Cortesía de IMDB.com

El conocimiento es bueno. Conocerlo todo es mejor.

Mariángela Petrizzo
qu4nt
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6 min readMar 18, 2019

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Cuando creímos que sentirnos invadidos por la publicidad de Google era demasiado.

El círculo (2017), película dirigida por James Ponsoldt (The end of the tour, 2015). Protagonizan Emma Thompson y Thom Hanks. Ficha completa aquí.

Cortesía de IMDB.com

Cuando Mae Holland enfrenta su trabajo diario en una oficina de su pueblo, se da cuenta que su futuro está condenado a hacer llamadas a diario a clientes de la empresa para garantizar cobranzas de servicios prestados. Sin dudas, un trabajo muy triste y un futuro desolador para una joven como ella. Pero poco más de lo que el sistema capitalista dominante promete a cualquier joven de la periferia de las metrópolis.

Con altas expectativas de cambiar de empleo a uno que le permitiera mayor independencia y quizás ser un poco más creativa, Mae no abandona su sueño de cambiar de trabajo y poder, incluso, ayudar a mejorar la salud de su padre que sufre de esclerosis múltiple.

Pero ¿qué pasaría si cambiar de empleo supone tomar decisiones que pueden afectar radicalmente tu vida y la vida de tus seres queridos?

La historia que se revela detrás de El Círculo establece que en el entorno del manejo de la información y de los datos agregados en Big Data se reproducen de alguna manera las mismas jerarquías que garantizan los privilegios de unas pocas personas sobre todos los demás. Algo que, dicho sea de paso, no sólo ocurre para el caso del Big Data.

¿Quien no quiere tener un trabajo de ensueño y estar rodeado de gadgets?

Pongámonos por caso que podemos desencadenar una serie de acciones colectivas de manera positiva a través del uso de datos que, sistemáticamente, algunas pocas corporaciones manejan hoy día sobre nosotros a escala mundial, a traves del uso de datos que despilfarramos.

Y pensemos en qué pudiera suceder si, efectivamente, la captación y el manejo de información personal a través de dispositivos como un teléfono, resulta en un detonante de acciones colectivas dañinas controladas y promovidas por corporaciones a lo largo y ancho del mundo.

¿Qué decisión tomaríamos? ¿Incidiríamos de algún modo para cambiar el curso de acción de los hechos?

Por cierto, la ciencia ficción hasta ahora no ha sido conservadora ni tacaña imaginando distopías que hablen de sociedades controladas por poderes omnipresentes residentes en el Estado o en empresas privadas.

En la serie británica de televisión Black Mirror, por hacer una referencia relativamente reciente, hay una variedad enorme de ejemplos similares a los que describo.

Pero El círculo no es un ejemplo más. Pudiera ser, incluso, una historia que da cuenta de todos los temores posibles que nos habitan como individuos, pero también como organizaciones. Temores que resumen en uno solo: perder el control de la vida y de las consecuencias de las decisiones que se toman.

En un contexto en el cual parece quedar muy evidente la incidencia en la toma de decisiones políticas a través de la intervención de corporaciones, no parece quedar igualmente claro cuál será la posición del Estado frente a estas corporaciones cuando desean controlar el flujo de información y lo que pueda hacerse con ello.

El mismo capitalismo por nuevos medios.

Parece que cuando una corporación que posee los datos de todas las personas de un país, o del mundo, el curso natural es buscar incidir en los gobiernos para que obren normativa y administrativamente facilitando sus pretensiones.

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Lo que conocemos como Internet de las cosas (IOT por sus siglas en inglés), ya cuenta en este momento con dispositivos distribuidos de manera aleatoria a lo largo de distintos territorios. Esto permite la acumulación de datos e información que facilitarán el desarrollo posterior de herramientas de Inteligencia Artificial.

Con todo ésto, puede obrarse positivamente, permitiendo suministrar información válida para la planificación y la prevención de la acción colectiva. Sin embargo, también esta información es útil para que distintas empresas ajusten el modo en el que nos hacen llegar promociones de sus productos, en función de nuestras preferencias o de las condiciones del entorno del territorio donde sus dispositivos están instalados. O para que controlen cuales necesidades nos generan de modo remoto.

La frontera muy estrecha en la que la utilidad de generar datos almacenarlos, clasificarlos y procesarlos, puede afectar importantemente las relaciones humanas del entorno y del colectivo sobre el cual esos datos son recogidos.

Si la democracia, por definición, no es un gobierno participativo sino un gobierno representativo, en el que unos pocos eligen para decidir sobre la línea argumentativa que se promete seguir, pareciera entonces, que el tema no es democratizar los datos o el.acceso a éstos.

Les propongo entonces que nos paremos en un espacio en el cual los datos no están democratizados pero buscamos, gracias al control colectivo de esos datos, algo distinto a lo que supondría la democracia: incidir en un cambio de patrones de conducta social que, incluso, permitiría superar la trivialización con la que solemos referirnos al proceso de la recogida, almacenamiento y uso de datos por parte de empresas privadas.

Estamos a un paso de imaginar que los datos pueden ser también un bien común. Esto nos lleva a replantear la responsabilidad de cada individuo sobre su entorno inmediato y del manejo que se hace en ese entorno sobre la generación de los datos.

No basta, entonces, con cuestionarnos qué datos dejamos en Facebook. Es necesario asumir, además, responsablemente cuáles datos suministramos por ejemplo a nuestro médico a través de una conversación en WhatsApp.

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El dilema que el guionista propone a Mae en la película, no es trivial. Dejar su trabajo de ensueño supone, además perder la posibilidad de mantener bajo un cuidado médico sustentado en investigación a su padre que padece esclerosis múltiple y no puede tener atención especializada por otra vía.

La forma en la que Mae se enfrenta al peligro que una democratización de los datos que los reserva para intereses corporativos, es realmente dramática y reveladora. La pérdida de un ser querido por la trivialización excesiva de la colectividad sobre un hecho tan absurdamente sencillo como querer preservar la privacidad, funciona como detonante de todo lo demás.

La manera en la que lo resuelve recuerda además, soluciones tipo Caballo de Troya, desarrolladas por hackers y activistas, o a, como diria Hakim Bey, las estrategias de colarse por las grietas del sistema, usando sus mismas reglas para subvertirlo.

Lo que si es cierto, es que la subversion de un sistema no puede, en absoluto, lograrse desde una postura acrítica y la ignorancia de cuáles son sus reglas y las opciones para escapar. Ni mucho menos debiera repetir en sus procesos y resultados, las formas hegemonicas de las estructuras que busca subvertir.

Sin pretender hacer apología de la desconexión, la pelicula plantea la necesidad de reflexionar un uso mas informado y proactivo hacia los gadgets que nos rodean y la información que éstos transmiten.

The Circle. A woman lands a dream job at a powerful tech company called the Circle, only to uncover an agenda that will affect the lives of all of humanity.

Director: James Ponsoldt

Writers: James Ponsoldt (screenplay by), Dave Eggers (screenplay by)

Stars: Emma Watson, Tom Hanks, John Boyega

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Mariángela Petrizzo
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Politologa y mayeutica por conviccion. Grafitera digital. Madre de tres hojas del viento, paridora de ideas. https://about.me/petrizzo y http://t.co/blTOWGbvLE