«Money Monster»… ¿o película monstruosa?

Hugo Aguirre
Punto y coma
Published in
6 min readJul 26, 2016

Money Monster» es la nueva cinta de suspense dirigida por Jodie Foster en la que nos vemos envueltos en un thriller que — en palabras de la directora — viene a sacudir nuestras conciencias y el sistema imperante.

El comienzo de la película nos sitúa en el rodaje de «Money Monster», un programa de economía presentado por Lee Gates (George Clooney) y producido por Patty (Julia Roberts). Parece ser un programa muy poco ético, en el que el presentador habla de la bolsa con autoridad pero con poco conocimiento. Durante el rodaje en vivo del programa diario, Kyle (Jack O’Connell), un trabajador que ha perdido sus ahorros al seguir los consejos de Lee, secuestra el plató y decide ajustar cuentas en directo.

La premisa es interesante, pues quién no ha pensado después de todos estos años de crisis financiera y bancaria que ya sería la hora de que alguien diera un puñetazo en la mesa y dijera basta ya de jugar con los ciudadanos. Sin embargo, como ya iremos viendo la directora falló en sus pretensiones críticas con lo que la cinta se queda en un metraje de humor amargo y un tanto surrealista.

La primera deficiencia en la cinta es la sensación de lidiar con unos personajes muy planos y llenos de estereotipos. Lee Gates es un presentador canalla muy egoísta y con muy poca conciencia, mientras que Patty, la productora, es una adicta al trabajo para compensar su escasa vida social. De esta manera, cuando Kyle, un trabajador que ha sido engañado por los consejos sin fundamento de Lee y que ha perdido todo lo que tiene, pasa a la acción, el espectador se siente más cerca de este último a pesar de que ha entrado en el estudio con un arma y amenaza con volar el edificio. El guión es por tanto maniqueísta con personajes caricaturizados, una selección de maniquíes buenos y malos… ¿Y quién apoya a los malos?

Aún a pesar de la falta de profundidad en los personajes, el argumento se torna interesante al comienzo, pues trata una cuestión relevante: qué lugar ocupa la bolsa y el uso del dinero en nuestra sociedad. Este, no olvidemos, es un dinero que no existe materialmente sino que se mueve en un mercado críptico de valores que cambian creando millonarios y arruinados a partes iguales. ¿Recibe la gente la formación suficiente antes de invertir? ¿Tiene sentido que se pueda ganar tanto dinero — o perderlo — sin hacer absolutamente nada productivo? ¿Es un sistema ético? Uno podría pensar que la película trataría de aproximarse a algunos de estos temas pero tan solo lo hace de manera muy indirecta y — lo que es peor — muy exculpatoria con el sistema.

Kyle se queja de un sistema injusto en el que se juega con el dinero y la esperanza de la gente mientras se hace un espectáculo de todo ello. Al parecer el director ejecutivo de la compañía Ibis en la que Kyle ha perdido su dinero (en realidad solo debería haber perdido un porcentaje relativo a su caída en bolsa), iba a venir al programa a explicar que ha ocurrido pero está en paradero desconocido. Eso no impide a Kyle seguir exigiendo explicaciones al respecto, algo que nadie parece saber. Según Ibis fue un «tropiezo» informático.

El foco de la película pronto pasa del sistema al por qué bajaron las acciones. Esto puede parecer tener sentido porque le da al espectador algo concreto a lo que atenerse para poder seguir la trama sin dificultades, pero en el fondo es decepcionante. Esas primeras palabras de Kyle que hablan de un sistema absurdo desaparecen y se sustituyen por un… «hay algo sospechoso en esa caída de valores». Es decir, que en el fondo no hay nada malo en el sistema ni con el mundo financiero, pues al fin y al cabo Lee Gates es un producto televisivo culpable de desinformación al seguir un guión que preparan cada día para amenizar el mundo bursátil. Y Kyle es un hombre frustrado que ha puesto un dinero que no debía donde no sabía, y bueno, a pesar de la empatía general, «él se lo busco».

Además, pronto se nos ofrece un malo malote, un hombre pernicioso y sin moral. Sí, el director ejecutivo de Ibis ha hecho trampas a un sistema que, de otra manera, es idílico y perfecto. Como si las caídas de compañías como Yahoo — que pasó de 118.000 millones de dólares a tan solo 4.800 — no ocurriesen. El guión es complaciente con el sistema al utilizar el ser humano como detonante de la caída en bolsa que ha arruinado a muchos — especialmente pequeños inversores, y que en realidad no existen en un sistema de números y datos que nos ama a todos por igual — pero beneficia más a unos que a otros.

En la segunda parte de la película Lee y Patty quieren redimirse con el mundo y averiguar qué ha pasado. Tenemos a un programador que vive como si fuera un lord de la droga y que sin querer decir nada te lo dice todo: que él no quiere meterse en problemas diciendo nada pero te dice la solución. Para atar cabos —en un cliché televisivo clamoroso — tiran de varios hackers que en diez minutos resuelven el misterio para deleite de unos guionistas vagos que se escaquean de dar respuestas verosímiles.

En ese momento llega la parte más surrealista de la película. La policía — que se ha pasado la película entera comiendo palomitas — se decide por fin a intervenir, pero la testarudez de Patty y Lee se lo impide, ya que desean llegar hasta el fondo del asunto. Quiero decir, ¿quién no empatiza con un tipo que te apunta con una pistola y te pone un chaleco explosivo? Lee toma la iniciativa y lleva a Kyle hasta el directivo de Ibis ante una policía complaciente que en nada se parece a la que dispara a ciudadanos un día sí y otro también ante el menor síntoma de amenaza. Parece una locura permitir a un hombre desequilibrado salir con un explosivo en unas calles repletas de personas. Pero lo que no tiene nombre por ilegal, inmoral y falto de ética es entregar a un ciudadano (el directivo de Ibis) a alguien armado que desea ajustar cuentas. Así llegamos a un final más propio de una película Disney que una apuesta cinematográfica seria, donde se expone al directivo, Lee se redime y Kyle obtiene la verdad. Instantes después Kyle muere para que Lee pueda mostrarnos que es una buena persona a pesar de pertenecer a un sistema injusto y corrupto. Otro cliché más en una larga lista de vicios.

En realidad, la película se deja ver y es entretenida y trepidante mientras dura. Sin embargo, a la salida del cine es cuando empieza a calar una sensación de engaño y decepción, de lo que fue y podría haber sido, y de que tras un envoltorio interesante no había nada. Creo de veras que la cinta hubiera sido más interesante de haberse enfocado en la desgracia personal de Kyle, y cómo la vida de la gente se ve afectada por decisiones que en unos minutos pueden lastrar nuestras vidas. No solo porque ganaría en profundidad humana, sino porque la caza de brujas que hacen con el directivo sería más creíble.

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Hugo Aguirre Herrainz trabaja para Sony PlayStation y reside en Londres. Implicado activamente en política, con gusto por escribir, y un gran interés en temas de actualidad y polémicos.

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