Nobel sin mujeres, ¿ni sexismo?

Albert Grau Carbonell
Punto y coma
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5 min readJan 31, 2017
*La lucha por la igualdad entre sexos en la investigación es una guerra que se está librando hoy en día. Fuente

Los Premios Nobel del año 2016 van a ser recordados como la ocasión en que Bob Dylan recibió el galardón, mientras la opinión pública se polarizaba entre el sí y el no a poner a Dylan como un referente cultural. Sin embargo, poco se ha hablado sobre la total falta de mujeres entre los premiados. Esto es, de 11 premiados, 11 son varones.

Si uno se pasea un poco por la red, encontrará multitud de tweets y artículos denunciando el sexismo de los Premios Nobel, para los que las mujeres no son consideradas iguales a los hombres. ¿Pero tienen razón esas voces virtuales?

Los Premios Nobel sirven idealmente para un solo propósito: reconocer el trabajo de los/las profesionales más prestigiosos/as en campos cruciales para el desarrollo de la humanidad: paz, química, física, medicina, literatura y economía. Cada año se abre un período de nominaciones, donde miles de profesionales proponen candidatos a los diferentes premios. Las personas seleccionadas para proponer los candidatos van desde otros Premios Nobel hasta profesores de universidad y parlamentarios. En el año 2016, por ejemplo, se valoraron 316 candidaturas para el Premio Nobel de la Paz, incluyendo tanto a personas como a instituciones. La selección de los premiados la llevan a cabo las instituciones que Alfred Nobel (fundador de los premios) dejó en constancia en su testamento, y un comité de cinco personas elegido anualmente.

En principio, la variedad de individuos que participan en la selección, así como el número y la necesidad de mantener su imparcialidad de las entidades que dan los premios, aseguran que el proceso sea justo y, en consecuencia, no sexista. Por difícil que sea de creer, personalmente pienso que esta parte del proceso se hace correctamente. Es decir, que el mecanismo por el que se dan los premios no es el causante de la falta de equilibrio entre premiados y premiadas.

La falta de mujeres en los Premios Nobel no es más que el reflejo de ese machismo en un espejo que mira al pasado.

Si uno no solo repasa a quien se dan los premios, pero por qué se dan los premios, la aparente contradicción entre un proceso justo y un sexismo más que aparente se clarifica. Los Nobel no premian el ingenio de los nominados, sino el peso de sus estudios y el global de sus carreras. Casi siempre, los laureados son gigantes en sus campos. Personas que normalmente llevan en su cola decenas o cientos de otras vidas, que dirigen centros y grupos conocidos mundialmente y que se encuentran al mando de proyectos de envergadura titánica. Además, los premios se dan en la mayoría de casos de manera retrospectiva, reconociendo trabajos que no son novedosos actualmente, pero que fueron muy influentes en su momento. Sin ir más lejos, el Premio Nobel de medicina de este año se ha dado por estudios llevados a cabo en los años 90. Podríamos decir, entonces, que un Nobel normalmente premia el peso de una carrera prolífica que ya casi llega a su fin.

No es ningún secreto que la presencia de mujeres en la academia, especialmente en campos técnicos y científicos, ha sido (y desgraciadamente sigue siendo) siempre minoritaria. Sí, existen ejemplos como Marie Curie con dos Premios Nobel, pero Curies solo hay una por los miles de mujeres que no llegaron a destacar en sus campos. Para mí es muy claro que el sexismo que se denuncia hoy es el sexismo de base reinante en el mundo académico, especialmente el de las últimas décadas. Si bien la presencia de mujeres en todos los campos va en aumento, las dificultades que este proceso entraña y la escasez de apoyo desde el propio mundo académico son un indicio clarísimo de una sociedad que se desarrolla desde un pasado machista. La falta de mujeres en los Premios Nobel no es más que el reflejo de ese machismo en un espejo que mira al pasado.

Se reconoce en las facultades de todas las universidades una paridad creciente, una floración de mujeres arrollando las paredes de las torres de marfil académicas.

¿Esta situación va a cambiar? Sí, pero poco a poco. Se reconoce en las facultades de todas las universidades una paridad creciente, una floración de mujeres arrollando las paredes de las torres de marfil académicas. Sin embargo, llegar a trabajar en laboratorios o instituciones de talla mundial sigue siendo un camino largo y tortuoso para las mujeres. Es alarmante que en los grupos liderados por Premios Nobel la presencia de mujeres sea residual, así como en la mayoría de altas instituciones académicas.

Los Premios Nobel demuestran un sexismo alarmante. Sin embargo, uno no puede tildar los Nobel de sexistas sin antes reconocer qué y a quién premian. Algún día este debate no existirá, pues la sociedad habrá dejado el machismo completamente atrás. Sin embargo, esta lucha es la que toca hoy. El camino hacia unos Nobel equilibrados no pasa por revisar el proceso de selección de los ganadores, sino por identificar a aquellos que discriminan a las mujeres y señalarlos duramente. De esta manera, y solo de esta manera, nuestros hijos o nietos verán tantas mujeres como hombres recibiendo Premios Nobel.

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Albert Grau Carbonell recientemente se graduó en Física y ahora escribe desde los Países Bajos, donde estudia un Máster en Nanomateriales.

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Albert Grau Carbonell
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Físico, divulgador, expatriado y escritor aficionado.