Cartago

Patricio Nuñez Fernandez
quiasmo
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1 min readDec 28, 2016

Allá está el mar, desordenadamente. Camino hacía él. No hay nada entre los dos. Allá está el mar. Un viento cálido toca mis manos. Las partículas de aire festejan que me aproxime al mar. Siento la cruz de que ella no esté aquí en la gloria del mar festejando ser todos los dioses de su pedestal. Si esta noche muero quiero reencarnarme mil veces como su esclavo.

Ayer caminé por el espejo de la antimateria, ahora voy al mar a llenarme de la carne de los años pasados.

El viento salado se siente como todos los sueños de Cartago. Lo que soy es esta sonrisa que se dibuja en sus gestos mientras me espera pletórica de vida para entregarme todos sus colores, incluso puede darme el sol.

Me sumerjo en el mar, es el mismo de siempre. Todo esta lleno de la sangre de sus dioses, que me moldearon para invadir el paraíso con sus miedos.

Asesiné a Cartago para resistir su amor.

El mar.

Se hace de día. Nunca va a llover. Nada va a cambiar en este charco de sangre. Es el fin de la eternidad.

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