Carla volviendo

Norber Tebes
quiasmo
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2 min readMar 6, 2019

Andaba aburrido, para no variar, para seguir con el-estadío-de-la-planicie-eterna-del-chabón-que-no-entiende-que-una-mina-pueda-vivir en vaivenes, altipicos, altibajos; andaba todo muy chabón jeropa que no entiende que no hay nada más parecido a la muerte que lo estable. Cuando ando así, no opongo resistencia y dejo que la vida me importe bastante poco, fumo, duermo, me masturbo, duermo, fumo, tomo mates, fumo, duermo y pido delivery. Fumo y voy a comprar un diario de mierda o alguna revista de mierda de esas que hablan de los famosos y sus problemas famosos para leer en el baño. Ahí en el puesto del Tito había un chabón que quería la misma revista que yo; de tanto agarrala vos, no, llevala vos, no, faltaba más, que la uso para el baño, y claro, yo también, nos pusimos a hablar de cosas más usuales y luego de cosas más trascendentales y hablando supimos que habíamos salido con la misma mina. Carla, incandescente. Carla abre comillas incandescente cierra comillas Ramírez. No sé si sirve como dato, pero cotejando fechas, supimos que se conocieron mientras salía conmigo. Nos quedamos hablando al costado del puesto de diarios, como dos hermanitos recordando la altura de las virtudes de Carla, hasta que cae un chabón pidiendo la misma revista que nosotros. Lo miramos con un dejo de complicidad. Nos ponemos a hablar y resultó que también quería la revista para leer en el baño y resultó que también había salido con Carla, pero no fueron más de dos veces. Lo llamaba de madrugada, contó, cuando en el boliche no había habido pique. Empezamos a hablar sin querer, o tal vez no, de Carla y pensábamos, coincidíamos, en que ella era un tatuaje amoroso. Imposible olvidar esas rastas atadas en la nuca, los ojos grises, la tonadita andaluza, ese “killo” que no se le caía de la boca, la pasión de vivir para coger o la pasión de coger para vivir, todo lo que se hace para no morirse de tantos grumos de tristeza, gendarmes en barrio y olor de tecnofachos. Yo les estaba explicando cómo Carla me salvaba de la muerte de los domingos, estando nomás, me gusta contar eso, y en eso cae otro chabón pidiendo la misma revista que nosotros habíamos pedido y nos quedamos mirándolo y él nos devolvió la mirada y algo sonreía.

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