Lo que aprendí tras dictar un curso de medios, género y diversidad sexual (o la vida con “gafas violeta”)

“Cada día constato lo necesario que es convertirnos en una audiencia activa. Exigir contenidos de calidad es la mejor manera de modelar los medios”. Este texto apareció en el boletín #15 de Puroperiodismo. Suscríbete acá.

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por Patricia Rivera, académica de Periodismo UAH

El año 2001 la escritora española Gemma Lienas publicó un libro sobre feminismo para adolescentes que se llamó “El diario Violeta de Carlota”. Ahí, Gemma acuñó el concepto de “las gafas violeta” que, parafraseando a la autora, consiste básicamente en hacerse consciente de las situaciones injustas (desventaja, segregación, menosprecio, etc.) hacia las mujeres.

Desde que comencé a estudiar para preparar la clase Medios: Género y Diversidad sexual en la Universidad Alberto Hurtado — curso que comencé a dictar en marzo de 2018 — , traigo puestas esas gafas violeta. Y básicamente porque estoy generando un set de herramientas de pensamiento crítico para decodificar el sesgo de género y sobre todo para dejar de entender como natural los códigos heteronormativos con los que fui criada, educada y titulada en la universidad (allá por el lejano año 1998).

Vengo de una generación donde caminar por las calles después de las diez de la noche era ser “como las lesas” y ofrecerse para que algo malo pasara. El género era binario y toda mi familia esperaba que algún día fuera madre de familia y feliz (porque era incompatible ser mujer feliz y no ser madre). Crecí con todos los clichés posibles de una sociedad machista, reforzados por la narrativa de los medios chilenos que grababan a fuego el rol de la mujeres como santas madres enamoradas o casquivanas rebeldes, merecedoras del escarnio público por faltas a la moral, penas de cárcel o de muerte si la insurrección también era política. Chile era un país machista en blanco y negro. Y el bloqueo a medios y lenguajes e innovaciones venía directo en las cañerías de agua potable, porque todos tenían miedo. ¿Se imaginan, ahora, todo lo que tuve y tengo por aprender para poder enseñar?

El 2012 fui invitada a participar en la creación de la parrilla programática de un proyecto televisivo para señal abierta, llamado 3TV. Me puse de cabeza a estudiar y sistematizar conocimientos en torno a lo medios de comunicación y su influencia en la sociedad. En ese entonces, en infinitas reuniones con Andrea Moletto (mi jefa en ese proyecto) hablamos, analizamos y filosofamos durante meses acerca de lo que esperábamos que fuera el nuevo medio y de los estereotipos que no íbamos a repetir ni consolidar en la narrativa del nuevo canal. El proyecto nunca vio la luz, pero me quedó la lanzeta clavada al cuello y seguí investigando, viendo televisión extranjera, conociendo reacciones de la audiencia y comprendiendo el valor de ciertos hitos en las televisiones públicas.

Las pantallas de televisión abierta, radio y periódicos nacionales, tienen un rol gravitante en la construcción de imaginarios colectivos. Los medios nacionales son agentes de preservación de la cultura nacional, el lenguaje y la identidad. Sean conscientes del rol que cumplen o no, generan un relato colectivo. Moldean lo que comprendemos por masculinidad, feminidad, identidad de género, raza, clase, sexualidad y sobre todo lo que calificamos como normal o como distinto.

Desde que empecé a preparar el curso Medios: Género y Diversidad hasta hoy, me he puesto en un estado de alerta a los subtextos y discursos de nuestros medios. Y me asombro del letargo frente a la innovación, sobre todo si los comparo con medios nativos digitales u otros ejemplos internacionales respecto de la perspectiva de género. Por ejemplo: el 2015, VICE lanzó su sitio feminista (feminista, muy distinto a femenino) Broadly; el 2017 Jessica Bennett se convirtió en la primera editora de género del New York Times; y este año Diana Maffia asumió el cargo de Defensora de Género en el diario Perfil de Argentina.

Mientras preparo y aprendo de este curso, cada día constato lo necesario que es convertirnos en una audiencia activa. Exigir contenidos de calidad es la mejor manera de modelar los medios. La audiencia (nosotros, nosotras, nosotres) somos el objeto y sujeto que puede castigar y premiar a los medios con nuestros likes, horas de consumo y viralizaciones en nuestras redes. Desde el otro lado de vereda, el de los generadores de contenidos, propongo una escritura atenta a los prejuicios y estereotipos presentes en quien escribe y cómo se trasvasijan en los contenidos ofrecidos a la audiencia.

Los medios de comunicación siempre están coeducando. Y pueden apoyar la diversidad, como también — y hay ejemplos en el pasado — hundirla para siempre. Por eso les invito a dar el próximo click y el siguiente “scroll-down” con las gafas violeta puestas, que combinan con el siglo XXI.

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