Cada 12 de octubre…

…y así casi desde 1492.

Daniel Aquillué
Punto y coma
8 min readOct 12, 2016

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«La Pinta», «la Niña» y «la Santa María» surcan estos días otro tipo de océanos. Fuente.

Cada Doce de Octubre aparece una misma «polémica», una polémica en la que se cae siempre en simplificaciones y se abusa políticamente de la Historia. Aunque la misma elección de una fecha determinada como «Fiesta Nacional» es un (ab)uso de la Historia, en el presente es habitual ver a unas personas yéndose al extremo de criticarla tildándola de «genocida» y «sangrienta», mientras que otras se van al extremo de ensalzarla como «civilizatoria» y «nacionalista». También hay que cuidarse del «extremo centro». Somos muy dados a usar «la brocha gorda» con estas cosas.

Pero vamos a seguir hablando de Historia, fiesta y política. Para empezar, cabría preguntarse ¿qué Fiesta Nacional no hace referencia a un hecho sangriento —mitificado— del que nació la Nación? Es difícil hallar casos, desde luego. Así pues, el Cuatro de Julio recuerda la Declaración de Independencia de las Trece Colonias —luego Estados Unidos de América—, en el marco de una guerra civil de siete devastadores años; o el Catorce de Julio francés conmemora la toma de la Bastilla, muy épico e inicialmente revolucionario, pero también bañado en la sangre de los y las sansculottes que la asaltaron y la del gobernador de la misma que acabó con su cabeza en una pica. Los catalanes toman la Diada como fiesta nacional, el día en que se combatió el final de una larga guerra civil e internacional en la brecha de las murallas de Barcelona. Parece que la sangre queda muy bien para pintar óleos nacionalistas. Quizá, fríamente, el Doce de Octubre sea hasta la menos sangrienta, si se toma el hecho en sí del desembarco de unas decenas de hombres hambrientos, enfermos y desharrapados, en una playa de las Antillas.

Esta fecha fue elegida y decretada como Fiesta Nacional de España por un gobierno conservador, el de Maura, allá por comienzos del siglo XX, reinando Alfonso XIII. Querían aunar (más aún) Nación y Religión (Católica). Durante el siglo anterior, el más profuso en construcciones nacionales que se recuerda, los españoles habían propuesto varias fechas para tan insigne celebración. El Dos de Mayo era una de ellas, pero era susceptible de interpretaciones xenófobas hacia nuestros (entonces) aliados franceses, o peor aún, se podía interpretar en un sentido popular, democrático y laico — «¡válgame el Cielo!», debían pensar algunos — . Así pues quedó fijada aquella fecha, 12 de octubre, que hizo las delicias de la dictadura franquista (fascista y nacionalcatólica) que la encumbró y significó como Día de la Raza (españolista, católica y de brazo en alto, y quien no se amoldara, quedaba expulsado de la comunidad nacional). Con el proceso de transición la fecha se mantuvo, resignificándola y procurando quitar toda esa «caspa» y ranciedad franquista. Además, llegaba 1992 y lo de celebrar un V Centenario del Descubrimiento de América quedaba muy oportuno.

Y bien, llegamos al presente, y otra vez, como es tradición, tenemos la polémica servida el Doce de Octubre. Artículos, conversaciones en la barra de bar, en la comida familiar, tertulianos, todólogos, posts de Facebook y tweets también, ¡qué cruz!.

Este tipo de nostalgia se cura leyendo. Fuente.

Empecemos con los del extremo que fantasean con Colón como espada del Imperio Español y cruz del Catolicismo trentino que llevó la civilización a los bárbaros americanos. Pues bien, unos señores —y señoras— llamados vikingos, y que en eso de navegar eran expertos, llegaron a Terranova (América del Norte) allá por el año 1000. Además, hay hipótesis de que pescadores vascos y gallegos arribasen (sin saberlo) a las Antillas —y quizás Colón tuviera referencias y su viaje no fuera tan «a lo loco» como parecía—. El Imperio Español nunca existió, sino que la Monarquía Universal de los Habsburgo de Madrid era eso, una monarquía, compuesta por decenas de territorios.

El único Imperio cristiano en aquellos momentos era el Sacro Imperio Romano Germánico, y como tal era reconocido. Cristóbal Colón tomó posesión de América (las Indias, para él) en nombre de sus altezas reales Fernando V e Isabel I de Castilla, luego Reyes Católicos. Y bueno, hacia finales del siglo XV el mundo cristiano era «una casa putas», con perdón. Trento vino más tarde y apenas pudo «corregir» aquello. Y en cuanto a civilización, vale que los aztecas no usaran de la rueda y no fuera muy dados a la navegación de ultramar… pero los pobres «buscafortunas» extremeños que llegaron en 1517 a Tenochtitlán quedaron alucinados, pues jamás habían visto ciudad semejante, ni en su pueblo ni tan siquiera en Sevilla, el lugar del que muchos procedían y el más parecido a una «gran urbe» que pudieran evocar.

Explícita imagen de la campaña «nada que celebrar» con respecto al 12 de octubre. Fuente.

