Cuando la democracia molesta

Hugo Aguirre
Punto y coma
Published in
8 min readSep 30, 2016

Pedro Sánchez, el primer secretario general del PSOE elegido de forma democrática por las bases del partido, recibió un duro golpe ayer cuando el sector crítico de su formación utilizó un resquicio legal pero de dudosa legitimidad para forzar su salida.

¿Y cuales son las razones por las que se ha llegado a esta situación?

Hay múltiples causas, así que me remitiré a las más importantes:

Pedro Sánchez se niega a permitir un gobierno del PP por activa o por pasiva — algo que fue respaldado en su momento por el comité federal y por tanto es la posición oficial del partido — y además desea un acuerdo con Podemos. En cambio, el sector crítico encabezado por los presidentes autonómicos socialistas, también conocidos como barones, son partidarios de la abstención y, además, les desagradan las posiciones de Podemos.

En segundo lugar, a Pedro Sánchez se le ha pedido que asuma su responsabilidad por los fracasos electorales, que en realidad no son más que la consecuencia lógica de la aparición de dos partidos fuertes competidores. En la mayor parte de las elecciones el PP ha sufrido perdidas similares o peores que el PSOE sin que ello le suponga una crisis. Incluso dentro del mencionado sector crítico con Sánchez hay personalidades que han sufrido debacles electorales propias, como por ejemplo Susana Díaz, quien, a pesar de su victoria, recabó para el PSOE el porcentaje más bajo de votos en democracia recibido en las elecciones andaluzas. Que se salvara no fue una cuestión de liderazgo sino de inercia: al fin y al cabo, era candidata al bastión socialista por excelencia en nuestro país.

La respuesta de Sánchez frente a críticas y resultados electorales ha sido la de convocar un congreso donde celebrar primarias y que las bases elijan al secretario general, decisión que colma el vaso de la paciencia de sus detractores, quienes esperaban que o bien dimitiera o bien asumiera una abstención frente a un posible gobierno del PP. Es discutible que Sánchez sea el líder adecuado para el partido y podría ser que sus opositores tuvieran razón, pero parece legítimo pensar que la militancia sea responsable de esa decisión.

¿Y no podrían los críticos proponer un candidato alternativo en dicho congreso?

Podrían, pero la vía democrática solo interesa cuando se tiene la certeza de que se va a ganar. Pedro Sánchez cuenta con bastante apoyo entre las bases, y Susana Díaz, la más que probable candidata alternativa, no desea someterse a una votación donde puede salir perdiendo. Prefiere conservar su capital político hasta que la situación le sea proclive y no desgastarse por el camino. Su objetivo es conseguir una salida precipitada del secretario general y ser elevada, sin oposición a partir de ese momento, a salvadora del partido.

El mensaje entre líneas es : «Me ofrezco como secretaria general».

Así que tras las elecciones los críticos han puesto todos sus recursos en acción con el objetivo de conseguir la destitución de Sánchez. Se ha hablado mucho de responsabilidades por los bajos resultados electorales obtenidos y también se ha tratado el problema del desgobierno. En ambos casos se ha culpado al secretario general de la situación en la que se haya el PSOE. Es decir, de nuevo parece obviarse el contexto de la democracia española actual, donde juegan no dos sino cuatro partidos políticos de militancia masiva.

Volviendo al «cesaricidio», el plato fuerte llegó cuando Felipe González se sumó al hasta entonce discreto ruido de sables protagonizado por los barones del partido. El ex-dirigente, a través de fuertes acusaciones dirigidas hacia Sánchez, contribuyó a crear un clima propicio dentro del partido para el conflicto directo. Si bien podemos reconocer que Felipe tiene derecho a sentirse decepcionado con el secretario general, parece extraño que le reproche precisamente el que mantenga su palabra con la militancia de base o que respete el acuerdo del Comité Federal de julio, cuya repuesta puede resumirse como «no es no».

Fuente: El Mundo

Los barones del PSOE han sido sutiles y no se han enfrentado directamente porque reconocen la tenacidad y firmeza de Pedro Sánchez, y son conocedores de que este tipo de ataques funcionan en ocasiones como armas de doble filo. La situación es insostenible y alguien pagará los platos rotos, pero no necesariamente será el secretario general. Así que los parias elegidos para derribar a Sánchez han sido los integrantes de la Comisión Ejecutiva. En teoría, dicha Comisión vela por la resolución de los conflictos internos dentro del partido, pero cualquiera diría que esta vez han dado un giro de ciento ochenta grados con el propósito de empezar una guerra interna que bien podría haberse resuelto de manera democrática en el congreso. Verónica Pérez, mano derecha de Susana Diez, ha encabezado la revuelta y ejerce la posición de señuelo, carne de cañón prescindible para los barones que aguardan detrás. Si fracasa, los presidentes territoriales se mantendrán en su sitio, agazapados, esperando su siguiente oportunidad.

