Victoria: la mujer que dio nombre a una época

Manuel Cano Ruiz-Ocaña
Punto y coma
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6 min readJan 22, 2016

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Hoy viernes 22 de enero se cumple el 115 aniversario de la muerte de la reina Victoria I de Inglaterra, y desde Punto y Coma no queríamos pasar esta oportunidad para echar la vista atrás y recordar qué significó el reinado de la monarca que dio nombre a toda una época: la era victoriana.

Victoria representa el esplendor y la Edad de Oro de Gran Bretaña. Tras más de 60 años de reinado, le otorgó de nuevo el máximo prestigio a nivel mundial a la monarquía británica, que tanto perdió en los reinados de Jorge III (con problemas mentales al final de su vida), Jorge IV (que se casó en secreto con una católica, María Ana Fitzherbet, prohibido por las leyes inglesas*, y que más tarde protagonizó bochornosas escenas con su mujer Carolina de Brunswick) y Guillermo IV (con una larga lista de hijos ilegítimos). Victoria, por tanto, limpió el nombre de la casa de Hannover. No sólo eso, sino que bajo su reinado Gran Bretaña pasó de la supremacía naval de principios de siglo XIX a la hegemonía mundial. El reinado de la Reina Victoria I es, sin duda, la Edad de Oro del Reino Unido de Gran Bretaña.

Victoria representa el esplendor y la Edad de Oro de Gran Bretaña. […] Pero este periodo de esplendor, como muchos otros hitos históricos, no se genera de manera espontánea.

Pero este periodo de esplendor, como muchos otros hitos históricos, no se genera de manera espontánea y de algún modo recoge los frutos de reformas y actos sucedidos los años anteriores a su subida al trono.

La Gran Bretaña de principios de siglo XIX era una nación de sensaciones contradictorias. Resultaron vencedores en la guerra contra Napoleón y el mundo revolucionario, pero tras esta se sobrevino una grave crisis social y política. El parlamentarismo británico no había avanzado desde prácticamente el siglo XVII y muchas ciudades antiguas o incluso abandonadas poseían más representación en el parlamento** que las nuevas ciudades industriales como Manchester o Birmingham. Además, el derecho a voto estaba tremendamente limitado y, tras la revolución en Europa, los deseos de participación política por parte de la población estaban en auge.

El cambio hacia ese nuevo tiempo lo inician la Reform Act de 1832 y la Slavery Abolition Act de 1833. La primera incrementa el censo electoral de un modo sustancial y da representación parlamentaria a las nuevas zonas industriales. La segunda ley aplica la abolición de la esclavitud en todos los territorios de Imperio Británico, siendo primera nación en hacerlo y marcando un camino que seguirían muchas otras. En menor medida destacan la Poor Law de 1834, donde se abordaba el problema de la pobreza en el país, y la Municipal Corporations Act de 1835 que fue bastante importante: desde ese momento los cargos municipales serían elegidos de manera completamente democrática y recaerían sobre ellos mayores competencias.

Esto es lo que precede la subida al trono de la reina: una Gran Bretaña en reformas y avance social, político y económico

Esto es lo que precede la subida al trono de la reina: una Gran Bretaña en reformas y avance social, político y económico. Muchos advirtieron que el avance político perdía ímpetu en Gran Bretaña (y más tras la revoluciones de 1820 y 1830 y sus repercusiones en la Europa continental), pero el tiempo les daría la razón a los británicos.

La reina Victoria sube el trono en junio de 1837. En ese momento sólo tiene 18 años pero le cuesta muy poco hacerse valer en su cargo. Su actitud ejemplar en el seno de su matrimonio con Alberto de Sajonia-Coburgo fue tremendamente importante para la opinión general de sus súbditos. Le otorgó a la monarca un grado muy alto de «limpieza moral»: no hubo ni un solo escándalo, algo sorprendente para los británicos dado el comportamiento de su familia real en las décadas inmediatamente anteriores.

Su matrimonio […] le otorgó a la monarca un grado muy alto de «limpieza moral»: no hubo ni un solo escándalo, algo sorprendente para los británicos

Sin lugar a dudas, las reformas previas también tuvieron su efecto: con la ampliación de voto y circunscripciones electorales de 1832 la Inglaterra «Verde» (la aristocrática, del campo y castillos) es igualada por la Inglaterra «Negra» (la de la burguesía, las ciudades industriales y el carbón). Al aumentar el número de parlamentarios se redujo de una manera fuerte la compra de votos y el sistema político pasó a estar más saneado. Para 1850 la estructura estaba plenamente asentada y disponía de una salud espléndida.

