Repensando Argentina en el mundo

Augusto Salvatto
¿Qué está pasando?
4 min readDec 10, 2019

*Artículo originalmente publicado en el libro Ideas para la Argentina 2030, editado por la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación (2019).

El tablero internacional se encuentra en un reordenamiento acelerado y los próximos años serán cruciales para la Argentina, si es que queremos aprovechar la oportunidad para mejorar nuestra posición. En este contexto, vale la pena preguntarse: ¿Debemos mantener las mismas políticas cuando las circunstancias cambian?

En el siglo XXI, el eje económico mundial migró del océano Atlántico al Pacífico. Este cambio no puede pasar inadvertido. Extremo Oriente se está posicionando en el centro del poder comercial mundial. ¿Cuánto conocemos en Argentina sobre esta región del mundo? ¿Está orientado nuestro comercio internacional hacia países como Vietnam, Tailandia, Corea o Indonesia? ¿Y qué hay de otras regiones, como África o Medio Oriente?

De acuerdo con las perspectivas de la OCDE, hacia 2060 China e India concentrarán el 46% de la economía mundial, superando a Europa, Japón y Estados Unidos juntos (29%). Esto no implica necesariamente que EE.UU. y Europa vayan a perder importancia como actores globales. Más bien, supone el surgimiento y la consolidación en el escenario internacional de nuevos actores.

Medio Oriente, una región a la que, debido a su historia, siempre se la analizó desde una perspectiva de resolución de conflictos, hoy comienza a protagonizar otros escenarios. Esta zona alberga países con niveles de PBI per cápita altísimos, como Arabia Saudita, Emiratos Árabes o Qatar; a uno de los líderes mundiales en innovación tecnológica y emprendedurismo, Israel; y, a una de las economías de más rápido crecimiento en los últimos años, Turquía.

Por otra parte, para 2025, la ONU estima que la población de África superará a la de China y que su clase media continuará creciendo aceleradamente. En este sentido, muchos países se han apresurado a reforzar los lazos políticos y económicos con el continente. Entre 2010 y 2016, se abrieron 320 representaciones diplomáticas en África, algo sin precedentes en la historia diplomática mundial para un periodo tan corto. Solamente Turquía abrió 26 embajadas y la India anunció 18. Desde luego que no se trata solamente de abrir representaciones diplomáticas, pero esto nos lleva a preguntarnos si consideramos a África como un potencial destino de nuestros productos y cuántos intercambios hemos realizado concretamente con este continente.

En paralelo a estas tendencias, otro gran cambio se está dando en el globo. Citando al periodista Thomas Friedman, la tierra se está volviendo plana. En otras palabras, la globalización está eliminando las fronteras y las distancias, presentándonos nuevas oportunidades de negocios en nuevas regiones. Por ejemplo, hoy, con tan sólo un click, podemos tener una reunión por videoconferencia con alguien en la otra punta del planeta. Algo impensado no mucho tiempo atrás.

No podemos desaprovechar las oportunidades que la revolución tecnológica ofrece. Aún más, un intercambio cultural fluido que permita dar a conocer nuestras costumbres y nuestros productos en todo el mundo, a la vez que nosotros mismos descubrimos el Este, abriría al país otras posibilidades de cooperación. Bollywood, la industria cinematográ- 145 fica de India ubicada en Bombay, ya produce más películas que Hollywood al año y China busca superarlo hacia 2035. ¿Podríamos nosotros exportar nuestra cultura a Asia de forma masiva? Los potenciales beneficios en materia comercial y de inversiones que implica un acercamiento a los países asiáticos, africanos y de Medio Oriente, son innegables.

América Latina tiene mucho para ofrecer a estos países, en muchos casos superpoblados y/o sin suficientes recursos naturales. Pero ¿cómo negociar con tan grandes potencias en un pie de igualdad? ¿Puede Argentina sola plantarse ante gigantes poblacionales y económicos como China o India? Es interesante el caso de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). Esta asociación está conformada por diez países — en su mayoría insulares — muy cercanos cultural, geográfica y económicamente a las tres grandes potencias regionales: China, India y Japón. Individualmente, estos países serían en su mayoría sobrepasados en cualquier negociación por los tres gigantes. Sin embargo, en conjunto poseen una población de más de 600 millones de habitantes, mayor que la de la Unión Europea, lo que le da un importante poder de negociación.

¿Podría América Latina seguir con este ejemplo para negociar con más fuerza frente al mundo? ¿O deberíamos continuar intentando penetrar en los mercados asiáticos individualmente? Solamente los diez países que componen América del Sur — sin contar Guyana y Surinam — suman una población de alrededor de 400 millones de habitantes, además de una enorme diversidad y riqueza en cuanto a recursos naturales y alimentos.

América Latina ha dejado de ser “el extremo de Occidente”, lo que implica una gran oportunidad para posicionarse en el mundo aprovechando su ubicación estratégica entre dos océanos. Este último aspecto resulta un activo importante para China, que ha buscado impulsar la construcción del Canal de Nicaragua, así como también de un ferrocarril bioceánico que cruce el continente desde el Puerto de Santos en Brasil hasta Bayóvar en Perú. Otras iniciativas incluyen también a Bolivia, Argentina y Chile.

Todo esto no quiere decir que la respuesta a los cambios que se están dando en el mundo signifique que nuestra política exterior tenga que apuntar exclusivamente a Asia o África. Pero sin duda, la situación actual nos interpela a realizar un debate serio, responsable y transversal, que permita desarrollar una estrategia de inserción en el mundo inteligente y constante. ¿Dejaremos pasar esta oportunidad?

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Augusto Salvatto
¿Qué está pasando?

Social analyst and university professor. I studied in 7 different countries. Passionate about working at VISUS Advisory and AsteroidTechs. Soccer and poetry fan