora con El Libro del Escritor, escribiendo críticas creativas. Junto con otros autores, ha publicado el libro de relatos Uno más y lo dejo. Puedes contactarle por email: z666sin@hotmail.com

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