Averly «era» un conjunto industrial decimonónico único

Daniel Aquillué
Punto y coma
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8 min readAug 5, 2016
Entrada al conjunto industrial Averly. Fuente.

Pocos conocen «Averly» en la ciudad de Zaragoza, y menos fuera de ella, a pesar de que una organización con sede en Nueva York, Word Monuments Fund, la tuviese catalogada como lo que era: algo excepcional, único, una reliquia del Patrimonio Industrial de los siglos XIX y XX. Y señalo «era», sí, en pasado, porque en estos días se está destruyendo ladrillo a ladrillo. Pero no adelantemos acontecimientos. Comencemos por el principio, viajando al siglo XIX.

«Tenía un aire de socialismo utópico decimonónico, de paternalismo burgués, eso de construir su lugar de residencia pegado a las oficinas y naves donde centenares de obreros ganaban su jornal»

Averly se fundó a mediados del siglo XIX. En 1853, al poco de llegar desde Francia, Antonio Averly fundó su empresa de fundición en Zaragoza. Unos años después, en 1880, inauguró en la zona de Campo Sepulcro, junto a la estación del Portillo —hoy en Paseo María Agustín—, su gran complejo de villa burguesa y zona fabril. Tenía un aire de socialismo utópico decimonónico, de paternalismo burgués, eso de construir su lugar de residencia pegado a las oficinas y naves donde centenares de obreros ganaban su jornal.

La ciudad de Zaragoza conoció a fines de siglo y, sobre todo, en las primeras décadas del XX un gran desarrollo industrial de mano de las azucareras, el desarrollo urbanístico, la Exposición Hispano-Francesa de 1908… y la fundición Averly, que dotó de maquinaria a todas las empresas, mobiliario y monumentos a la ciudad y al resto de España. De ella salió el monumento al Justicia y el de los Mártires de la Patria y de la Fe —en plaza Aragón y plaza España respectivamente— inaugurados en 1904. También los remates de las torres de la Seo de San Salvador y del Pilar —estos son todos posteriores a Averly, ya que las últimas torres no tienen ni 60 años—.

La fundición se mantuvo en activo hasta finales del siglo XX. La familia Averly tenía cierta tendencia a conservar todo tal y como fue, por ello dentro del conjunto se podía encontrar maquinaria antigua del siglo XIX, un numeroso archivo, los moldes de todas las esculturas allí fundidas, etc. Además en un marco arquitectónico prácticamente invariable desde fines del XIX. Porque, en ladrillo —como no podía ser de otra forma en la Zaragoza histórica— todo estaba eficazmente construido y ni tan siquiera hacían falta grandes reparaciones. Y así estaban las cosas. Estaban.

En 2013 —5 años después de que reventara la burbuja inmobiliaria y ese modelo económico— , la familia propietaria —con divisiones internas al parecer— decidió vender el conjunto a la constructora Brial, que proyectó construir un edificio de 19 alturas para apartamentos de lujo —siendo que en Zaragoza hay infinidad de solares edificables, miles de viviendas vacías y otras tantas a rehabilitar, amén de que en esa zona el máximo de alturas permitidas es de siete—. Es entonces cuando saltan todas las alarmas, aunque la Acción Pública para la Defensa del Patrimonio Aragonés ya estuviese al tanto.

«[…] es como si quisiéramos conservar el Pilar pero solo quedase protegido el exterior, permitiendo la destrucción de las capillas internas. No tiene sentido alguno»

Se solicitó a la Diputación General de Aragón —entonces en manos del PP— que declarase Bien de Interés Cultural todo el conjunto de Averly —una joya única del Patrimonio Industrial por sus características—. Tras tensiones, presiones varias, y unos informes dudosos, la Diputación decidió arbitrariamente catalogar como BIC solo el 32% del conjunto, obviando por ejemplo el taller de fundición —Averly era una fundición, ¿cómo se preserva «su espíritu» destruyendo la parte esencial?— y la nave de moldes. El conjunto era indivisible. No hay diferencia objetiva arquitectónica ni artística entre una nave catalogada —la de ajustes— y otra no catalogada —la de fundición—, pues es lo mismo. Fue una catalogación ilógica. Es como si quisiéramos conservar el Pilar pero solo quedase protegido el exterior, permitiendo la destrucción de las capillas internas. No tiene sentido alguno.

Edificios en el interior del conjunto «Averly». Fuente.

La cuestión saltó también a los tribunales. Y ahí sigue: a la espera de resolución. Estos pidieron misteriosamente una fianza de un millón de euros a APUDEPA para que durante el tiempo que durase la resolución se mantuviese Averly en correctas condiciones. En estos años, Brial no ha destinado un solo euro a dicho objeto, según parece.

Comenzó entonces a haber movilización y concienciación ciudadana.
Distintas instituciones y organismos nacionales e internacionales se pronunciaron en defensa del conjunto único de Averly dado su gran valor histórico, entre ellos APUDEPA, asociaciones de vecinos, la asociación «Salvemos Averly», el Departamento de de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, la citada World Monuments Fund o la mayoría de miembros del Departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de Zaragoza.