Por supuesto, cabría añadir que los críticos a Sánchez no solo se encuentran dentro del partido. El periodismo también toma posiciones, como es natural, aunque algunos medios anteponen su lealtad política por encima de la crítica constructiva. Sin ir más lejos, El País se ha sumado al linchamiento en una editorial que, pese a saberse firmada por el grupo Prisa (que es, ¡sorpresa!, pro-baronil), sorprende en sus descalificaciones:

Y aún peor que los insultos descarnados es el rechazo a la democracia directa como forma de populismo. Tanto es así, que en dicha editorial se pone en entredicho la necesidad, y por lo tanto la legitimidad, de que la militancia vote. ¿Y esto por qué? Pues porque igual no votan lo que el que escribe quiere. Un argumento muy viejo y manido que procede de otro siglo.

Pero la arriesgada apuesta de los críticos podría volvérseles en contra. El Comité de Garantías del PSOE ya ha rechazado participar en el golpe interno contra el secretario general, lo que constituye el primer varapalo para el grupo de detractores de Pedro Sánchez quienes, tal vez, pensaban que lo verían caer con mucha más facilidad.

«En ocasiones una oportunidad se disfraza de adversidad. En este caso el secretario general puede afianzar su liderazgo y lograr apoyos para recoger las riendas del partido y conseguir “hoy” lo que no pudo “ayer”»

También podríamos cuestionarnos el papel de Pedro Sánchez en este mar revuelto que es ahora la sede de Ferraz, pues el secretario no es del todo inocente en lo ocurrido y debiera replantearse la estrategia misma que le ha llevado hasta esta situación. Pero debo confesar que, personalmente, este ataque a la democracia interna del partido y la utilización de argucias para acallar a las bases me hace posicionarme claramente en favor de Sánchez. Porque este es un asunto de regeneración política que afecta no solo al PSOE sino al conjunto de partidos y la sociedad española, donde unos pocos deciden el destino de muchos.

Si Pedro Sánchez es capaz de capear el temporal en los próximos días puede que salga más fuerte y reforzado para liderar el partido en los días por venir. En ocasiones una oportunidad se disfraza de adversidad. En este caso el secretario general puede afianzar su liderazgo y lograr apoyos para recoger las riendas del partido y conseguir «hoy» lo que no pudo «ayer». En cambio, si abandona, es muy posible que la imagen del PSOE se vea afectada negativamente por un cambio de secretario no avalado por las bases. Algo así representaría un gesto más propio de un despotismo medieval que de un partido socialista, pero por algo se les llama «barones» a los presidentes territoriales enfrentados a Sánchez.

El PP se ha mantenido muy callado sobre todo este asunto con unas pocas excepciones. El partido ve esta guerra en el PSOE como una situación en la que no se puede perder mientras mantengan un perfil bajo para no alienar a la militancia socialista. Si ganan los barones, el PP podrá gobernar con la abstención, si gana Sánchez argumentarán que es culpable de unas terceras elecciones generales. En inglés lo llaman win-win.

En Unidos Podemos no han perdido el tiempo, ya que tienen muy claro que Sánchez es su mejor oportunidad dentro del PSOE para formar un frente de izquierda. Alberto Garzón ya ha expuesto claramente su opinión en un artículo donde ataca a la oligarquía del PSOE por encontrarse tan cómoda ante una supuesta alianza con el PP. También Iglesias se ha posicionado (a través de otro artículo) señalando la importancia de este acontecimiento, ya que — dice — está en juego si el PSOE pasa a la historia como partido socialista o conformista, lo que a su vez supone poner en la mesa de apuestas las políticas de España para el próximo lustro.

Unidos Podemos no solo no se ha contentado con escribir en favor de Sánchez, sino que ha tomado medidas concretas, como por ejemplo, romper con García Page en Castilla-La Mancha para forzarle así a que pacte un acuerdo con el PP. También ha roto puentes en Extramdura con Vara. Es muy posible que Podemos estuviera descontento con los presidentes autonómicos pero el timing elegido para poner fin al acuerdo es cuanto menos sospechoso. Todo parece apuntar a una medida de presión contra los barones que mantienen acorralado al secretario general del PSOE, un cerco que los castiga también retroactivamente por haber boicoteado los intentos de acercamiento con la formación morada —a cuyo apoyo, además, deben ciertos gobiernos — . Y aunque Podemos es muy libre de romper acuerdos incumplidos, parece desleal hacerlo para presionar facciones de otros partidos. Imaginen si no el que unos países presionaran a otros para conseguir presidentes afines.

En conclusión, se avecinan unos días muy interesantes en los que nada está escrito y el resultado es cuanto menos poco predecible. A estas horas no se sabe si habrá siquiera Comité Federal. En cualquier caso, y a falta de Juego de Tronos, tenemos espectáculo para rato.

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Hugo Aguirre Herrainz trabaja para Sony PlayStation y reside en Londres. Implicado activamente en política, con gusto por escribir, y un gran interés en temas de actualidad y polémicos.

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