Otro factor de prestigio para la época victoriana fue el Imperio colonial. Gran Bretaña ya disponía de colonias antes de la subida de la Reina Victoria I al trono, y tras la guerras napoleónicas estas no hicieron más que aumentar: a las incorporaciones de Guayana, Mauricio, Trinidad y Tobago, Santa Lucía, El Cabo (en Sudáfrica) o Ceilán al Imperio se añadieron además el control de nuevos enclaves estratégicos como las Islas Jónicas o Malta, que junto a Gibraltar daban un control magistral del Mediterráneo a los británicos.

La India era algo más que una colonia o un Virreinato, era la «joya de la corona» del Imperio Británico […] Victoria I sería coronada primera emperatriz de la India en 1877.

Tras la Rebelión de los Cipayos en 1857, la Compañía Británica de las Indias Orientales dejará de controlar la India y pasará, tras ser duramente sofocada la revuelta, a manos del propio gobierno. La India pasaba así a ser una colonia del Imperio, culminando el proceso con la formación del Virreinato en 1876. La India era algo más que una colonia o un Virreinato, era la «joya de la corona» del Imperio Británico. Un subcontinente entero lleno de riquezas incalculables y dominado por una sola nación: Gran Bretaña. El prestigio de la India fue acrecentado por las influencias románticas de los grandes viajes y el conocimiento de culturas lejanas y extrañas, que daba al Imperio un toque exótico. Victoria I sería coronada primera emperatriz de la India en 1877.

Por supuesto el número de territorios controlados por el Imperio siguió aumentando: entre 1840 y el final del reinado de Victoria se contabilizan Nueva Zelanda, la concesión de Hong Kong, la penetración en el interior de Sudáfrica, la apertura del Canal de Suez, la anexión de Transvaal (en Sudáfrica también), Chipre, Egipto y Sudán, dejando abierta la conquista del interior de África.

Victoria I muere el 22 de enero de 1901, dejando tras de sí la edad de oro de Gran Bretaña y uno de los imperios más grandes de la historia

Tras esta síntesis de 64 años, Victoria I muere el 22 de enero de 1901, dejando tras de sí la edad de oro de Gran Bretaña y uno de los imperios más grandes de la historia, ya ejerciendo una supremacía a nivel mundial.

Centralizar este periodo en la figura de la Reina Victoria es algo natural, pues así funciona una parte de la historiografía actual; pero no debemos olvidarnos de otros personajes que detrás de todo este tiempo crearon a la sombra las herramientas que usaría este vasto Imperio. George Canning, Robert Peel, Lord Palmerston y por supuesto Benjamin Disraelí (gran líder de los conservadores tories) y William Gladstone (que puso al día al anticuado Partido Liberal) fueron los hombres de Estado de esta época, que además introdujeron una visión pragmática y el «largo plazo» en la política británica.

También fue fundamental el papel que jugaron las clases medias, el funcionariado y los militares (con cada vez más escoceses e irlandeses), que siempre creyeron y defendieron el proyecto imperial británico. Un ejemplo de ello es que, tras la muerte del General Gordon en Sudán en 1885 a manos de la los rebeldes del Mahdi (acontecimiento narrado en la novela y película Las cuatro Plumas), la población, lejos de expresar demandas anti-imperialistas, clamó venganza y aumentó el apoyo hacia la dominación de Sudán.

115 años después, seguimos recordando ese siglo como «la era victoriana», un siglo que coronó a una nación a los más alto del mundo bajo tres principios: la confianza de los electores en su sistema, la mentalidad nacional sosegada y la racionalidad política***.

*Acta de Establecimiento de 1701.

**Se denominaban «Burgos Podridos».

***Palabras escritas por Walter Bagehot en su libro The English Constitution (1867).

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Manuel Cano Ruiz-Ocaña se graduó en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y después estudió un Postgrado en Educación secundaria. Es editor del blog «El Ágora de los Seis», donde se pueden encontrar escritos sobre temas variados, con especial énfasis en la historia, la política y la educación.

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Manuel Cano Ruiz-Ocaña
Punto y coma

Graduado en Historia por la Complutense de Madrid y Postgrado en Educación Secundaria y Bachillerato. Amante del Rugby, la historia y la literatura.