Ceriñola: España a la vanguardia militar

Manuel Cano Ruiz-Ocaña
Punto y coma
Published in
6 min readApr 28, 2016

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LaLa actual Ceriñola es una pequeña ciudad de poco más de 50.000 habitantes en la región de Apulia, en el sur de Italia, pero hace hoy 513 años (en 1503) sucedió una de las batallas más importantes en el desarrollo de la tecnología militar y sus tácticas.

Por aquellos años Francia y la Monarquía Hispánica se disputaban el sur de Italia, concretamente el Reino de Nápoles, el cual era dominado por los Trastámara aragoneses desde el siglo XV, pero bajo las continuas reivindicaciones de los Valois franceses. En este contexto de lucha entre dos monstruos del momento, Francia y la Monarquía Hispánica, se da un conflicto de dimensiones continentales. Una vez más Europa estaba en guerra.

La importancia de estos conflictos radica en las nuevas formas de hacer la guerra que se desarrollarían, estrategias y formaciones que prácticamente no cambiarían hasta bien entrado el siglo XVIII. Por ello los historiadores militares conocen lo que significa Ceriñola, así como otras batallas del mismo conflicto (como Seminara o Garellano).

Al comienzo de las guerras italianas la táctica militar vigente seguía siendo la medieval. En la Edad Media, desde el punto de vista militar, la caballería fue la reina de los campos de batalla. Martillo contra las formaciones de infantería y azote de cualquier soldado y que, además, representaba el valor y los valores caballerescos. Mientras tanto la infantería tenía una importancia menor, aunque no por ella inexistente.

Caballería pesada medieval. Fuente.

LLas batallas medievales se solían desarrollar de una manera más o menos similar (por supuesto con las excepciones que cumplen toda regla). Los ejércitos disponían en el centro del campo de batalla a sus respectivas infanterías que, tras una o varias salvas de los arqueros o ballesteros, cargaban la una contra la otra. Mientras ese combate a gran escala se sucedía, las unidades de caballería comenzaban sus maniobras de flanqueo, es decir, intentaban rodear al enemigo para atacarle por la retaguardia. Es por ello por lo que, aún con inferioridad numérica, muchos ejércitos conseguían la victoria frente a enemigos más numerosos al tener una reserva de caballería pesada mayor.

Por supuesto, este esquema es muy general y hay grandes matices que se añadían dependiendo del terreno. Otra situación común era cuando uno de los ejércitos carecía de caballería, en ese caso el que la poseía intentaba romper las filas enemigas con un carga inicial brutal, sentenciando la batalla por la vía rápida.

En resumidas cuentas, y como hemos dicho al principio, en el esquema medieval de guerra la caballería pesada fue la gran protagonista del momento.

Con esta mentalidad de guerra es como comienzan las guerras de Italia porque, pese a que el uso de las armas de fuego se estaba empezando a extender por toda Europa, muy pocos comandantes del momento le atribuyeron, todavía, una gran relevancia. Quien sí le otorgó importancia fue Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, jefe de las tropas española en Italia.

El 27 de abril de 1503, el ejército del Gran Capitán dejó la localidad de Barletta y se movilizó hasta Ceriñola. El motivo era sencillo, debía derrotar al ejército francés de Luis de Armagnac que se acercaba desde el norte. Las tropas españolas estaban en una leve inferioridad numérica, aunque eso se hacía más palpable en artillería y caballería, por lo que debían buscar un terreno propicio para poder igualar la situación. La mañana del día 28 el Gran Capitán coloca a sus tropas aprovechando una gran zanja junto a unos viñedos, allí esperaría la carga de la caballería francesa.

Por su parte, Luis de Armagnac, conocedor de su superioridad artillera y de caballería, basó su plan de batalla en dos fases: descarga de su artillería apuntando al centro español, y carga frontal de su caballería pesada, con él mismo liderándola, que intentaría romper las filas de infantería españolas. En caso de estancamiento la infantería francesa remataría la precaria línea española. El plan era de manual, salvo por el inconveniente de que esos tiempos ya habían acabado.

Y aquí es donde el Gran Capitán aprovecha el uso de las armas de fuego a gran escala y con ello revoluciona el arte de la guerra, creando una formación regimental que dominará Europa hasta la infame batalla de Rocroi en 1643. El tercio.

A la vanguardia del ejército español se coloca una infantería compuesta por lanceros y arcabuceros que, aprovechando la pendiente de la zanja y con el uso de un arma potente como el arcabuz, frenarían la poderosa carga de caballería. En caso de que la caballería francesa consiguiera llegar a la formación ahí estarían los lanceros para evitar la liquidación de sus compañeros arcabuceros. Sencillo pero eficaz.

Y así es como se desarrolló la batalla. Luis de Armagnac llevó la iniciativa ordenando una primera salva de artillera, que por cierto fue bastante desastrosa, a lo que le responde la batería española, que fue igualmente ineficaz. Tras esto el centro de caballería pesada francesa carga con las formaciones de lanceros y arcabuceros españoles, pero el sonido de los arcabuces es igual que el daño que hacen sobre sus enemigos, brutal. Las armaduras de los caballeros franceses ya no sirven de nada, no son flechas lo que reciben, sino disparos de armas de fuego. El propio Luis de Armagnac queda ya herido de muerte en esta primera acción.

Los franceses ven el desastre de esa carga y quieren revertir la situación mandando a la infantería suiza (mercenarios al servicio de Francia que eran temidos en toda Europa) para cambiar las tornas de la batalla, pero una vez más las salvas y la selección de terreno que realizó Gonzalo Fernández de Córdoba provocaron que los franceses poco más pudieran hacer. Con la pérdida de su caballería y de su infantería de mayor calidad, así como la muerte de su general, el ejército francés huye de Ceriñola habiendo perdido más de 4.000 hombres en un solo día. Tras la retirada francesa el Gran Capitán ordena a las tropas españolas pasar a posición de ataque y son capturadas las piezas de artillería francesas. Fue un verdadero día aciago para el ejército francés.

Esquema de batalla. Los tercios de lanceros y arcabuceros españoles en el centro. Fuente.

PPor supuesto la Monarquía Hispánica acaba ganando la guerra ya que, como hizo en Ceriñola, el Gran Capitán y su Estado Mayor copian el cuadro de lanceros y arcabuceros en otros enfrentamientos con idénticos resultados. La edad de oro de la caballería había muerto.

Ceriñola no es, por tanto, una batalla de magnitudes épicas, pues 10.000 hombres se enfrentaron a 9.000, y tampoco fue decisiva porque otros ejércitos franceses estaban actuando en Nápoles y se podía revertir la situación de la guerra (aunque evidentemente no fue así). Ceriñola pasa a la historia como el inicio de una nueva forma de hacer la guerra que además coincide con el periodo de esplendor del Imperio Español, materializado en esa formación sencilla pero eficaz que el gran maestro del arte de la guerra español ideó: el tercio.

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Manuel Cano Ruiz-Ocaña se graduó en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y después estudió un Postgrado en Educación secundaria. Es editor del blog «El Ágora de los Seis», donde se pueden encontrar escritos sobre temas variados, con especial énfasis en la historia, la política y la educación.

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Manuel Cano Ruiz-Ocaña
Punto y coma

Graduado en Historia por la Complutense de Madrid y Postgrado en Educación Secundaria y Bachillerato. Amante del Rugby, la historia y la literatura.