Cuando el relato es real

Manolo Caballero
qdsa.live
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3 min readFeb 5, 2018
Ed. Anagrama, 1978

Veo ese título colocado en una esquina del escaparate de la librería, casi oculto entre algunos libros viejos, usados y con ese aroma tan particular. Es casi imposible no mirar a los costados a ver si alguien más está observando, el pudor se apodera del momento y al mismo tiempo el vértigo de la curiosidad vuelve casi automático el reflejo de agarrarlo y verlo más detenidamente. ¿Como no llevarlo?

Es muy importante reconocer que al leer la obra uno imagina que todos estos relatos son una suerte de autobiografía, uno desea inconscientemente que todos estos hechos sucedidos hayan sido reales, de lo contrario se perdería toda la magia. Este mundo de Bukowsky en donde absolutamente nadie puede ser tu amigo pero casi todos pueden ser amantes debería ser de verdad.

Ambientado en los Estados Unidos de finales de los sesenta, deambulando entre otros lugares el estado de California -que de por sí está embebido de tanta diversidad de sensaciones- se lo ve a Hank, un escritor talentoso, que recorre el sub-empleo para sobrevivir en un ambiente plagado de gente en quien no se puede confiar y de la que quizás fácilmente se pueda enamorar. El sonido de botellas vacías, el olor a vino barato y la libertad absoluta de creatividad son un punto cotidiano en los cuartos de hotel o de algún prostíbulo quizás en donde pasa las noches el protagonista tipeando esa vieja máquina de escribir.

Charles Bukowsky

Resultaba muy sencillo toparse con gente como él en esos bares, en esos departamentos o en esos callejones con olor a orina, que Hank conoció a personas tan espeluznantemente geniales como también delincuentes de baja calaña que inclusive uno de los relatos en donde está en juego la vida de uno de los personajes ha necesitado una aclatoria — ficticia o no — que expresa lo siguiente:

Este relato es ficción, y el acontecimiento o semiacontecimiento de la vida
real que pueda reflejar no ha influido en el autor a favor o en contra de ninguna de las personas implicadas o no implicadas. En otras palabras, se dejaron correr
libres pensamiento, imaginación y capacidad creadora, y eso significa invención,
que creo motivada y causada por el hecho de vivir un año menos de medio siglo
entre la especie humana… Y no se ciñó la historia a ningún caso concreto, o casos, o noticias de periódico, y no se escribió para perjudicar, sacar consecuencias o hacer injusticia a ninguno de mis semejantes que se haya visto en circunstancias similares a las que se verán en la historia que sigue.

Un tipo abandonado a su suerte que flirtreaba con los riesgos que implican el deseo de ser escritor y vivir de ello, era partícipe de las más locas historias en donde abundaban los excesos de todo tipo, y cuando digo de todo tipo no me refiero a alcohol, drogas, o sexo solamente, sino a placeres insospechados que solo ahondando en la obra, el lector podrá comprender.

Toda esta miserabilidad era como un motor de creatividad para que Hank (o Charles) escribiera estos relatos. Es como si lo miserable hiciera a la genialidad narrativa. No podría exisitir lo uno sin lo otro. Charles Bukowsky con su lenguaje sin ánimos de sorprender a literarios ni ganar un nóbel, exento de todo tapujo, atrapa al lector con palabras simples, rudas y con mucho contenido que se parece bastante a experiencias reales. Ojalá fuera así.

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