Frozen: el vórtice polar de la animación

Carlos Vázquez
Punto y coma
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9 min readNov 25, 2015

Durante el paso de 2013 a 2014, una alteración en el vórtice polar causó uno de los inviernos más fríos registrados en el continente norteamericano. Escasamente un mes antes de este evento extremo, exactamente el 27 de noviembre de 2013, se estrenaba Frozen en Estados Unidos, llamada a acabar con el reinado del Rey León como la película más taquillera de Walt Disney Pictures. Si no la has visto, te recomiendo que le eches un ojo antes de seguir porque en esta crítica se revelan aspectos clave de la trama.

Algunos observamos este éxito con frialdad. La cinta se inspira vagamente en el cuento de “La reina de las nieves” de Hans Christian Andersen, si bien debe mucho más a sus directores, Chris Buck y, especialmente, Jennifer Lee, las mentes detrás de algunas joyas como “¡Rompe Ralph!” o “La Sirenita”, y de algunas piedras no tan preciosas como “Pocahontas”. Y, en la más fiel tradición Disney, el resultado guarda escaso parecido con el material original.

Frozen es una película autoconsciente y con miedo escénico. Es una película que ha decidido romper la mitad del molde en que se hacen las películas de la compañía y esconder celosamente la otra mitad. Transgrede con los siguientes mensajes:

  • Un día no es suficiente para enamorarse de alguien.
  • El amor no tiene por qué referirse meramente al que hay entre un hombre y una mujer. Puede ser el que hay entre dos hermanas.
  • El primer chico apuesto de la película no tiene por qué ser el bueno.

En cambio conserva estos otros mensajes:

  • Una historia sólo merece contarse si la protagoniza una princesa (o dos).
  • El que parece malo tiene que ser malo.
  • El amor triunfa sobre todas las cosas.

La película pende de un carámbano que se va derritiendo lentamente. Mi primera crítica es que las reglas del mundo no eran claras.

Y, por cierto, alguien tiene que decirle a Disney que su diseño de personajes empieza a verse demasiado deformado.

Elaboración propia. Fuentes: https://www.pinterest.com/pin/549509592012854731/, y http://dreamworks.wikia.com/wiki/File:Antz-disneyscreencaps.com-8583.jpg

Algo huele a podrido en Arendelle

Los miembros de las familias reales no son conocidos precisamente por su sentido común, pero desde luego los reyes de Arendelle, Agnarr e Iduna se llevan la palma. Cuando, fruto de un accidente, Elsa hiere a su hermana Anna en uno de sus juegos, sus padres llevan a la pequeña en presencia de los troles para que la curen. Ahí, el patriarca trol (Gran Pabbie, un nombre que impone respeto) advierte de que el poder de Elsa traerá problemas si esta no aprende a controlarlo.

Por lo visto, por “enseñar a controlar sus poderes” los reyes entienden “encerrar a la niña hasta que aprenda por su cuenta, de algún modo”. Así que Elsa se pasa el resto de su infancia encerrada en una habitación, y el resto del palacio queda sólo para Anna. Ambas crecen en la más absoluta soledad. ¿A todo el mundo le parece esto normal? Con razón Anna se enamora del primer chico apuesto que ve cuando sale del palacio — por primera vez en años.

De hecho, Elsa y Anna no parecen las únicas personas que han pasado su vida encerradas. La mayoría de los personajes carecen de un trasfondo más allá de ser “buenos” o “malos”. Lo más parecido que nadie de ellos tiene a un trasfondo es la extraña relación entre Kristoff y su reno Sven, o con los troles.

¿De dónde sale el poder de Elsa de manipular la nieve y el hielo?

Ningún otro personaje tiene ninguna clase de poder, salvo los troles. Es un pegote que se entiende mejor si revisamos en qué se inspira la película. Al principio del desarrollo del guión, el personaje de Elsa iba a ser más próximo al del cuento de Andersen, la reina de las nieves, cuyo poder tampoco se explica pero dado que el personaje ya tiene cierta edad a uno no le cuesta pensar que pueda tratarse de una deidad, una bruja o cualquier otra cosa.

