Forma y contenido, esa eterna dicotomía

Martín Tacón
Punto y coma
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7 min readJun 15, 2016
Hombre contemplando una obra de arte. Fuente

Hete aquí una de las grandes discordias en el mundo de las artes: ¿qué es más importante, la forma o el contenido? Una rivalidad que antecede a la enemistad entre gatos y perros, una disputa sin fin que carece de solución y de respuesta y que sumerge a los artistas en las movedizas arenas de un debate milenario.

¿Qué es lo que contrapone estos conceptos y genera tal dicotomía? La forma es el canal, la estructura, la organización, la relación de elementos, la técnica aplicada al relieve y los recursos, la estética. El contenido es el tema, el argumento y su trasfondo, su repercusión, su relevancia social, espiritual, humana o moral, su profundidad, su alcance vital.* Tanto la forma como el contenido son aspectos de la expresión artística que trabajan mancomunadamente en una obra. El contenido necesita de la forma para transmitir sus ideas tanto como la forma necesita un contenido que expresar. No existen como tal de forma independiente; se condicionan entre sí y van de la mano como el yin y el yang. Sin embargo existe entre artistas (pintores, músicos, escultores, escritores, etc.) esta tendencia a creer que uno de los dos es más importante que el otro. Como el «gustismo» es factor inevitable en el escrutinio de las artes, no resulta descabellado que ambos términos se fraccionen y actúen como desencadenantes de verdaderas contiendas. Las preferencias son gratuitas; en cualquier lugar encontraremos defensores y detractores, porque todos, o casi todos, tienden a elevar uno sobre el otro. Lejos de un sincretismo que contente a las huestes, cabe entonces cuestionarse: ¿Es justa esta disputa?

«Forma y contenido son lo mismo en la obra de arte: son sustancia», Walter Benjamin

No es una rivalidad generada únicamente en los círculos artísticos. Muchas veces hemos escuchado algo como: «Lo que dijiste estaba bien, pero gritando no era la forma». El qué y el cómo se siguen en la vida misma, creando también acaloradas discusiones en cualquier situación cotidiana. El tono y la manera con la que nos expresamos inciden como forma en el contenido. A veces decimos algo en momentos inoportunos, y así comprobamos que a veces la forma es más importante que el contenido. Otras veces, cuando el momento es el adecuado, decimos algo incorrecto; entonces el contenido se ubica por encima de la forma. Está en nosotros, lo llevamos a diario, rivalizamos contra ello sin pestañear. Sin embargo, en las artes, el análisis posiciona el debate en un pedestal del que pareciera que es necesaria una respuesta clarificadora, una verdad absoluta.

Jackson Pollock. ¿La forma en sus pinturas es más relevante que su contenido? Fuente

En la música, ¿qué es más importante, la letra de la canción o la melodía? En un soliloquio de guitarra o sinfonía podríamos preguntar: ¿qué es más importante, lo que el sonido me transmite o su peculiar belleza? En la pintura, ¿qué es más importante, los colores, la definición de las siluetas, las luces y sombreados, o lo que ese cuadro nos quiere decir? En literatura, ¿qué importa más, lo que las palabras nos están diciendo o cómo nos lo están diciendo? No es difícil enfrentar estos conceptos; lo difícil es disponer de herramientas prácticas para reconciliarlos.

La forma es la que embarca al contenido hacia un fin porque la literatura «es la forma», una estética del arte, como lo es una pintura o una canción.

Nunca me había cuestionado antes la preeminencia de uno sobre otro hasta que una discusión literaria me abrió las puertas a un interesante debate. Hay quienes sostienen que el contenido tiene mayor preponderancia que la forma, y esto generó cierto ruido en mi concepto de expresión. En el caso de la literatura, considero que no basta con tener un buen mensaje para escribir una novela o un cuento porque ese mensaje desnudo, cuando persigue fines ideológicos o morales, lo transmiten mucho mejor otros canales informativos como los panfletos, las noticias de prensa y los ensayos. La literatura, como cualquier otra rama artística, tiene fines ulteriores a su contenido y goza de otras maneras de emitir mensajes. La forma es la que embarca al contenido hacia un fin porque la literatura «es la forma», una estética del arte, como lo es una pintura o una canción. Es la razón por la que usamos personajes y escenas ficticias en nuestras historias, porque integran la fábula formal que es herramienta elemental para la transmisión de ideas. La literatura es, entonces, la forma per se, y a través de su ficción es posible transmitir con mayor efectividad un mensaje antes que cualquier otro medio.

