Mónica Puig: La pica pica

Mónica Vega González
Punto y coma
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7 min readAug 13, 2016
Mónica Puig gana la de oro. Fuente.

Ganamos el oro: puñeta, coño y carajo! Porque el puertorriqueño está acostumbrado a, cuando se le dice «tú no puedes», retar hasta el final diciendo: «obsérvame con cuidado». Porque esa chica a principios del año estaba en el puesto 92 en el ranking, este mismo año subió a la posición 34 y se merece estar — al menos — en el Top 20. Hemos hecho historia, somos un país alegre, hemos puesto a Puerto Rico en el mapa. ¡Gracias, Mónica, gracias! Porque mientras escribo mis labios se mueven sin control, de mis ojos salen lágrimas y no puedo parar de gritar. Porque me acabo de poner la mano en el corazón mientras sonaba La Borinqueña por primera vez en unos Juegos Olímpicos.

Desde 1988 — en los Juegos Olímpicos en Seúl— ninguna mujer latinoamericana llegaba a la etapa semifinal y final del tenis olímpico, cuando la argentina Gabriela Sabatini se llevó la medalla de plata en la final contra la alemana Steffi Graf. Esta vez la que lo consigue es la boricua Mónica Puig; la primera mujer en el medallero de una delegación puertorriqueña en la que predominan las mujeres. La primera que llega al final de tenis de las Olimpiadas con un ranking en la posición 34. La primera en ganar oro en el país — ningún hombre lo ha ganado — . ¡Bendito sea Dios y las mujeres!

La sed de ponerme al día —más allá de los hechos que he presenciado con la mayor de las algarabías frente al televisor— me llevó desde la madrugada a indagar acerca de lo que opinaban los medios sobre la próxima contricante de Mónica Puig: la alemana Angelique Kerber, segunda en el ranking mundial — aunque ya dije que los rankings son nada — .

Nuevamente mi cara se desfiguró porque casi nunca es justamente analizado el esfuerzo que realiza el menos favorito, el llamado «underdog» — y de esto sabemos mucho los puertorriqueños — . Uno de los artículos que leía nos ponía en el «mejor» de los panoramas: los zombies del Zika — pobre gente infectada — , el crimen, el diminuto espacio geográfico más las «míseras» ocho medallas olímpicas que hemos ganado en la historia deportiva del país, y el que la alemana Kerber es «inderrotable»— y sí, estoy usando la hipérbole con una pizca necesaria de sarcasmo — . Parece que cambiamos los tiempos: de «es» a «era»: La inderrotable fue derrotada por la menos preferida. Las miradas paternalistas me sacan de mis casillas.

Volvamos al oro. Aunque incluso la misma Latinoamérica de la que nos sentimos parte nos ha dado la espalda en varias ocasiones —y no los culpo del todo — , este logro es de todos los latinos, de cada uno de lo que pensamos nuestras realidades en español. De los que venimos desde abajo, de conclusiones fáciles que con o sin intención nos ningunean. Hoy Mónica es Puerto Rico, hoy Mónica es Latinoamérica. Hoy Mónica nos da una oportunidad —otra de tantas— de plantar bandera y gritarle al mundo de que somos un país. Mi Puerto Rico necesita de esta gran alegría para poder ir saliendo del boquete en el que nos han ido sumergiendo, del que podemos salir a flote.

¡Eso eh! El #picapower haciendo historia. Fuente.

Ahora me expreso a ustedes, mis puertorriqueños: muchos se niegan o simplemente no se atreven a pensar en nuestra soberanía —la que experimentamos un tanto a medias en estos juegos olímpicos — pero cuando vienen estos eventos nos sentimos muy libres representados bajo la monoestrellada. Esto es un símbolo — al menos para mí — de que Puerto Rico es más que un mar extendido por todas sus fronteras, de que cuando dejamos los fanatismos podemos congregarnos todos a compartir estas grandes oportunidades que podrían convertirse en algo aún más gigantesco si salimos de nuestros espacios «cómodos» y de la ignorancia, por el bien común. Como muy bien lo expresa Rafael R. Díaz Torres en una intervención en la revista digital 80grados:

«Tratar el tema de la denominada “soberanía deportiva” de Puerto Rico debe trascender las trivialidades de las campañas de miedo vinculadas al status de la Isla. Una nueva mirada al tema del olimpismo puertorriqueño podría forjar otras posibilidades políticas que vinculen al deporte nacional con temas de equidad, educación, justicia social y empoderamiento comunitario».

