La parte triste de la felicidad

Calíope
qdsa.live
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2 min readOct 8, 2018
Imagen: Kinga Cichewicz — Unsplash

Escribo con hambre y calor.

Escribo en la extraña duda, sintiéndome rara ante este hecho, ante este insólito pensamiento.

“No hay nada más triste que no saber qué hacer con la felicidad que uno está sintiendo”.

Porque nos damos cuenta de que nunca — o por lo menos en mucho tiempo — nos hemos sentido así.

Y en vez de aceptarlo, disfrutarlo, gozarlo y/o presumirlo ante todo el mundo como lo haría el común de la gente, lo analizamos.

Y al analizarlo, la felicidad pierde totalmente su encanto, y nos convierte en seres incapaces de estar en paz con nosotros mismos.

Y he allí las preguntas: ¿Por qué estoy feliz? ¿Qué hacer con esta felicidad? ¿Debo andar todo el día con una estúpida sonrisa marcada de oreja a oreja? ¿Se lo cuento a alguien? ¿Para qué? ¿Para que me pregunte el porqué de mi felicidad y yo no sepa qué responder?

Entonces decidimos tratar al menos — aún sin comprenderlo del todo — disfrutarlo, solos, en lo pequeño de nuestras habitaciones. Nos miramos al espejo y simplemente sonreímos.

Luego encendemos la tele, la radio o navegamos en redes sociales y nos asfixian, nos ahogan con todo tipo de publicidades diciéndonos que la felicidad no es felicidad si no es compartida. Nos imponen compartirla.

Y quedas como un idiota porque tuviste la inocencia de sonreír frente a un espejo, terminas enojado porque hasta te quieren decir cómo se debe ser feliz.

Lo intentaste, está bien. Terminas aislado, más confundido que antes, escribiendo esto.

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