«La belleza es el acuerdo entre la forma y el contenido», Henrik Ibsen

Cuando indagamos en la forma caemos en la tentación de la belleza. Es posible confundir la belleza básica y pura con la concepción estricta de la forma. Partiendo desde planos ambiguos e indeterminados como arte, belleza, llegamos a un punto en que todo es confuso. El teórico ruso Georgi Plejánov aseguraba que «la estética no puede tener otro fundamento que la sociología. El contenido y la forma del arte están determinados por las condiciones objetivas de la evolución histórica». El arte parte de una noción social y cultural. Otro filósofo marxista como Georg Lukács decía que «el arte verdadero representa siempre la totalidad de la vida humana». Al final de todos los senderos del arte encontraremos siempre al Hombre. Detrás del hombre, hallaremos sus intereses, referencias intrínsecamente ligadas a la sociedad. Theodor Adorno, en su Teoría estética, vinculaba al arte como reflejo abstracto de las tendencias culturales de la sociedad; el arte es la «negación de la cosa», decía, y a través de las diversas expresiones es capaz de trascender, siempre como un reflejo de la realidad pero sin ser la realidad misma, más bien una vaga apariencia, una representación primigenia.

Las ideas hegelianas potenciaron al contenido hasta lograr la igualdad, pues la propia función de la forma supone una transformación del contenido

Este breve rodeo dialéctico no es en vano: sirve para comprender de dónde provienen las formas y los contenidos de una obra artística. Los románticos pondrán más peso en la forma que en el contenido, y en el análisis posterior podremos afirmar que la lucha en pos de la forma lo hace en verdad a favor de un determinado contexto cultural y por una determinada concepción del mundo o la realidad. Hegel, a diferencia de las ideas platónicas, encontraba heterogéneos estos elementos y no veía posibilidad de autonomía. Para Hegel, el arte no es solo una apariencia sino una manifestación a través de una apariencia. Las ideas hegelianas potenciaron al contenido hasta lograr la igualdad, pues la propia función de la forma supone una transformación del contenido de modo tal que no son indisolubles.

La ciencia y el arte. Fuente

La estética marxista

En la teoría de Marx, los valores artísticos estriban en la forma y el contenido como una unidad indivisible. Es decir, que una obra de arte se consigue por una ecuación perfecta entre ambos. El análisis consciente de esta dicotomía es productivo, pues el pensamiento es sinónimo de evolución, y la tendencia a enaltecer o apoyarse preferentemente sobre uno de los lados a desmedro del otro, produce dos cosas: (a) un desbalanceo en la obra y (b) un empobrecimiento ineludible en la formación del artista. Aquellos que se sientan inclinados por alguna de las partes, verán tarde o temprano en sus obras que el aspecto contrario se ve enclenque o desmesurado, y actuarán al respecto. Hallarán, por medio de la práctica consciente —y la sensatez—, la manera de corregir el punto débil.

Después de numerosos planteos, lecturas y experiencias, fui modelando poco a poco mi postura reconciliadora, aunque no por ello voy a resignar mis ideas. En la línea de partida, la forma parte con una ventaja: tiene la capacidad de sorprender, impactar y atrapar al lector para que siga leyendo. El contenido, a su vez, se encargará de que quedarse valga la pena.

*A veces se utiliza la palabra «estilo» para definir la forma o la palabra «idea» para definir el contenido. No estoy de acuerdo. Pienso que tanto el estilo como la idea son conceptos intercesores. El estilo define a un artista por una determinada tendencia de sus facultades, tanto por medio de la forma como del contenido; en tanto que la idea engloba la obra completa, contemplando tanto a la forma como al contenido independientemente de su ejecución.

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Martín Tacón es un periodista argentino. Lleva más de cinco años escribiendo en el Libro de a Bordo.

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