Saquémosle provecho al deporte, que tiene mucho de político, pero que es más sublime que la política mal llevada de este planeta. Reescrito tiene más de humano: el deporte es necesario. Que esto nos mueva a no perder el ánimo y mucho menos la opción de la esperanza. Hoy nos unimos a tantos gritos que se dieron en la cancha de tenis: «Yo soy boricua, pa’ que tú lo sepas. Yo soy boricua, pa’ que tú lo sepas». Mónica se ha convertido en nuestra mata gigantes. Es parte de la historia bendita de esta isla.

Lágrimas que salen del alma, de alguien que ha luchado con todo.

En este momento es justo recordar aquel reportaje de NBC — un canal estadounidense — en donde se intentaba opacar el logro del país diciendo que Mónica Puig pudo haber elegido representar a los Estados Unidos — porque Puerto Rico es un territorio norteamericano cuando corresponde — y que así hubiese tenido muchas más oportunidades. ¡Carajo! Qué certero resulta tomar crédito cuando conviene, cuando no se ha hecho nada que cerrar nuestras fronteras y escupir nuestros sueños. Con todo respeto — si alguno me queda por esa nación — el logro no es de ustedes, es de la puertorriqueña Mónica; al menos permítanos gozarlo con la plena consciencia y libertad de que es nuestro. Es legado histórico, sí, pero primero nuestro. Mónica ha ganado esa medalla por el país y lo ha hecho sabiendo que no era la favorita de los rankings y de los comentarios factibles de los críticos del deporte. Lo ha sudado con sangre dejándole saber a cada una de sus contrincantes que ella no se quita, ni aunque el juego vaya 0–3. Mónica nos ha permitido soñar nuevamente y gritar con el corazón el puñeta que llevamos atragantado en la garganta. Vuelvo y repito: ¡eso eh, puigñeta! Gracias Mónica Puig por compartir tu sueño y volverlo realidad. Por tus lágrimas, por el temple de mujer y por la humildad que te sale por los poros. Has cargado con tu país de la forma más hermosa y nosotros te miramos con los ojos llenos de lágrimas y los corazones sobresaltados por tanta alegría.

Historia para el pueblo puertorriqueño y las mejores reacciones de Mónica Puig.

Primera medalla olímpica de Puerto Rico en la rama femenina. Entrada del tenis, como el cuarto deporte en traer una medalla a la Isla. La bandera está ondeando a favor y en contra del viento. La estrella brilla más que nunca porque se refleja en la cara de todos los puertorriqueños que hoy disfrutan de la sorpresa del deporte, que no solo se trata de números y posiciones. ¡Qué viva el pica power!

Que podamos contestar, como la boricua, a la pregunta de la «posibilidad» de representar a otro país: «Yo soy muy fiel a donde yo nací y de donde yo vengo. Soy muy latina y amo a Puerto Rico con todo mi corazón. Mientras yo esté jugando tenis seguiré representando a Puerto Rico». Por tu opción, hoy el mundo te conoce: hoy el mundo NOS conoce. Gracias por la pelea que has ganado por Puerto Rico. Has demostrado que puedes contra cualquiera porque corazón no te falta. No tengamos miedo, ¡a salir se ha dicho! Y al son de la plena, cantamos: «Mónica, cómo pica. Mónica cómo pica, no hay quién pueda con la boricua». ¡Qué viva Puerto Rico!

Mientras se cantaba “La Borinqueña”. ¡Que chulería, señores, qué chulería!

Como dijo muy buen un presentador puertorriqueño: «Por el oro, por la borinqueña, por los siglos de los siglos». Mónica, Puerto Rico está contigo, carajo. Hoy soy una Mónica que lleva el nombre con mucho más orgullo. Y termino citando a un gran amigo: esto lo escribo «de Mónica a Mónica, de Dura a Dura, de Boricua a Boricua». Mil veces gracias. ¡Que se escuche La Borinqueña!

Solo una sugerencia: baje el volumen cuando vaya llegando el final. ¡Oro, es oro!

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Mónica Vega González es literata y editora de carrera. Escribe desde Puerto Rico, su país natal, con planes de continuar estudios graduados en Literatura Latinoamericana en los EEUU.

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Mónica Vega González
Punto y coma

Literata y editora de carrera, estudiante de por vida. Escribiendo desde el silencio, pero siempre en salida ante el mundo.