Por una paz estable y duradera

El referendo colombiano en el campo de batalla de las redes sociales

cerohd
Punto y coma
7 min readSep 19, 2016

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El próximo 2 de octubre Colombia asistirá a una cita histórica. La ciudadanía refrendará en un plebiscito los acuerdos suscritos entre FARC-EP y el gobierno colombiano después de cuatro años de conversaciones en La Habana, Cuba.

La pregunta, mar de la sencillez pero dinamita para la suspicacia, a votar con un Sí o un No es la siguiente:

«¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera?»

Al menos tres generaciones harán presencia en las urnas: aquellos que vivieron la época del Frente Nacional entre las décadas del sesenta y setenta, así como el nacimiento de las guerrillas; los que vivieron la época dorada del terrorismo narco y el declive de estas mismas así como el cambio de la constitución del ochenta y seis; y la ciudadanía conectada a las redes sociales que alcanzó la mayoría de edad durante los ocho años del mandato de Álvaro Uribe Vélez. Cada una de estas con intenciones claras y, sin pensar con el deseo, sobre cómo ve y siente a Colombia, este país con dos costas en ambos océanos. A menos que el abstencionismo se imponga de nuevo, la previsión del gobierno es que haya una votación masiva que apruebe una gestión no exenta de polémica por parte de la oposición, que ha visto el descuido del gobernante en temas cruciales para el desarrollo del país, el surgimiento de una potencial figura presidencial a costa del presupuesto gubernamental, y el discurso monotemático de un presidente que aspira a que sus letras y su ambición queden escritas en molde para esa elusiva posteridad dieciochesca que aún desvela a miles.

«Humor ácido, negro, procaz o inane, los partidarios de ambos bandos utilizan Twitter para sentar posición, señalar y estigmatizar[…]»

Quien escribe da por descontado que este plebiscito pasará sin problema el umbral del 13% aprobado para refrendar los acuerdos así como no descarta la afluencia masiva de jóvenes social mediáticos, la estigmatizada «social bacanería» y las castas políticas alineadas con alguno de los dos espectros a resolver en la papeleta, todo con el telón de fondo de una publicidad estatal invasiva, de presupuesto monumental, que ha tomado las redes sociales, los canales privados de televisión e Internet para influir en la decisión del ciudadano. Sin cábalas, lo atractivo del debate se leerá en clave de humor. Este refleja, íntegra, la miseria en la que ambos bandos han procedido durante las tres semanas previas y también, volvamos a la posteridad, conservará la forma en que este país abrazó la polarización que tanto critica, por ejemplo, en Venezuela. El campo de batalla ahora está cargado con estigmas y simplificaciones burdas que promueven la hilaridad pero dejan esa rara sensación que sólo provoca una «liberación de la necesidad y la exaltación del humor» de acuerdo con Breton… El ambiente polarizado, usual en la democracia contemporánea, con la consecuente rebaja del debate público a uribistas o antiuribistas, fachos o zurdos, paracos o enmermelados. La carencia del argumento de la mano con la bandera ideológica compilada en los legendarios 140 caracteres, las impresiones, el retuit y los bloqueos, tanto del Sí a los del No, y viceversa, como en esta perla:

y

Preferible, claro, a darse bala en el monte o en las ciudades, esto último al alza siempre. Humor ácido, negro, procaz o inane, los partidarios de ambos bandos utilizan Twitter para sentar posición, señalar y estigmatizar, lo que ha obligado a muchos «opinadores» a unirse en una suerte de «armisticio» virtual bajo la etiqueta #PPRColombia o Pacto por el respeto, promovido, cómo no, por una agencia publicitaria.

Estable y duradera

«Para el estreñimiento atacar… ¡Digestar! Acción laxante, suave, blanda y placentera…»

Los dos adjetivos que concluyen la pregunta han sido utilizados por ambos bandos para plantear, en modo trol, cuestiones sobre lo divino y lo humano de lo cotidiano. Pero lo que pocos asocian es la semejanza con la fórmula comercial del popular laxante, cuya publicidad es radiada por las grandes cadenas en el horario de la tarde, el más rentable del sistema. Así, la retórica ilustra:

A. La mala actuación de jugadores del combinado en el anterior partido de eliminatorias con Brasil.

B. Engarza con la crítica política que apunta al cuestionable ex presidente Uribe o al recién — ¿destituido? ¿Renunciado? — exprocurador Alejandro Ordóñez.