Una vez hecha esta precaución con ese extremo, vayamos con el otro, que es el que más guerra da en las redes últimamente. Los otros parecen cuatro nostálgicos de tiempos oscuros, pero estos otros como digo, se dejan notar bastante. Así que para ellos van estas precisiones:

  • El problema de muchos compañeros y compañeras de izquierdas con la «polémica» del Doce de Octubre es, entre otras cosas, de enfoque, buscando un conflicto horizontal de identidades, cuando en todo caso habría un conflicto vertical de clases, esto es: pecheros castellanos, siervos de señorío laico aragonés, moriscos valencianos, siervos indígenas del Virreinato del Perú, esclavos negros de las Antillas etc., vs encomenderos de Cuba, nobles castellanos, nobles aragoneses, traficantes de esclavos ingleses y portugueses, etc.
  • Después de los castellanos llegaron los ingleses, holandeses, portugueses y franceses, los cuales, especialmente los anglosajones, no se conformaron con reducir a la esclavitud por deudas a quienes llevaban a sus colonias —clases populares irlandesas e inglesas— sino que exterminaron —sobre todo los ya independizados colonos— a los nativos americanos.
  • No está de más recordar que las civilizaciones americanas ya existentes ya se saqueaban e invadían entre ellas.
  • La conquista «española» del Imperio Azteca no la hicieron los escasos soldados de Cortés por mucha espada de acero y arcabuz (poco eficiente) que llevasen, sino sus aliados los tlaxcaltecas, que estaban ansiosos de librarse del imperialismo azteca.
La historia la escriben con sangre los vencedores, sí, pero nosotros debemos leerla sin aportar aún más. Fuente.
  • A los indios (de América) no los esclavizamos, más bien se dedicaron a intentarlo los castellanos, pero los de hace siglos, no los de ahora (los habitantes de la Corona de Aragón apenas pudieron ir a Indias antes de Felipe V). Al menos teóricamente, Fray Bartolomé de las Casas (y Montesinos) luchó por evitar aquello y sorprendentemente lo consiguió con las Leyes Nuevas de Carlos V. Con ellas los nativos americanos eran reconocidos como siervos de la Corona, por tanto no podían ser esclavizados (además tenían alma). En sí, los indígenas americanos fueron tratados (al menos en teoría) como siervos —igual que los peninsulares— del rey de Castilla, lo cual no quiere decir que fuese nada bueno… y más si además se los sobrecargó con la mita y otras exigencias (en la Península y toda Europa Occidental los siervos también tenían obligación de prestaciones personales…).
  • Es verdad que muchos encomenderos se resistieron, armas mediante, a estas Leyes de la Monarquía Hispánica que protegían a los indígenas. Entonces, como buscaban mano de obra para su expansión tardofeudal y protocapitalista allende de los mares, se dedicaron a esclavizar africanos… pero tampoco en gran medida. No fue hasta el XVIII cuando los británicos consiguieron el Asiento de Negros —tras la Guerra de Sucesión Española— e hicieron el negocio económico del siglo y un desastre humano.
  • Otra de las acusaciones recurrentes es hablar de «genocidio», lo cual es un disparate en este caso de la conquista de América (Central y del Sur) por parte de las tropas de los Habsburgo de Madrid. No había una intención de exterminar a todos los nativos, ni mucho menos, sino de saquear y usarlos como mano de obra. Las grandes mortandades se produjeron por enfermedades que los propios europeos no sabían comprender. Fueron guerras de conquista que de forma similar se daban en Europa, Asia, África o la misma América desde hacía siglos y aún se siguieron dando, por desgracia.
  • La Leyenda Negra es cosa de un mundo anglosajón que, especialmente a fines del siglo XIX, había de esconder sus propias vergüenzas en forma de colonialismo e imperialismo, y, ahora sí, genocidios en África y Asia.
Abrazo de Vergara el 31 de agosto de 1839, que puso fin a una dura guerra civil Fuente.

Dicho todo esto, personalmente sigo apostando por «inventar» otras fiestas nacionales, porque sí, estas cosas se «inventan» en algún momento. ¿Quizás el 19 de marzo, día que se promulgó la Constitución de 1812? ¿O el 24 de septiembre, en que unas Cortes decretaron que la Soberanía residía en la Nación y no en un Rey? ¿O quizás el 31 de agosto, día en que Dos Españas se dieron un abrazo que puso fin a una guerra civil? ¿O por qué no el 14 de abril, efeméride del primer intento serio de establecer una Democracia en España? De momento, para mí, como zaragozano, el 12 de octubre seguirá siendo esencialmente el Día del Pilar, y como día nacional de España, pega más el 6 de diciembre, Día de la Constitución.

Y una última reflexión: para celebrar nuestra actual Fiesta Nacional ¿solo se nos ocurre hacer un desfile militar en Madrid? ¿Acaso no existe ya un día de las Fuerzas Armadas?¿No se puede celebrar con muchos más actos de otro tipo?

¿Acaso España no es mucho más que su capital?

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Daniel Aquillué es decimonónico empedernido, doctorando entre semana en la Universidad de Zaragoza investigando el periodo revolucionario español de 1833–1843, funcionario del Ministerio del Tiempo los fines de semana, habitualmente enviado a 1808–1815, aunque ha estado también destinado en los siglos XIII, XVII y XVIII. Su lema es «Decimonónicos del mundo ¡uníos!». Y bueno, alardea de que su muro de Facebook es algo así como el plató de «Al Rojo Vivo» o «Espejo Público».

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