La DGA del PP no movió ni un dedo para preservar nada más de ese 32%. El ayuntamiento de Zaragoza, entonces con Juan Alberto Belloch (PSOE), ni estaba ni se le esperaba —hay rumores que dicen que la Caixa le ofreció montar allí su Caixaforum y éste se negó, pero como digo, son «rumores»—.
Llegó a la alcaldía, en minoría, Zaragoza en Común en mayo-junio de 2015 y llevaba en su programa proteger y rehabilitar el 100% de Averly. A la DGA el PSOE, con un Dr. en Historia a la cabeza… Pero la catalogación de BIC del conjunto Averly siguió durmiendo el sueño de los justos. También, al parecer, los representantes de Brial tuvieron un «dudoso» y «poco educado» comportamiento en las Cortes de Aragón.

Desde entonces APUDEPA casi en solitario intentó frenar el derribo, retrasarlo mientras se buscaba una solución. ZeC, desde el ayuntamiento, apoya que se conserve todo Averly. Llegó un momento en que, al parecer, si no se resolvía la concesión de licencia de derribo —que se venía retrasando más de un año— se caía en flagrante ilegalidad. Entonces el concejal de Urbanismo de ZeC propone una permuta a Brial, es decir, darle otros terrenos para edificar y salvar del derribo Averly (unos dicen que esos terrenos estaban al lado, otros que junto al parque Pignatelli y otros que en Arcosur), con lo cual la constructora no debería ser indemnizada en metálico sino simplemente se le «pagaba» con otro terreno. El paso siguiente sería rehabilitar Averly y darle uso público.

La constructora dice que no.

Corre el tiempo.

Más movilización social.

La prensa local, aparentemente, se vende a Brial.

22 de junio de 2016: El concejal del ramo hace su propuesta en la comisión de urbanismo, esperando el apoyo de otros grupos. Su propuesta conlleva además modificar el Plan General de Ordenación Urbana (¡que es de 1968!) para que el terreno de Averly no sea edificable. ZeC solo recibe el apoyo del concejal de Cha, poniéndose en contra PP, C’s y PSOE. Este último dice que se lo piensan un mes, pero pone condiciones. No aceptar esa propuesta del concejal de ZeC supone automáticamente tener que tratar el asunto del derribo. A continuación deben votar la licencia de derribo de Averly. No se puede oponer sin quebrantar explícitamente la legalidad. ZeC, Cha y PSOE se abstienen, PP vota a favor del derribo junto a C’s…

«Ayer, hoy y siempre a Zaragoza la defiende su gente»

Al día siguiente, la constructora en un acto de aparente «magnanimidad», en uso de su «absoluto» Poder, concede «graciosamente» un mes de plazo a ZeC para que le ofrezca terrenos y compensación a cambio de no destruir Averly. El ayuntamiento se pone a negociar.

Comienza la demolición. Fuente.

No se había cumplido el mes de plazo propuesto por la propia constructora cuando… Sonó la voz de alarma. Brial estaba derribando la nave de moldes de Averly. Era un 21 de julio de 2016, día de vergüenza para la Inmortal Zaragoza, pues se cometió un ataque contra ella, contra su Patrimonio, contra su Historia. El 21 de julio comenzaba el «fundicidio», igual que en 1892 se produjo el «turricidio» de la Torre Nueva —joya del mudéjar civil del siglo XVI—.

A 27 de julio, Brial ha destruido la nave de fundición de Averly. Suma y sigue. Al parecer, en este «remake» de la destrucción de Patrimonio Histórico de Zaragoza, quieren emular a los bárbaros que en 1892 destruyeron la preciosa Torre Nueva, los fascistas que en los años 40 arrasaron los palacios renacentistas de la Plaza del Pilar y en los 60 iglesias mudéjares, los insensatos que en los 70 despedazaron la antigua Universidad con su capilla gótica, o los que a comienzos de los 90 —estos eran ya socialistas—, arrancaron con excavadoras el Foro Romano.

¿Y para qué este derribo? ¿Para qué si no pueden edificar porque no tienen licencia? Y Brial no tiene licencia de construcción porque planea diecinueve alturas; ¿y para eso sí se podrá modificar el PGOU y no se podía salvar Averly?

Movilización en contra del derribo. Fuente.

Ayer, hoy y siempre a Zaragoza la defiende su gente.
No olvidar la Torre Nueva significa defender hoy con uñas y dientes Averly.

Artículo 46. Los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen y su titularidad. La ley penal sancionará los atentados contra este patrimonio. Constitución Española de 1978.

Que se cumpla.

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Daniel Aquillué es decimonónico empedernido, doctorando entre semana en la Universidad de Zaragoza investigando el periodo revolucionario español de 1833–1843, funcionario del Ministerio del Tiempo los fines de semana, habitualmente enviado a 1808–1815, aunque ha estado también destinado en los siglos XIII, XVII y XVIII. Su lema es «Decimonónicos del mundo ¡uníos!». Y bueno, alardea de que su muro de Facebook es algo así como el plató de «Al Rojo Vivo» o «Espejo Público».

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