Fuente: Roman Mager, via Unsplash.

El Batallón Educativo

Lómeron Martínez
quiasmo
3 min readNov 7, 2016

--

El Grupo educativo por la instrucción indígena —popularmente conocido como el Batallón Educativo— fue fundado por el ministro liberal Sánchez Oliver en 1897 con el objetivo de «dotar a la población maya de una educación propia del nuevo siglo». Con un presupuesto de cien mil pesos, se costearon doce carromatos de pizarrines, tizas y catones. El Batallón se formó con ciento doce maestros de escuela y estudiantes universitarios, a las órdenes del licenciado Páramo. El catedrático Montañez dirigía el Grupo desde la capital. A cada integrante, «soldado del saber» según palabras del propio Montañez, se le entregó un cuaderno de notas pautado, una pluma estilográfica y una caja de lápices.

En 1899, el presidente electo Ovejero destituyó a Sánchez Oliver y el Grupo fue disuelto por «escasamente eficaz», siendo sustituido por un ambicioso «Plan de desarrollo indígena» que nunca se implantaría por falta de financiación. No obstante, un tercio de los maestros incluyendo a Páramo, aun sin salario, decidieron continuar con su labor educadora.

Durante la década siguiente llegaron rumores a la capital que hablaban de un mítico batallón de maestros que alfabetizaban indígenas y les enseñaban las cuatro reglas. En 1911, tras la polémica reelección de Ovejero y el recorte de libertades «por seguridad», se registraron las primeras quejas de la Tropical Coffee Ltd. contra un Batallón de incontrolados que instaban a los indígenas a no firmar acuerdos de cesión de tierras.

No sería hasta diciembre de 1912 que el régimen de Ovejero reaccionase movilizando al ejército, después de que dos representantes de la Fruit Company resultasen heridos en un forcejeo con aldeanos, al negarse estos a firmar los contratos de venta del Valle del Atatlán a cambio de cuarenta sacos de maíz y veinte de azúcar. Los lugareños habían sido instruidos por el Batallón, que el gobierno calificó de «subversivo y antipatriótico» por oponerse al desarrollo económico del país.

El Batallón —los apenas quince hombres que le quedaban— fue acorralado en Barranco Chutmanet el 20 de diciembre por efectivos del coronel Blasco, librándose la célebre Batalla del Barranco donde un harapiento Páramo hizo frente a los regulares con el ensayo La educación contra el abuso, que mostraba cómo la alfabetización confería a los indígenas una formidable defensa ante los atropellos. Blasco contraatacó con un alegato en favor del progreso, la inversión extranjera y el orden nacional. Páramo venció con claridad, pero la libertad fue su precio. El Batallón fue encarcelado y sus miembros condenados a muerte el 23 de abril por un tribunal militar.

Los colocaron frente al paredón sin que nadie advirtiese que seguían armados con sus estilográficas, protegidos por sus libretas anotadas hasta los márgenes. Blasco les permitió unas últimas palabras que aprovecharon para disparar contra el pelotón de ejecución cinco poemas, tres ensayos sobre las costumbres mayas, cuatro descripciones de nuevas especies de orquídeas y, finalmente, con el «¡apunten!», Páramo proclamó: «¡Cultura para el pueblo!». Y las balas, ignorantes, ganaron la batalla de la fuerza, pero perdieron la guerra de la razón.

--

--