A finales de 2012, Jennifer Lee se sumó a la dirección de la cinta que, para entonces, era un quebradero de cabeza para Disney, y efectuó algunos cambios. El más importante tuvo que ver con Elsa, que pasó de villana a casi protagonista, y adquirió un trasfondo más humano de un modo que más tarde se intentaría repetir en Maléfica (2014). El problema es que pasamos de un personaje casi divino que no necesita explicar sus poderes a una niña humana.

Si tú, querido lector, aún no ves un problema, lo dejo ahí.

Pero esta chica, ¿qué desayuna?

Más allá del origen del poder de Elsa sorprende su extensión: no sólo puede sumir Arendelle en un invierno eterno sino también ¡crear vida! Más inaudito aún, en ambos casos Elsa realiza estos prodigios sin ser consciente de ello (ni del invierno ni de la creación de Olaf). Y esto es un problema de la trama, de que las reglas del mundo de Frozen no están claras. Y si no lo están, ¿qué cabe esperar de la siguiente escena? Cualquier cosa vale.

El problema aquí es que el invierno de Arendelle responde a una necesidad del guión para hacer avanzar la trama, pero no tiene sentido con lo que teníamos hasta ese momento. Este tipo de situaciones se dan durante toda la película.

¿Quién diseñó la jerarquía de poder de Arendelle?

Mención aparte merecen Arendelle y su jerarquía institucional. ¿Cómo puede explicarse que se deje todo un país a cargo de un príncipe de otra nación (Hans) al que Anna, la hermana de la reina, ha conocido ese mismo día?

En una historia normal el regente de Elsa, que gobernó tres años desde la muerte de los reyes hasta su coronación, tendría la decencia de existir. En Frozen no. Parece que nadie haya gobernado en tres años, y que el país esté al borde de la anarquía a cada momento. ¿Que la reina huye en un baile? No queda nadie que pueda gobernar… aunque quizás eso explique la prosperidad de Arendelle.

Es más, tan débil es la jerarquía de poder en Arendelle que un noble de otro país (el duque de Weselton) se permite la licencia de ordenar prender a la reina, lo que nos lleva al siguiente punto.

La reina es una bruja, ¿y?

De modo que en el baile de coronación la reina se enfada y, como tiene incontinencia gélida, exhibe sus poderes ante el asombrado gentío. No pasa nada. Sigue siendo la reina, hay una corona en su cabeza, ¿no? Pues no. Decide que ese es un buen momento para abandonar todo contacto con la humanidad. Es una edad muy delicada, ya lo sabemos, y podemos comprenderla.

A quienes no podemos comprender es a todos los demás. ¿Dice la constitución de Arendelle que una bruja no puede reinar? No ha hecho daño a nadie pero, es más, aunque le hubiera hecho daño a alguien, incluso a propósito, sigue siendo la reina y el ejército sigue teniendo el deber de protegerla. ¿En qué reino es posible “perder” a la reina? No sólo no había guardias apostados en la entrada de palacio sino que a nadie se le ocurrió ir tras ella. No para prenderla, sino porque es tu reina y a lo mejor necesita una copa de champán allá donde se le haya ocurrido ir. Y, por encima de todo, no vas a dejar a tu reina irse sola por caminos que pueden ser peligrosos.

Villano por sorpresa

El giro en esta película lo protagoniza el príncipe Hans revelándose como malvado. No niego que sea impactante, pero no resiste un análisis. En cierto momento su plan era casarse con Anna y luego, quizá en una cacería o en un torneo de bolos, matar subrepticiamente a Elsa para acabar como rey de Arendelle. Las cosas le vinieron rodadas justo hasta el punto en que podía haberlo conseguido todo si simplemente hubiera estado quieto (cuando uno de los hombres del duque de Weselton se disponía a matar a Elsa).

Pero en ese momento Hans se portó como un personaje sin planes malvados, transgrediendo lo que luego revelaría de sí mismo.

