Iglesias is on fire

Hugo Aguirre
Punto y coma
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6 min readJan 30, 2016
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Recientemente escribí un artículo en el que cuestionaba la gobernabilidad de España tras las elecciones generales del 20-D. Aun creyendo improbable un pacto, los incentivos y hojas de ruta de cada partido me parecían obvios. Sin embargo, no imaginé en ningún momento la audacia — o imprudencia, según se mire — de Podemos.

Parecía sencillo predecir los movimientos iniciales de cada uno:

  • Ciudadanos se ofrecería como llave para la opción continuista, evitando nuevas elecciones.
  • El PP buscaría gobernar en minoría con permiso del PSOE.
  • El PSOE se negaría en un principio (al gobierno del PP) para finalmente ceder en aras de la gobernabilidad y evitar así otras elecciones donde perdería aún más escaños. De hecho, los pesos pesados del PSOE — y luego llegarán los barones —ya empiezan a ofrecerle una salida digna a Pedro Sánchez y a sugerir que el PP gobierne como mal menor.
  • El papel de Podemos me parecía papel mojado hace unas semanas: su rol se limitaría a estar en la oposición, crecer y establecerse como un partido de hecho en la política española.

Sin embargo, el núcleo del PSOE no desea otra legislatura del PP y mantiene la esperanza de que un acuerdo con Podemos llevara a Pedro Sánchez a la presidencia. Para Sánchez, la situación y los incentivos están claros: es ahora o nunca. Podemos, sin embargo, ha hecho todo lo posible para reducir las ya de por sí limitadas posibilidades de que se materialice un pacto.

Podemos ha hecho todo lo posible para reducir las ya de por sí limitadas posibilidades de que se materialice un pacto

El principio del fin comenzó con las llamadas líneas rojas. Es correcto tener principios y no ceder — ni olvidar — el programa electoral. Pero a una negociación se ha de ir con una hoja en blanco. Todos tenemos nuestras prioridades, ¿por qué aceptar que las del resto son más importantes, más válidas, más justas per se? Es lo que probablemente pensaron dirigentes del PSOE cuando escuchaban a sus equivalentes de Podemos. La clave de una negociación es también ceder, transigir, hacer concesiones. Lo que los anglosajones llaman «compromise», algo normalizado en otros países. El PSOE es un partido que propugna el federalismo como plausible, ¿de veras era imposible para Podemos sentarse en la mesa con aquellos que están dispuestos a aceptar la plurinacionalidad del país? Hasta los nacionalistas podrían ver con buenos ojos este paso aunque mantengan su petición sobre el derecho a decidir.

La siguiente polémica es la petición de Podemos de tener cuatro grupos parlamentarios en la cámara. Se puede entender que la defienda como necesaria para sortear la terrible e injusta ley electoral, pero no debería haber prometido a sus coaliciones territoriales de Cataluña, Comunidad Valenciana y Galicia su propio grupo, cuando ello hubiera supuesto una gran injusticia para el resto de partidos. Dentro de todos los partidos hay corrientes varias. ¿No podrían el PSOE y el PP tener múltiples grupos representando las variadas corrientes de pensamiento de los mismos? ¿Por qué ellos no y Podemos sí?

Dentro de todos los partidos hay corrientes varias. ¿Por qué ellos no y Podemos sí?

En la práctica, la mayor injusticia reside en que, al tener múltiples grupos, los tiempos para hablar en el Parlamento serían mucho mayores para el conglomerado Podemos — y su financiación también se multiplicaría. Y no digo que no se deban permitir múltiples grupos, pero primero debería cambiarse la ley electoral para que esto sea algo consistente para todos los partidos. Además, Podemos hace de esta posición otra línea roja con el PSOE. Ello dejó pocas opciones al PSOE aparte de negociar con Ciudadanos y PP un reparto de la cámara sin contar con Podemos.

Al mismo tiempo que Podemos insiste en que «los votantes del PSOE no perdonarán que permitamos un gobierno del PP», parecen hacer todo lo posible para que así ocurra. ¿Es esto resultado de su propia idiosincrasia o es una estrategia política para atraer el voto del PSOE? Esto se puede observar aún mejor cuando Podemos sorprende a todos anunciando que pactan, que sí, que lo hacen, y hasta indican lo pactado. Iglesias, para terminar su acto, se da el lujo de decir «que sea presidente es una sonrisa del destino que me tendrá que agradecer», el tiro de gracia lo llaman. Y vuelven a insistir en algo cierto pero tramposo: las bases del PSOE quieren acuerdo. Cierto. Pero el precio que le exige Podemos al PSOE es la claudicación. ¿Qué dirigente puede aceptar eso? Pedro Sánchez tal vez. No tiene muchas opciones. Su fuerza en el partido es proporcional a su mandato como presidente. Y cada día parece menos probable. Hasta otros partidos, como el portavoz del PNV, ven la trampa mortal de Iglesias.

Lo cierto es que Podemos se ha colocado en una posición cómoda. Si gobierna con el PSOE, las demandas serán enormes y su poder amplio. Si hay elecciones puede clamar a los cuatro vientos que el PSOE está dividido, es débil y no está capacitado para tomar las riendas — habiendo tenido la oportunidad. Y si está en la oposición será porque el PSOE permitió al PP gobernar, un más que probable suicidio del partido para un número posiblemente importante de sus votantes.

Ambas alternativas — un gobierno con el PP o un gobierno con Podemos — supondrían una pérdida significativa de votantes

Sánchez, por contra, está entre la espada y la pared. Esta misma semana se anuncian más casos de corrupción de miembros del PP, que — como partido — está imputado por el delictivo borrado de los discos duros de Bárcenas. El líder del PSOE sabe que Mariano o bien es connivente con la corrupción o negligente en la supervisión de sus subordinados; en cualquier caso incapacitado para la gobernanza. Solo la presión de los barones y otros pesos pesados del PSOE podría forzar a Sánchez a permitir semejante gobierno. Por otro lado, un pacto con Podemos — creo que aún busca el encaje — supondría una rebelión interna de difícil solución. Ambas alternativas — un gobierno con el PP o un gobierno con Podemos — supondrían una pérdida significativa de votantes.

Personalmente, creo que sería positivo que Podemos y PSOE pactaran y se reforzaran, pero pienso que esto requeriría algo más que un pacto. El PSOE necesitaría soltar el lastre de los barones y expresidentes que favorecen el turnismo y corregir una desviación política que es de todo menos socialista. Podemos deberá comprender que España no necesita una sola izquierda, sino varias voces. Un recordatorio de que tener razón no es lo único importante: el respeto y la tolerancia hacia otras opiniones son esenciales para no llegar al punto donde se gobierna por la gente pero sin contar con ella.

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Hugo Aguirre Herrainz trabaja para Sony PlayStation y reside en Londres. Implicado activamente en política, con gusto por escribir, y un gran interés en temas de actualidad y polémicos.

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