C. La exposición de cualquier motivo.

Lo que ha devenido en un lugar común muy socorrido que aglutina a los bandos en una carcajada perenne… de momento.

Los Believers del Sí y los Believers del No

De Justin Bieber nos quedará esta forma para mencionar la irracionalidad. Hay adalides de lado y lado, como el mencionado Fausto citado arriba, que devinieron figuras públicas y cuyas opiniones con megáfono hacen las delicias de sus seguidores. No mencionamos periodistas por tener audiencia cautiva en sus medios, hablamos de aquel (o aquella) que «le cogió la caña» a los acuerdos y ha terminado en la palestra, para bien y para mal.

Ante la falta de Fausto, leer a Juan Carlos Pastrana, promotor del No, y que en su biografía se autoafirma «políticamente correcto», es hacer un seguimiento a un sector moderado, a veces mordaz, que coquetea con el radicalismo de otros partidarios más beligerantes.

Como El Patriota, por ejemplo:

Pero Pastrana, quien en las últimas horas ha comenzado a encender teas dialécticas, tiene su correlato viral en el lado del Sí. «Pao Paz» combina curvas con opiniones que generan retuits permanentes a lo largo del vecindario, tanto por su figura como por aquello que dice (la muestra, al inicio de este post). O el artista llamado «», por aquello de cambiar de nick a cada movimiento de opinión, que ilustra sus críticas a las actuaciones del alcalde capitalino con un tuit personalizado todas las mañanas y que promete será así durante los cuatro años de gestión:

Volvamos un momento a «Pao Paz»:

Los memes

Ambos bandos han aprovechado la imagen para desmontar los argumentos del contrario y, por carambola, transformarlo en objeto de mofa. Los partidarios se identifican con el meme del Sí o del No en sus perfiles. La irreverencia está del lado del «Sífilis», el «sisas», el «notas», etc. El más citado en las últimas horas proviene del montaje hecho a una foto de la campeona olímpica de BMX Mariana Pajón desmentido por su hermano Miguel Pajón:

Sin embargo, los partidarios del NO son los que más han aportado en cuanto a contribuciones que provocan la risa colectiva. Desde senadoras que idolatran a expresidentes, hasta estos mismos dando palos de ciego en cuanto al manejo de su imagen. La galería, a continuación:

Imagen del famoso cuadro de la senadora Paloma Valencia, uno de los personajes meméticos de la política nacional y, cómo no, firme partidaria del No.

Los del Sí sacan mucha punta al Patriota. Para la muestra:

Y a propósito de expresidentes:

Bueno, el expresidente Pastrana es en sí un animal memético pero aliado al humor, lo contrario de Uribe Vélez.

Quedaron por fuera los fakes, los troles, y otros más que condimentan el «debate» con opiniones que, de una forma u otra, por su factor humorístico dan enfoque a un panorama que no deja de mostrarse excitante. Al fin y al cabo, una elección de este calibre se presenta una vez en la vida.

Sin embargo, rescatamos este, del fake de un líder de oposición, abucheado en un centro comercial el pasado fin de semana:

Para la historia, el resultado del 2 de octubre. Pero, más allá de la votación, muchos recordarán la euforia carnavalesca e irracional que, encubierta bajo el velo de una declaración política, han hecho de estos días una larga y muy animada broma de la que desconocemos sus consecuencias.

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0hd es Héctor Delgado (@cerohd), licenciado en Filología que escribe un proyecto denominado #52semanas. En paralelo, aglutina imágenes en Instagram bajo #366cerohd.

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★ Creado en 2013, este es el blog del Imaginauta, conocido bajo un anterior avatar como Hijo de la máquina★