No hay unas reglas claras, ni siquiera en lo que se refiere a las intenciones de los propios personajes.

Olaf

Elsa ni siquiera sabe cuándo creó a Olaf. Ella le pregunta si lo creó, y él dice que lo cree así. ¿Cómo es posible que ella misma no lo recuerde?

Olaf — junto con algunos otros elementos, pero especialmente Olaf — no es más que una máquina de vender juguetes. No es la peor que nos ha deparado Disney, pero sí una de las más obvias: su presencia en la trama es totalmente innecesaria y hay, incluso, fragmentos en que los personajes lo ignoran por completo.

Olaf me recuerda que Frozen no es una película, sino una gigantesca campaña de mercadotecnia de la incorporación de una nueva línea de productos a la propiedad intelectual de Disney. Una campaña de mercadotecnia que, de tan grande que es, ¡ha tenido su propia campaña de mercadotecnia!

La trama debe fluir

Todos estos puntos flojos en las leyes del mundo tienen una explicación. La trama debe fluir, aunque sea a pesar de su propia lógica interna.

1. Era necesario que Elsa residiera un palacio de hielo situado geográficamente “lejos” en cierto momento de la trama, y se hizo.

2. Peor aún, era necesario que Elsa hiriera a su hermana para establecer una cuenta atrás y era necesario que Elsa fuera capturada en cierto momento. El problema está en que ambas cosas no pueden suceder a la vez. Si Elsa pudo crear un monstruo de hielo para algo tan poco decoroso como echar a su hermana a patadas, ¿cómo no se le ocurrió crear otros (dos o tres, no digo más) para defenderse de los soldados?

3. Y, hablando de ese monstruo de nieve, cuando Anna le golpea con una bola de nieve, se lo toma sorprendentemente a mal, lo que lleva a una persecución que tiene por objeto crear cierta tensión en el metraje. El problema es que la resolución de ese conflicto lo echa totalmente por tierra: cuando finalmente el monstruo los atrapa, se limita a gritar que no vuelvan. Esto destroza la sensación de peligro que pudiera haber ocasionado.

La falta de claridad de las reglas debilita la conexión con los eventos de la película y con sus personajes, simplemente porque el mundo en que viven no puede entenderse.

Éxito de audiencia y de… ¿crítica?

Frozen es una campaña de mercadotecnia para nuevos productos Disney. Como historia contiene muchos puntos negros y carece de peso. ¿Cómo ha podido convertirse en semejante éxito entre la audiencia? Una posibilidad es el diseño extremadamente “de hada” de sus protagonistas femeninas, pero hay más.

Frozen enfoca directamente una sensación de inseguridad con la que cualquiera que haya sido adolescente puede conectar sin problemas. Es cierto que la película tiene fallos e incongruencias, pero ¿qué película de Disney no los tiene?

  • Blancanieves se basa en que toda una reina no tiene otro objeto en su vida que matar a la que es más bella que ella.
  • En La bella durmiente la protagonista se enamora en un día del príncipe encantador.
  • En Cenicienta un zapato de cristal se revela como el dispositivo biométrico más fiable.
  • En La sirenita, parece sorprendente la proximidad del príncipe Erik a ciudadanos desconocidos.

Frozen sigue la línea de los productos Disney. No puede verse con los ojos de un adulto a la búsqueda de fallos, porque se van a encontrar. Pero no son películas para el disfrute de los adultos sino de los niños y por tanto no se dirigen a la cabeza sino al corazón. Efectivamente, hay muchos sinsentidos en esta película, y a veces me sulfura ver la acogida tan positiva que ha tenido.

Pero entonces me relajo y me digo… “let it go”.

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Carlos Vázquez finalizó recientemente su doctorado en Informática y actualmente busca continuar su carrera académica. Escribe en el Libro de a Bordo desde hace más de diez años.

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Carlos Vázquez
Punto y coma

Doctor en Ingeniería Informática; escritor aficionado