¿Qué significa ganar (unas elecciones)?

Lómeron Martínez
Punto y coma
Published in
5 min readDec 19, 2015

A las puertas de las Elecciones Generales disputadas por el mayor número de actores de la historia democrática española y acostumbrados como estamos (los ciudadanos que seguimos la política nacional con un mínimo de interés) a que en cada proceso electoral (casi) todos los partidos se autoproclamen ganadores, me parece interesante la reflexión sobre qué se entiende por ganar y más aún cuando desde el partido en el gobierno (Partido Popular) se repite una y otra vez que debería gobernar el partido que «gane» las elecciones y alerta del peligro de que los apee del poder «un pacto entre perdedores».

Desengañémonos, por mucho que se nos repita lo contrario, la coherencia no es un concepto con especial relevancia en política. Los hechos demuestran que los discursos (y los actos) de los políticos siempre tienden a arrimar el ascua a su sardina, pese a que contradigan los teóricamente inamovibles mensajes del ayer. Por ello no busco ahora ejemplos (que haberlos haylos y no pocos) que confirmen que nadie está libre de pecado sino que me gustaría centrarme en el término «ganar»: cuando en las elecciones municipales del presente año comenzó a repetirse públicamente el mantra de que debe gobernar el partido ganador de las elecciones me chocó que se asumiese la palabra «ganador» como sinónimo de «partido que obtiene más votos», no ya el propio Partido Popular, el teórico beneficiado del eslogan, sino por otros partidos políticos, periodistas y público general.

Para muestra este tuit reciente de Albert Rivera:

Así que se me ocurrió consultar el diccionario de la Real Academia Española y comprobar qué acepciones de la palabra «ganar» pueden aplicarse a un resultado electoral y a cuáles pueden agarrarse los diferentes partidos para erigirse como ganadores (casi) todos a la vez:

1. Alzarse con el poder

Si me hubiesen preguntado hace 20, 10 o solo 2 años qué entiendo por «ganar unas elecciones generales» sin duda hubiese contestado «conquistar la presidencia del gobierno». Es más, encontraría la pregunta absurda por obvia. Esta conquista, en un sistema político de representación parlamentaria, quiere decir lograr ser investido, es decir, lograr suficientes apoyos en la Cámara Baja (provengan estos de donde provengan). Pues bien, ¿qué acepciones del término se ajustan a esta interpretación?

La aplicación de la primera definición considero que está fuera de toda duda. En unas elecciones democráticas está en disputa el poder y este lo obtendría aquel que logre alzarse con la victoria en el juego parlamentario (lograr el gobierno). «Llegar al sitio que se pretende» también resulta obvia, ya que el lugar pretendido en una elecciones generales es sentarse en el sillón azul del presidente del gobierno (o dicho de otro modo, habitar en el Palacio de la Moncloa). La última de las acepciones quizás necesite una mayor explicación: en un sistema parlamentario es la voluntad de los diputados (y no la cantidad de votos) la que se impone. Por tanto, el que obtiene la investidura ha logrado captar la voluntad de una mayoría de diputados para su causa (ser elegido presidente del gobierno de España).

2. Lograr más votos/escaños que ninguna otra lista

Cabe preguntarse si el uso de la palabra «ganar» que tanto se ha usado durante la campaña electoral tiene cabida entre las acepciones del diccionario. La respuesta es afirmativa. Para encontrar la que más se ajusta al sentido de ser el partido que más llena el cajón de votos (o escaños) tendremos que descender unos puestos en la lista de la RAE:

Es decir, la fuerza más votada/representada (la diferencia entre ambas es una de esas paradojas del sistema electoral, pero eso ya es harina de otro costal) sería la que les gana a todas las demás, la que las aventaja en votos o escaños.

Concluyo que mi intuición no me engañaba: el sentido que tanto se está imponiendo en esta campaña es similar a un ganar de consolación, un ganar una gran batalla que no tiene por qué significar ganar la guerra.

3. Superar las expectativas

Por último… ¿a qué se agarran todos los demás (los que no son del partido más votado ni del partido que logra alzarse con el gobierno) para poder decir que también han ganado? Pues algo de razón también tienen, pero hemos de bajar hasta la última de las acepciones académicas de la palabra:

De acuerdo, así de primeras esta postrera acepción solo serviría de asidero para los partidos que han logrado aumentar sus votos o su representación parlamentaria. Pero ahí no queda la cosa si no la aplicamos a los datos fríos (la política está muy emparentada con la subjetividad) sino a algo tan etéreo como las expectativas. «Aunque hayamos bajado en votos nos consideramos ganadores, porque hace dos meses las encuestas nos daban un resultado mucho peor».

Y es que no se consuela el que no quiere.

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Lomeron Martinez estudió matemáticas, desarrolló su carrera profesional en informática bancaria y escribe cuando puede. Escribe en el Libro de a Bordo (www.librodeabordo.com) desde hace más de cinco años.

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