Solo alguien que lo ha querido todo podría saberlo

Mariana
Punto y coma
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6 min readJul 2, 2016
Así empezó todo… Fuente.

«La ambición nunca queda satisfecha», dice Jean.

Supongo que no soy la única que de pequeña quiso ser doctora de día, pastelera en las tardes y cantante en las noches. Es decir, es una conducta singular cuando se es pequeño, desear ejercer cuando grandes más de una profesión. Muchos, incluso, no esperábamos a crecer para llevar a cabo más de una tarea importante a la vez, ¿o no recuerdan que bailaban y comían mientras veían a Barney?

En mi caso, con el pasar de los años, esta «conducta» de querer «ser» y «hacer» todo no desapareció. Si bien comprendí que no se me darían muy bien algunas profesiones —ser doctora, sobre todo—, en el interior sabía que no estaba hecha para ejercer solo una. Digamos que siempre estuve en un vaivén de cambios que tiempo después me llevó a reflexionar sobre si más allá de tener diversos «deseos» o «metas» no estaba siendo simplemente una persona disconforme y caprichosa.

Cuando me atreví al autodiagnóstico —a uno profundo—, realmente me preocupó no ser capaz de hallar ese «algo» que me apasionara lo suficiente, y para siempre —como todas las personas a mi alrededor parecían hallarlo—. De más está decir que me vi envuelta nuevamente en otro vaivén existencial en el que buscaba a toda costa lo que los demás llamaban «norte». Quería desligarme de la idea que me había perseguido hasta ese entonces, esa de quererlo todo. Esta vez quería una nueva ambición, concreta, precisa y única que no solo me hiciera levantar todas las mañanas entusiasmada, sino que fuera permanente.

Así, desistí de algunos planes, de algunos «caprichos» y continué con ese plan que al final no me llevó a nada. Bueno, no a alguna novedad. Durante ese arrebato en el que buscaba una nueva «revelación» lo único que sí hallé fue que, como sospechaba —desde que comía y bailaba mientras veía a Barney—, no estaba hecha para vivir con una sola idea, guiarme por una sola corazonada ni mucho menos vivir para que una sola pasión me asesinara —como dice Bukowski, o quien sea.

¿Qué sucedió cuando me enteré que definitivamente no era una persona de ideas o metas concretas? Al fin había dado con algo seguro y que me acompañaría por siempre, así que ¿por qué no?, me sentí dichosa al encontrar mi «norte», aunque este no fuera tan centrado. Sucedió, además, —y creo que esto fue lo más importante— que me volví un ser más ambicioso —en el buen sentido de la ambición— y fui capaz de reconocer lo que hasta ese entonces no había resuelto.

El mundo no es tan grande

Como para no ir tras él

Karl Ndiel. Gracias por transportarme a esos días. Fuente.

Aun cuando no llegues a los cinco pies de altura. El mundo, así, como lo conoces, nunca se hará tan pequeño y posible como cuando tienes ganas, pero muchas ganas, de ir tras él. Cuando me olvidé de esa idea absurda de encontrar un único objetivo en mi vida, empecé a viajar. Me olvidé de lo que parecía importante para mí en ese entonces y decidí irme a descubrir y a conocer personas que, como yo, tuvieran por cabeza un torbellino de ideas.

Las encontré. En cada lugar que pisé las encontré y quise llevarlas conmigo siempre —claro que no pude— porque jamás pensé encontrarme con personas tan iguales. Las disfruté entonces, conocí su naturaleza y, a falta de poder llevarlas conmigo, aprendí de ellas, porque es la mejor manera de tener a alguien para siempre. Pero entonces quise más. Ya no podía conformarme solo con conocer los lugares como cualquier otro turista, o disfrutar a las personas fugazmente. La sensación de libertad que me daba enfrentarme al mundo sola quería hacerla más duradera. Por eso me fui a vivir al extranjero. Evolucionar y luego querer más, otras cosas, o quizá lo mismo pero de otras maneras… ese era el plan en ese «ahora».

Las posibilidades son infinitas

Los resultados también

También por haber tomado la foto perfecta. Fuente.

Sí es cierto que hay personas con menos posibilidades que otras. Pero también es cierto que hay personas que se toman esto muy en serio. La mayor limitación del ser humano no es sino él mismo —esto lo he tomado de alguien, pero no sé de quién—. Es común enfrentarnos a «lo que debemos» y a «lo que queremos» y aterrorizarnos ante la idea de dejar de hacer lo que se supone deberíamos, por un nuevo «capricho». Si algo me ha enseñado ser un tanto impulsiva —un tanto— es que lo que no hagas hoy es posible que se quede en la lista de «planes fallidos».

Si bien no soy doctora, pastelera o cantante —no porque no lo haya intentado, claro—, puedo decir que he logrado más de lo que jamás pensé. Las posibilidades siempre me parecieron infinitas —quise ser dibujante, fotógrafa, escritora, editora, diseñadora, negociante— e ir tras cada una de ellas me llevó a otros resultados inesperados y gratificantes. En el camino me he encontrado con muchas personas que dedican sus días a trabajar sin pasión. Su única vida, su única oportunidad, y se han conformado —no necesariamente por necesidad— con dedicar sus días a lo que les pareció más «práctico». Solo tú y yo, personas inconformes, que lo queremos todo, sabemos que siempre hay oportunidad de ir tras esas posibilidades que «queremos» y lograr, luego de ir tras ellas, cosas increíbles.

Bukowski, o quien sea, no tiene razón

Al diablo eso de morir por un sola pasión

En el momento perfecto. Fuente.

«Find what you love and let it kill you.»

No. No dejes que algo que has hallado apasionadamente te mate —y lo dice alguien apasionado—. Lo que hoy nos place, lo que hoy amamos, lo que hoy fervientemente creemos no necesariamente nos acompañará mañana. Por definición, el ser pensante es inestable y evolutivo. Es necesario cambiar de parecer de vez en cuando. Es indispensable necesitar muchas pasiones —y tenerlas— para sobrevivir.

La vida es muy liviana y al autor de la célebre frase —se duda sobre la autoría de Bukowski— se le olvidó. No se vive al máximo cuando encuentras una «única» razón para vivir, sino cuando hallas muchas y el mundo se te antoja completo. Supongo que dedicarnos enteramente a algo que nos apasiona no es una mala inversión. Es más, no se trata de no sentir que deseas algo lo suficiente como para poder morir por ello. Me parece que, incluso, muchas de las oportunidades que perseguimos en la vida han surgido por este sentimiento de anhelo y necesidad —más necesidad que anhelo—. Sin embargo, no debemos detenernos. Encuentra lo que amas, definitivamente, pero procura seguir viviendo para buscar otras pasiones simultáneamente.

Entonces, de pequeña quise serlo todo cuando grande y así fue. Mi peor decisión fue pensar que podía no serlo e intentar, de paso, ser conforme. ¿Cómo se me ocurrió que no podría ser doctora en las mañanas, pastelera en las tardes y cantante en las noches si así lo deseaba?

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Mariana González (@MarianaGlez8) es editora autónoma. Es natural de Puerto Rico pero a día de hoy escribe desde cualquier café de Nueva York.

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Mariana
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Editora, de profesión y por necesidad (y siempre en el café más cercano)