¿Y ahora qué?

Rafa Zamorano
Punto y coma
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6 min readJun 24, 2016
Las piezas el puzzle europeo se separaron anoche. Fuente.

Ayer en el Reino Unido se celebró el referéndum por la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Pese a una semana movidita, las últimas encuestas predecían una victoria no holgada, pero sí cómoda del Remain — es decir, de la opción de permanecer en la Unión Europea — . Por eso sonaron todas las alarmas a nivel europeo cuando esta mañana amanecimos con la noticia de que el Brexit ganó el referéndum con un ajustado 52% de los votos.

Ayer mismo escribí en Punto y Coma sobre el dilema de Brexit, añadiendo al final que con total certeza ganaría el Remain y que «el Reino Unido se levantará el viernes como si hubiera tenido un mal sueño». Pues bien, me equivoqué: ha ganado el Brexit en lo que, en mi opinión, constituye la mayor sorpresa política de este milenio. En medio del caos de informaciones de esta mañana, intentaré evaluar en caliente las consecuencias y significados de este resultado.

0. Ante todo, mantener la calma

Este resultado nos pilla a todos por sorpresa y afecta a mucha gente de muchas maneras. Los cientos de miles de británicos que viven en España, los cientos de miles de españoles que viven en el Reino Unido, los millones de británicos con ascendencia o tradición multicultural, los también millones de emigrantes europeos que orgullosamente han considerado al Reino Unido su hogar; toda esta gente pasa ahora por momentos de mucha incertidumbre y seguramente también de un cierto malestar.

Esto es comprensible y hasta razonable. Pero tengamos fe por el momento en que la situación de todas estas personas no vaya a cambiar demasiado. Incluso los responsables de inmigración de UKIP — teóricamente los más radicales en este sentido — han dicho públicamente que los europeos que residan en el Reino Unido a día de hoy podrán quedarse.

Como con la mayoría de decisiones políticas, el Brexit tendrá menos impacto sobre nuestra vida diaria de lo que todos creemos, estemos en el Reino Unido o en cualquier otro lugar.

1. El triunfo del nacionalismo inglés

Este referéndum ha sido un claro ejemplo del poder del nacionalismo, incluso en un país tradicionalmente sensato. La retórica pro-Brexit — basada en la oposición a la inmigración y la devolución de poderes a Westminster — ha vencido en su batalla particular con las ideas pro-Remain, más enfocadas hacia las ventajas culturales y económicas de permanecer en la Unión Europea.

Es evidente en el mapa que aparece a continuación que Inglaterra ha votado abrumadoramente a favor de la salida de Europa. La única zona de Inglaterra que no ha votado en este sentido ha sido, de hecho, la capital: Londres. El triunfo de la retórica nacionalista de la campaña de Brexit ha sido rotundo, y representa un ejemplo del poder de estos sentimientos y una amenaza importante a los intereses europeos a corto y medio plazo.

En rojo, las zonas que votaron por «Brexit». En azul, las zonas que votaron por «Remain». Via The Telegraph.

2. Escocia tendrá su referendum (de nuevo)

Los resultados no dejan lugar a dudas: Escocia, con un 62% de votos a favor del Remain, es la región del Reino Unido que más desea estar en la Unión Europea. Y ojo, esto viene con una participación más baja de lo esperado en uno de sus feudos más europeístas: en Glasgow sólo votó un 56% del electorado.

Escocia ya tuvo su referéndum hace un par de años, y eligió permanecer en el Reino Unido por un estrecho margen. Los resultados de esta votación, sin embargo, acentúan las diferencias identitarias entre Escocia e Inglaterra y llevarán a un nuevo referéndum en Escocia, seguramente a muy corto plazo. Esta vez todo indica a que la opción del independentismo vencerá, y por tanto el Brexit no sólo romperá la Unión Europea sino también el Reino Unido.

3. Y ojo a Irlanda del Norte

Aunque esto no está recibiendo tanta atención en la prensa y las redes sociales, Irlanda del Norte también votó a favor de la permanencia en la Unión Europea y es posible que no comparta la dirección futura que quiere tomar Inglaterra. De hecho, su primer ministro, Martin McGuiness ya ha declarado esta mañana que pedirá una votación para incorporar a Irlanda del Norte a la República de Irlanda, es decir, a sus vecinos irlandeses pero también europeos.

4. El problema de la democracia: los dilemas generacionales

Este referéndum vuelve a mostrar — igual que el referéndum escocés de hace un par de años y que las elecciones españolas de diciembre — que el sistema democrático tal y como está concebido tiene una lacra fundamental: que los que más tiempo tendrán que lidiar con las consecuencias de una decisión política son los que, irónicamente, menos poder tienen al tomarla. Esta tabla es ilustrativa:

Como vemos, los jóvenes votaron en masa a favor de permanecer en la Unión Europea, mientras que los más veteranos hicieron lo contrario. ¿El problema? Que los más jóvenes tendrán que vivir con las consecuencias de una salida del Reino Unido de la Unión durante, de media, 69 años, mientras que los más mayores «sólo» tendrán que hacerlo durante 16.

Yo personalmente no sé cuál es la solución a este problema. Pero está claro que el problema existe: el mismo fenómeno fue el responsable del resultado del referéndum de independencia escocés (donde los jóvenes eligieron abrumadoramente la independencia y los mayores abrumadoramente la permanencia en el Reino Unido, ganando estos últimos al constituir una mayoría en el electorado) y de la parálisis política española (con una distribución de votos casi cómica entre diferentes generaciones).

Los jóvenes del Reino Unido son simplemente las últimas víctimas de un sistema que necesita una revisión urgente.

5. ¿Qué hará la UE?

Desde muchos sectores de la sociedad británica se asume que la situación, básicamente, no cambiará y que la Unión Europea renegociará los pactos con el Reino Unido manteniendo el statu quo. Yo siento diferir. La Unión Europea se enfrenta ahora a varios posibles referéndums de salida, y de hecho Marine Le Pen ya ha pedido uno para Francia.

Con los niveles de rechazo a la Unión Europea subiendo como la espuma durante la reciente crisis de los refugiados — y con Dinamarca, Polonia, Hungría, la República Checa o Austria expresando su disconformidad con las políticas comunitarias — la Unión Europea no puede permitirse que la salida del Reino Unido sea sencilla.

Grados de «Euroescepticismo». Fuente.

Hasta ahora, los británicos tenían la sartén por el mango y podían usar la amenaza del Brexit para negociar y obtener mejores términos. Ahora, sin embargo, se han cambiado las tornas. El Reino Unido exporta el 44% de sus bienes y servicios a la Unión Europea, mientras que el flujo en el sentido contrario es de sólo el 4%. La Unión Europea puede dar un puñetazo encima de la mesa y «obligar» al Reino Unido a aceptar los mismos términos que ya rigen su relación con Suiza y Noruega: pertenencia a la zona Schengen (a la que el Reino Unido no pertenece) y libre movimiento de personas, bienes y servicios. Se podría dar una paradoja negativa para los que apoyaron al Brexit: puede que tengan que aceptar más integración con Europa de la que tenían antes del referéndum.

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Rafa Zamorano escribe desde Escocia, donde reside desde hace seis años. Estudia Política Pública y, junto con otros autores, ha publicado el libro de relatos Uno más y lo dejo.

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Rafa Zamorano
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St Andrews alumn. Hoy día en Madrid. Editor de EÑES. Fundador de @PuntoyComaMed.