El amor en los tiempos de García Márquez

Martín Tacón
Punto y coma
Published in
3 min readApr 18, 2016

El domingo 17 de abril se cumplieron 2 años de la muerte del grandísimo Gabriel García Márquez. Hombre de realismo mágico, literato, amante del cine y abanderado de la honorable profesión del periodismo, Gabo nos ha dejado un legado perdurable y, sobre todo, una huella indeleble en el corazón de cada pueblo y habitante latinoamericano.

En conmemoración a su muerte, el jueves pasado en Bogotá fue presentada «La Gaboteca», un portal digital que contiene todas las ediciones de sus obras y sus trabajos. Se trata de más de 1.500 materiales que se dividen en cuatro categorías: sus traducciones, los libros publicados sobre él, una sección sobre su vida, sus viajes y, por supuesto, sus obras literarias, que a su vez se enmarcan en novelas, cuentos, periodismo, cine, memorias, poesías, teatro, prólogos, discursos, ensayos, entrevistas y diálogos.

Así también, en un acto de cariño y de recuerdo, su viuda Mercedes Barcha hizo entrega de la medalla y el diploma que le fueron otorgados tras recibir el Premio Nobel de Literatura en 1982, y que serán exhibidos en la Biblioteca Nacional colombiana.

Otras de las muestras de afecto que ha despertado el sentimiento por García Márquez, fue la decisión de trasladar sus cenizas a Cartagena, ciudad donde vivió. Sus restos serán colocados en un memorial erigido en el Claustro de la Merced el próximo 22 de mayo. Un pedestal de mármol bajo un busto custodiarán las cenizas del queridísimo escritor.

Estas y otras exhibiciones de cariño se han ido revelando en memoria de García Márquez. Yo mismo recordaré cada uno de mis días en los que pasé leyendo Cien años de soledad, o la tarde en que revolviendo viejos libros de oferta en una librería di con el afortunado encuentro de El amor en los tiempos del cólera. Aquí donde escribo puedo ver sus libros espiándome desde mi biblioteca, aquel de abajo, el blanco grande, es Textos costeños I (obra periodística), un regalo que nunca olvidaré, y el de más arriba es El coronel en su laberinto, que fue lo último que leí de Gabo. Tampoco olvidaré la fuerza de su narrativa que inevitablemente guió mi pluma en mis primeros textos literarios y que fueron dando origen a los primeros esbozos de pueblos que representaban la sangre latinoamericana.

Esta fecha aciaga invita a recordar sus libros, las piedras pulidas como grandes huevos prehistóricos que dieron forma a Macondo, sus Funerales de la Mamá Grande, sus crónicas de una muerte anunciada, sus personajes inolvidables y su Colombia natal. En El olor de la guayaba, a través de un intercambio de preguntas y respuestas, Gabriel García Márquez le reveló al mundo cuán grande fue su sufrimiento al verse obligado a matar a su personaje más significativo:

–Antes de escribir una novela, ¿sabes con exactitud lo qué va a ocurrirle a cada uno de tus personajes?

–Solo de una manera general. En el curso del libro ocurren cosas imprevisibles. La primera idea que tuve del coronel Aureliano Buendía es que se trataba de un veterano de nuestras guerras civiles que moría orinando debajo de un árbol.

–Mercedes me contó que sufriste mucho cuando se murió.

–Sí, yo sabía que en un momento dado tenía que matarlo, y no me atrevía. El coronel estaba viejo ya, haciendo sus pescaditos de oro. Y una tarde pensé: «¡Ahora sí se jodió!» Tenía que matarlo. Cuando terminé el capítulo, subí temblando al segundo piso de la casa donde estaba Mercedes. Supo lo que había ocurrido cuando me vio la cara: «Ya se murió el coronel», dijo. Me acosté en la cama y duré llorando dos horas.

Algunos lo vienen llorando dos años…

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Martín Tacón es un periodista argentino. Lleva más de cinco años escribiendo en el Libro de a Bordo.

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